por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 1 de octubre de 2012

Una cosa y la contraria


‘Suite Sevilla/Medea’. Ballet Nacional de España. Dirección: Antonio Najarro. Intérpretes principales: Lola Greco, Francisco Velasco, Currillo, Guadalupe Gómez, Miriam Mendoza, Jéssica de Diego, Aloña Alonso, Mariano Bernal, Esther Jurado, Eduardo Martínez, Débora Martínez, Inmaculada Sánchez, José Manuel Benítez, Sergio Bernal, Sebastián Cruz (cante), Argentina (cante). / ‘Suite Sevilla’ Coreografía y puesta en escena: Antonio Najarro. Música: Rafael Riqueni, Miguel Rivera, Diego Losada. Director musical: Omar Acosta. /‘Medea’ Coreografía: José Granero. Música: Manolo Sanlúcar. Guión y vestuario: Miguel Narros. Lugar: Auditorio Fibes, Sevilla. Fecha: Sábado, 29 de septiembre. Aforo: Media entrada.



Como toda la cultura española posterior al siglo de oro, y sin entrar ahora en porcentajes exactos, lo cierto es que el flamenco tiene en su origen elementos franceses, y castizos y antifranceses. Y en esa tensión se sigue debatiendo hoy, pese a que, sobre el papel, el magno festival que ayer tocó a su fin pareciera más inclinado a los primeros que a los segundos. Son dos caras de la misma moneda, porque el flamenco, como todo ser vivo, puede ser una cosa y su contraria. En la noche del sábado fue la palabra ballet la que se adueñó de las conversaciones jondas en nuestra ciudad. Fue el gozoso regreso del Nacional a la Bienal. Con un estreno y una reposición. El estreno se llama ‘Suite Sevilla’, que Najarro ha importado de su propia compañía. Son una serie de estampas tópicas sobre la ciudad y la música de Riqueni, amables, sin muchas complicaciones. Con momentos brillantes como el solo de Jéssica de Diego, los vistosos principio y fin del grupo al completo y el paso a dos de Jurado y Martínez a la luz de la luna. Y con meteduras de pata como el paso procesional a ritmo de fandangos o el número taurino: cualquier aficionado sabe que en la fiesta lo masculino está representado por el toro y lo femenino por el torero.





La reposición es historia viva de la danza, el encuentro feliz entre el maestro Granero, Narros, Manolo Sanlúcar y la clásica versión de Séneca del mito griego de ‘Medea’. Una de las cumbres del Nacional que desearíamos que se repusiera cada mes. Es una coreografía pulcra, precisa, asequible para el menos versado de los espectadores, lo cual da fe de su eficacia. El grupo la interpretó con naturalidad, sin estridencia alguna: un logro tratándose de una tragedia griega, debido en su mayor medida al arte del maestro Granero. Velasco compuso un Jasón tan desagradecido como categórico en sus movimientos y Greco volvió a ser una Medea pegajosa, implacable y elegante. Lo cual tiene un mérito enorme. En el recuerdo la gran Manuela Vargas, que volcó en el personaje, para siempre, toda la tensión y el drama de su mirada.



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