por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







jueves, 29 de marzo de 2012

Alegría en la entrega





'ArteSano' Miguel Poveda. Producido por El Bolita, Isidro Muñoz. Composiciones populares y de Isidro Muñoz, Miguel Poveda y El Bolita. Concepto musical de Miguel Poveda. Universal


Es un pequeño tratado de geografía flamenca: Jerez, Cádiz, Málaga, Sevilla, la Unión. Es también una instantánea de los diversos estados de ánimo flamencos que conforman la historia personal de Poveda y de los que atraviesa el cantaor en la actualidad, dominados por la alegría y la entrega energética. Si, amigos, aquí está el nuevo disco de Miguel Poveda: ¡cuanto tiempo ha pasado desde la última vez, amigo! Demasiado. Y qué gusto tan grande coger el disco y leer en la contraportada: seguiriyas, malagueñas, alegrías, tangos, soleá, minera ... Con todos los respetos a Quintero/León/Quiroga, de los que también se incluye una ‘coplería’, en los últimos tiempos se está convirtiendo en un lujo que un cantaor de flamenco grabe un disco ... de flamenco. Flamenco clásico, sí señor, y de uno de los cantaores más vitales y deslumbrantes del momento. ¡Cuánto tiempo ha pasado desde aquel lejano ‘Zaguán’ (2001)! Miguel, qué descuidados nos tenías. Han pasado tantas cosas buenas, desde entonces. Eso sí, debieran haber vendido también la lupa con el disco, para leer los créditos. Tientos con aires de zambra. Qué voz tan dulce, tan sensual. Y la guitarra de Manuel Parrilla le corresponde con el intimismo jerezano marca de la casa. La capacidad de emulación, dentro de su personal acento, es otra de las características de este cantaor, que consigue evocarnos a la misma Pastora Pavón en estos tientos. Con Parrilla también la seguiriya, entregada, justa, dolorida y muy equilibrada, con su macho por cabales: de una tacada. Una demostración de fuerza alejada de todo exhibicionismo vacuo. La minera es una miniatura con la guitarra delicada y sutil de Juan Ramón Caro. Pencho Cros llevado a una dimensión más lírica, redonda, cálida y plena de colores, más musical en fin. Juntos, los tres, consiguiero la XXXIII Lámpara Minera hace 19 años.

También por levante la intervención de Manolo Sanlúcar por malagueñas de La Peñaranda que aprendimos en la versión del maestro Morente (Matrona-Chacón es la línea ascendente). El toque del maestro se hace más pétreo, menos sensual y más duro, pero más esencial. El toque de Sanlúcar, con el tiempo, ya no se parece a nadie. Ni a Sanlúcar siguiera, es lo que quiero decir. El maestro Sanlúcar es, hoy por hoy, un género nuevo dentro del mundo de lo jondo. Tan quintaesenciado, ensimismado en su lirismo de azúcar quemado. Luego, dos fandangazos del repertorio de Santiago Donday, que Gamboa atribuye a La Sabina en el texto de presentación, puro caramelo. La soleá es un viaje a Triana. La interpretación espectacular, la letra tópica. El aire con el que lleva la melodía descendente, de recogida, es magistralmente ajustado. De repente el tempo se hace más sereno y Poveda evoca los líricos melismas marcheneros. Para morirse de gusto, de Marchena a Mairena, o viceversa.


De Alfarería a la cava: tangos del Titi pura sensualidad con los coros de Las Peligro y diálogos pícaros y de pique. Una descarga de pura alegría, nada menos. Atención a la joven guitarra de Jesús Guerrero. Cruzamos el puente por dos sevillanas flamencas y acancionadas y la guitarra ¡de Isidro Muñoz! (¿es cierto lo que leo en los créditos?), compositor de la pieza. Y otras dos estrictamente bailables, ya huele a feria, con las Corraleras de Lebrija: usted sí que sabe rodearse de lo mejor de cada casa. Bailando sigue la fiesta por bulerías con lo mejor, en este caso de Jerez, obvio: Diego del Morao, Parrilla, El Grilo, El Chícharo, Londro ... Hay un guiño a los estilos ligados de el llorado Luis de la Pica. Peazo de fiesta, señora.




Para gozo de los sentidos un tal Paco de Lucía que, fíjense lo listo que es Poveda, hace aquí, no bulerías o tangos o rumbas, sino alegrías. Estos maestros quintaesenciados se vuelven algo broncos porque ya saben lo que importa, la almendrilla, el sabor, el detalle, la minucia y la actitud. Paco de Lucía seguiría siendo el más importante tocaor de nuestro tiempo aunque estuviera manco. Y ¡no lo está, queda muy claro en esta entrega! Y qué deliciosa letrilla, otra vez Isidro (por cierto que la copla más divertida no está trascrita en el libreto), y qué deliciosa dicción de nuestro Miguel favorito, yéndose a unos territorios de cantiñas que no son los que él transita habitualmente: más intimismo, más recogimiento, más almendrilla como digo. La inteligencia aquí de Poveda ha sido sumarse a la estética paquera. Ole que cacho estribillo a coro de hombres, y qué hombres, y qué patá del Grilo. Paco de Lucía dulce y bronco. Bronco y dulce. Por esta joya, tan sólo, merecen la pena los 17 euros. Siguiendo por Caí, bulerías en tono mayor, la última joya, con el maestro Rancapino. El estilo se adapta a la perfección al carácter del intérprete, que aporta a los sones clásicos un ímpetu, una fuerza y una alegría propios. Ay qué gusto más grande encontrarnos con ese maestro del compás y la ronquera llamado Ranca. “Ay, que mire usté que crisis tiene este país”. De exquisita producción, de sonoridad elegante. Es el gran disco de Poveda que llevábamos años esperando. Es el acontecimiento musical del año, claro.

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