por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 30 de enero de 2012

Centenario de Sabicas

Se cumplen 100 años del nacimiento en Pamplona de uno de los grandes de la guitarra flamenca que, a causa de la guerra, vivió y murió en Nueva York.

'Flamenco virtuoso'
 Sabicas. Edición original de 1959. Fonotrón



Son varias las fechas que nos ofrece la bibliografía flamenca respecto al año de nacimiento de Sabicas. La más cercana en el tiempo es 1919, siendo la más remota, 1907, la que ofrece José Manuel Gamboa en su documentada Una historia del flamenco. Sin embargo, la mayoría de las historias de la guitarra flamenca coinciden en señalar el año de 1912 como el del nacimiento, en Pamplona (aunque Gamboa afirma que en el documento de identidad de Sabicas figuraba Zaragoza como ciudad de origen), de uno de los más importantes tocaores de la historia del flamenco. Sabicas marca una época de la guitarra, la que llena el espacio que va entre dos revoluciones tocaoras, la de Montoya y la de Paco de Lucía. Si el tocaor de Algeciras tiene en el Niño Ricardo a su ídolo jondo, asegura Paco de Lucía que fue de los discos de Sabicas de donde tomó el impulso rítmico que marca su revolución. Este impulso le viene a Sabicas, sin duda, de la relación con Carmen Amaya. Antes de la guerra Sabicas ya era una estrella, como demuestra la inclusión de su toque solista como banda sonora de la segunda versión de Rosario la Cortijera (1935) protagonizada por el Niño de Utrera, en cuya compañía militó. También acompañó el cante de algunas estrellas flamencas de la época: fue el corresponsable, por ejemplo, de los primeros discos de Juan Valderrama. Todo ello se truncó en 1936, con la guerra. Tras registrar varios discos y películas con la compañía de Carmen Amaya, se establece en México, donde sigue grabando discos solistas o a dúo, incluso acompañando al saxofonista Negro Aquilino, instalándose en 1955 en Nueva York, desde donde lleva a cabo una intensa actividad como guitarra solista y a dúo con Mario Escudero. De esta intensa actividad no se tiene noticia en España hasta 1960, cuando llegan sus primeros discos grabados en Estados Unidos, como este que comentamos hoy. A partir de 1967 regresa a España en diversas ocasiones a ofrecer conciertos, recoger galardones o registrar discos. Su última grabación es Morente-Sabicas (1990), con un octogenario guitarrista que murió antes de que la grabación viera la luz.



Morente destacó del toque de Sabicas su extemporaneidad. En el mencionados disco de 1990 encontramos una guitarra fantasmal, no sólo por su edad, también por su condición de expatriado. El toque de Sabicas se mantiene fiel al legado montoyista, esto es, al toque anterior a la guerra civil. Fue completamente ajeno a las aportaciones del Niño Ricardo y posteriores. La revolución de Sabicas consistió en profundizar en el toque de Montoya a través de una exacerbación rítmica y técnica: más velocidad, más limpieza, mayor virtuosismo, sobre las mismas bases armónicas y melódicas. Es lo que escuchamos en este Virtuosismo flamenco. En la carpeta del disco leemos que para la grabación del mismo se han usado los más modernos sistemas técnicos de manera que Sabicas toca tres guitarras a la vez.

Sabicas en Madrid, 1987, por Paco Manzano


El resultado es un toque rítmico, sin ser violento, sino todo lo contrario, puro lirismo, incluso en toques más agresivos como la seguiriya, donde la línea melódica permanece bien perfilada y natural. O la solemnidad irreal de los tientos. Es en la soleá, junto a la rondeña, donde más claramente percibimos la influencia de Ramón Montoya, aunque la interpretación posee una mayor velocidad e impulso rítmico. Estas características confieren a la rondeña una brillantez y una libertad de ejecución propia. Es curioso que, aunque buena parte del material, y desde luego la concepción de la pieza, proceden de Montoya, en las manos de Sabicas resulte tan personal, tan natural, tan libre de la solemnidad y rigidez del original. En las brillantes y serenas alegrías introduce en los estilos gaditanos sones de las jotas de su tierra de origen. La Danza mora es una especialidad de la guitarra solista de los años 30 que, en las manos de Sabicas, es un prodigio de creatividad e ingenio. Su experiencia sudamericana se encuentra presente en esta obra a través de la velocísima Inspiración de Sabicas.

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