por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







jueves, 20 de diciembre de 2012

La herida respirando

Para S. otra vez


Guitarra: Dani de Morón. Bajo: José M. Posadas 'Popo'. Percusión: Quique Terrón. Coros y palmas: Antonio y Manuel Saavedra 'Los Mellis'. Lugar: Teatro Central, Sevilla. Fecha: Miércoles, 19 de diciembre. Aforo: Media entrada.

No quiero que esta felicidad se acabe. Me gusta más el Dani de Morón íntimo y abierto de los primeros compases del recital. Su música ha madurado a fuerza de cortar ramaje del bosque. Conforme su mensaje se ha aclarado, ha ganado entidad, poderío, terrenal asiento. Su música se ha hecho menos intelectual, siendo intelectual. Menos ansiosa, aunque todavía hay ansiedad. Por supuesto que hay muchas ramas que cortar todavía, pero la música de este guitarrista, uno de los más emotivos del panorama actual, está madura, como decía. La ansiedad de tocar muchas notas, de decirlo todo, ha remitido. Ahora se permite la serenidad y hasta el silencio. No obstante, el recital, una hora y media de guitarra, pasa en un suspiro. De guitarra sin voz, apenas unos coros en los tangos. De guitarra sin segunda guitarra, porque su música es tan personal que no es exportable. Sin cante y también sin baile. Tan sólo el bajo en tres toques: El Popo toca flamenco con el bajo eléctrico, no mete el bajo eléctrico en el flamenco. 





En la soleá y en la seguiriya se reconoce en sus orígenes, la guitarra de Morón, aunque son los toques en los que suenan más notas de más. Todavía hay muchas ramas que cortar, pero qué concisión, qué serenidad, qué felicidad, al comienzo del recital. A Dani de Morón no le sienta bien la reticencia, el esconderse en ejercicios retóricos. Por supuesto que su música va a ser siempre intrincada, conceptual, compleja, porque ese es su ser. Pero le conviene más, a mi entender, el desnudarse, el desprenderse de los ropajes, el darse. Le conviene más el lenguaje directo y las emociones a flor de piel. Cuando se muestra, su corazón más lírico, es cuando nos reconocemos. Luego viene la épica de la bulería, la piedra de la rondeña, la contundencia de la seguiriya, el laberinto de la soleá. Y sí. Y también la sociabilidad de los tangos. Sí. Pero lo que más vale es ese corazón abierto de par en par, esa herida supurando de los primeros compases del concierto. Entiendo que si esto durara una hora y media sería irresistible. No obstante, es uno de los recitales de guitarra más intensos que se pueden escuchar en estos tiempos. El compás recién acuñado de Los Mellis, que se mete en el alma, que han aportado ternura, precisión y elegancia a la percusión corporal.

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