por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







domingo, 17 de marzo de 2013

Diva en leggins


Voz: Niña Pastori. Piano: Luis Guerra. Guitarra: Carlos Carmona. Bajo: Maca. Percusión: Chaboli, Ané Carrasco. Coros: Toñi, Sandra. Lugar: Auditorio Fibes, Sevilla. Fecha: Sábado, 15 de marzo. Aforo: Casi lleno.


Niña Pastori ha patentado una fórmula propia de canción aflamencada, sentimental, a ritmo de tangos,de letra sencilla,naïf,de melodías pegadizas pero con calidad y entregada interpretación. Se sucedieron los temas nuevos, ‘La orilla de mi pelo’, ‘Hablo contigo’ ‘No digas no’, trufados de éxitos: ‘Espinas’, ‘Armadura’ coreados a gritos por el público. En el bis, ‘Cai’, firmado también por Alejandro Sanz, y una larga entrega buleaera de parte de las coristas.  En su anterior comparecencia sevillana estuvo cortita por prescripción facultativa: presentaba un avanzado estado de gestación. A sus fans no nos importó, porque un poco de Pastori es mucho. Pero el sábado por la noche estuvo espléndida. Me refiero a la duración del concierto, porque espléndida está siempre. Rosa María es una gran intérprete y lo mejor de su repertorio es esa  etapa intermedia en la que cantaba grandes canciones de Queco, Alejandro Sanz, Jeros o composiciones propias como ‘Puede ser’. 




No obstante, en éste concierto se centró en el de sus dos últimos discos, especialmente ‘La orilla de mi pelo’, con alguna novedad como la que daba título al recital, ‘Ya no quiero ser’. Aunque la novedad es básicamente el formato. Los nuevos tiempos exigen intimidad, vuelta a lo esencial: piano, contrabajo, percusión, guitarra y coros. Lo mejor, con todo, sus incursiones en el repertorio ajeno: ‘Contigo’ de Sabina y ‘Cádiz’ de Alejandro Sanz, ya en los bises. Por el camino también clásicos de su firma como ‘Espinas’. El intimismo y la fuerza son las bazas de Niña Pastori. Susurrar historias de amor/desencuentro y gritar la rabia flamenca. Como flamenca fue su versión por bulerías de ‘La zarzamora’, ‘Ojos verdes’ y un ramillete de coplas más. Como flamenca fue la intervención inopinada de Miguel Poveda diciendo a dúo ‘Somos la magia’. Y el fin de fiesta, por bulerías, como manda la tradición. Ahí cada uno se dijo su letrita, cada uno se dio su pataíta: María Rosa se reconoció en sus orígenes, se alimentó de su tierra y se pegó una pataíta con Chaboli. 



El público nos lo pasamos en grande: cantamos sus canciones a plena voz, hicimos compás por tangos y bulerías, bailamos en nuestros asientos y no paramos de grabar y retrasmitir en directo el concierto. El público que adora a esta intérprete carismática, vestida de gasa azul sobre unos tacones enormes, como una reina, en la primera parte, o cercana, descalza, con leggins, como una más del barrio, de la casa, de la familia, en el fin de fiesta. Bailamos a ritmo de tangos y dos descargas por bulerías. Bailamos los señores como yo, las jovencitas de vertiginosos tacones y las niñasde 7 años. Así es el público de esta cantaora, desde un señor a una niña de 7
años.

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