por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 9 de julio de 2012

A la sombra de la luna menguante

XIII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Flamenco. Voz y violín: Jallal Chekara. Cante y cajón: Vicente Gelo. Guitarra: Tino Van der Sman. Lugar: Jardines del Alcázar (Sevilla). Fecha: Sábado 7 de julio. Aforo: Lleno.

Lo que más me gustó fue el primer tema, instrumental, en el que Chekara y Van der Sman alternaron variaciones instrumentales a placer. A nuestro placer, naturalmente. El resto del recital fueron canciones. Van der Sman se limitó, a partir de este momento, a ofrecer soporte armónico para la voz de Vicente Gelo. Sobre el ritmo de los tangos, el soporte binario más simple y universal, se buscaron conexiones armónicas entre músicas andalusíes y canciones aflamencadas, casi siempre bajo el amparo del tono mayor: el garrotín, los tangos de Triana, etc. La guajira perdió su ritmo amalgamado para avenirse también a lo universalmente binario. Sonaba la farruca, otra canción por tangos, cuando las chicharras empezaron su canto. Sonaba la milonga de Marchena cuando dieron las once en el reloj de la catedral. Lástima que no sonara el 'Soneto X' de Góngora musicado por Morente, que estaba en el programa y que finalmente fue sustituida por una versión interactiva de 'La tarara'. Para la soleá, Gelo y Van der Sman se quedaron solos. También sonaron abandolaos y fandangos, esta vez sobre el compás de tres tiempos.

Jallal Chekara tiene una larga tradición en este campo puesto que heredó la orquesta de su tío Abdesadak cuando éste comenzaba a atravesar el Estrecho en busca de las voces de Enrique Morente o de la guitarra de Tomatito. Una propuesta con poco riesgo, por tanto, que más que en la comprensión de las distintas culturas musicales y en el análisis de sus conexiones, si las hubiere, se basa en la yuxtaposición de compases y melodías, sin meterse en las profundidades armónicas ni de ritmo de los géneros respectivos. Lo cierto es que, aunque la música andalusí nació en el mismo territorio que más tarde pariría lo jondo, las conexiones entre ambas músicas parecen las mismas que las que se dan entre todas las culturas musicales del Mediterráneo, con el melisma como elemento estrella. Un fondo común griego, que recorre toda la ribera. Pero esta noche, al fin y al cabo, se trataba de echar un ratito agradable a la sombra de la luna menguante.

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