por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







sábado, 16 de noviembre de 2013

Un enorme músico cubano




‘Border-free’ Chucho Valdés y los Afro-Cuban Messangers. Piano: Chucho Valdés. Voz: Mayra Caridad Valdés. Trompeta: Reinaldo Melián Álvararez. Tambor batá y voz: Dreiser Durruthy Bombalé. Percusión: Yaroldy Abreu Robles. Contrabajo: Gastón Joya. Batería: Rodney Barreto. Lugar: Teatro de la Maestranza, Sevilla. Fecha: Viernes, 15 de noviembre. Aforo: Casi lleno.


La grandeza de Chucho Valdés está más allá de su condición de virtuoso. De hecho, es muchos vituosos. Es el virtuoso del son y el blues, o el hard bop. En sus conciertos cabe toda la música cubana y a un tumbao suceden los cantos de Orishas. De hecho, entre otros gigantes de la cultura popular caribeña, Valdés trabajó con el gran Lázaro Ros.

Su grandeza está en que es consciente de que la música es un todo en el que no caben etiquetas y detrás de una variación de complejas armonías puede aparecer una melodía cantable. En ocasiones dentro de una misma pieza. Y, en todo caso, la música de Valdés siempre tiene presente al público, a todo el público; siempre es accesible, comprensible, elocuente. 



La música de Chucho Valdés es brillante, contundente, y se presenta con un halo de pulcritud y elegancia que son las señas de identidad de la casa. Revolucionó el jazz latino con su grupo, Irakere, en el que el jazz, el son, el rock y la música académica se unían sin complejos y sin solución de continuidad. En su polirritmia, en su sociabilidad, la música de Chucho Valdés impone siempre una distancia con el oyente y los guiños cómplices, desde ‘Rhapsody in blue’ al bolero más callejero, resuena siempre en nuestros oídos como un eco de algo que nos contaron. La música de Valdés no es cálida, aunque venga del Caribe, pero sí franca, obvia. El que busque temperamento, que vaya a otra parte, porque en Valdés es templanza lo que encontrará.

En Sevilla, donde presentó su último disco, ‘Border-free’, incluyó una composición, El Bebo, dedicada a la figura de su padre, recientemente desaparecido. Respaldado por un grupo de superdotados en donde destaca por su juventud la sección rítmica. Dreiser Burruthy Bombalé brilló en los cantos de santería con el acompañamiento del tambor batá, en tanto que la trompeta de Reinaldo Melián ofreció el contrapunto melódico al piano. La carismática Mayra Valdés, después de hacer cantar al público, impuso el sonido scat en su versión de ‘Bésame mucho’.

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