por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







jueves, 3 de diciembre de 2009

Biografías: Enrique Morente (II)


Y, por supuesto, Lorca. El Lorca colorista, cursi, bello, de doña Rosita. El Lorca flamenco del ‘Poema del cante jondo’. El trágico: ‘Yerma’. El surrealista: ‘Así que pasen cinco años’. Los poemas alucinados por la contemplación de la máquina contemporánea, las pesadillas de ‘Poeta en Nueva York’ que Morente hace con acompañamiento hard-core.  

La brillante continuación de esta aventura flamenca, la más fascinante de las que me ha sido dado contemplar, es ‘El pequeño reloj’ (2003), ‘Morente sueña la Alhambra’ (2005) y ‘Pablo de Málaga’ (2008), los últimos discos de Morente, que se sitúan entre los mejores de los suyos, que ya es decir. El guiño, porque Morente ha aprendido de Marchena el sentido burlón respecto al canon flamenco, para reírse de los llamados puristas, esto es, de los aficionados intransigentes; el guiño, decía, es que una apuesta tan arriesgada como 'El pequeño reloj’, se abre con un clásico entre los clásicos, que también fue vanguardia en su día; la rondeña de Montoya tocada, gracias a las nuevas tecnologías, por el propio Montoya. Morente se hace acompañar en ‘El pequeño reloj’ de la vanguardia tocaora flamenca (Niño Josele, Tomatito) pero también de los clásicos, de Montoya y de Manolo de Huelva, a través de grabaciones de los años treinta. También de las programaciones de Carlos Jean y de los pies de Israel Galván. Los textos de León Felipe. Un disco conceptual, como todos los últimos suyos, pero con aliento clásico y trágico. Una reflexión sobre la vida y la muerte, esto es, el tiempo. La tendencia ‘dance’ se acentúa en los últimos tiempos con los dos últimos cortes de ‘Pablo de Málaga’ mientras que ‘Morente sueña La Alhambra’ presenta las brillantes colaboraciones de Pat Metheny e Israel Galván, entre otros.




Morente abrió los ojos al flamenco como clásico pero se hizo barroco, no por voluntad de heterodoxia, sino por devoción a sus mayores: a Chacón, a Marchena, a San Juan de la Cruz. Morente es, sin que muchos lo lleguen a sospechar, el cantaor más influyente de nuestro tiempo. Tal vez el número de sus seguidores es inferior al de otros, pero los nombres de los mismos no dejan lugar a dudas sobre lo dicho. Hablamos de lo mejor de la nueva generación cantaora: Miguel Poveda, Mayte Martín, Segundo Falcón, Arcángel, ... Lógicamente a esta lista debemos añadir el nombre de Estrella Morente, la hija de Enrique.
 
En la imagen, Enrique Morente por Tomoyuki Takase.

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