por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







miércoles, 31 de octubre de 2012

Adiós a Jósé Blas Vega

El estudioso José Blas Vega (Madrid, 1942), que falleció el pasado día 24, será siempre un referente para todos los estudiosos y aficionados de lo jondo. En sus textos encontramos una forma diferente de hablar e investigar sobre el flamenco basándose en los testimonios fidedignos y en el análisis riguroso de los documentos. Su biografía de Chacón es el modelo que hemos seguido los demás en relación a este género para el flamenco. Rescató de esta manera la figura del magno cantaor jerezano, antes de que se pudieran escuchar sus grabaciones de 1909, cuando el único referente era las pizarras de su última época, en las que Chacón se muestra claramente mermado de facultades. Otros trabajos ineludibles de su producción son las memorias de Aurelio, el estudio sobre los Cafés Cantantes o su monumental ‘Diccionario del flamenco’ a medias con Ríos Ruiz. También su labor como productor discográfico para Hispavox, Philips y Sonifolk fue objeto de numerosos galardones como el Nacional de Flamencología, o el del Ministerio de Cultura. Obras como la ‘Magna Antología del Cante Flamenco’ son indispensables para todo aficionado, así como los primeros discos de Enrique Morente, el de romances de los viejos cantaores de los Puertos, la antología de Pepe de la Matrona, etc. Su archivo, discográfico y documental, es uno de los más completos del mundo del flamenco. Etc, etc.




miércoles, 24 de octubre de 2012

Próximos eventos

25 octubre, 'Cuatro emociones flamencas' conferencia ilustrada con Juan Vergillos (conferenciante) y Ricardo Fernández (cante y guitarra), Teatro Caja Duero, Plaza de Santa Teresa, Salamanca.
23 y 24 de noviembre, 'Flamenco y República' con Juan Vergillos (narración), Rocío Márquez (cante) y Pedro Barragán (guitarra), Flamenco en France, París, Francia.
16 de enero 'Flamenco y poesía en la obra de Enrique Morente' (conferencia), Teatro de Nîmes, XXIII Festival de Nïmes, Francia.

martes, 23 de octubre de 2012

La tierra de Argentina


'Un viaje por el cante' Argentina. Producido por José Quevedo 'Bolita' para LP.



La tierra de Argentina es todo el planeta jondo, como demuestra esta obra. Es uno de los grandes fenómenos del cante onubense, sin duda la provincia jonda con más proyección en lo que al flamenco vocal se refiere en los últimos tiempos. Un desmentido hermoso, denso, categórico, a los agoreros de turno, a esos que llevan 150 años pronosticando el fin de lo jondo. Esta cantaora, a sus 27 años, es una artista madura y de enorme proyección. Como tantos intérpretes de Huelva, fue a partir del fandango de su tierra, de cuya amplia variedad estilística ofrece una nueva muestra en esta entrega, el punto de partida de su eclosión artística.

En febrero de 1914 el maestro Antonio Chacón publicó una placa, con la guitarra de Ramón Montoya, conteniendo el famoso cante que la bailaora y cantaora Pepa de Oro se trajo unas décadas antes de uno de sus periplos sudamericanos. El disco se llama ‘Milonga argentina’, que ahora retoma nuestra intérprete como ‘Milonga Argentina’, plateando lo que fuera dorado por el amor a este arte de Pepa y de Chacón, el verdadero creador del primer canon jondo. El secreto de esta alquimia, donde no hay depreciación del metal sino legítima apropiación de la tradición, es esa poderosa facultad vocal de la de Huelva, esa densidad y oscuridad preñada de su timbre, esa naturalidad para decir el ritmo y la melodía. La adaptación de Argentina convierte en contemporánea una composición decimonónica. Pero no le va a la zaga, en lo que se refiere a instalar en presente puro una tradición, el arreglo instrumental, con un José Quevedo inspirado y entregado. Siendo completamente fiel al espíritu original, Argentina convierte este cante decimonónico en una canción sentimental de hoy mismo. En su voz está también este trayecto de ciento y pico de años que el flamenco ha llevado a cabo. En el estribillo, en tono mayor, surge el ritmo porteño de la manera más natural. Lo cierto es que la milonga de Pepa de Oro ha permanecido todos estos años en el más absoluto de los silencios, con excepciones notables como la de Luis de Córdoba, olvido en el que la encerró la milonga de Escacena que, sobre todo en las voces de Angelillo, Marchena y Valderrama, resultó más fotogénica a los oídos de la afición.

Esa es la tónica de esta tercera entrega discográfica de Argentina: rescatar estilos o variantes poco conocidas de los cantes tradicionales, actualizarlos y vestirlos con los ropajes armónicos y sentimentales que hoy dominan en el flamenco. Así el garrotín, prácticamente limitado al ejercicio de la danza flamenca, y que hoy retorna Argentina en una brillante fiesta por tangos, lo que permite enlazar la pieza, acaso de origen asturiano, con los cantes del Piyayo, posiblemente nacidos en Cuba. Este último cante es un buen ejemplo de cómo se pueden incorporar, con naturalidad, los estribillos en los cantes tradicionales: basta con tener un poco de afición y algo de respeto por los que vinieron antes. Tientos y tantos se originan también en Cuba, y es por eso que las primeras noticias de su aflamencamiento aparecen en Cádiz. En las cantiñas también se fija la cantaora en otras geografías jondas, partiendo de Cádiz, con escalas en La Línea, Utrera y Córdoba. Otra gran demostración de poderío vocal, serenidad y empaque en el decir y entrega flamenca. Y en la línea gaditana del Mellizo, de gracia, ligereza y jondora, se sitúan la guitarra flamante del Quevedo, clásica a más no poder también cuando quiere, como aquí se evidencia, y la voz aérea, pero pletórica, de tierra, de Argentina. Eso sí, en los tangos no puede evitar la cantaora la querencia extremeña tan propia de los cantaores onubenses, así como calas en otras geografías jondas como Triana. El frenesí de la fiesta llega hasta Jerez en su máximo esplendor: la cantaora canta con ese timbre hermoso, denso, entregado, propio de la bulería de esa tierra. La que es, probablemente, la más carismática guitarra jerezana de hoy, la de Diego del Morao, pone los acentos santiagueros a la pieza.


La correspondiente entrega por Huelva trascurre en las melodías creadas por Rebollo, Juan María Blanco, El Gloria y Morente: tres prodigios de complicidad, equilibrio, naturalidad, contundencia, dulzura y elocuencia. Luz y brillo a espuertas. De Huelva a Málaga por el camino del fandango: Jabera y Lucena es otra fiesta. En tierras picassianas retoma el cante de Baldomero Pacheco, uno de los cantes menos conocidos del repertorio malagueñero: no todo es Mellizo, Canario y La Trini. Impresionante la seguiridad de la voz y el desgarro del toque del Bolita. La interpretación de esa taranta denominada por su creador, El Cojo de Málaga, como murciana, se encuentra hoy prácticamente circunscrita al Festival de las Minas. Pero aquí la ejecuta Argentina acordándose de su creador y de otros intérpretes históricos de este cante como el genial Gabriel Moreno. Por Linares también, como Moreno, la taranta y por Andújar, sin salir de la provincia de Jaén, en la caña homenaje a Rafael Romero. En los cantes trianeros destaca la gran solemnidad que le imprime la guitarra de Eugenio Iglesias.




Es emocionante que una de las cantaoras mejor dotadas y de más éxito del presente se marque esta obra tan clásica como absolutamente contemporánea. Este disco, como las comparecencias en vivo de su intérprete, es un bálsamo para el alma, una verdadera descarga de energía positiva, de la que tan necesitados estamos. El cante tradicional en una voz recién acuñada. El sueño de la afición.


                       

viernes, 12 de octubre de 2012

Los clásicos redivivos


Ganadores del Concurso de la Federación de Peñas de Sevilla. Guitarra: Belén Novelli. Cante: Cristina Rodríguez, con José Antonio el Gori (guitarra). Baile: Alberto Sellés, con Manuel Romero y Ana Gómez (cante), Ulrich el Rizos y Luis Amador (guitarra), Tamara Lucio y Conchi Murcia (palmas). Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Jueves, 11 de octubre. Aforo: Media entrada. 

Son jóvenes y están llenos de energía. Quieren darlo todo. Y lo dan. A Alberto Sellés ya lo había visto en su terreno natural, que son los bailes más desenfadados, más graciosos, los propios de su tierra gaditana. Pero ayer quiso ofrecernos su otra cara, la más grave, en seguiriyas y soleares. La precisión enorme que demuestra un grupo de energía desbordante fueron una parte muy importante del gran triunfo que obtuvo el bailaor en Sevilla. Enjundioso, seguro, técnico pero siempre al servicio de la emoción. Bailó la letra con entrega y trasmitió pasión, especialmente en la soleá. También supo ser lírico y contundente. 





Belén Novelli, francesa afincada en Valencia, de 16 años, homenajeó a los clásicos del toque de la primera mitad del siglo XX. Especialmente al maestro Sabicas en el centenario de su nacimiento, del que ofreció dos piezas completas, campanilleros y alegrías, con gran seguridad y brillantez, y una clara concepción del concertismo flamenco poco habitual en nuestra época. La sevillana Cristina Rodríguez ofreció malagueñas, seguiriyas y alegrías en una interpretación intensa en la que puso toda la carne, que es su timbre denso, su conocimiento de los estilos tradicionales y, sobre todo, su entrega cantaora, en el asador. Estos son los ganadores del Concurso de Jóvenes que desde hace 13 años organiza la Federación de Peñas de Sevilla.

lunes, 8 de octubre de 2012

Próximos eventos

25 octubre, Conferencia ilustrada con Juan Vergillos (conferenciante) y Ricardo Fernández (cante y guitarra), Salamanca, Lugar por determinar.

23 y 24 de noviembre, 'Flamenco y República' con Juan Vergillos (narración), Rocío Márquez (cante) y Pedro Barragán (guitarra), Peña Flamenco en France, París.

Diciembre 'Historia del baile flamenco'. Dirigido por Juan Vergillos. Curso monográfico de 50 horas. Cicus, Universidad de Sevilla. Fechas por determinar.

En carne viva


'Autorretrato' Estrella Morente. Producido por Enrique Morente. Emi

Morente y amigos: Nyman, Paco de Lucía, Metheny, Alfredo Lagos, Vicente Amigo. El autorretrato incluye un pregón tan neoclásico como ochentero, la ép(o)ica de Michael Nyman. El flamenco juega con todos los estados de ánimo y, aunque cada cual va por su lado, la cuerda y la voz, la cosa funciona. Los coros femeninos, infantiles, nos conducen a un paraíso infernal, decadente. El contraste armónico crea una esquizofrenia de sensaciones deliciosa, muy contemporánea. Como el flamenco mismo es y ha sido. Y será. 


Uno más uno no son dos si se trata de Paco de Lucía: no llegó a grabar con Enrique por "problemas de agenda" pero aquí pone la voz y la guitarra para Estrella. Es una seguiriya: la pena, el dolor en presente puro, la rabia de no aceptar los hechos consumados, la tragedia. El flamenco tiene partituras para todos los estados del corazón y el de hoy es llaga pura, la herida abierta que supura a cada respiración, a cada latido. Y todo el desgarro de la muerte del ser querido y el deseo de no ser, de desaparecer, de huir de una verdad tan sangrante, inaceptable, con el caramelo de esta garganta prodigiosa. Desgarro y almíbar, cosa rara, aunque no inédita, incluso en lo jondo: la Niña de los Peines, Vallejo... La coda de la seguiriya nos remite, a través de los versos lorquianos de 'La guitarra', a ese momento insoportable que vivimos en el sepelio de Enrique Morente con su mujer y sus hijos abrazados al féretro. Todos lo vimos, unos en directo otros a través de las imágenes difundidas por internet. Todo es emotivo, intenso, en esta seguiriya y más, dicho está, con la voz de un Paco de Lucía que casi me hace olvidar la guitarra, de tan denso. No es música sino llaga. 





'Autorretrato' es, no podía ser otra cosa, una instantánea de un corazón dolorido, que se rebela contra la realidad cuando ésta se torna insoportable. El corazón dolorido que todos fuimos, o seremos alguna vez. Por eso esta obra es tan necesaria, imprescindible, como única, irrepetible. Metheny deja aquí la eléctrica para convertirse en escudero de la voz dolorida, en una delicada, íntima, canción de amor arpegiada y con orquesta de viento. Una canción de amor que son todas las canciones, todos los amores. Morente no canta con la voz sino con la memoria de un romance de verano que fue el origen de todos nosotros. La prosa es lírica, Juan Ramón lo supo. Hasta en la pena más honda cabe la fiesta, la amalgama por bulerías: Como la corriente para la fiesta nacional y con las melodías ligadas del romance de 'Las tres cautivas', entre otras. Estrella Morente hace una versión bailable, ketamerafunky, de 'La Estrella', la canción incluida por Enrique Morente en el disco 'Despegando' (1977), tres años antes del nacimiento de la cantaora. Estrella Morente, que ha cantado millones de veces esta melodía inspirada en Oum Kalsoum, sigue a su padre de la misma manera que Josemi Carmona sigue al suyo, Pepe Habichuela, fiel escudero morentiano en los setenta. Para luego volar, ambos, en solitario en su propio planeta, con sus propias voces, más digeribles en este nuevo mundo "de misiles y de motores". Porque lo de Enrique Morente y Pepe Habichuela fue un exabrupto bellísimo, maravilloso y necesario. Algo de eso hay en la versión de Estrella Morente, dulcificada con todo como digo. Juan de la Cruz, el santo poeta, fue un referente constante en la obra morentina, el inspirador de algunas de sus más bellas melodías. Aquí Estrella Morente firma 'Tras un amoroso lance' y Michael Nyman la melodía neoclásica, mozartiana y sentimental. Épica y entregada, rota a la vida. 



Las sevillanas 'A Lola' son una cosa íntima, susurrada, casi bolera, un homenaje a los Flores. Las otras, por el contrario, son unas sevillanas bailables, con melodías y letras tradicionales, en las que Estrella Morente toca las castañuelas. 





'La canción del Bembón' esta inspirada, acaso, en un poema de Nicolás Guillén musicado por Enrique Morente para 'Negra si tu supieras' (1992), disco en el que colaboró por vez primera con Morente el grupo Ketama. Estrella ha compuesto una canción de una languidez, un mediodía caribeño. Y más "world music", más arreglos, más vientos, más contratiempos, más percusiones, más estribillos. Porque los medios son mayores, porque los tiempos son otros y la vocación/ambición global. Una canción digerible, en cierto modo disecada y esterilizada para que no provoque en nadie ni a ninguno. Lo mismo digo del clásico morentiano 'En un sueño viniste' con la guitarra de Amigo. En la misma línea, aunque ya plenamente salsera, basada en una canción popularizada por Celia Cruz, con el bajo cubano de Alain Pérez, 'Cuba-Cái', con el tres y los vientos caribeños a pleno rendimiento, trabalenguas afro a coro, algunos ketameros y otros tomados del 'Negra, si tu supieras' paterno, del que toma también melodías y versos, y un recuerdo a los maestros Matrona y Aurelio. 



'La Habanera imposible' es la más granaína del más granaíno de los autores e intérpretes, Carlos Cano, en donde atrapó el espíritu contradictorio de su ciudad. Todo el misterio, el ansia insatisfecha, la esperanza, el sueño, la voluntad frustrada, "el agua detenida" lorquiana a ritmo de bulería sentimental con la guitarra de Vicente Amigo. Adagio nos ofrece un último cante de Enrique Morente, un par de soleares sanjuanistas y peteneras. 



Una obra intensa, que difícilmente se puede escuchar de una tacada.

viernes, 5 de octubre de 2012

Metamorfosis

Ciclo Jueves Flamencos de Cajasol. Cante: José Menese. Guión: Antonio Carrión. Palmas: Montoya, Inma Carrión. Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Jueves, 4 de octubre. Aforo: Casi lleno. 

Aquella fuerza espeluznante, aquella fiereza, se ha trasformado en una fragilidad casi enternecedora. José Menese atraviesa una etapa vital delicada en lo físico y eso influye, qué duda cabe, en su puesta en escena. No obstante, algo de aquello queda. Por seguiriyas, por soleares, volvió a evocar, hoy, aquellos recitales enciclopédicos bajo las estrellas de la Reunión de su Puebla de Cazalla, del Gazpacho de Morón o de cualquier otro lugar de la geografía flamenca de festivales. José Menese volvió a ser fiero a fuerza de coraje. Se envalentonó con las clásicas melodías que aprendió de su maestro Mairena. Se vino arriba con la solemnidad que, hasta el último cigarrillo, exhibió sobre las tablas un gitano de Andújar llamado Rafael Romero. Y con la emoción de esas letras-sentencias de Paco Moreno Galván, siempre vivas, de plena actualidad. 





Fue una verdadera metamorfosis, propiciada por la pausa que en el trascurso del recital supuso el solo de Antonio Carrión. La primera parte del recital, aunque con detalles de interés como las composiciones de Isidro Muñoz por cantiñas, que ofreció tras los tarantos y la farruca, fue un mero trámite. José Menese no puede esparcir su arte de aquella forma apoteósica y torrencial a la que nos acostumbró en el pasado. Los años han pasado y las fuerzas menguan. Así que, gota a gota, hemos de recibir su cante como lo que es, oro puro, destellos de vida y esperanza. En la segunda parte del recital parecía un hombre nuevo, otro cantaor, poderoso, radical, valiente, dejándose caer y conducir por la melodía a los confines de la emoción y la rabia. Por seguiriyas en tonos mayores, pulcro, sosegado pero iracundo y febril. La apoteosis del recital fue la soleá íntima, solemne, mecida, pletórica, brutal y en primera persona. En el pasado su arte era una inundación y hoy se destila en pulidas piedras preciosas pero el fondo se mantiene intacto: cantar como el que respira, dejarse llevar por la tierra, por la emoción, por la devoción a unas formas, unas melodías clásicas que siguen resucitando y habitando entre nosotros cada noche. Carrión evocó al genial Melchor de Marchena con inteligencia y entrega. José Menese es un maestro insustituible, historia viva de este arte, como reconoció el breve homenaje que la Fundación Cajasol le ofreció anoche antes de su recital.

lunes, 1 de octubre de 2012

Fin de fiesta


XVII Bienal de Flamenco. 'De la punta a la raíz'. Baile: José Galván, Merche Esmeralda, Rafaela Carrasco, Belén Maya, Pastora Galván, Rafael Campallo, Adela Campallo, Farruquito, Manuela Ríos, Hiniesta Cortés, Isabel López, Yolanda Heredia, Pilar Ortega, Miriam Conde, Beatriz Santiago, Julia Acosta, Manuel Betanzos, Ángel Atienza, Marco Vargas, José Luis Vidal 'Lebri', Alejandro Rodríguez, Raúl Gómez, Franciso Mesa 'El Nano', Juan Aguirre. Cante: Miguel Ortega, Antonio Campos, Moi de Morón, Antonio Zúñiga. Guitarra: Rafael Rodríguez, Juan Antonio Suárez 'Cano', Jesús Torres, Ramón Amador, José Luis Silva 'Morito'. Palmas: Antonio Moreno 'Polito'. Dirección: Rafaela Carrasco. Lugar: Teatro de la Maestranza, Sevilla. Fecha: Domingo, 30 de septiembre. Aforo: Lleno. 

La pulcritud, la precisión formal de Rafaela Carrasco y el arte de abrirse al otro, al momento presente, a la inspiración, de Matilde Coral. La combinación podría ser explosiva, pero el resultado es uno de los números más brillantes del espectáculo con el que anoche se clausuró la XVII Bienal de Flamenco de Sevilla. Se trata de la más emocionante de las cantiñas que le he visto bailar a Carrasco, categórica pero también seductora, estricta pero a la vez social, sonriendo y gustándose en los movimientos. Toda roja, toda bahía, y con "el cuádriceps abierto, ofrecido: el sueño de un librepensador" que le aconsejaba la maestra desde la imagen proyectada en la pantalla justo en el intermedio del baile. 



Fue uno de los momentos de máxima emoción de una noche dedicada a los maestros de Sevilla. Farruquito con su soleá también me puso a temblar, acordándose de las formas de su abuelo. El mejor homenaje hubiese sido dar un espacio en el festival a los discípulos de estos maestros venerables y venarados, Mario Maya, José Galván, Manolo Marín, Matilde Coral, Farruco, Adelita Domingo, etcétera: muchos de estos discípulos, incluyendo algunos de los que intervineron ayer en la obra, me han manifestado su voluntad, frustrada, de haber estado en este festival con una obra propia. Por ejemplo, la joven Escuela Sevillana no ha estado representada en el mismo. 



A modo de resumen

Ninguno de los protagonistas de la gala de clausura ha tenido presencia en la Bienal con un espectáculo propio. También he echado de menos a esa generación de bailaores que ahora se encuentra en su gran momento de creatividad: Rocío Molina, María Ángeles Gabaldón, La Choni, Luisa Palicio ... Israel Galván y Marco Vargas y Chloé Brûlé vinieron con sendas reposiciones de espectáculos estrenados en nuestra ciudad hace menos de un año. Las ausencias en la guitarra sería una lista interminable (con Paco de Lucía, Tomatito, Vicente Amigo a la cabeza), ya que sólo ha habido dos conciertos de guitarra de gran formato en el festival, pero lo más doloroso es que la generación más creativa del momento, encabezada por Cano, Diego del Morao o Jerónimo Maya, también ha estado ausente de la Bienal 2012. Lo mismo puedo decir del cante, la generación que hoy se encuentra en plena madurez, Estrella Morente, Miguel Poveda, Mayte Martín, Arcángel con su propia compañía, no ha estado. Y no hablo de los clásicos. Ahí estuvieron El Torta o Agujetas, que Jesús Quintero tuvo el acierto de programar en el ciclo alternativo de su teatro, para ponerse las botas. Es un tío inteligente y brillante. Y a los clásicos que sí han venido a la Bienal, a veces no se les dio su sitio: El Carrete, La Cañeta, Cancanilla o El Bobote se merecían un espacio más adecuado para expresarse, por lo que son y han sido en este arte.

Entre lo que he echado, no de menos sino de manos a la cabeza, encabeza con diferencia la lista el Teatro Tascabile di Bérgamo que presentó tres espectáculos, dos de ellos de contenido ni remotamente relacionado con lo jondo. Y el que sí tuvo presencia jonda, ‘Huellas’, fue una lamentable imposición a una de las artistas más importantes de hoy, La Farruca, que se saldó con una puesta en escena ridícula y ofensiva. Lo del Teatro Tascabile di Bérgamo es totalmente inexplicable. También a Manuela Carrasco se le impuso un guión que lastró definitivamente su propuesta.


La Bienal 2012 será recordada por los momentos que figuraban fuera de programa: la soleá del Pele en el Alcázar, la soleá de la Farruca, el fin de fiesta en la clausura de Manuela Carrasco, que se desquitó de esta manera de la afrenta sufrida. Tan sólo dos espectáculos me sorprendieron para bien desde el propio programa oficial: el brillante concierto de Antonio Rey y la sobrecogedora propuesta de Estévez/Paños ‘La consagración’, sin duda el mejor espectáculo de la Bienal, pese a sus irregularidades. El flamenco tiene esa capacidad de salirse del papel, pero no podemos esperar que siempre sean los márgenes los que salven los papeles. Definitivamente a la programación le ha faltado el amor que se le supone, y en algunos casos también el respeto, a este arte y se ha inclinada más a las formas relacionadas con el ballet y el clásico, que a las formas más genuinas del mismo.


Y el flamenco de calle, sin duda la revelación de esta Bienal: Rosario Toledo y su ‘Vengo’, Varuma Teatro en el Mercado de Triana, la Asociación de Artistas Flamencos en el Parque de María Luisa ... nos regalaron los momentos de mayor comunión con el público. Pero no puede ser, otra vez, los márgenes, los cachés más bajos, los espacios y las condiciones técnicas más difíciles.





Fin de fiesta

Pero volvamos a la gala de clausura: Belén Maya recordando a Mario Maya en su legendario martinete sentado: hubo un momento en que su rostro expresaba la misma seguridad hastiada que su padre en sus mejores interpretaciones. Rotunda, vital, maravillosa. El grupo, en el que estaban algunos de sus discípulos, Pilar Ortega, Marco Vargas, Ángel Atienza o Manuel Betanzos, interpretó previamente la coreografía 'Tiempo' del maestro Maya. José Galván entregando el testigo del baile a su hija en la fiesta que siguió a su soleá académica. Ese centrado tan característico de su baile, que imprime en todos y cada uno de sus discípulos. Rafael Campallo por tangos, desatado, para Manolo Marín, procedentes de la coreografía del maestro 'Flamencos del Altozano'. Vibrante y voluptuoso Rafael Rodríguez en la zambra, íntima y contemporánea, progresiva. El baile y cante por garrotín para Adelita Domingo de otra maestra, Merche Esmeralda. Hiniesta Cortés dionisíaca por fiestas. Manuela Ríos seductora, esas caderas prodigiosas, en el garrotín... fueron muchos los momentos para recordar de una gala que se extendió casi hasta las dos horas y media, lo que es mucho después de un mes de festival. 

Foto de Antonio Acedo

Pero lo mejor estaba por llegar. Quizá no sea correcto decir lo mejor, porque de esta manera parece que le resto valor a la gala, y no es mi intención. Diré por tanto que lo más flamenco vino al final. Una vez que terminó el espectáculo, su directora, Rafaela Carrasco, tuvo el atrevimiento y la valentía maravillosa de romper el guión, de pedir a los maestros y artistas presentes en el teatro que subieran al escenario. La que principió, y acabó, la fiesta, fue la maestra Matilde Coral. Se arrancó con una pataíta improvisada a la que siguieron Isabel Bayón, Concha Vargas, Cristina Hoyos, Javier Barón, etcétera. Manuela Carrasco, desembarazada, con su túnica blanca y sin calzado, se marcó una patá de quitar el hipo, prodigiosa, cuando unos minutos antes estaba sentada en su butaca tranquilamente. Así es el flamenco, de espontáneo, de natural. Una celabración, de baile, de toque, de cante, de la vida. También Carmen Ledesma dio una pequeña lección de cómo gozar en una fiesta improvisada. Y, cuando la cosa empezaba a decaer, la maestra Matilde Coral, a gritos desde la escena, a la regidora: "Telón, echa el telón". Ole. 


Termina de esta manera brillante una edición extraña y ciertamente descafeinada del magno festival sevillano. Larga vida a la Bienal de Flamenco.






Una cosa y la contraria


‘Suite Sevilla/Medea’. Ballet Nacional de España. Dirección: Antonio Najarro. Intérpretes principales: Lola Greco, Francisco Velasco, Currillo, Guadalupe Gómez, Miriam Mendoza, Jéssica de Diego, Aloña Alonso, Mariano Bernal, Esther Jurado, Eduardo Martínez, Débora Martínez, Inmaculada Sánchez, José Manuel Benítez, Sergio Bernal, Sebastián Cruz (cante), Argentina (cante). / ‘Suite Sevilla’ Coreografía y puesta en escena: Antonio Najarro. Música: Rafael Riqueni, Miguel Rivera, Diego Losada. Director musical: Omar Acosta. /‘Medea’ Coreografía: José Granero. Música: Manolo Sanlúcar. Guión y vestuario: Miguel Narros. Lugar: Auditorio Fibes, Sevilla. Fecha: Sábado, 29 de septiembre. Aforo: Media entrada.



Como toda la cultura española posterior al siglo de oro, y sin entrar ahora en porcentajes exactos, lo cierto es que el flamenco tiene en su origen elementos franceses, y castizos y antifranceses. Y en esa tensión se sigue debatiendo hoy, pese a que, sobre el papel, el magno festival que ayer tocó a su fin pareciera más inclinado a los primeros que a los segundos. Son dos caras de la misma moneda, porque el flamenco, como todo ser vivo, puede ser una cosa y su contraria. En la noche del sábado fue la palabra ballet la que se adueñó de las conversaciones jondas en nuestra ciudad. Fue el gozoso regreso del Nacional a la Bienal. Con un estreno y una reposición. El estreno se llama ‘Suite Sevilla’, que Najarro ha importado de su propia compañía. Son una serie de estampas tópicas sobre la ciudad y la música de Riqueni, amables, sin muchas complicaciones. Con momentos brillantes como el solo de Jéssica de Diego, los vistosos principio y fin del grupo al completo y el paso a dos de Jurado y Martínez a la luz de la luna. Y con meteduras de pata como el paso procesional a ritmo de fandangos o el número taurino: cualquier aficionado sabe que en la fiesta lo masculino está representado por el toro y lo femenino por el torero.





La reposición es historia viva de la danza, el encuentro feliz entre el maestro Granero, Narros, Manolo Sanlúcar y la clásica versión de Séneca del mito griego de ‘Medea’. Una de las cumbres del Nacional que desearíamos que se repusiera cada mes. Es una coreografía pulcra, precisa, asequible para el menos versado de los espectadores, lo cual da fe de su eficacia. El grupo la interpretó con naturalidad, sin estridencia alguna: un logro tratándose de una tragedia griega, debido en su mayor medida al arte del maestro Granero. Velasco compuso un Jasón tan desagradecido como categórico en sus movimientos y Greco volvió a ser una Medea pegajosa, implacable y elegante. Lo cual tiene un mérito enorme. En el recuerdo la gran Manuela Vargas, que volcó en el personaje, para siempre, toda la tensión y el drama de su mirada.