XVII Bienal de Flamenco. 'Utopía'. María
Pagés Cía. Baile: María Pagés, Isabel Rodríguez, María Vega,
Aloma de Balma, José Barrios (coreografía farruca), José Antonio
Jurado, Paco Berbel, Rubén Puertas. Cante: Ana Ramón, Juan de
Mairena. Guitarra: Fity Carrillo, Rubén Lebaniegos. Voz, guitarra y
cavaquinho: Fred Martins. Chelo: Sergio Menem. Percusión: Chema
Uriarte. Música: Carrillo, Lebaniegos, Martins e Isaac Muñoz.
Iluminación: Pau Fullana. Dirección, esenografía, vestuario y
coreografía: Paría Pagés. Lugar: Teatro de la Maestranza, Sevilla. Fecha:
Viernes, 7 de septiembre. Aforo: Lleno.
La farruca es el camino. Ahí sacó el mucho baile que tiene dentro. Apuntó cosas en el mismo sentido en los silencios del martinete, con la música sencilla y deliciosa de Fity Carrillo, y en las alegrías finales. Me refiero al silencio de las alegrías. 'Utopía' puede ser el comienzo de un camino, pese a que las alegrías que cierran la pieza, sin duda lo más flojo de la representación, se titulan precisamente 'Fin del camino'.
La farruca es el camino. Ahí sacó el mucho baile que tiene dentro. Apuntó cosas en el mismo sentido en los silencios del martinete, con la música sencilla y deliciosa de Fity Carrillo, y en las alegrías finales. Me refiero al silencio de las alegrías. 'Utopía' puede ser el comienzo de un camino, pese a que las alegrías que cierran la pieza, sin duda lo más flojo de la representación, se titulan precisamente 'Fin del camino'.
'Utopía' cumple
con lo que se espera de un espectáculo de María Pagés:
coreografías sencillas pero efectivas, bien ejecutadas y
perfectamente resueltas, amables transiciones, puesta en escena no
muy arriesgada pero funcional, vestuario natural, aliado de los
intérpretes y generoso con el público, escenografía solvente, en
este caso colaborando en algunas secciones con la coreografía,
buenos movimientos de grupo, pulcritud en la puesta en escena. Lo que
se dice un trabajo bien hecho. Y, en lo que a la intérprete se
refiere, torsiones inverosímiles, extremidades que parecen no tener
fin y un vestido rojo y ceñido, en este caso en el martinete. El
nuevo camino, del que 'Utopía' no
es exactamente punto de partida porque ya en obras anteriores de la
sevillana estaba presente, el camino de la farruca, es la
austeridad.
Ahora
le sientan mejor los 'leggins' que
el vestido rojo y ceñido. La primera parte del espectáculo es un
impulso intimista y septentrional, un paisaje desnudo, una tenue luz
hacia dentro, el espejo insoportable en que reconocernos. La nada, el
silencio. Pagés es una bailaora resultona, graciosa, inteligente,
seductora y colorista. En esta obra ha renunciado a parte de su luz,
de sus colores, a esos detalles de picardía, humor. Ha renunciado,
en una medida, al ingenio. Pero lo que se apunta en este inicio del
que hablo se va diluyendo y, conforme avanza la obra, 'Utopía' se
parece más a otros espectáculos de María Pagés, de los que coge,
incluso, algunos recursos como el de los abanicos de la guajira. Me
gusta mucho la María Pagés graciosa, vivaz, dicharachera,
ingeniosa. Pero creo que la propia intérprete es consciente de que,
para seguir adelante, es necesario internarse con resolución por el
camino del vacío y la muerte, el silencio, la nada. Atreverse a
entrar en una senda que, por ahora, permanece meramente apuntada.
Llegará a ser barroca, ingeniosa, vivaz, lo que ella es. Pero a todo
artista le llega el momento de enfrentarse a su máscara y a su
reverso. Y la máscara de Pagés lleva ya un tiempo avisando. No será
Angelita Vargas o La Farruca, ni lo pretendiera, como dice la copla.
Pero, con valentía, puede llegar a ser María Pagés. Me refiero a
la artista María Pagés, la bailaora.
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