'Israel Galván. Imaginación en libertad'. José Luis Navarro y Eulalia Pablo.
Libros con duende. 214 págs. PDF.
La de Israel Galván es una de las más
fascinantes aventuras de la danza contemporánea. El libro de Navarro y Pablo es
un recorrido minucioso por este camino. Hay un primer capítulo biográfico y el
resto de la obra, excepto el último capítulo, es un análisis pormenorizado de
cada espectáculo del bailaor. Se analizan sus técnicas, sus pasos, sus
motivaciones, con declaraciones del propio intérprete, y su evolución desde
aquel seminal y despojado '¡Mira!' (1998) hasta la máxima depuración que
significa, hasta la fecha, 'La curva' (2010). Galván se ha domesticado, no
cabía otro destino. Como no fuera la demencia, como señala en sus primeras
obras. Para decirlo de otra manera, el bailaor se ha hecho adulto. Para gozo
nuestro, naturalmente. Depurando sus espectáculos, estilizándolos al máximo, sin
menoscabo de su compromiso profundo. En un momento en que la danza y el flamenco
se encuentran en una encrucijada Israel Galván representa una apuesta por los
orígenes del buen bailar: expresar emociones, técnica (portentosa en su caso,
pero eso da igual) al servicio de la expresión individual, porque en un corazón
humano está la humanidad toda. Galván no es un atleta, ni una cara bonita, ni un
cuerpo escultural, ni un espantapájaros, ni un artista de circo, como ocurre en
buena parte del arte contemporáneo. Es un ser humano, que se emociona, sufre y
goza, y el distanciamiento que propone en sus obras, fruto de la técnica
portentosa de que hablábamos antes, hace que la barrera del pudor caiga por los
suelos. Galván es un artista del siglo XX, marcado por la desgracia y los
horrores, sólo que ya puede encararlos desde el humor, la ironía y el
distanciamiento, otra vez, que significa estar en el bando de los
supervivientes. En el último capítulo Navarro y Pablo hacen una disección de los
movimientos de Galván, del origen y el sentido de cada uno de sus pasos,
incorporados o de propia creación. Debajo de toda esta gramática, de todos los
recursos, físicos o intelectuales, de todos los conceptos, de toda la técnica,
queda el intérprete, un ser humano desnudo. La distancia de un maestro a otro es
infinitamente menor que la que va de uno de ellos a sus discípulos. Galván es un
maestro porque ha inventado un lenguaje nuevo.
Y, como todos los
maestros, éste es fruto estricto de una necesidad expresiva. La diferencia con
sus discípulos, que los tiene y en número mayor de lo que se piensa (en el
fondo, toda la danza flamenca actual está marcada por su huella), es que la
mayoría de los mismos asumen las tendencias de Galván por puro oportunismo y
confunden el lenguaje con el mensaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario