XVII Bienal de Flamenco. ‘Mis bodas de oro en el cante’. Cante: Pansequito. Guitarra: Antonio Higuero, Manuel Valencia. Violín: David Moreira y José Gregorio Lovera. Flauta: Francesco. Piano: Antonio. Palmas: Rafael el Eléctrico, Rafael Junquera, Chicharito. Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: viernes, 28 de septiembre. Aforo: Casi lleno.
Pansequito prescindió, en buena medida, de la austeridad formal que se ha venido imponiendo, para bien, en sus últimos recitales. Ha vuelto a la épica. No sólo por la forma categórica de decir el cante. También por la longitud de epopeya de esas largas series de versos ligados que lo convirtieron en un héroe en los festivales de los años 70. Libertad de formas pues para atacar, a su manera, los cantes clásicos en tiradas sin fin por soleares, seguiriyas, tarantos, alegrías y bulerías. También canciones por tangos o bulerías por soleá, y uno de sus éxitos discográficos, ‘No me importa lo que digan’, para el que subió a las tablas Aurora Vargas cincelando la voz con el baile por bulerías que remató a dúo la flamenca pareja. Hubo también oropeles en el acompañamiento instrumental. El cantaor nacido en La Línea fue objeto de varios homenajes a lo largo de la noche, uno de ellos ofrecido en el mismo escenario por su admirado, y admirador, Curro Romero. También fueron varios los homenajes que ofreció Panseco desde la escena: Camarón, Lola Flores, Pastora Imperio, Caracol ...
El del Puerto, lugar donde pasó su infancia y adolescencia el intérprete, canta siempre con la máxima expresión, dando de sí todo ese timbre deliciosamente tostado que posee. Y lo hace con tanto gusto, con tanto énfasis, que se sale de la melodía clásica, que se deja llevar por su poderío vocal para alargar el tercio y ligarlo con el que sigue. Todo el cante suena delicioso en su voz broncínea.
Impresionante la seguridad técnica de un joven tocaor jerezano, Manuel Valencia que, al margen de acompañar magistralmente al cantaor en las seguiriyas, hubo de asumir la responsabilidad de un toque en solitario por cuestión de minutaje. También Antonio Higuero estuvo seguro y tan sensible al cante como en él suele ser habitual. Y eso, tratándose de un cantaor tan libre y de inspiración como Pansequito, tiene un mérito enorme. La cosa acabó con unos potentes fandangazos “pa la afición” como en esas noches estrelladas de verano de las que tantas veces ha sido protagonista nuestro cantaor.
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