por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 23 de enero de 2012

Por el camino de Nïmes


Mucho tiempo he estado acostándome temprano. Pero en Nîmes, a causa de los gitanos de Marsella, volví a trasnochar. Coincidió la vigésimo segunda edición del Festival Flamenco de Nîmes, que se clausuró ayer por la noche, con el gran mitin de Jean-Marie y Marine Le Pen, con su Frente Nacional, en la ciudad. Y no sólo en la ciudad, la coincidencia llegó al extremo del mismo y exacto espacio físico: el hotel Atria fue el escenario de las juergas hasta el amanecer de los gitanos de Marsella. Dos horas más tarde, el mismo lugar acogía los alegatos de Le Pen a favor de una Francia blanca y pura. Esa ha sido una de las sorpresas más agradables de esta mi primera visita al festival: el comprobar como el flamenco es, para una gran comunidad  del sur de Francia, no sólo una seña de identidad, también una forma de vida. La pasión con la que cantan los gitanitos de Nîmes, hasta la llegada del alba, es la del que se aferra al flamenco como una tabla de supervivencia en un contexto hostil. Hablo de los gitanos y hablo de la amplia comunidad con vínculos hispanos. Un fenómeno, el de la emigración, que tuvo sus picos de intensidad en 1939, a través de esos centros de internamiento para republicanos que tan bien describió Max Aub en ‘Campo del francés’, y en los 50 y 60. Uno de los integrantes de aquella penúltima oleada de emigrantes fue Pepe Linares, un jiennense cantaor y albañil que organizó hace 22 años un concurso de cante flamenco en Nîmes. ¿Porqué no? El sur de Francia tiene una relación muy natural con el flamenco y los toros. Allí, estas manifestaciones culturales y vitales no remiten a un pasado sombrío sino a las tranquilas tardes de sol de mediodía. El concurso promovido por Linares se trasformó poco a poco en un festival al uso que ha llegado a ser, por méritos propios, uno de los referentes mundiales de lo jondo. No sólo por la brillante programación, también por los ciclos paralelos de conferencias, espectáculos infantiles, cine, masterclass y conciertos acústicos. 

José de la Tomasa en Nîmes, por Jean-Louis Douzert

La vitalidad flamenca de Nîmes la representan dos figuras tan curiosas como diversas. La joven bailaora local Eva Luisa propuso el espectáculo ‘Acuérdate’ en esta edición del festival, mientras que otro hijo de Nîmes, asentado en este caso en Utrera, Antonio Moya, es uno de los guitarristas más reputados del panorama flamenco mundial. Moya ha sido el guitarrista de dos de los conciertos más genuinos que ha acogido en 2012 el festival de Nîmes: Inés Bacán y José de la Tomasa. El cantaor sevillano, enfermo, ofreció un recital vibrante, demorado y directo, con una soleá magistral e hiriente. La Moneta, con un recital íntimo en el que estuvo una hora sobre la escena, y El Capullo, con esa forma suya de entender la tradición, completaron este año el repertorio clásico del festival. Pero Nîmes, como vanguardia de la afición flamenca, está abierto a las nuevas propuestas jondas y, así, por el escenario del Teatro Municipal pasaron Rocío Molina, Tomatito, Israel Galván, Tomasito o los jóvenes Rocío Márquez, Laura Vital y Niño de Elche, que estrenaron en Nîmes ‘Convivencias’. Lo más sorprendente de estas propuestas, como de las más clásicas, fue la calurosa y apasionada respuesta del público. Y es que los gitanos de Marsella, como la gente de Nîmes, son puro corazón.
         
En esta ocasión, por segundo año consecutivo, la explanada del anfiteatro, uno de las más impresionantes testimonios de la vitalidad de Nîmes en la época romana, no pudo ser el marco de ninguno de los espectáculos del festival, debido a las obras. No así La Maison Carrée, templo hexástilo cuya fachada acogió diariamente proyecciones de la obra gráfica de la francesa  Marie Julliard y los sevillanos Luis Castilla y Gonzalo Conradi. En nuestro atlas de geografía flamenca, el camino de Nîmes queda señalado con letras de molde. Ya que cualquier visita a esta cita flamenca permanecerá en nuestros corazones, sin duda, como tiempo ganado a la muerte. Nîmes, la ciudad donde la memoria, flamenca, latina, hispana, taurina, gitana, mediterránea, vive y respira.

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