por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







viernes, 28 de diciembre de 2012

Curso Historia del Baile Flamenco


Una navidad flamenca


Cante: Nazaret Cala, Aroa Cala. Coros: Lely Soto 'Sordera', Cañejo de Barbate. Guitarra: Adriano Lozabo.Palmas y cajón: Luis de la Tota. Zambomba: Álvaro Bellido. Violín: Samuel Cortés. Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. .Fecha: Jueves, 17 de diciembre. Aforo: Lleno. 

La zambomba portuense, salvo sus dos protagonistas principales, Nazaret y Aroa Cala, está formada por intérpretes de La Isla, Adriano Lozabo, Barbate, Cañejo, y Jerez, Luis de la Tota, Lely Sordera, Álvaro Bellido y Samuel Cortés. El repertorio son villancicos clásicos y también contemporáneos, como ‘Diciembre’, que abrió el recital, y ‘Pues andáis en las palmas’ firmado, en letra y música, por el añorado Fernando Terremoto hijo. Pero también otras del ciclo anual profano como los romances y los cantos de quintos. Nazaret Cala interpretó en solitario el mencionado villancico moderno de Terremoto y el clásico del Gloria. La voz poderosa de esta cantaora portuense alarga los tercios retorciendo el melisma hasta límites insospechados. Es la misma estética de su hermana Aroa que hizo un cante por tangos, Se está durmiendo, y los clásicos ‘Campanilleros’ que en su estilo se convirtieron en una cosa dramática. Lo que en Nazaret es poderío, belleza tímbrica, en Aroa Cala es frescura y naturalidad sobre las tablas. Hicieron cantes navideños a ritmo de bulerías y de tangos, y hasta por fandangos. El grupo interpretó al completo villancicos tan populares como Una pandereta suena o el célebre ‘Calle de San Francisco’. 






Con todo, lo mejor fue la larga fiesta final por bulerías que abrió Lely Soto cantando y bailando. El joven cantaor Cañejo de Barbate hizo su espectáculo de cante y baile de inspiración caracolera, demostrando un virtuoso conocimiento del compás y una voz menuda de hermoso timbre. Luis de la Tota hizo su show: recitó, improvisó, llevó a San José a la cola del paro, hizo de robot por bulerías y también hizo de Diego Carrasco. Su envidiable sentido del ritmo fue el soporte de todo el espectáculo. Los villancicos suenan mejor en su versión tradicional, grupal, sin demasiadas estilizaciones flamencas. Son cantes populares, folclóricos, y su espacio natural es la fiesta, la celebración grupal. Por eso lo mejor del espectáculo fueron las intervenciones corales y la bulería final, donde la celebración flamenca encuentra su espacio natural.




viernes, 21 de diciembre de 2012

Los tres tenores de diciembre


Qué suenen con alegría! Voz: Jesús Méndez, Ismael Jordi, Manuel Lombo. Piano: María de los Ángeles Rubio. Guitarra: Santiago Lara. Director de escena: Francisco López. Lugar: Auditorio Fibes. Fecha: Jueves, 20 de diciembre. Aforo: Media entrada.

La cosa estuvo más cerca de un especial de Nochebuena de Raphael que de una típica zambomba navideña jerezana. De hecho la presencia de varias composiciones de Manuel Alejandro evocaron al maestro de Linares. La idea era un concierto a tres bandas: tres voces, tenor, cantante y cantaor. Tres formas de entender la navidad, de celebrar el nacimiento de la luz, el renacimiento de la tierra. Tres estados de ánimo, tres geografías del corazón. Y, en el pasado, tres etnias, tres clases. Ismael Jordi hizo un repertorio muy popular, en castellano, y se atrevió, incluso, a meterle mano a las melodías flamencas de tonás campesinas y nanas en la pieza a trío que abrió el recital. La idea es simple: dúos, tríos, solos, con un espacio amplio para cada sensibilidad y momentos también para el diálogo. Manuel Lombo se lanzó de lleno a la canción española y ligera, aunque lo más aplaudido de su propuesta fue la pincelada de baile, una pataíta por bulerías, que se marco al final de su intervención en solitario.




Jesús Méndez le metió mano a los villancicos flamencos más tradicionales: los ‘Campanilleros’ de Manuel Torre, ‘Vamos compañero’ por tangos de La Paquera, ‘Villancicos del Gloria’ por bulerías lentas ... El poderío del intérprete es asombroso, pero lo cierto es que estos cantes interpretados en solitario pierden toda su fuerza. Lo suyo es el coro, ese diálogo entre el solista y el grupo, puesto que hablamos de una celebración colectiva, de una fiesta ritual y social. Eso es lo que faltó, ese espíritu navideño, en el concierto. La escena impuso una distancia abismal, gélida, entre los intérpretes y el grupo que ni el ‘Tambolilero’, ni ‘El niño antes de nacer’, ni ‘Mañanita de diciembre’, ni el ‘Adeste fideles’. ni ‘Romance Pascual de los peregrinitos’ pudieron romper. Los tres tenores de diciembre.

Próximos eventos


16 de enero. 'Flamenco y poesía en la obra de Enrique Morente' Conferencia. Théâtre de Nîmes, 12, 30 horas, Festival de Nîmes (Francia).

21 de enero al 15 de febrero. 'Historia del Baile Flamenco' Curso Monográfico Audiovisual, Lunes, miércoles y viernes de 12 a 14 horas, martes y jueves de 13,30 a 15,30 horas, Centro Cívico Hogar de San Fernando, Calle Don Fabrique, Sevilla.

4 al 15 de marzo. 'Historia del Baile Flamenco' Curso Monográfico Audiovisual durante el Festival de Jerez, Lunes a viernes de 12 a 14, Centro Andaluz de Flamenco, Plaza de San Juan, Jerez de la Frontera.

jueves, 20 de diciembre de 2012

La herida respirando

Para S. otra vez


Guitarra: Dani de Morón. Bajo: José M. Posadas 'Popo'. Percusión: Quique Terrón. Coros y palmas: Antonio y Manuel Saavedra 'Los Mellis'. Lugar: Teatro Central, Sevilla. Fecha: Miércoles, 19 de diciembre. Aforo: Media entrada.

No quiero que esta felicidad se acabe. Me gusta más el Dani de Morón íntimo y abierto de los primeros compases del recital. Su música ha madurado a fuerza de cortar ramaje del bosque. Conforme su mensaje se ha aclarado, ha ganado entidad, poderío, terrenal asiento. Su música se ha hecho menos intelectual, siendo intelectual. Menos ansiosa, aunque todavía hay ansiedad. Por supuesto que hay muchas ramas que cortar todavía, pero la música de este guitarrista, uno de los más emotivos del panorama actual, está madura, como decía. La ansiedad de tocar muchas notas, de decirlo todo, ha remitido. Ahora se permite la serenidad y hasta el silencio. No obstante, el recital, una hora y media de guitarra, pasa en un suspiro. De guitarra sin voz, apenas unos coros en los tangos. De guitarra sin segunda guitarra, porque su música es tan personal que no es exportable. Sin cante y también sin baile. Tan sólo el bajo en tres toques: El Popo toca flamenco con el bajo eléctrico, no mete el bajo eléctrico en el flamenco. 





En la soleá y en la seguiriya se reconoce en sus orígenes, la guitarra de Morón, aunque son los toques en los que suenan más notas de más. Todavía hay muchas ramas que cortar, pero qué concisión, qué serenidad, qué felicidad, al comienzo del recital. A Dani de Morón no le sienta bien la reticencia, el esconderse en ejercicios retóricos. Por supuesto que su música va a ser siempre intrincada, conceptual, compleja, porque ese es su ser. Pero le conviene más, a mi entender, el desnudarse, el desprenderse de los ropajes, el darse. Le conviene más el lenguaje directo y las emociones a flor de piel. Cuando se muestra, su corazón más lírico, es cuando nos reconocemos. Luego viene la épica de la bulería, la piedra de la rondeña, la contundencia de la seguiriya, el laberinto de la soleá. Y sí. Y también la sociabilidad de los tangos. Sí. Pero lo que más vale es ese corazón abierto de par en par, esa herida supurando de los primeros compases del concierto. Entiendo que si esto durara una hora y media sería irresistible. No obstante, es uno de los recitales de guitarra más intensos que se pueden escuchar en estos tiempos. El compás recién acuñado de Los Mellis, que se mete en el alma, que han aportado ternura, precisión y elegancia a la percusión corporal.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Música estilizada, hipnótica


Guitarra solista, idea y dirección: Juan Carlos Romero. Cante: Marina Heredia. Guitarra: Paco Cruzado, José Quevedo 'El Bolita'. Percusión: Paco González. Coros y palmas: Lolo y Antonio Saavedra 'Los Mellis'. Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: Martes, 18 de diciembre. Aforo: Lleno.

El espectáculo estuvo dirigido por Juan Carlos Romero, que es siempre garantía de sobriedad, elegancia y rigor. Su música protagonizó la primera parte, música intrincada pero clara, envolvente, hipnótica pese a su aperiencia bronca, casi roma, estilizada aunque se apoye en lo popular. 






En esta primera parte Marina Heredia puso la voz en tres pinceladas: estribillos por bulerías y fandangos de Huelva y apunte de nana. En la segunda parte Heredia fue la protagonista absoluta, con tonás y seguiriyas muy brillantes. Pero fue en los cantes granadinos donde la cantaora dio la medida de su entrega por fandangos albaicineros y tangos de Morente, reubautizados en su voz como morentangos, una selección de las mejores melodías sacromontinas del maestro, con las letras de San Juan de la Cruz y Lorca, entre otros. 




El final se abrió con una milonga y se cerró con una estilizada versión de los cantes propios de esta época, de gloria y del Gloria. Al final del concierto los maestros Manolo Sanlúcar y Carmen Linares recibieron los honores del homenaje.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Un ritual para iniciados

Toque: Manolo Franco. Lugar: Casa de la Guitarra, Sevilla. Fecha: Sábado, 15 de diciembre. Aforo:Media entrada.

La granaína es grandiosa. Franco es la guitarra de Sevilla: flamenca, pero clásica; barroca, pero serena. El garrotín es una mera excusa estilística para una arquitectura apabullante que recorre todos los estados de ánimo, acordes mayores, menores y flamencos. Estas dos piezas son las de composición más compleja, aunque los estilos cantables (soleá, bulería por soleá, cantiñas, guajiras, bulerías) que completan el recital muestran, asimismo, una complejidad técnica enorme.

Claro que en la música de Franco la técnica está al servicio de la emoción y ésta tiene siempre un paisaje nítido, un cielo azul, contra el que se perfila el barroco de cal. Siendo un guitarrista figurativo, resulta abstracto a fuerza de profundizar en la esencia flamenca, que es la humana esencia. De esta manera demuestra Franco que, aparentemente apegado a las fórmulas tradicionales, es uno de los más originales compositores e intérpretes de la guitarra de hoy. Franco no busca el aplauso fácil del 
diálogo cultural tan en boga en la guitarra flamenca y en la música popular contemporánea. Si usa armonías arriesgadas es porque le conviene a la complejidad y a lo estilizado de su discurso. De su propio discurso, naturalmente.



Franco nos habla del ser humano que somos todos, pero con una gramática profunda, compleja, espectacular y pulida hasta sus últimos extremos. Su obra es densa, contundente, muy exigente para el espectador, a pesar de lo amable de su apariencia. De manera que no se impone desde el concepto o la forma, sino desde la profundidad emocional. Su discurso es su toque. Que esta música sea un secreto muestra el carácter romántico que conserva el flamenco. Con tesoros maravillosos que escapan, aún hoy, a la voracidad del mercado de la comunicación. Porque Franco, primer Giraldillo del toque flamenco, da un concierto solista cada mil años y es, siempre, una ceremonia secreta, un ritual para iniciados tras el que vivimos más, gozamos mejor y sentimos que la tierra nos conforta. Un nuevo hito en este ciclo de conciertos íntimos, sin amplificación, de puro toque solista.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Hoy hace dos años


Me despierto agitado, otra vez he soñado con la guerra.

Por primera vez subo a la trinchera. Miro por la tronera y veo al otro lado la muralla de ellos. Es, como la nuestra, de estuco pardo. Sé que pronto estarán aquí, así que me deslizo por el agujero. Me atasco, pero consigo pasar por el estrecho pasadizo. Entonces veo a la muchacha que se acerca hacia nosotros. Cuando sube la escalera, tengo mi arma lista. Apunto a su cabeza. Lo más fácil, lo más rápido, sería disparar.

- Ven a ver a las personas que has puesto en peligro.
- Pero, ¡yo te quiero!
- ¿Cómo me vas a querer si me traicionas?

En el interior de la enorme bodega, casi arruinada, enterrada por efecto de las bombas, cabe el universo entero, excepto el mal. Me siento a salvo.

Escucho el disco ‘Holiday’ de América en mi grabación de los 15 años, hecha de casete a casete. Es un milagro que suene, y, sin embargo, los arreglos de George Martin siguen siendo exuberantes y delicados. Lo que contienen estos acordes es todo el deseo, todas las ganas de vivir que había en mi pecho. Todas las mujeres que vinieron. Y las ciudades. Las noches y las madrugadas. Las mañanas, junto a ti, paseando por el centro recién regado, impoluto, de Lisboa. He cumplido las expectativas del adolescente que fui. Ahora es el tiempo de ser un hombre. Durante el desayuno tengo la tentación de conectar la radio. Pero no lo hago, finalmente. Me he hecho el propósito firme de no ingerir tóxicos, ni físicos ni espirituales, durante una temporada. Me siento un rato a meditar. Enciendo una vela verde, con la esperanza. Pienso que es un privilegio maravilloso respirar el aire de esta mañana y la emoción nace en mi pecho.

Busco entre mis papeles. Busco recordar: ¿cómo era que se echaban las monedas del ‘I Ching’? Finalmente las echo a lo que salga. Pienso en L. al hacerlo. Escribo la pregunta en mi cuaderno: “¿qué hago con L.?”. El hexagrama 46 me dice que el éxito de la relación está asegurado y que hay que trabajar mucho. L. está al otro lado del océano. Hay que subir escalón por escalón. Hay que consultar al hombre sabio. Hay que venirse al sur.

Conecto el ordenador, aunque sigo sin tener wifi. Ya son cuatro meses sin conexión. Por ahora no me lo puedo permitir. Eso es lo que hay. No pasa nada con ir al locutorio de las colombianas, cada día. Trabajaría mejor con la conexión en casa. Y ligaría más. Ahora son los handicaps de mi vida, las grabaciones con ruido de fondo y la falta de conexión con el mundo virtual.

Me pongo a trabajar en mis conferencias y busco una titulada ‘Flamenco y poesía en la obra de M.’. La reviso y, cuando acabo, resuelvo que no está nada mal. Aunque la escribí hace nueve años, todavía suscribo casi todos sus puntos. Pero no es lo adecuado, esta vez. No quiero hacer una exposición envarada de mi maestro. Pienso que es mejor improvisar, leer algunos de los artículos que he publicado desde su muerte. Y dejarme llevar por la emoción de su recuerdo. Se murió muy pronto, quisiera haberlo podido tratar más, conocerlo mejor. Siempre que lo veía me expresaba su deseo de conocernos mejor, de vernos más. Creo que fue la timidez lo que me impidió profundizar más en la relación. Pero fue un privilegio enorme de la vida el poder conocerlo, tratarlo y quererlo como lo quise. Y lo quiero.

Pero estás al otro lado del océano, ¿cómo voy a profundizar en la relación? Me muero de celos cuando pienso en tus amantes veinteañeros, ¿cómo competir con ellos desde mis achaques de los cuarenta y tres años, desde mis handicaps? Soy un hombre que se cansa. Y, sin embargo, me dijiste que soy tu mejor amante. Me enorgullece. En el momento, sentí orgullo. Cuando era solo una noche, sentí orgullo. Una noche maravillosa, que me abrió las puertas del corazón de par en par, encerrado como estaba desde hacía meses. Pero sólo una noche. Cuando me fui enamorando cada vez más empezó el dolor de ser uno entre otros. El dolor se hace más profundo con la lejanía, con la soledad. Ellos están allí, contigo, y yo aquí. Me lo dijiste, que no estás hecha para pertenecer, para uno solo, que lo nuestro tenía el final escrito. Que yo era un hombre muy formal, que estaba muy lejos de tus deseos el armar una familia. Por cierto que no te pedí en matrimonio. Aunque sí quisiera poseerte, encadenarte a mí. Quisiera que me pertenecieras, y que tu vagina me perteneciera, con la exclusiva de sus frutos. Pero estás al otro lado del océano. Quizá pueda dar otro paso, subir un escalón.

Leo un poema de Al-Mutamid que cantó el maestro. Me sirve para los dos, para él y para L. : “Ignoran mis ojos tu presencia, pero vive tu semblante en mi recuerdo”. Cuando voy al locutorio leo un twit de Soleá y empiezo a deducir que hoy, justo hoy, hace dos años que murió.

Que Arcángel capitanea


Cante: Arcángel. Guitarra: Miguel Ángel Cortés, Dani de Morón. Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Jueves, 13 de diciembre. Aforo: Lleno

¿Qué tienen estas melodías, estos ritmos, estas letras creadas hace más de cien años que hoy pueden emocionarte? Misterios de lo jondo. Porque cuando Arcángel abre la boca no visitamos el museo sino que los padecimientos y gozos de los hombres y mujeres del siglo XXI afloran a la piel. La facultad de los creadores, y de los intérpretes. Coger un repertorio, accesible a cualquier intérprete, y hacerlo propio. El dolor de la separación, la desolación en la malagueña del ignoto Gayarrito, que inteligentemente unió a otra de la Trini de temática similar. ¿Acaso los hombres y las mujeres de hoy no sufrimos de soledad, de distancia, de olvido? La rondeña, los fandangos de Lucena. 



La soleá de Triana con esos aromas decimonónicos cuando Cádiz, La Habana, Santo Domingo, Veracruz y La Puebla eran distritos trianeros. Estos dos cantes marcaron el climax de la noche, junto a las cantiñas y los fandangos de cierre, con el cantaor ya completamente relajado, consciente de que efectivamente la magia había hecho acto de presencia. A arrebatos. El acompañamiento de estos dos guitarristas superdotados y barrocos fue de una austeridad notable, evidentemente un ejercicio de contención al que los obligó el cantaor, que anduvo desnudo de armonía, de cuerdas, en buena parte de su recorrido. En la malagueña, en la soleá, la melodía estallaba por dentro, rezumando de matices, de emociones, dentro de una apariencia impoluta. La procesión iba por dentro, esa es la gracia de esta línea clara del cante que Arcángel capitanea.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Hoy hace dos años


(Este texto se publicó justo hace dos años, el 14 de diciembre de 2010)


Su mera ausencia es su última obra, por la trascendencia de la misma: nada será igual, no podemos esperar lo mismo del flamenco, sin él. Sabiendo que ya no nos emocionaremos hasta la médula, que no nos sorprenderemos de nuevo, con los primeros compases de su último disco, de su último concierto. Su desaparición transforma de golpe el panorama jondo contemporáneo, porque estaba en plenitud de facultades físicas, emocionales e intelectuales. 

Porque fue el hombre que quiso ser, cantaor de flamenco en una familia sin tradición, en una ciudad, Granada, que parecía estar en los años 60 en la periferia de lo jondo. Por eso nos hace hoy el trabajo más fácil: lo mismo podemos decir que ha muerto el renovador del flamenco o el más clásico de los cantaores jondos. Y, sin embargo tenemos que escribir lo más difícil, lo más terrible, lo que nunca imaginamos que nos tocara escribir: ha muerto Enrique Morente.

De entre todas esas opciones me quedo con el gran aficionado que fue. No solo conocimiento, también pasión. Veneró a todos los trasmisores de la escuela chaconiana, empezando por Pepe de la Matrona, que fue su mentor. En su último disco en estudio todavía incluía una soleá del maestro trianero. Viajó a Cádiz para conocer los cantes de la zona y se hizo íntimo de Aurelio. Sus discos se pueden contar como homenajes explícitos o implícitos: a don Antonio Chacón, su obra del 77, a Marchena, a Pastora Pavón, a Montoya, a Manolo de Huelva, a Mairena. Pero también a Valderrama, La Serneta, el Mellizo, Yerbabuena, El Morato, Gayarrito, la Trini, a Fernanda y Bernarda en la caña ‘La Alhambra lloraba’: “las mimbres del río, gimen con Bernarda, la Alhambra lloraba cantando Fernanda”. Dado el reduccionismo característico de los medios de comunicación de nuestra época, es casi imposible explicar a un hombre como Morente, todo un hombre, el hombre que quiso ser, todos los hombres, que no cabe en cuatro palabras, en cuatro nombres: Picasso, Lorca, San Juan, Al-Mutamid, Garfias, José Hierro, Rius, Fray Luis, Del Encina, Cernuda, Cervantes, Lope, los Machado, Bergamín, Zambrano, Inglada, Pepe y Juan Habichuela. Niño Ricardo, Estrella, Tomate, Sanlúcar, Riqueni, Sabicas, Josele, Cerreduela, Ochando, Mario Maya, Carmen Mora, Segundo, Arcángel, Camarón, Israel Galván, Ortiz Nuevo, Pat Metheny, Lagartija Nick, Leonard Cohen. Todos ellos fueron flamencos y fueron vanguardia sonora en la garganta y en el cuerpo de este coloso de la música contemporánea.

Quiso ser un cantaor de flamenco y fue el cantaor de flamenco. Lo dije, lo escribí muchas veces cuando vivía, que era el más importante músico de flamenco de nuestro tiempo. Morente, con los años, se hizo menos reticente a las declaraciones de amor y homenajes que se le han prodigado en toda España en los últimos años, actos en los que lo pasaba realmente mal. Por eso este verano pude decírselo, en público, en La Unión: gracias en nombre de todas las personas a las que has hecho más felices con tu música. Será más difícil seguir sin ti. Pero tu ejemplo de entereza en la adversidad, de valentía, de honestidad y, sobre todo, de generosidad en la entrega del corazón que ahora se para, nos acompañará siempre.

  
  
Créditos de las imágenes: las dos primeras, de Jayam, de su concierto en La Unión en agosto de 2010. Las dos segundas, de su 'Omega' en el Festival Vaivenes Flamencos de Alcalá de Guadaíra en 2008.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Próximos eventos

16 de enero. 'Flamenco y poesía en la obra de Enrique Morente' Conferencia. Théâtre de Nîmes, 12, 30 horas, Festival de Nîmes (Francia).

21 de enero al 15 de febrero. 'Historia del Baile Flamenco' Curso Monográfico Audiovisual, Lunes, miércoles y viernes de 12 a 14 horas, martes y jueves de 13,30 a 15,30 horas, Centro Cívico Hogar de San Fernando, Calle Don Fabrique, Sevilla.

4 al 15 de marzo. 'Historia del Baile Flamenco' Curso Monográfico Audiovisual durante el Festival de Jerez, Lunes a viernes de 12 a 14, Centro Andaluz de Flamenco, Plaza de San Juan, Jerez de la Frontera.

Una cuestión de épica

Guitarra: José Fernández Torres 'Tomatito'. Segunda guitarra: Cristóbal Santiago. Cante: Simón Román, Pedro el Granaíno, Kiki Cotiñas, Morenito de Íllora. Percusión: Lucky Losada. Baile: Paloma Fantova. Lugar: Teatro de la Maestranza, Sevilla. Fecha: Martes, 11 de diciembre. Aforo: Media entrada.


Tomatito es un intérprete maduro que sabe lo que se hace. Tiene su repertorio más que rodado, de hecho lleva varios años sin presentar material nuevo, y un estilo muy definido. Ése que se deriva de sus años siendo la mano derecha de Camarón, idolatrando al de Lucía. Cada concierto de Tomatito es un largo homenaje a su ídolo flamenco, Camarón, como atestiguan sus cantaores: todas las intervenciones vocales de la noche, a coro o en solitario, evocaron al de la Isla. Es una cuestión de estilo, de timbre y de soniquete. Contundencia rítmica y halo mítico. Sobre esta estética, Tomatito aporta un personal sentido de la épica musical que el propio artista conceptúa en el uso de "armonías machos". Luego está su particular sentido de la melodía. Un estilo agreste, algo romo, abrupto, mineral, austero. Único. Contundencia y veracidad. La taranta con la que abrió su recital es el mejor ejemplo de lo dicho. El acabado perfecto de los estilos levantinos contrasta con una melodía bronca. Lo demás fue una sucesión de estilos festeros con muchas descargas por bulerías, una alegrías bailables, algunos tangos y una brillante rumba. También hubo lugar para la personal importación del tango porteño y otros aires sudamericanos. Sonó un fragmento de soleá, poderosa y solemne, que me dejó con ganas de más. 


En el grupo sorprende la novedad de la voz de Kiki Cortiñas, joven intérprete de maduro estilo, y de la espectacular Paloma Fantova, descubierta por el público sevillano en el homenaje a Camarón que el guitarrista almeriense dirigió en la Bienal. La bailaora de Puerto Real, precisa, categórica, fue la que más aplausos, aparte de los que recibió el protagonista de la noche, cosechó en su pincelada por alegrías y en su vibrante interpretación de la soleá. También Lucky Losada tuvo oportunidad de mostrar su virtuosismo rítmico en solitario. Quedamos pues a la espera del nuevo material que el tocaor ofrecerá en breve.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Miguel Ángel Cortés inauguró el ciclo de la 'Casa de la Guitarra'


Toque: Miguel Ángel Cortés. Lugar: Casa de la Guitarra, Sevilla. Aforo: lleno.


El tocaor granadino abrió brillantemente este ciclo organizado por la ‘Casa de la Guitarra’ en donde veremos a jóvenes maestros de la sonanta en un lugar próximo, familiar, entre los meses de diciembre y enero próximos. Cortés es uno de los grandes concertistas de guitarra de hoy, por su técnica asombrosa, por la pulcritud de su toque capaz de aunar la serenidad y la luz con lo metálico, azul y nocturno. También la contundencia rítmica con la sentimentalidad que lo caracteriza como compositor. Inició su recital con la farruca sabiquera, en el año del centenario del nacimiento del legendario tocaor pamplonica, que va a acabar en unos semanas sin pena ni gloria. 


Cortés siguió con la taranta- granaína-bulería, un prodigioso despliegue de recursos, ingenio y entrega. También sonaron la seguiriya poderosa, personal, las solares cantiñas, las bulerías contundentes y los bailables panaderos del maestro Estaban de Sanlúcar que cerraron el recital. Volvió a demostrar que es uno de los grandes tocaores de hoy, que la inspiración va de la mano del oficio.

La Casa de la Guitarra’ es un proyecto del tocaor José Luis Postigo que con un mimo exquisito y enorme amor a este arte ha alumbrado un espacio privilegiado para la guitarra flamenca en donde, a la calidad de su colección de instrumentos, que se encuentran expuestos en el local, une la participación íntima de la guitarra de concierto sin megafonías y a unos metros de distancia del aficionado. No sólo eso. Después del concierto el tocaor Miguel Ángel Cortés mantuvo una animada tertulia en torno a su concierto, su música y su instrumento con el público asistente al evento. Y todo ello, además, regado con una copa de manzanilla.

viernes, 7 de diciembre de 2012

El amor siguió esperando


Baile, coreografía y dirección: Leonor Leal. Cante: Rocío Márquez. Guitarra: Paco Iglesias. Percusión: Raúl. Botella. Dirección escénica: Víctor Zambrana. Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Jueves 6 de diciembre. Aforo: tres cuartos.


Es una de las más interesantes bailaras del momento. Por su contundencia, sensualidad y entrega. Lo acontecido el jueves por la noche nos la presenta en una encrucijada: la tierra y el cielo, la tradición y la cabeza, seducción y huida, lujuria y austeridad, Eros y Tánatos. Lo normal es que cada generación viva Eros y Tánatos, que son experiencias universales, a su manera. Leonor Leal se identifica con las melodías, las letras y hasta las coreografías tradicionales. Pero es en la puesta en escena, en el vestuario, sin duda la más superficial apariencia, donde mira hacia ... hacia otras tradiciones que se llaman, desde hace décadas, danza contemporánea o teatro contemporáneo o ascética centroeuropea. La seguiriya funcionó como un reloj, al igual que la farruca. 



La contención, el virtuosismo rítmico masculino, la austeridad, la rigidez y hasta la castración, en lo que se refiere al espacio utilizado o privilegiado, como en el atuendo y demás elementos de la puesta en escena. En los tangos y las alegrías la cosa encalla porque los tangos son Caribe, África pura, lujuria, exceso, miel, Dionisos, caderas. Ritos solares de fertilidad, como los abandolaos de mediterránea lujuria. No digo que dos cosas contradictorias, y hasta opuestas, no se puedan conciliar: en la experiencia humana se concilian a cada segundo. Digo que esta conciliación no tuvo lugar en la noche del jueves. La bailaora no lo tiene claro y, consecuentemente, el público tampoco. Leal se debate entre lo que es, una bailaora deliciosa, y lo que quiere ser. Las fórmulas flamencas (melódicas, líricas, coreográficas) son abstracción pura, porque fue el tiempo el que las escanció. Leal convirtió, con tremenda elegancia, la pura tragedia, Tánatos, de la seguiriya, en fina desazón. Cuando llegó la entrega al Eros, se escamoteó y nos escamoteó. Aunque fue emocionante al dar un paso más allá del metro cuadrado en el que se mantuvo en la primera parte del espectáculo. Mas el amor siguió esperando.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Para decir adiós a S.


Soleá de Triana


Ella es toda una mujer
Con los pies en la tierra,
Que canta, que baila y que
Nunca sienta la cabeza.


No le importa preguntar,
Pero quiere que la entiendan,
El alma en libertad,
Lo jondo por las venas.

Su vida sentimental,
Es como un cuento de hadas.
A veces es la bruja buena
Y otras la bruja mala.




Milonga sentimental



Un vaso roto,
Y en el salón
Las pruebas esparcidas
De nuestro amor
Sin medida.

La pila plena de platos
Y el alma hecha pedazos.

Pero luego se miró
Al espejo y se vio
Llena de amor
Hasta los huesos.

Me dejaste en el salón
Una rosa solitaria
Y en el colchón
Tu olor;

La toalla arrugada,
El coletero por los pies.
Los sueños que me dejaste,
El sabor de la miel.

En la alcoba
Un vaso roto
Y un montón de platos
En el fregadero.






Le gustan los zapatos
Y no tiene miedo a preguntar
Si el amor que yo le tengo
Si es amor en realidad.

No puede dormir
Si no se lava los dientes.
Y los fines de semana
Va a comprar con sus clientes.

Es una sentimental
Con miedo de confesarlo.
La almohada le dirá
Lo que anhela su regazo:
Mi cabeza reposar.

Para no verla llorar
No le dije que la amaba,
Pero lo que siento por ella
Lo llevaba yo en la cara,
Como la suya lo lleva.

Era un amor que tenía
Minutos y horas contadas,
Fecha de caducidad,
La muerte programada.

Yo un ser de ficción,
Ella una mujer sin medida.
No cabía más salida
Que devorarnos los dos.

Cuanto más la recuerdo
Más solo me encuentro.
He aquí el misterio
Que aconteció en calle Febo.

Dos que se quisieron
Y se olvidaron,
Son los que trataron
De luchar contra el tiempo:
Estaba contado.

Veinticuatro puñaladas
Le den al avión de Lisboa,
Veinticinco suspiritos
En el asiento de cola.

Donde estará mi muchacha
Por la noche y a deshora,
Las campanadas de Alfama
La desvelan a estas horas.

Y pensar que no volverá
A morirse entre mis brazos
A vivir por unas horas
A recomponer los pedazos
Del corazón que la añora.

A la fuerza me mataste
Por la boca me morí,
Me preguntan si te quiero
Y yo digo que sí.

Hermosa eres
Extraña felicidad derramas.
Los ojos quietos
La lengua que no para.
Son puros fantasmas
Las manos arrebatadas.
La gloria del nombre,
Extenderte en la cama,
Llenarte de amor,
Vaciarse de savia,
Colmarse de senos,
Pasarse de raya,
Indultar a los toros,
Apremiar las murallas,
Perder el decoro,
Sufrir de papaya,
Mal de mango,
Fiebre de bayas,
Ira, descargo,
Violencia maya,
Azteca descaro.

Ninguna promesa
De amor eterno.
Tan sólo algo de lumbre
En este invierno.


Fuiste el amor primero
De mis cuarenta y tres años.
Nada más y nada menos;
Corriente en los pantanos
Y una fuente en el desierto.
Vida del camposanto,
Primavera de un invierno,
Fe de los paganos,
Paraíso en el infierno.





Bulerías mexicanas


La Paquera de Jerez
Cantando por bulerías,
La pone a mi prima a cien.

La almohada ‘toavía’ conserva,
El olor de sus cabellos,
La forma de su cabeza.

Por poco me vuelve loco
Qué arreones pegaba
Mi prima la de Toronto.


México se llama
La tierra de mis sueños,
El nombre que a mí me calma.

Tú me echaste una cadena,
Ay, alrededor del cuello,
Primita la jalapeña.



Final


Para decir adiós a S.
Es necesario
Clausurar el invierno
Inaugurar el verano.
Enterrar a los muertos
Y tender la mano
Al mañana.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Esta noche respiramos

Baile y dirección artística: Antonio Fernández 'Farruco'. Cante: Antonio Villar, Rubio de Pruna. Guitarra: Antonio Rey. Soniquete: Antonio Polito. Percusión: Isidro Suárez. Flauta: Juan Parrilla. Guitarra: Antonio Rey. Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Jueves 29 de noviembre. Aforo: Lleno. 

No hay duda. No hay espacio para la ironía, para la doble lectura. Lo que se ve es lo que hay, ni más ni menos, incluyendo la épica más obvia, la autoafirmación más llana. En tiempos en los que la épica parece reservada para las aventuras regionalistas y deportivas, el arte de esta familia, de este joven bailaor, es una joya preciosa. Nos reencontramos con el baile masculino, viril, elegante, directo, sensual, que no se avergüenza de sí mismo sino todo lo contrario, que se enorgullece, con toda la razón, de lo que es. Claro que no hay pretextos narrativos ni dramáticos: en un simple marcaje cabe el universo completo. El descomponer el ritmo, no por mera curiosidad ni, por supuesto, por pura exhibición de facultades. Romperlo, dividirlo, como se divide el grano: para hacer harina, para alimentarnos de lo pequeño, la nieve del trigo. Es mucha la sabiduría de este joven, que ha aprendido en su casa el arte de dosificar, de ir ablandando el grano, el público, hasta la soleá final, sin instrumentos melódicos, sin percusión que no sea la del propio cuerpo. Ahí el público ya está abierto de par en par para recibir un mensaje que está en las antípodas del cripticismo característico del arte contemporáneo. El mensaje es éste: estamos vivos. Todavía, por un rato, vamos a seguir respirando. Y eso es motivo de fiesta y de orgullo. Por eso la sala Joaquín Turina se ha vestido de fiesta, para celebrar la vida: con algunas luces más de lo habitual, con algunos watios de más. Esta noche respiramos, la tierra nos sostiene. Mañana, Dios dirá. 



El grupo se atiene rigurosamente a estas claves estéticas: entrega absoluta, fe, deseo, carisma y una forma de violencia, de agresión (a la tierra, al patio de butacas, con las luces, con el sonido) que consiste en quererse, en tomar la voz porque hay algo grande que decir. Una forma de agresión que exige una inteligencia innata para ir doblegando la voluntad de los individuos y ser uno solo cuando el patio de butaca al completo da un ole en un remate de la soleá. Olvidarnos de nosotros mismos, gracias a este gurú, es ser más. Y, por una noche, la bestia es un animal doméstico, casi un oso de peluche. La capacidad de trasmisión de Antonio Rey merece capítulo aparte de forma que su intervención en solitario no fue un mero tránsito, como suele ser en estos casos, sino un fino sendero que nos condujo hasta el corazón. El nuestro.

jueves, 29 de noviembre de 2012

El flamencólogo Caballero Bonald, Premio Cervantes 2012


Es la primera vez que un escritor flamenco obtiene el magno galardón de las letras españolas. Por supuesto que el ejercicio jondo, en especial en los últimos años, no es la actividad principal de este poeta y novelista, que desde hace una década confiesa que se mantiene totalmente alejado del mundo de lo jondo. No obstante, su vínculo con el flamenco le llevó a publicar tres libros sobre el tema, a colaborar en la serie de televisión ‘Rito y geografía del cante’ a principios de los setenta, y a producir la magna obra discográfica ‘Archivo del cante flamenco’ de Vergara (1968), verdadero hito del disco jondo y Premio Nacional de Flamencología.




‘Luces y sombras del flamenco’ (Madrid, 1974) cuya tercera edición, revisada, publicó la Fundación Lara en 2006, es sin duda la principal obra jonda del flamante Premio Cervantes José Manuel Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1928). En ella se aúna la estética de la pureza del neotradicionalismo mairenista (“... lo que sí parece evidente es que el flamenco, al ser trasplantado de su humilde área nativa a otros multitudinarios horizontes, perdió buena parte de sus soportes nutricios.(..) ese innegable auge artístico (se refiere a la situación actual) se ha verificado ya fuera del claustro materno en que se gestaron social y culturalmente las primitivas formas gitano-andaluzas.”), la idea de una supuesta “etapa hermética”, y lo moral-racial. Afirma este autor que el flamenco “ha sido siempre algo muy parecido a una protesta sin destinatario” afirmación que supone relacionar, de alguna manera, la supuesta degeneración artística de hoy con el “aburguesamiento” de sus intérpretes (así lo dice explícitamente respecto a lo que llama ‘Etapa teatral’, y considera que la actual situación de total profesionalismo exige una nueva forma de entender el flamenco, y desde luego, una nueva forma de mostrarse diferente de la que estima ha sido la genuina en el pasado: la reunión). Porque, de hecho, sitúa el origen del flamenco en relación a la confluencia de diferentes factores expresivos de unas razas oprimidas.



Por eso relaciona las supuestas influencias musicales árabes y hebreas con las persecuciones de que fueron objeto moros y judíos. “Con anterioridad a las postrimerías del siglo XVIII, el flamenco aun permanecía oculto dentro de una especie de doméstico anonimato, sin trascender de esos reducidos ámbitos sociales bajoandaluces en los que se iría desarrollando lenta e indecisamente. (...) esa recóndita forja del flamenco concuerda de lo más bien con la vida oculta, con la marginación de los expresos grupos de tránsfugas (gitanos y moriscos) que serían los encargados de refundirlo y transmitirlo a la posteridad. Su mismo carácter inicial de rito, obediente al código secreto de esas comunidades raciales, le iría vedando su normal proyección pública”. Podemos concluir que la teoría flamenca de Caballero Bonald suscribe una por una las tesis e hipótesis mairenistas, que la investigación ha desmentido casi en su totalidad, y que ésta tenía más que ver con su actitud militante en contra del régimen franquista que con la realidad histórica de este arte. Por eso tiene sentido que con el final del franquismo su interés por lo jondo se minimice.




Flamenco en Nîmes

Esta mañana, en la sede del Instituto Andaluz del Flamenco, se ha presentado la programación de la vigésimo tercera edición del Festival Flamenco de Nîmes. La ciudad del sur de Francia cuenta con una de las convocatorias más renombradas de lo jondo, siempre atenta a su dimensión vocal, como esencia del flamenco, según apuntó su director François Nöel. 

Así, los valores más clásicos, representados por Camen Linares, y las nuevas voces de lo jondo, como Rocío Márquez, pasando por el tradicionalismo de José Méndez o la familia de Antonio Moya, estarán presentes en esta cita. La programación también es ampliamente representativa en cuanto a valores de la danza contemporánea, sea en los brazos de Leonor Leal, o en los pies de Marcos Flores, Olga Pericet, Eva Yerbabuena o el clásico sevillano Javier Barón. Los territorios contarán con dos espectáculos, 'Extremadura Flamenca' y 'De Triana a las Tres Mil'. Artistas locales como La Torito o Ana Pérez completan la programación, diseñada por Patrick Bellito. Conferencias, proyecciones y espectáculos infantiles no faltan en esta clásica cita de lo jondo. Y, naturalmente, Tomasito.




Programación completa e información adicional en www.theatredenimes.com 


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Tan fresco como clásico


Oro viejo. Jeromo Segura. Guitarras: Paco Jarana y Manuel de la Luz. Producido y arreglado por Juan Carlos Romero. Fods

El cantaor onubense Jeromo Segura, miembro de la compañía de Eva Yerbabuena, incluye en su primer disco nueve cantes tan tradicionales como contemporáneos. Los tangos, pese a basarse en melodías y letras tradicionales, suenan muy contemporáneos debido al arreglo de las guitarras, bajo y percusiones, y también por la facilidad melismática que le aporta el cantaor. Esa es la mayor virtud artística de Segura, su plasticidad vocal, el registro amplio, la miel de su melisma, el cálido sabor de su voz. El mínimo estribillo que cierra la pieza se conforma igualmente sobre letras y melodías que la tradición atribuye al Mellizo  y demás conformadores del estilo.

Las bulerías están construidas sobre la lírica popular tradicional folclórica, en tono mayor, 'Las hijas de Medina' y cantos de quintos que ya ha usado en el flamenco El Lebrijano. Cantes gaditanos con guiños a Chano Lobato y estribillos tradicionales en las gargantas de Los Mellis. Y las guitarras, un colchón delicioso, fácil, en el que la melodía se arroja con toda la confianza. Por Cádiz se abren también las cantiñas, serenas, paradas, para irse luego, tierra adentro, a la romera y los cantes del Pinini. Los fandangos onubenses están acompañados con la guitarra sólida, solemne, de Manuel de la Luz, para melodías clásicas de la geografía de Huelva. Segura dice los cantes de su tierra, esos con los que ha crecido, con la naturalidad del que respira. La cosa termina, arriba, con el estilo cané de Alosno en las voces de Los Mellis y Las Molinas. Delicioso.

La zambra es un homenaje a Caracol que en seguida se transforma en cuplé por bulería donde los arreglos del bajo eléctrico de Manolo Nieto y percusión de Ramón Porrina se mantienen en un discreto segundo plano.


Los cantes sin guitarra son un homenaje a Tomás Pavón, el trasmisor contemporáneo de la debla, toná característica por su letra y melodía, de enorme exigencia melismática y rítmica, conforme a las características cantaoras del hermano pequeño de la Niña de los Peines, que Segura resuelve con su brillantez habitual. La soleá, de fuerte acento rítmico, cuenta con el acompañamiento delicado y poderoso, en solitario, de Paco Jarana, compañero de Segura en el grupo  de Eva Yerbabuena. Son unos cantes brillantes, valientes, de Triana, mecidos. El sabor pleno del Zurraque con un acompañamiento a la guitarra tan clásico como fresco.

Creaciones de Chacón abren la malagueña que en seguida se dirige hacia los senderos rítmicos y brillantes del abandolao de Málaga y Granada, léase Frasquito Yerbabuena. La taranta y levantica, con ecos del Cojo de Málaga, las ejecuta Segura de una manera muy concentrada, recogidas en la melodía y con una hermosa falseta de Manuel de la Luz.

La facilidad vocal, la plasticidad portentosa del estilo de Segura, avanza con toda la mesura, con toda la serenidad del que se sabe poseedor de un don. Este es el primer disco de este cantaor que es el penúltimo representante de una gran generación de cantaores onubenses que tuvo en Arcángel su adalid y que hoy representan, alrededor de los 30 años, Jesús Corbacho, Argentina, Sandra Carrasco, Rocío Márquez o Guillermo Cano, todos ellos con una misma estética de línea clara y de facilidad melismática y sobre la base del fandango de su tierra. Un primer disco clásico, como es evidente por los referentes mencionados (Chacón, El Cojo de Málaga, el Zurraque, Tomás Pavón, Frasquito Yerbabuena) aunque con los aires y formas de hoy mismo. Y con dos guitarras, Paco Jarana y Manuel de la Luz, sevillano el primero y onubense el segundo, tan versadas como lozanas. La producción corre a cargo de otro eminente tocaor y compositor de Huelva que, no obstante, en este disco limita su trabajo a las labores de producción y arreglos: Juan Carlos Romero. Todos los temas del disco son tradicionales/populares, aunque de hecho sabemos quienes son sus autores. La excepción es la zambra caracolera, firmada por Sánchez Ortega y Gallardo.

Jeromo Segura (Huelva, 1979) se inició siendo un niño ganando un concurso en su ciudad natal. Luego obtuvo otros premios en La Unión y Estepona antes de iniciar su carrera como cantaor para el baile de la mano de Carmen Ledesma, Milagros Mengíbar, Pastora Galván, La Choni, Rafael Campallo y Pepa Montes. En la actualidad es uno de los baluartes de la compañía de Eva Yerbabuena.



martes, 27 de noviembre de 2012

Flamenco en France


A la vuelta siento que hay muchos handicaps que yo mismo me he creado y que ahora no sé cómo desmontar. Pesos que me impiden respirar, saber cuándo hablar y cuándo callar, y de los que no me sé desprender. Hay cosas que ya no funcionan y siguen ahí, ocupando un espacio. Abro los ojos entre la somnolencia y allí veo, claramente, la isla de Santa Clara. El Urumea, el Urgul. Era el único claro entre las nubes que me llevaban camino de París, por segunda vez, y tenía que estar encima de San Sebastián, una ciudad conocida mundialmente por ser la más nubosa del País Chubasco. Llueve trescientos de los trescientos sesenta y cinco días del año. Pues hoy, precisamente, a las puertas del invierno como estamos, las nubes se abrieron para que yo viera con toda la claridad de mi cuerpo amodorrado mi pasado.

Lo recordé el segundo y último día, ya relajado después de la actuación, entre bocado y bocado del delicioso tabulé que F. había preparado. En realidad ya lo había recordado por la tarde, paseando por las faldas del Montmartre, casi ciego, por la falta de sueño, al torrente de turistas, idiomas y cámaras fotográficas que pululaban alrededor del Sacrè-Coeur. Durante toda la jornada, y también el primer día, la bestia estaba alerta. Dormí poco, porque la bestia no me dejó. Así que, estando alerta como estaba, me lanzaba mensajes, una y otra vez, sobre la necesidad de descansar algo antes de la actuación. Ya el día anterior me había sentido turbado. No sólo el día anterior. La bestia, que tantas veces me salvó la vida (o por decir la verdad, que una vez me salvó la vida, a los tres o cuatro años) estaba alerta desde la semana anterior. ¿Qué respeto, qué inquietud es la que me provocaba París? ¿Cuál es la diferencia entre París y Salamanca, donde estuve, muy relajado en escena, hace tres semanas? ¿O Dos Hermanas? Quizá porque París es el nombre de algunos sueños: Truffaut, Hemingway, Buñuel, Proust y hasta Humphrey Bogart diciéndole hace justo setenta años a Ingrid (¿cómo se puede alguien llamar Ingrid, cuando Ingrid es el nombre de un sueño nórdico?) Bergman aquello de “siempre nos quedará París”?

Lo que evoqué aquella tarde, lo recuerdo ahora nítidamente, fue la primera vez en París. Recordé a la mujer que me acompañaba. Recordé el largo trayecto en tren desde San Sebastián, la ciudad brumosa más clara de España. 13 años con ella y la semana pasada me rehuyó la mirada cuando nos encontramos en el parque. Pero no se lo reprocho, puesto que estaba al cuidado de 10 o 15 niños, y ahí no cabe distracción alguna. Yo tampoco quería hablar. Pero la vi. Era ella. Era su cuerpo, que no alumbró un hijo mío sino el de otro. P., en ese loco recorrido en coche que hicimos el sábado por la mañana por el centro de París (¿cómo resistirse a escribir de nuevo estaba palabra mágica, París?) me dijo una cosa que me conmovió, en este momento de mi vida: “hacer dinero no es importante, pero hacer hijos, sí”. Me sentí turbado y me pregunté si estaba sufriendo una agresión: a veces no me doy cuenta de estas cosas y por eso estoy a la defensiva. Vive en una casa modesta y sin embargo tiene la riqueza suficiente como para acoger a un desconocido, a mí, con el mero pretexto del amor a un arte que ambos procesamos. Y me hizo un pastel de manzana absolutamente delicioso. Lleno de azúcar, claro. P. es un torbellino, es una mujer arrolladora. En su discurso y en su forma de conducir. Bueno, mi experiencia en este sentido es que todos los parisinos van por encima de sus posibilidades en cuestión de revoluciones. No obstante, en los cuatro o cinco trayectos nocturnos en coche que hice por París no he sufrido ningún accidente, cosa que no deja de sorprenderme. Su hija, de P., tiene cierta palidez nórdica. Con trece años es una especie de muñeca, de esas que se fabrican para que jueguen las niñas pero que parecen mujercitas, a gran escala. El hijo, moreno, muy simpático es todo un hombre. Enseguida comprendí que el hombre de la casa es la propia P. Esa mezcla de profundidad cultural a flor de piel y suburbio concienciado, al fin y al cabo ellos sí hicieron la revolución, decapitaron a sus reyes, es quizá lo más admirable de este país. Más que el lujo de Vouton o Hermès. El lujo es la educación pública y privada. Habrá parisinos tontos, sin duda, pero yo no los conocí.



Desde el coche veo a toda prisa el obelisco, la plaza de los Vosges, el Louvre, el obelisco, esta vez sí. Y al final, como un fantasma, la torre. Lo que yo quería, nada más que eso, es ver la torre. La torre es el símbolo de la ciudad y si la veo, siento que estoy en París. El Quai des Orfèvres también, claro, por Maigret. Notre Dame también, claro, por Víctor Hugo. En algunos distritos siento como París también está al borde del suelo, no es sólo una deliciosa postal. O la postal.

En lugar de descansar, pasé el día con O. y la tarde con M. Por eso en el metro no podía mirar a las mujeres, que se ha convertido en mi pasión deambulatoria ahora que estoy solo. Cuando llegué a Flamenco en France estaba tan cansado que hube de cerrar los ojos un rato. Pero mereció la pena. Sentir como el vagón del metropolitano asciende por los cielos de París. Comer choucroute con jarrete de cerdo. En la segunda representación me sentí mucho más relajado que el primer día, y eso que había más gente. Aunque también me siento con la energía más baja: apenas he dormido, la bestia no me ha dejado. No obstante, merece la pena mirar a la calle desde el cristal de la Brasserie y reconocer a los mismos hombres y mujeres que pasean por mi ciudad. Aunque en esta otra ciudad el amor tiene otras reglas: hay una muchacha blanca, de larga cabellera oscura, algo ondulada, que no tiene miedo de sentirse ridícula ante su hombre. Viene a recuperarlo. No quiero decir que no sea orgullosa, todo lo contrario. Cada desdén del muchacho (él es apenas un niño) le infiere un golpe muy duro a su autoestima. Al fin y al cabo, no sabe porqué, lo ama. Ha venido a por él y confía en su fuerza para recuperarlo. Pero, en al menos dos ocasiones, tiene que salir al callejón a confundir en las sombras de París sus lágrimas. Estoy seguro que lo conseguirá porque, aunque el llanto le ha estropeado el maquillaje, sigue tan bella, o más, que cuando salió de casa dispuesta a todo. Cuando se enfundó las medias negras, el pantaloncito a topos: se miró el culo ante el espejo y se dijo, con toda la razón, que estaba muy buena. Subió y bajó cada una de las colinas de París para recuperar a su hombre. Sabe que la vida le va en ello. Siente que la vida le va en ello. Por eso, en la noche, brilla su pálida tez humedecida: afortunadamente la lluvia de París viene a rescatarla. Está hermosa y dispuesta a entregarse (¿por fin?). Y el dolor de esta noche, de todas las noches, tira la máscara al suelo mostrando su belleza en todo su esplendor. ¿Quién se resistiría a consolarla, en una noche como esta? Yo no, desde luego. Pero sí el muchacho barbilampiño, que se hizo de rogar hasta la madrugada, y después. Entiendo tu actitud, amigo, aunque me resulte difícil no ceder ante ciertas formas de chantaje. El hombre, esta noche, se sabe en posesión de su centro. La mujer sigue al hombre y se entrega y entonces cesa la lucha y se da la unión, física y espiritual, por una vez.



M. dice que ha aprendido a hacerse las fotografías sola. Yo estoy cansado, pero le respondo que hoy se las va a hacer conmigo. Conmigo y con O. ¿quién no quiere tener una instantánea ante el Sacré-Coeur? Es más, ¿quién no tiene una instantánea ante el Sacré-Coeur? Lo que admiro y envidio de M. es su inteligencia natural, su capacidad para la estrategia, su dominio de las circunstancias: hay un instinto que le señala cuándo y porqué y ante quién hay que hablar o mantener silencio. El amor, los hombres y las mujeres, es igual en París que en todo el planeta. Pero en esta ciudad es diferente. Las mujeres saben lo que quieren y de sus rostros ha desaparecido, nada más traspasar los Pirineos, ese rastro de enojo que algunos identifican, erróneamente, como la bella altivez de la mujer española. Los hombres saben cómo tratarlas porque hicieron la guerra, no por ambición, ni siquiera por un trozo de pan, sino por ellas. Esa es la verdadera revolución francesa.

La segunda noche en Flamenco en France me siento más tranquilo. Aunque la energía va algo más baja que el primer día. Es el cansancio, la falta de sueño. Pero todo París está bajo mis pies, ante mi retina (la torre, el Sacré-Coeur, el frío de Montmatre y la blanca palidez de la muchacha). Allí mismo, sobre el escenario, tengo el poder, la capacidad de cambiar el trascurso del tiempo, incluso detenerlo. Lo siento así y pienso en mi padre: hablé con él justo antes de subir al avión. También está la fotografía de mi abuelo, que forma parte del espectáculo, allí, sobre la mesa de la CNT. Yo no tengo esa capacidad, saber cuándo y a quién y porqué hablar. A veces meto la pata. A veces pienso que será una cuestión de práctica, que poco a poco iré mejorando. Y otras veces me acuerdo de mi maestro Eduardo: no sabemos porqué nos quieren, ni podemos hacer nada porque nos quieran. Pero, poco a poco, quizá a los noventa, quizá aprenda a vender. Pero no se puede vivir mejor de lo que yo vivo. Bueno sí, la bestia, la bestia humana: al fin y al cabo me salvó la vida. La bestia sólo quiere ayudar, sentirse útil. Esa adorabla bestezuela.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Una explosión de energía

Cante: Argentina. Guitarra: Eugenio Iglesias, José Quevedo 'Bolita'. Lugar: Sala Joaquín Turina. Fecha: Jueves 15 de noviembre. Aforo: Lleno.

La comunicación con el público es total. Es enorme la energía que despliega la cantaora. No son sólo unas condiciones físicas extraordinarias. Una voz oscura, templada, ocre, de raro y hermoso timbre. Y también poderosa, de amplio registro, con esos graves tan característicos, de virtuoso fraseo interminable. Es el conocimiento de los estilos: tan sólo en los cantes levantinos hubo alguna duda porque la emoción que éstos invocan está, hoy por hoy, en la antípoda estética de la intérprete. Esos detalles, esos matices casi invisibles pero fundamentales al evocar el miedo al derrumbe minero, están muy lejos de la pura energía, la pura alegría que la cantaora derrama hoy en sus recitales.

Por eso brilla en las cantiñas, en la larga serie por bulerías, con cuplés varios incluidos. En los tangos del Piyayo y en los trianeros. Es la solemnidad sentenciosa de la soleá del Zurraque. Es también la pura energía de la rabia en la seguiriya, acaso el momento cumbre de la noche, en el cante atribuido a Juanichi el Manijero. Y por supuesto los fandangos de Huelva: la cantaora terminó su recital haciendo un recorrido por la geografía y la historia onubense con escalas tan destacadas como Rebollo o Paco Isidro.

Eugenio Iglesias desde la serenidad y José Quevedo desde la fantasía trenzaron un acompañamiento virtuoso esencialmente rítmico tan efectivo que no se notó la ausencia de los habituales palmeros/jaleadores del grupo de Argentina.


miércoles, 14 de noviembre de 2012

Alegría galana


'De paso en paso' Gema Caballero. Guitarra: Pedro Barragán. Producido por Antonio Benamargo.


Su voz es natural, fresca, sentimental pero sin excesos melodramáticos. Voz clara, afinada, de fraseo pulcro y trazo fuerte, como demuestran los abandolaos que abren la pieza. Poderoso también el fino trenzado armónico de las dos guitarras (Barragán y Eduardo Pacheco) en la pieza que comento: elegante, sutil, es la base necesaria de este edificio delicioso. En esto consiste precisamente la magia de lo jondo: estamos ante melodías compuestas hace cien años, pero suenan como si acabaran de nacer. No estamos en un museo sino con las emociones a flor de piel. Lo que cuenta es poner la carne en el asador, esto es, remozar los afectos del compositor pasado con los propios para buscar la universalidad del mensaje: todos hemos gozado alguna vez, como hemos sufrido, como hemos amado y aborrecido. Lo demás no importa. 

Los tangos granadinos son la única pieza de nuevo cuño del disco, el de La Tremendita. Son cantes festeros, con estribillos y con la voz doblada, en alguna ocasión, gustosos, amables y en la línea tradicional del Camino, con algunas citas textuales de parte de las guitarras a las melodías tradicionales y al maestro Juan Habichuela. El recuerdo de Enrique Morente es ineludible en la pieza. 






Las panaderas son una canción popular de ritmo ternario de eso que desde el siglo XIX llamamos folclore: son cantos de ronda, de galanteo, de los que Caballero ha hecho un arreglo valiente, elegante y lozano, con el único acompañamiento de pandero y palmas. La pieza demuestra a las claras el trasvase melódico y literario que ha habido siempre entre lo que el pueblo canta y lo jondo que canta el profesional. Caballero se muestra aquí entregada y rompe la voz cuando es menester pero siempre dentro de esa línea íntima, sentimental, afinada. Es acaso la pieza más sorprendente y airosa de este disco. 

Con la misma naturalidad despoja Caballero a la taranta de la hojarasca en la que la envuelven muchos de los intérpretes actuales de este cante, influidos por Marchena, pero menos dotados vocalmente que el sevillano. Hace Caballero una letra trovera tradicional, una décima, que popularizó el propio Marchena y que se ve aquí sutilmente acompañada por una guitarra que es un suspiro. Otra obra maestra de este primer disco de Gema Caballero. 

Marchenera es también la versión de la Milonga. En ella puede la cantaora mostrar los impresionantes colores vocales que la adornan, ocultos en ocasiones tras una visión austera de la tradición flamenca. Pronto el ritmo se inclina hacia el vigor rítmico del tango porteño y de la danza antillana. Impresionante el trabajo de los dos músicos, Caballero y Barragán, cuya labor se ve aquí potenciada por el violonchelo de Sergio Medem. Por las Antillas llegamos a la guajira, que Barragán convierte en un delicioso baile de salón decimonónico en su introducción para luego, en la voz de la cantaora, imponerse la tradición libérrima de Escacena-Marchena-Valderrama a la que sucede la versión bailable de finales del siglo XIX, es decir, La Rubia, El Mochuelo y demás, o sea, la primera guajira que en la historia de lo jondo fue. Esta guajira primigenia, que hoy parece más moderna por eso de los vaivenes estéticos, está interpretada de una manera prodigiosa por este dúo, Barragán y Caballero, plena de entusiasmo y seguridad flamenca, que remata en un tarareo muy contemporáneo. 'Campo y cabal' son tonás campesinas y cantes que la tradición atribuye a Silverio que aquí se hacen a ritmo bailable, tal como los popularizó Morente, siguiendo a Vallejo. 


Solemnidad en la soleá y exactas, neoclásicas, cristalinas las seguiriyas. Sin falsos arcaísmos, sin efectos premeditados, sin forzar, sin impostar la voz ni el espíritu. ¿Para qué impostar si, al cabo, humanos somos todos? ¿Quién no ha sufrido alguna vez la pasión de un querer contrariado? 


El arreglo de la granaína prescinde de la falseta de introducción para irse por lo recto hacia el cante de Chacón y hacer así los difíciles graves del jerezano. La falseta es el paseíllo clásico de este toque, el de Montoya, que Barragán se trae a las formas y sentires de hoy. Es el preludio del cante poderoso, superlativo, de Vallejo. Cada segundo del melisma es pura entrega, darse sin condiciones, nada de transiciones forzadas o fórmulas de pura convención. Galanura, naturalidad y poderío para hablarle de tú a los clásicos.