Baile: Farruquito, El
Carpeta, El Polito, Irene la Sentío, Gema Moneo. Cante: Mari Vizárraga, La Tana,
Rubito de Pruna. Guitarra: Roman Vicenti, Antonio Rey. Percusión: Luis Amador.
Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: 13 y 14 de junio. Aforo: Casi lleno.
El éxtasis. La entrega al momento presente. Maneja un par de claves
escénicas muy simples, ingenuas, efectivas. Tratándose de este intérprete, el
tópico, incluso el amaneramiento, resulta válido, pertinente, honesto. Con
Farruquito entramos en un mundo mejor, ese en el que cesa el cinismo, la ironía,
el pudor, el escepticismo, los enemigos del hombre.
Y las maneja
magistralmente. Es una cuestión de fe y de entrega, que son dos formas de decir
lo mismo. Cuando veo bailar al Carpeta, que es un niño, pienso en eso, porque
Farruquito también dio la vida, la infancia, por un sueño.
El título de
la obra no ofrece lugar a dudas. Despues de los experimentos malogrados de 'Sonerías', el baile de tradición familiar de Farruquito es el protagonista
absoluto de la función, con aportes de otros dos miembros de la saga, el Polito
y el mencionado Carpeta, y de la Sentío y Gema Moneo. Es una selección de piezas
anteriores, de sus siete espectáculos como cabeza de compañía.
Naturalidad, elegancia. Solemnidad cuando la ocasión lo requiere, en la
farruca, en la soleá, y mucha complicidad: con el grupo, en las bulerías y el
zapateado, y el público, que se sabe un protagonista más de la noche. El baile
de Farruquito es una ceremonia dionisíaca, la búsqueda del éxtasis en la rueda
del ritmo, una celebración de grupo, una forma de autoafirmación y de fe en lo
propio, de su gente, de su familia, de su raza, de los que respiramos y gozamos
y padecemos en este planeta. Por eso el cante en sus espectáculos está tan cerca
del grito: del éxtasis de la muerte y el placer. No caben aquí ejercicios
intelectuales, explicaciones técnicas, sino la pura entrega. Farruquito es un
pedazo de verdad del baile flamenco contemporáneo, eso es incontestable. Y en
tiempos tan dados a la incertidumbre, al doble discurso, esta verdad, de entrega
al puro éxtasis físico, reconforta el alma.
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