El Cante de Curro de Utrera. Guitarra: Rafael el Cordobés. Edición original 1960. Fonotrón.
Aunque nació en el día 27 de marzo del año 27 en Utrera, su nombre está en cierta medida vinculado a Córdoba. Así, las cantiñas de esta localidad, hoy llamadas alegrías de Córdoba, deben su fisonomía actual a Curro. De esta manera lo reconocen, incluso, sus críticos, que le echan en cara su falta de fidelidad a Onofre, el que tradicionalmente se ha coniderado como creador de las cantiñas cordobesas. En todo caso, en Córdoba las alegrías, esto es las cantiñas, pierden algo de frescura y compás y se hacen equilibradas, parsimoniosas y algo herméticas. Y ninguno de nosotros, salvo el propio Curro, escuchamos cantar a Onofre, ciertamente. No obstante, en las alegrías que incluye este disco, el cantaor, como para demostrar su versatilidad, se mantiene fiel a las fórmulas gaditanas, aunque no puede evitar un final espectacular con sello propio. Otras cantiñas que incluye esta grabación de 1960 son los caracoles en la versión de Antonio Chacón, creador de este cante por otro lado, con su famoso pregón.
Curro de Utrera es del 27 y sigue felizmente en activo, como demostró hace poco en el ciclo Trastablao de la Universidad de Sevilla, que se ha empeñado de esta manera en acordarse de algunos clásicos de este arte que aún están en activo. Un arte, este nuestro, muy olvidadizo en ocasiones de sus maestros, pese a que venera lo “añejo”. En Sevilla, Curro contó y cantó, demostrando que la belleza y el timbre de su voz continúan intactos. El utrerano posee una de las discografías más extensa de la historia de lo jondo, que se cierra por ahora en los noventa, y le han acompañado guitarras como las de Ramón de Algeciras o El Tomate, que firma aquí como Rafael el Cordobés, discípulo, como vemos en su aplastante pulgar, de Javier Molina.
Curro es un cantaor de voz poderosa, que gusta de los tonos altos, pese a la amplitud de su registro, y la profusión melismática. De todos los discos que ha grabado en su vida con las principales discográficas (Hispavox, Philips) este que hoy reedita Fonotrón es hoy por hoy el único disco del ccantaor asequible para el aficionado.
El cantaor en la Universidad de Sevilla, hace unos días. |
Otro estilo que la tradición atribuye a Córdoba es la serrana. Y, de hecho, la rigidez y solemnidad de este cante se aviene bien a las cualidades cantaoras de esta zona. Curro la ejecuta con un aplomo muy personal.
La dulzura, la sencillez y el intimismo que imprime Curro de Utrera a los fandangos de Lucena, en sus dos variantes, muestra a las claras que este, tenido por estilo menor, es uno de los cantes más sentimentales del repertorio jondo. Es sin duda el estilo genuino de la provincia de Córdoba. Y por fandangos bailables canta también dos letras siguiendo las fórmulas onubenses. Los fandangos personales de Curro de Utrera fueron sin duda el cante que más popularidad le dio en los años 50 y 60, los de la mayor actividad artística del cantaor. Se trata de un fandango directo y rítmico, rápido, con unos adornos melismáticos muy ligeros. Por peteneras opta por esa fórmula bailable conocida en el mundo del flamenco como petenera corta, desprovista de la solemnidad y dificultades técnicas que le impuso la Niña de los Peines.
La taranta se ejecutó a ritmo binario para el cante desde los años 40, pero a este cante no se le llamó taranto hasta que lo hizo Fosforito en 1957 en sus primeras grabaciones. Curro hace este cante con una densidad y viveza muy natural. La granaína es el cante más elaborado de esta grabación y el más meritorio, junto a los fandangos de Lucena. La versión de Curro de Utrera es valiente y más entregada que el modelo confeso, Antonio Chacón, aunque incluye el complicado y efectista cierre acuñado por Manuel Vallejo.
Aunque rotulado como tientos, Un toro de pasión es una de las zambras caracoleras típica de la época, arromanzada. La gitana Malena es una canción por bulerías con unos fandangos. Incluye unos tanguillos dedicados a la Virgen de la Cabeza.
Curro nació en Utrera pero está en Córdoba desde los años 50, después de una breve estancia madrileña. Fue Pepe Marchena el que le dio su primera oportunidad artística, con 13 años. Fue una estrella de las troupes que recorrieron el país en los años 40 y 50 pasando, sobre todo a raíz de sus triunfos en el Concurso de Córdoba de 1958, al ámbito de peñas y festivales.
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