La serrana es la gran sorpresa de este último disco del cantaor, la novedad a la que siempre estamos abonados en una obra morentiana. Enrique Morente tiene esa capacidad asombrosa de actualizar la tradición a fuerza de hacerla voz propia, instrumento de expresión personal. Incluso en un estilo tan rígido y fosilizado como la serrana. Susurrante, íntimo, en la liviana de introducción, y poderoso en la serrana propiamente dicha. La voz de Morente es nuestro paño de lágrimas porque nos permite llorar sin rubor. El flamenco, ya lo sabéis, es expresión de dolor, queja permanente, que naturalmente se desliza a la fiesta como consecuencia natural de ese desahogo. Por eso podemos decir que Enrique Morente es el más flamenco de los cantaores actuales. Ha convertido la serrana la ha convertido en un diálogo suave, íntimo, con Habichuela. Otro mano a mano de este dúo mítico. En los tientos retoma Enrique melodías de los años sesenta y setenta, y esa forma fiera de cantar de entonces, algo rígida en lo melódico (así es el perfil contemporáneo de este palo), pero que en su voz tiene resonancias de otros territorios jondos.
La malagueña de Gayarrito también presenta un perfil estrictamente clásico, tanto en lo vocal como en el acompañamiento, retomando un cante que Morente interpreta desde los sesenta y que incluyó en su segundo disco. La soleá (con Pepe Habichuela): posee el perfil contemporáneo de la soleá morentina, con letras que, además de hacer habitualmente en vivo, se incluyeron en sus álbumes, desde ‘El pequeño reloj’ hasta ‘Homenaje flamenco a Miguel Hernández’ (Cádiz por Paquirri el Guanter), o al revés. Clásicas al 100%. La segunda entrega soleaera me llega más por su perfil melódico trianero, que exige una enorme entrega emocional a su intérprete. El toque es una delicia de clasicismo puesto al día y la voz se recrea en la melodía tradicional, meciéndose en los tercios a gusto, nuestro gusto. La guitarra acompaña, sigue de cerca, estimula y casi podemos sentir sus caricias instrumentales, cuidando y jaleando al cantaor.
Fandangos naturales (con Pepe Habichuela) nos traen todo el sabor de los años 70 en que tan populares eran estos estilos y esta forma tan espectacular de decirlos, con un Enrique pletórico de voz, que mece a gusto. En la granaína demuestra su dominio del estilo más característico de su ciudad actual, aunque chaconiano en su fisonomía actual. De hecho la letra que canta corresponde a la suficiencia flamenca típica del cantaor de Jerez, tal y como aparece en el disco morentiano de 1977 ‘Homenaje a don Antonio Chacón’. Las alegrías (con Pepe Habichuela) se inician con el perfil clásico para irse luego por los deliciosos estilos ligados, bailables, que el maestro registró con Sabicas y acaba con la letra clásica, tan actual, de “las nubes se me oscurecieron/ el cielo se me nubló/ el día que me dijeron/ que tu querer se me acabó”.
La parte más festera del disco corre a cargo de los tangos, también un clásico del repertorio de Morente, extraídos de su disco ‘Sacromonte’, aunque incluyen fragmentos de los tientos griegos de ‘Pablo de Málaga’ y con la guitarra enchufada de David Cerreduela, bajos, coros, cajón y estribillos. La nana es el único tema hecho a propósito para esta obra, aunque se alimenta del texto de una saeta clásica en un arreglo del cantaor incluido en el disco ‘Maestros’ de Rafael Riqueni como introducción a la melodía ‘Amargura’ de Font de Anta , del ‘Solo del pastor bobo’ de Omega-Lorca, de ‘El pequeño reloj’ de León Felipe (o inspirado en León Felipe) en el disco del mismo nombre, y se beneficia de un coro infantil en el estribillo. Deliciosas la voces húmedas de Estrella, y la de Soleá, las dos hijas del cantaor. También suena un cajón y un bajo eléctrico. El tema se cierra con una seguiriya que presenta el único acompañamiento de un contrabajo de Javier Colina. Es el clásico recurso morentiano de incluir el más diverso material de acarreo para construir una obra mayor.
Tengo que decir que aunque el cantaor ha seleccionado cantes de los últimos dos décadas, con una voz portentosa y plena de forma, me quedo con su estilo cascado pero sabio de los últimos tiempos ya que el Morente de la última época es para mí el mejor Morente: no tan espectacular de instrumento, pero mucho más sabio en vida y flamencura. Un pequeño cotilleo personal para acabar, que me permito por el hecho de sentirme entre amigos: el disco salió hace un mes pero no he querido reseñarlo hasta ahora. Es mi forma de protestar por el (mal) trato que hemos recibido la prensa especializada de parte de la nueva y multinacional compañía discográfica del cantaor. Lo cierto es que lo reseño únicamente por deferencia al maestro Morente, por su alta calidad artística y humana. Enhorabuena maestro. Feliz 2010 a todos.
En las imágenes, portada del último disco de Enrique Morente y el cantaor en el Festival Vaivenes Flamencos, con Estrella Morente y Lagartija Nick, por Alejandro Calderón.