Cante: Takamitsu Ishizuka. Guitarra: Domingo
Rubichi. Palmas y jaleos: Los Niños de Santiago. Lugar: Peña Torres
Macarena, Sevilla. Fecha: Miércoles, 7 de noviembre. Aforo: Media
entrada.
En la noche de ayer compareció en el desnudo escenario de la peña
con más solera de Sevilla este singular cantaor. El intérprete
alternó su visión del clasicismo flamenco, soleares de la Serneta,
malagueñas del Mellizo, tangos de Pastora, con la canción
aflamencada de nuevo cuño, como las bulerías ‘A mis niños’
donde él mismo se acompañó a la guitarra. De hecho, Taka, que es
como se le conoce en el mundo del flamenco al cantaor, se inició en
este arte como guitarrista, para caer seducido más tarde por el
cante.
El Taka tiene una voz íntima, delicada,
sentimental, de amables tonos ocres, que sin embargo se crece en los
momentos de más emoción de los cantes, para mostrarse enérgica,
rota o categórica, según convenga al estilo elegido. Domigo Rubichi
supo aportar la serenidad solemne propia del toque de la Plazuela que
atesora en sus manos.
La comparecencia del Taka en este templo del
flamenco es un hito, como hito fueron en su día las grabaciones de
La Marrurra con Melchor de Marchena o la película que acaba de
estrenar el festival de Sevilla, ‘Gipsy Davy’, sobre la peripecia
flamenca del guitarrista californiano David Serva, que acompañó y
acompaña magistralmente a cantaores de tanto fuste como Manuel
Agujetas o Inés Bacán. Con esto quiero decir que, a las
dificultades propias que cualquier intérprete ha de enfrentar en su
formación, hay que añadir en este caso la distancia cultural
respecto del flamenco. Y, sobre todo, tratándose del cante, la
enorme dificultad idiomática. A pesar de ello, el Taka es uno de los
más destacados cantaores japoneses y ya tiene en el mercado
discográfico dos álbumes, ‘Banco de Santiago’ y ‘Reliquia’
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