por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 29 de julio de 2013

El descanso del guerrero


El maestro Manolo Sanlúcar anunciaba el sábado, en la clausura del Festival Cueva de Nerja, su retirada de los escenarios. “Dejo la guitarra a partir de hoy. He estado esperando para despedirme con un público andaluz y hoy lo hago. Estoy contento y orgulloso de despedirme de toda España desde aquí, en Málaga”, sentenció, sin profundizar en los motivos que le han llevado a tomar tal decisión, el guitarrista que pasará a la historia del flamenco como el más importante indagador melódico y armónico de su instrumento. Por su enorme contribución a la música jonda y española de la segunda mitad del siglo XX, confiamos en que su retirada sea el merecido descanso del instrumentista que se inició en la infancia y que ha recorrido el mundo con su guitarra a cuestas, y en que el músico siga en la brecha de la investigación, la composición y la transmisión de su legado a las nuevas generaciones.


La actividad creativa e interpretativa de Sanlúcar se puede ver como una búsqueda que, partiendo de los elementos tradicionales del flamenco, se va cubriendo de ropaje instrumental y conceptual hasta alcanzar, una vez madurada, de nuevo la sencillez. De la guitarra desnuda de ‘Mundo y formas del flamenco’, pasando por la orquesta de ‘Medea’ –obra que interpretó el sábado en Nerja junto a la Sinfónica Provincial de Málaga– o ‘Aljibe’, hasta la vuelta a la voz y la guitarra en ‘Locura de brisa y trino’ (2000), sin duda la obra maestra de Sanlúcar, un intento de ampliar la armonía flamenca buscando en las tradiciones modales mediterráneas. Una obra compleja en la que su autor se hace más intelectual y también, extrañamente, más esencial. Su mensaje se va depurando con el tiempo. Pasa del lirismo brillante al lirismo desnudo. 



Su producción primera está marcada por una intensa calidez, por la búsqueda de la belleza a través del color armónico, en franca contradicción con la disonancia característica de la guitarra de la época. Esta tendencia culmina en ‘Tauromagia’ (1988), considerado por muchos el mejor disco de guitarra flamenca de la historia. De la épica de Maestranza al intimismo de Oración, reflexión sobre la soledad del torero en la que miedo y arrojo se muestran como dos caras de una misma moneda, una de las grandes composiciones de su autor, subyugante por su trémolo poderoso. Pero también la épica está presente en su primera época con títulos populares como Caballo negro. Hay que destacar su vocación sinfónica, que le ha llevado a componer varias obras para guitarra y orquesta entre las que destaca la citada partitura para el ballet ‘Medea’ (1984).

Manuel Muñoz Alcón nació en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), el 21 de noviembre de 1943. Se inició como niño prodigio en una familia de guitarristas flamencos encabezada por su padre, Isidro Sanlúcar. En 1957 se enroló en la compañía de Pepe Marchena, realizando sus primeras grabaciones para La Paquera de Jerez y Pepe Pinto. Ha grabado también para María Vargas, Los Rocieros, Porrinas de Badajoz, Manuel Agujetas, Estrella Morente, y un largo etcétera. 

 
Llegó a hacer varios registros junto a la venerable Pastora Pavón, Niña de los Peines, madrina artística de nuestro tocaor, los últimos que llevó a cabo la sevillana. Una grabación, una joya, que desafortunadamente permanece inédita, extraviada y quizá perdida para siempre. Sanlúcar pasó por el bachillerato flamenco de los tablaos en el madrileño local de Las Brujas. Sus primeras grabaciones como solista son versiones propias de toques tradicionales en las que se aprecia su querencia melódica, elegancia, brillantez e intimismo como ejecutante. 

Después de dos discos soberbios (1968 y 1970), graba, en tres volúmenes, su obra ‘Mundo y formas de la guitarra flamenca’ (1971-1973), la más ambiciosa en este sentido hasta la fecha, en tanto que se desarrolla en tres decenas de composiciones propias, infinidad de falsetas que recorre una amplia gama estilística del flamenco. En concreto son 36 toques para 19 estilos, interpretados por una guitarra en solitario. La rumba ‘Caballo negro’, incluida en su sexto LP, escuetamente titulado ‘Sanlúcar’ (1974), le abre las listas de éxitos radiofónicos y le permite pasar, como solista, de ateneos y foros universitarios a escenarios de mayor repercusión popular. También hay que situar en esta época sus inicios como concertista internacional. Discos posteriores son ‘Y regresarte’ (1978), ‘Candela’ (1980) y ‘La voz del color’ (2008), entre otros hitos de una larga trayectoria discográfica que alcanza 22 títulos. 

domingo, 28 de julio de 2013

El Festival de las Minas homenajea a Miguel Poveda



El próximo miércoles empieza el evento competitivo más importante de la geografía jonda, el Festival Internacional de los Cantes de las Minas. Será en La Unión (Murcia) hasta el 10 de agosto y cuenta con dos partes muy diferenciadas. Los primeros días están dedicados a las galas que, año tras año, ofrecen un panorama de lo más granado de las tendencias del flamenco contemporáneo. El cante está representado con tres primeras figuras. Miguel Poveda, al que está dedicado el festival, ofrecerá un concierto flamenco en el Antiguo Mercado de La Unión el 6 de agosto. Poveda ganó la Lámpara Minera hace 20 años, a raíz de lo cual se convirtió en una de las figuras sobresalientes del cante flamenco en nuestro país. Este señalado aniversario es la razón de que ahora el cantaor catalán reciba el homenaje del Festival de La Unión. 




Diego el Cigala, con su flamante nuevo disco en el mercado, cantará flamenco tradicional en la gala del 4 de agosto en tanto que La Argentina hará lo propio al día siguiente, presentando su nueva obra ‘Un viaje por el cante’. El baile inaugurará las galas el día 2 con un recital clásico de la compañía de Eva Yerbabuena. Israel Galván ofrecerá en La Unión el estreno absoluto de su ‘Flacomen’ el lunes 5. El toque protagonizará la gala del día 3 de agosto con la presentación de ‘Tierra’, el nuevo espectáculo de Vicente Amigo.

A pesar de la enorme calidad de las galas, el corazón del Festival de las Minas son sus concursos, que se vienen celebrando ininterrumpidamente desde 1961. De ellos surgen, año tras año, los nuevos nombres de las primeras figuras de este arte. Así, todos los protagonistas de las galas flamencas de este año, con la excepción de La Argentina y Eva Yerbabuena, quien este año obtendrá un Castillete de Oro, otro de los reconocimientos del festival, obtuvieron premios en ediciones anteriores en La Unión. En 2013, una vez más, la mayoría de los concursantes de La Unión proceden de Andalucía. El concurso de cante es sin duda el más prestigioso del mundo del flamenco y este año aspiran a la Lámpara Minera un buen ramillete de intérpretes, jóvenes pero con una larga trayectoria como profesionales de lo jondo. Hablamos de los onubenses Sebastián Cruz, Jeromo Segura, Cristina Soler y Beatriz Romero, de los sevillanos Evaristo Cuevas y Cristina Tovar, la gaditana María Mezcle, la granadina Ana Mochón y el cordobés Bernardo Miranda, entre otros.

El Desplante Minero, máximo galardón al baile del festival, se decidirá entre los onubenses María Canea y El Choro, Edu Guerrero y María Moreno de Cádiz, la malagueña Carmen González y Mercedes de Córdoba, todos ellos como decíamos reputados profesionales de lo jondo. El Bordón Minero, primer premio de la modalidad de toque, se lo disputarán los guitarristas José Jiménez, El Poti y la francesa Belén Novelli en tanto que al galardón al mejor instrumentista optan el bajista Pepe Bao, el armónica Diego Villegas y el pianista Juan Pérez. Estos concursos tendrán lugar entre el 7 y el 10 de agosto, en el mismo espacio que las galas, esto es, el Antiguo Mercado de La Unión. 
En su amplia agenda cultural el Festival distinguirá a Enrique Ponce, Pablo Berger, Juan Mari Arzak, Juan Ramón Lucas y al embajador del Reino Unido en España, Timothy Gilles Paxson.

El cartel de esta 53ª edición ha sido elaborado por Eduardo Arroyo, autor asimismo del cuadro ‘Carmen Amaya asando sardinas en el Waldorf Astoria de Nueva York’. El festival acogerá otros recitales como los del grupo hispano-hindú Flamenco roots, el guitarrista local Antonio Muñoz o los ganadores de los concursos de 2012 Jesús Carmona, Ricardo Fernández del Moral y Óscar de Manuel.

 

Los concursos de La Unión son, hoy por hoy, la competición flamenca más prestigiosa de la geografía jonda, uno de los pocos concursos que se mantienen con vida y en buena forma, una vez pasada la edad de oro de estos eventos. El máximo galardón del festival, la Lámpara Minera, se creó con la intención de rescatar y valorar los estilos nacidos en esta zona, especialmente la minera, pero también la taranta, la cartagenera, la murciana y la levantica. Estos cantes estaban en franca decadencia hace medio siglo pero hoy, gracias a la labor de reivindicación del festival, gozan de buena salud. No obstante, es aquí donde se premian también las mejores interpretaciones del resto de estilos flamencos, así como el mejor toque por tarantas y el mejor baile por tarantos. El premio llamado El Filón se concede al mejor instrumentista.

La Unión es un festival necesario por su reivindicación de los estilos mineros, entre los que debemos incluir las tarantas de Linares y Almería. Un repertorio melódico excepcional establecido a finales del siglo XIX por Antonio Chacón, El Rojo el Alpargatero y, ya en el siglo XX, El Cojo de Málaga. Y, en menor medida, por La Peñaranda, El Morato, La Rubia Santisteban, Basilio, El Tonto Linares, Vallejo, Marchena, etcétera. Lógicamente, en La Unión se potencia y se premia una determinada concepción de los cantes mineros, la propia de esa área, la definida ya en el siglo XX por el cartagenero Antonio Piñana, y los unionenses Pencho Cros y Encarnación Fernández
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lunes, 15 de julio de 2013

Una fuerza de la naturaleza



Paco Roji y Ramón Soler firman una obra con grabaciones inéditas en la que analizan las trayectorias artística y discográfica del matrimonio formado por La Cañeta y José Salazar.


La Cañeta (Teresa Sánchez Campos) es un ser maravilloso y descomunal, una fuerza de la naturaleza. Es, además, historia viva de este arte, recreadora o configuradora de uno de los estilos por tangos más populares en la actualidad, a veces llamados tangos de la Repompa. Naturalidad, desparpajo, poder de transmisión de una emoción básica como es la felicidad, esos son sus valores flamencos. Respecto a los tangos mencionados, hay que señalar que en el flamenco ocurre con frecuencia que las cosas no son lo que parecen. Desde luego que los famosos tangos de la Repompa (Enriqueta Reyes Porras, 1937-1959), recreados por La Cañeta, La Repompilla (Rafaela Reyes Porras, 1948) y, más recientemente, por Estrella Morente o Las Migas, no son los tangos de La Repompa. De la lectura de esta obra, ‘La Cañeta de Málaga, José Salazar y La Pirula’, y de su precedente, la biografía de La Repompa, debemos deducir que llamarlos tangos de La Pirula (Dolores Campos Heredia, 1915-1948), la madre de La Cañeta, nos acercaría más a la realidad histórica. Aunque aún no seríamos del todo exactos. Los tangos de La Repompa (ya es tarde para cambiarles el nombre, claro) se originan, con toda probabilidad, en las zambras del Sacromonte granadino. La Pirula hace una recreación de estos cantes que, a través de Paca Reyes Porras (Málaga, 1935), la hermana mayor de la Repompa, pasan a ésta y a La Cañeta, la hija de La Pirula, pero que, según su propio testimonio aquí recogido, apenas tuvo tiempo de escuchar a su madre, muerta tempranamente, con 32 años.

 




Se da la circunstancia infeliz de que las dos grandes protagonistas de la historia de los cantes gitanos de Málaga, La Pirula y La Repompa, murieron bastante jóvenes de manera que sus herederas, La Repompilla y La Cañeta, hubieron de conocer sus cantes por terceras personas, singularmente de Paca Reyes. Ello hace que hoy en día sea muy difícil establecer una línea de separación entre las creaciones de unas y de otras.

Esta obra surge como un acercamiento biográfico a la gran cantaora y bailaora festera malagueña que fue y es La Cañeta, lo que implica un bosquejo biográfico de su madre, La Pirula, y de su esposo, el cantaor José Salazar. Con este libro, recogido en buena parte directamente de boca de sus protagonistas, queda esclarecido al fin el misterio del nacimiento de la gran cantaora malagueña: 5 de diciembre de 1936. Su vida es el testimonio del flamenco en la segunda mitad del siglo XX: edad de oro de los tablaos madrileños; nacimiento del flamenco orientado al turismo en la Costa del Sol, donde la cantaora y su esposo, José Salazar, regentaron varios locales; nacimiento y auge de los festivales de verano; origen y decadencia del vinilo flamenco, etcétera.

En Málaga La Cañeta se inicia con el grupo Los Vargas, del que formaban parte La Repompa, La Quica, Pepa Vargas y Pepito Vargas, entre otros, y actuaron en los locales flamencos de la capital de la Costa del Sol como El Refugio o El Pimpi, y del resto de Andalucía.


 


Los Vargas debutaron en 1955 en el Circo Price de Madrid. La Cañeta debuta en solitario en el Corral de la Morería, en 1957, y al año siguiente pasa al local de Pastora Imperio, El Duende, donde conoce a José Salazar, recalando luego por los principales locales flamencos de Madrid (Villarrosa, Torres Bermejas, Los Tarantos), Sevilla (El Guajiro) y la Costa del Sol (Los Monteros, Las Cuevas). En 1966, tras su paso por la Feria Mundial de Nueva York, la pareja viaja a México, donde actúan en el tablao El Rincón de Goya, en París y en Japón, país donde recalan en 1968. En 1972 inauguran en Puerto Banús el tablao Los Corales, que en 1974, con traslado incluido, pasa a llamarse La Cañeta. En 1979 se mudan a Madrid, en principio a la Venta del Gato; luego inauguran su propio local, también llamado La Cañeta. En 1984 regresan a Marbella, desde donde hacen actuaciones por toda la geografía flamenca que combinan con recitales en locales de su tierra natal, donde inauguran un nuevo local, El Capricho, en 1987.

José Salazar, por su parte, nació en junio de 1936 en Los Santos de Maimona (Badajoz). Se inició artísticamente siendo un niño en Huelva. Obtuvo diversos galardones en el Concurso de Córdoba en 1956. En 1957 ingresó en la compañía de Concha Piquer. Desde 1958 su carrera corre en paralelo a la de La Cañeta.

Si Paco Roji se ocupa de la vida de la pareja, Ramón Soler Díaz analiza la complicada trayectoria discográfica de la Cañeta y José Salazar. El libro incluye dos discos con grabaciones desde 1959 hasta la actualidad. Todos los discos que grabó la pareja están descatalogados, de manera que las grabaciones que aquí se ofrecen son una primicia para muchos aficionados, al margen de contener un buen puñado de inéditos. El disco de La Cañeta incluye la versión flamenca primera de ‘El probe Miguel’, que fue vallenato y luego son cubano antes de ser rumba. La Cañeta la aflamencó con gusto en 1959 con la guitarra de Paco Aguilera y un delicioso coro compuesto por los miembros del tablao El Duende. Se trata de una descarga visceral y trepidante, como es dicha intérprete. 




 

La obra reproduce, salvo en un caso que ha sido imposible, las carátulas originales de los vinilos, verdaderas joyas ‘kitsch’. La Cañeta sigue interviniendo en discos colectivos hasta que a finales de los 60 graba algunos epés en solitario para Zafiro. En Japón también realiza algunas grabaciones en 1969 junto a José Salazar. La Cañeta no vuelve a grabar hasta 1984, cuando publica, junto a su esposo, ‘Dos maestros del cante’.

La cantaora grabó en 2011 ocho cantes que se incluyen en el CD que acompaña a este disco, inéditos hasta la fecha. Incluye otro inédito, de 1991, grabado en directo en la Peña Flamenca de Jaén, unas cantiñas.

 





Más extensa y complicada de reseñar es la carrera discográfica de José Salazar, que ha registrado 52 cantes con 21 palos distintos, lo que da fe de la amplitud de su repertorio. Salazar se inició, como su mujer, en los años 50, y participó en la ‘Antología del cante flamenco y cante gitano’ dirigida por Antonio Mairena.

jueves, 11 de julio de 2013

Un Guadiana

Cante: Salomé Pavón. Guitarra: Romero Pantoja. Palmas y coros: Jesús Flores. Invitados: Los Alpresa, Pepe Torres, Arturo Pareja-Obregón, Antonio Santiago y Rocío Alemán. Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Miércoles, 10 de julio. Aforo: Lleno.

El formato es muy diferente de la anterior comparecencia de la cantaora en nuestra ciudad, en este mismo escenario. En lugar de la excelente sonanta de Jerónimo Maya nos encontramos anoche con la guitarra enchufada, el bajo eléctrico de corte pop y los teclados. Es el formato adecuado al flamenco ligero que dominó buena parte del recital. Con todo, disfrutamos de algunos momentos jondos de Salomé Pavón. En los cantes del campo y tonás, directas, poderosas. En especial en la debla de su tío abuelo Tomás Pavón. En las sevillanas Duelo por Manolo Caracol, sin duda lo más jondo de lo que sonó anoche, por la tremenda entrega de la cantaora en esta composición de Manuel Pareja Obregón. 



También en algunos retazos por fandangos: los cantes del Gloria le van bien al carácter temperamental de Salomé Pavón. Esta madrileña, nieta de Manolo Caracol, tenía las mejores condiciones para ser una interesante cantaora. Sobre todo esa voz quemada y salvaje, esa entrega a la emoción del momento. El cante de Salomé Pavón, cuando logró abrirse paso entre el turbión sónico eléctrico, es rudo, abrasado, austero, mate, esencial. Es una cantaora distinta, única, más allá de las apelaciones geneológicas: es descendiente de los Pavón y los Ortega. Pero tengo la sensación de que nunca se ha tomado del todo en serio su carrera. Es un Guadiana de lo jondo. Una pena.

martes, 2 de julio de 2013

Camarón

Ha sido el último gran terremoto de este arte que, por su coincidencia con un periodo de enorme influencia mediática fue ampliado hasta convertirse en un fenómeno social sin precedentes que, en buena parte, ha ensombrecido el hecho artístico. En este último ámbito, el estético, Camarón (San Fernando, 1950- Badalona, 1992) ha ejercido en nuestro tiempo tanta influencia, sino más, que Chacón, Caracol o Mairena en el suyo. A decir verdad el fenómeno Camarón cuenta con un único precedente ligeramente asimilable, el del Niño de Marchena, cantaor con el que tantas semejanzas tiene el de La Isla,aunqueno lo parezca a primera vista, puestas de manifiesto en escasísimas ocasiones (así Agustín Gómez en su reciente ‘De estética flamenca’).



Clasicismo y revolución      
Camarón ha pasado a los anales flamencos como el último gran revolucionario de este arte. Sin embargo el artista fue durante mucho  tiempo un intérprete de corte clásico, como atestigua buena parte de su discografía o la obtención de galardones en certámenes de cante tradicional o concedidos por instituciones tradicionalistas, como el Primer Premio en el Concurso ‘Antonio Mairena’ de Mairena del Alcor (1971) o el Premio Nacional de Cante de la Cátedra de Flamencología de Jerez (1975). Los años setenta fueron un buen periodo para el cante tradicional aunque la bonanza discográfica obligaba a los artistas a llevar a cabo alguna concesión comercial, a la que no escaparía ningún intérprete de la época. La revolución camaronera iniciada a finales de los setenta no surgió de la nada: el flamenco pop era un género consolidado desde los años sesenta, y el ambiente experimental ya había producido fenómenos como Smash, Lole y Manuel o los propios Veneno, que acompañarían al de La Isla en ‘La leyenda del tiempo’, como instrumentistas y compositores. Por otra parte, cantaores como Enrique Morente ya se habían atrevido a musicar poemas de Miguel Hernández, Antonio Machado o el propio Lorca. Ahora bien, el carisma del isleño era único e intrasferible. Y Camarón llegó a la mayoría y se convirtió en un mito: alcanzó la máxima cotización económica y de ventas de discos hasta entonces de un artista flamenco, y posee, asimismo, el récord de asistencia a un evento flamenco. El 10 de mayo de 1988 quince mil almas se acercaron al Palacio de los Deportes de Madrid, hoy reducido a cenizas, para escuchar y aclamar al cantaor. Un fenómeno social y mediático acentuado por su temprana muerte: como los dioses, Camarón está más allá del tiempo y su fuerza permanecerá intacta para la eternidad por obra suya y gracia del disco compacto.

Afinación prodigiosa
¿Cuáles son los poderes artísticos de este fenómeno? Ante todo su prodigiosa afinación, caso único en el ámbito flamenco. Este ‘don natural’ tiene que ver sin duda con la enorme afición que el cantaor demostrara siempre, no sólo hacia este arte, sino a todo tipo de música  popular vocal  Por otro lado está su enorme sentido del ritmo, que demostró especialmente en los cantes festeros. Finalmente su gran personalidad artística, que trasfiere a todos los estilos, tanto los levantinos como los de ritmo estricto.

Concierto, disco y libro
Formó un tándem inolvidable con Paco de Lucía, merced al concepto de ‘Colaboración especial’ que acuñó el productor de sus primeros discos, Antonio Sánchez Pecino, dúo que apenas lograría separar la muerte del cantaor, el 2 de julio de 1992, a pesar de la conocida polémica sobre los derechos de autor. Descubrió a uno de los más importantes guitarristas de nuestra época, Tomatito, un músico tocado todavía por el aura de los muchos años y escenarios compartidos con Camarón. Inauguró toda una escuela flamenca de interpretación, con infinidad de seguidores e imitadores, marcando a todas las promociones posteriores de intérpretes. Entre sus epígonos más destacados figuran José Mercé, Diego El Cigala, Duquende o El Potito, todos ellos con una notable personalidad, algunos de los cuales estarán el próximo 14 de septiembre en el Hotel Triana en el espectáculo ‘Territorio Camarón’, homenaje que la Bienal de Sevilla le dedica a los diez años de su fallecimiento. La nueva biografía, firmada por Luis Fernández Zaurín y José Candado Calleja (‘Camarón, biografía de un mito’, RBA), apenas aporta datos nuevos de relevancia, aunque nos acerca al Camarón más íntimo merced a las confesiones de Candado, ‘road manager’ del artista en su última época. El disco homenaje, que se presentó ayer, cuenta con la participación de familiares, amigos íntimos y ex colaboradores.
   
De Leyenda y Arena recomendamos
Al margen de consideraciones comerciales, podemos señalar dos partes bien diferenciadas en la trayectoria del cantaor, con las lógicas imbricaciones. Así a una primera época pujante, clasicista, sucede otra barroca y decadente, que es por otro lado la que resulta más seductora para la mayoría. Sin embargo en la primera ya encontramos, puntualmente, estribillos a coro, bajo eléctrico y demás arreglos manieristas. De la misma manera que en su periodo posterior aparecen elementos de corte clásico, especialmente en las grabaciones en directo. Se considera a ‘La leyenda del tiempo’ el arranque de la segunda etapa, como el culmen de la misma. Es sin embargo el disco que peor ha soportado el paso del tiempo: los arreglos e instrumentación están demasiado ligados a la estética pop de los setenta. Grabaciones posteriores, como ‘Calle Real’, resultan hoy más frescas merced al acompañamiento del sexteto de Paco de Lucía. No son dos periodos excluyentes ni contradictorios, como piensan algunos aficionados, pero está claro que cada cual se siente más o menos cerca de una u otra estética. Con todo, si hubieramos de elegir una sola grabación de toda su trayectoria (elección que, evidentemente, no tenemos que hacer pero..., pongamos que un amigo lapón, que en su vida ha escuchado al de La Isla, nos pide una recomendación), nos quedamos con el sobrio equilibrio de 'Castillo de arena', en donde el cantaor alcanza su madurez como intérprete y aficionado, adaptando a su tiempo y condiciones tanto los estilos rítmicos como los ‘jondos’.


[Este texto, con el título ‘Camarón, diez años después’ se publicó en el ‘Diario de Sevilla’ el 2-7-2002. Hoy lo doy a las prensas virtuales tal cual, porque suscribo, aunque con matices, la esencia de lo dicho entonces. Los matices: también, entre otras causas, por el amor a la muerte que tenemos por estos lares, el cetro de flamenco revolucionario a pasado al maestro y añorado Enrique Morente en los últimos años. Todavía hay algún artista en la escena contemporánea que puede discutir este honor a los dos fallecidos, aunque cuenta con el inconveniente, y por muchos años, de que respira y es envidiado. No estoy seguro de que hoy elegiría el disco ‘Castillo de arena’ como representativo único del arte camaronero, aunque es un disco enorme y muy importante para mi memoria sentimental. Por otra parte, el reproducir este artículo tal cual, permite ver las miserias y grandezas de los 10 últimos años en torno a lo jondo: desde luego no tenemos, hoy, ningún disco de homenaje a nuestra cantaor aunque el libro de mi paisano Francis Mármol me resulta más interesante que el que publicó Candado diez años atrás].