por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







viernes, 2 de marzo de 2012

Pepa Montes inaugura la nueva temporada de los Jueves Flamencos Cajasol

Jueves Flamencos Cajasol. Baile, dirección escénica y coreografía: Pepa Montes. Guitarra y dirección musical: Ricardo Miño. Cante: Mari Peña y José Méndez. Baile y compás: Jesús Ortega y Manuel Arana. Percusión: Juan Ruiz. Piano: Pedro Ricardo Miño. Lugar: Sala Joaquín Turina (Sevilla). Fecha: Jueves, 1 de marzo. Aforo: Casi lleno.




Heredera reputada de lo que se dio en llamar, en baile flamenco, Escuela Sevillana, concepto acuñado por Matilde Coral, que jaleó anoche a su discípula, Montes lleva este concepto más allá. Su arte, no obstante pertenecer a esta denominación de origen, va más allá, porque en sus manos, en sus hombros, en su cadera, en su mirada, se hace absolutamente único, personal. Lo que esta mujer tiene entre las manos es un tesoro de valor incalculable, una piedra preciosa, el último brillo de una especie en vías de extinción. Arte de la bata de cola y del mantón, del volante, del rizo y de la pose. Lo que aporta Montes a todo este cocepto es un zapateado contundente, una presencia escénica rotunda.




El garrotín, por ejemplo, fue oro puro, un delicioso dúo con la guitarra de Ricardo Miño que acaricia las cuerdas con una sutileza una familiaridad, que es hija de una seguridad técnica absoluta. Ambos son dos creadores enormes que no necesitan trufar su arte con tantos elementos como los que ayer lastraron en cierta forma la propuesta. Con una puesta en escena caótica y un exceso de números instrumentales y vocales. Aunque me gustaran mucho la saeta y los fandangos de un cantaor con trazas de no profesional que no estaba en el programa de mano, no era el lugar para él. Tampoco el falso 'live painting'.

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