Guitarra: Antonio Rey. Segunda guitarra: Masnuel Urbina. Violín: Thomas Potirón. Bajo:
Pepe Pulido. Teclados: Álex
Romero. Cante: Mara Rey, Los
Mararines. Percusión: Ané
Carrasco, Isidro Suárez. Palmas y
compás: Manuel Soto, Quini de Jerez. Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: Lunes, 2 de diciembre. Aforo: Tres cuartos de entrada.
Lo primero que nos llega de la música de Antonio Rey es un enorme despliegue de energía. Una vitalidad que es fruto de su familiaridad con la guitarra, de un fabuloso dominio técnico. Esta energía de su interpretación la transfiere, asimismo, a sus composiciones. Y también al grupo que las interpreta, con artistas tan emocionales y rotundos como Mara Rey, que cantó la ‘Nana’ con el corazón en la garganta. Esta pieza y el largo trémolo de ‘Alma’ fueron los temas más aplaudidos y jaleados de la noche. También las bulerías que interpretó Rey junto al dúo vocal flamenco Los Makarines.
Lo primero que nos llega de la música de Antonio Rey es un enorme despliegue de energía. Una vitalidad que es fruto de su familiaridad con la guitarra, de un fabuloso dominio técnico. Esta energía de su interpretación la transfiere, asimismo, a sus composiciones. Y también al grupo que las interpreta, con artistas tan emocionales y rotundos como Mara Rey, que cantó la ‘Nana’ con el corazón en la garganta. Esta pieza y el largo trémolo de ‘Alma’ fueron los temas más aplaudidos y jaleados de la noche. También las bulerías que interpretó Rey junto al dúo vocal flamenco Los Makarines.
Los tres toques
manifiestan esta dualidad maravillosa que es la esencia de la música de Antonio
Rey: la fortaleza y el intimismo. El virtuosismo técnico y lo delicado. Las
composiciones de Rey apelan sin ningún pudor a sentimientos básicos, y por eso,
también, suenan flamencas en toda su extensión. Nos emocionamos sin dudarlo. La
suya no es una guitarra complicada ni cerebral aunque sí, como he dicho,
virtuosa. Rey pasa de la contundencia de unas bulerías frenéticas al lirismo de
un trémolo sentimental con una facilidad pasmosa. La gracia del asunto, claro
está, es que las dos polaridades queden integradas, como de hecho ocurre, no
sólo en la sucesión del recital sino, incluso, en la misma pieza y hasta en la
misma nota. Rey es contundente y delicado y esa habilidad lo convierte en un
músico reconocible. La taranta fue tierra, categórica y sutil, y la granaína
evocadora y dulce. Fueron muy de agradecer los primeros minutos de guitarra
solista y sola.
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