por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







martes, 26 de noviembre de 2013

El compás dionisíaco

'Boboterías: De Triana a las Tres Mil'

Baile: Bobote, Joselito Carrasco, Torombo, Pepe Torres. Cante: El Vareta, Guillermo Manzano. Guitarra: Paco Iglesias, Emilio Caracafé. Percusión: José Carrasco. Artista invitado: Tomás de Perrate. Dirección artística: José Jiménez 'Bobote' y Eugenio Iglesias 'Torombo'. Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: Lunes, 25 de noviembre. Aforo: Casi lleno.
El espectáculo es un homenaje a la percusión flamenca en su sentido más primigenio, el corporal. Y a una forma de entender lo jondo. Encarnada en uno de los artistas más influyentes del flamenco de los últimos 30 años. El Bobote es un maestro del soniquete y su energía domina, sostiene o matiza algunas de las obras más señaladas de lo jondo contemporáneo. Su compás ha respaldado y respalda a los más importantes bailaores, cantaores y músicos flamencos de hoy. En este espectáculo asume el protagonismo y por eso su patá por bulerías, mítica, abre y cierra la obra. 


En medio de estas dos demostraciones del compás más exacto y dionisíaco, toneladas de soniquete en forma de cante, baile y toque. Todos los intérpretes de la noche son ‘personajes’, es decir, artistas únicos e irrepetibles, personales, como el propio Bobote. Así Joselito Fernández, cuyo baile se hace de rogar desde hace años, y que ofreció unas alegrías plenas de elegancia y estilización. Pepe Torres es la otra cara del baile flamenco de hoy, dentro de una común concepción de espontaneidad flamenca. Si Fernández se desborda, Torres es contención, sobriedad y contundencia flamenca. Contundencia que en el Torombo se torna visceralidad, violencia e histrionismo de la mejor clase. Caracafé ofreció dos toques delicados con mucho sabor del Polígono, donde la nota por ‘blues’ no desentona en los tangos. El Vareta dio su voz extraña y tostada en soleares, martinetes y fandangos y Guillermo Manzano estuvo contundente cantando para el baile. Vizárraga se mostró magistral en unos tangos pletóricos de soniquete y Borja intensa y lúdica al tiempo.

Una obra colectiva, por tanto, en donde el protagonismo del Bobote se disuelve, positivamente, en una concepción social, comunitaria y entrañable de lo jondo.

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