por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







domingo, 15 de septiembre de 2013

Africa comienza en Alsacia y Lorena

'Contra Wagner'. Proyecto Lorca. Sistema Tango. Voz: Tomás de Perrate. Saxofones: Juan M. Jiménez. Piano: Daniel B Marente. Percusiones: Antonio Moreno. Dirección artística: Pedro G. Romero. Fecha: Sábado, 14 de septiembre. Lugar: Patio del Rectorado de la Univerisidad de Sevilla. Aforo: Lleno

Un concierto muy sesudo, intelectual. Germánico por tanto. Enmarcado en el VIII Congreso de la Federación de Asociaciones de Germanistas en España. Lo que más me emocionó fue Kurt Weill, un germano emotivo, con su música popular y trágica. La idea, me parece, es contraponer la obra de arte total wagneriana a la minucia de la "sensibilidad meriodional", o africana que decía Nietzche. Lo africano aquí es Satie, Bizet, Chueca, Debussy ... incluso lo africano griego de Xenakis. A lo mejor se trata de un malentendido y lo africano es griego, porque Grecia es toda la ribera del Mediterráneo, incluyendo el flamenco según Falla: que se lo digan a Nietzsche y verán qué tragedia. Porque el nombre del concierto procede de un libelo del filósofo resentido. El humor de Satie, Cage ... El humor trágico de Weill. El humor castizo de Chueca. Aunque el público permaneció 'pintado' toda la noche. Quiero decir que no hubo carcajadas. Es lo que tiene el humor intelectual. Lo importante, ante una propuesta heterogénea, miscelánea, entre el pastiche, el homenaje y la parodia, es que el público permanezca.

Las grandes oberturas wagnerianas se presentan como deliciosas minucias, como apuntes líricos. Una ráfaga me recuerda la música ambiental, de bar, de cámara, de 'Wagner e Venezia' de Uri Caine. Por cierto que el programa de mano cita 'Siegfried´s Olé in España', para el que liaron a nuestro Gerardo Núñez. La totalidad cabe en una gota de agua. 'Tristan e Isolda' se disuelve en un siglo XX germánico que hace de la obra total un monstruo que se disuelve en el haiku brecht-weilliano: erotismo y tragedia.


Tomás de Perrate canta dolorosamente por tonás 'Karawane' de Hugo Ball y burlonamente los tangos del Piyayo como cierre del concierto. Y esas extrañas modulaciones del Niño de las Moras, otro malagueño reticente, por pregones.

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