La nueva producción discográfica de BBK está dedicada a seis de los grandes nombres del cante jerezano actual, en su versión más tradicionalista. Seis de los intérpretes más ensolerados, por seguir con el símil que da título al disco (Very Old Rare Sherry) de Jerez. Dos son las piezas colectivas, tonás y fiesta. Luis el Zambo, que no fue profesional hasta bien entrada la madurez, ha destacado siempre por su inefable dominio rítmico, como demuestra en la bulería sin guitarra que protagoniza en solitario. Destaca el timbre denso en el estilo más característico de este cantaor: la selección de repertorio ha dado en el clavo. Fernando el de la Morena dice a su forma personal unas seguiriyas de Jerez con la guitarra cada día más prodigiosa de Manuel Parrilla, sensible, discreto y dándole un acabado muy redondo a la pieza. Fernando de la Morena es un intérprete nervioso, temperamental y con tendencia a la anarquía, que se ve aquí sometido a la disciplina armónica de la guitarra para decir una letra firmada por Alfredo Benítez. La escuela de guitarra de esta familia tiene la rara virtud de combinar la tensión propia de la tierra con un intimismo casi naïf de enorme sabor.
El Capullo derrocha, como siempre, inteligencia y compás. Inteligencia para huir de los estilos que más lo han identificado en los últimos tiempos, rumbas y bulerías, para hacer tientos y fandangos de marchamo tradicional, aunque, claro, con su personalísimo sello. Con el ritmo tupido y alado de Niño Jero. Todo lo dicho, unido a la entrega y a la regularidad característica de este intérprete, razones por las que lleva años siendo una primera figura de este arte, hacen de su intervención una de las más destacadas de esta obra.
Clásicas bulerías de la Plazuela y taranto y cartagenera para ese cantaor único, anárquico y a veces genial llamado Juan Moneo El Torta. El timbre y el decir flamenco de este cantaor es pura queja, drama o tragedia. Un trágico de lo jondo, aunque sea en plena fiesta, como la que abre la grabación. Por cierto que en el taranto irrumpe otra de las sagas tocaoras más brillantes de esta ciudad, los Morao, con esa extraña y deliciosa combinación de la tensión propia de Manuel Morao y la delicada serenidad de su sobrino nieto, Diego del Morao, protagonista de la pieza. El taranto es una evocación en mitad del frenesí rítmico que es este disco. Un oasis de serenidad y melodía con algo onírico en el toque. La letra aquí, firmada por José María Castaño, evoca a Fernando Terremoto. La falseta es una joya "de casta y sencilla" que diría el poeta. Conociendo como conocemos a Jerez, es lo más sorprendente y en cierto modo arriesgado del disco. Por cierto que esta grabación se cierra con un apunte por tonás del mismo Torta.
Clásicas bulerías de la Plazuela y taranto y cartagenera para ese cantaor único, anárquico y a veces genial llamado Juan Moneo El Torta. El timbre y el decir flamenco de este cantaor es pura queja, drama o tragedia. Un trágico de lo jondo, aunque sea en plena fiesta, como la que abre la grabación. Por cierto que en el taranto irrumpe otra de las sagas tocaoras más brillantes de esta ciudad, los Morao, con esa extraña y deliciosa combinación de la tensión propia de Manuel Morao y la delicada serenidad de su sobrino nieto, Diego del Morao, protagonista de la pieza. El taranto es una evocación en mitad del frenesí rítmico que es este disco. Un oasis de serenidad y melodía con algo onírico en el toque. La letra aquí, firmada por José María Castaño, evoca a Fernando Terremoto. La falseta es una joya "de casta y sencilla" que diría el poeta. Conociendo como conocemos a Jerez, es lo más sorprendente y en cierto modo arriesgado del disco. Por cierto que esta grabación se cierra con un apunte por tonás del mismo Torta.
Manuel Moneo ofrece dos largas series, bulería y soleá. Brillante y acerado, como suele, ira sublimada en arte. Es, en el fondo, el cantaor más estilizado de la selección, aunque irregular. Mas, cuando está inspirado, es oro puro. Sabor de la Plazuela al cien por cien. Es, por ejemplo, el más destacado en la ronda de martinetes de la que hablaba más arriba: su serena dicción es un reconstituyente entre las prisas nerviosas del Torta y la desolación de Agujetas. Denso, sobrado de facultades y mostrando sin estridencias que el ritmo es respiración y la música el lenguaje del alma, en este caso un alma cargada de razones.
El más genial, atrabiliario y raro de todos se llama Manuel Agujetas, y ofrece aquí fandangos y seguiriyas. Con uno de los últimos valores del toque jerezano, Manuel Valencia. Agujetas ha construido un monumento del cante de los últimos 40 años de pura creatividad, sin una gran voz, ni un gran sentido del compás, sino con la pura pasión de su cante, lo cual es un mérito enorme. Irregular en los fandangos y geniales los dos en la seguiriya. La pulcritud y sobriedad de Valencia es un contrapeso ideal a la anarquía de Agujetas. Paño de nuestras lágrimas, depositario de nuestros dolores, lo mejor del disco para mi gusto. Cuando el desconsuelo se apodera de la rabia es cuando Agujetas se convierte en uno de los genios del cante de todos los tiempos.
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