Hablamos de una idea de la danza española que tuvo su edad de oro en los años 20 y 30 y de la que Caracolillo era uno de sus últimos representantes. Este concepto del baile supone una continuidad entre lo clásico español, la escuela bolera, el folclore y el flamenco. Una danza jonda muy estilizada, con menos acentos etnicistas de la que terminará por imponerse en los años 50. Caracolillo bebió la escuela bolera de la fuente más genuina, la academia madrileña de la familia Pericet, creadora del canon contemporáneo del baile bolero, tanto en lo musical como en lo coreográfico, tanto en el repertorio como en los recursos.
A mitad de los años 50, Caracolillo crea su propia compañía, con la que recorrió los principales escenarios europeos y americanos, como el Radio City Music Hall, el Teatro Bijou de Broadway, entre otros, con los mismos presupuestos estéticos que había aprendido en el Ballet de Pilar López: amplitud de repertorio, desde el clásico español al flamenco, pasando por la escuela bolera y los bailes regionales, pulcritud en la puesta en escena y marcado acento teatral tanto en ésta como en la interpretación.
La aventura del Ballet de Caracolillo tuvo poco recorrido porque, como señalábamos arriba, el bailaor empezó a finales de los años 50 su colaboración con Juanita Reina y otras grandes de la copla española como Paquita Rico, Carmen Sevilla o María del Monte, de las que fue director artístico de sus espectáculos.
El estudio de danza de Caracolillo ha enseñado los secretos de la forma más estilizada y elegante del baile por sevillanas a varias generaciones de sevillanos, desde 1972. Su baile es fruto de esta máxima estilización de la que hablábamos, técnicamente impecable, de enorme colocación y simetría, tanto en el baile individual como en el de conjunto, líneas rectas y austeridad. Elementos que lo convirtieron, como decíamos arriba, en el director artístico ideal de todo tipo de montajes.
En su concepción del baile, el folclore, el flamenco, la escuela bolera y el clásico español se ven sometidos a una misma depuración, fruto de una personalidad bailaora aplastante. En su cuerpo y en su cabeza todos los géneros tenían la misma consideración, que era siempre la máxima. Por eso fue maestro de grandes figuras de la danza contemporánea y obtuvo la condecoración de Caballero de la Orden del Mérito Civil.
Fotos de Garduño, extraídas del blog del bailaor.
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