por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







viernes, 15 de marzo de 2013

Todo el flamenco


Cante: José Ángel Carmona. Guitarra: Juan Requena. Baile: Joaquín Grilo. Compás y coros: Los Mellis. Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Jueves, 4 de marzo. Aforo: Casi lleno

De los tres toques solistas, me quedo con el inicio del recital: sentimental, dulce, íntimo, entregado. En las colombianas y granaínas se complicó algo más la vida el tocaor. Cuando lo jondo se hace sofisticado, intelectual, necesita de un grado sumo de creatividad para no perder el equilibrio. En el primer toque Juan Requena fue el guitarrista ideal que es, su mejor versión. El otro protagonista de la noche sorprendió acompañándose a sí mismo por tarantas del Cojo con un laúd. El contraste tímbrico y tonal fue delicioso, pues ya sabemos que la taranta es el súmmum.


En la soleá por bulerías estuvo redondo, fresco y voraz. Su voz es linda y mate aunque a lo largo del recital ofreció un mismo estado de ánimo. Carmona es uno de los grandes cantaores de hoy, volvió a demostrarlo. No relaciono especialmente al Grilo con la seguiriya, aunque ciertamente estuvo maravilloso en este terreno. Incluso introdujo la ironía, el juego, en el palo trágico por excelencia del flamenco. Y es que el juego es su terreno. Por eso en las alegrías y en las bulerías "destapó el tarro de las esencias", que diría el clásicos. Inventando el baile flamenco sobre la marcha, haciéndolo nacer como forma de expresión de una emoción primaria humana, mamífera: la alegría. Joaquín el Grilo es la fiesta, la celebración de la vida. En su arte sublime, en su dominio del compás, cabe todo, desde Chaplin a Chiquito. Todo el flamenco.



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