por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







miércoles, 28 de diciembre de 2011

Por la línea clara



Debajo del romero
Jesús Corbacho
Picap, Producido por Jesús Corbacho, Juan Requena y Óscar Lago.

Con el toque de tradición jerezana a cargo de Manuel Parrilla, la seguiriya reluce como segundo corte de este disco, plena de intensidad y entrega. La voz afinada y clara de Corbacho cincela la melodía tradicional desmintiendo largamente a aquellos que afirman que este cante sólo se puede hacer con una voz bronca. Por malagueñas, más Parrilla y más Morente. Se trata de un cante de Chacón y, decir Chacón hoy es decir Morente, el más egregio cultivador contemporáneo de los cantes del jerezano. Recordemos que Parrilla fue la mano derecha durante un tiempo del de Granada. La voz de Corbacho vive en los melismas, es una repostería jonda, que diría el maestro Chano Lobato, pero con una pátina mate que le imprime un sabor muy contemporáneo a su cante. Este cante de Chacón es muy exigente desde el punto de vista vocal por la amplitud de registro que requiere, pero Corbacho sale del envite, no solamente con solvencia, sino con brillantez, muy apegado al espíritu original de esta composición. Esa línea clara de lo jondo que fue la primera expresión de lo flamenco, con los Chacón, La Rubia, el Canario, etc., que se continuó en los 20 y 30 con Vallejo, Angelillo, Marchena, La Niña de los Peines, Pepe Pinto, pero que en los años 40 y 50 fue eclipsada por una estética más bronca, racial, y que en los últimos años renace con fuerza en las voces más jóvenes del panorama flamenco. Y, en esta línea clara, Huelva tiene una enorme cantera con Arcángel, Rocío Márquez, Jeromo Segura, Sandra Carrasco o el propio Corbacho. Una generación de cantaores nacida en libertad que, afortunadamente, ve en la música eso, música y silencio, y carece de los prejuicios de generaciones anteriores. A esta reivindicación de la línea clara hemos de sumar la valentía de un intérprete de 25 años que decide inaugurar su discografía con una obra estrictamente clásica, a contracorriente de la opinión de las grandes discográficas que, pese a su supuesto conocimiento de los gustos mayoritarios, no por nada entraron en crisis antes que el resto de la sociedad. 


Por soleá se inclina Corbacho por la línea melódica más brillante que es la trianera de los alfareros. Una pieza tan redonda y pulcra que asombra, especialmente en las formas ligadas atribuidas al Quino que popularizara Antonio el Arenero. En la guajira sigue Corbacho la línea más moderna de este cante, la que arranca con Escacena y se continúa con Marchena y Valderrama, modelo evidente de nuestro cantaor, aunque Corbacho le aporta un aire más bailable. Y es que la guajira figura en el primer registro sonoro del flamenco y a finales del siglo XIX contaba con una variedad de formas del todo ausente hoy en los repertorios. De lo más grave a la pura sensualidad, Corbacho demuestra aquí su dominio del melisma y la dulce queja. 

Las cantiñas cuentan con el aire festero que aporta el baile de Juan de Juan y las búsquedas armónicas de Juan Requena, productor musical del disco junto a Óscar Lago. Una pieza en la que Corbacho evidencia su larga relación con la danza flamenca. Y que, en su caso, a diferencia de muchos otros cantaores para el baile, el dominio rítmico no ha ido en detrimento de la claridad del fraseo. Requena aporta nuevas iluminaciones a las melodías clásicas, siempre sobre la base de un dominio rítmico apabullante. Corbacho equilibra de forma natural los valles y los climax, el intimismo con el desborde emocional.
     
Cuatro, de un total de diez, son las nuevas composiciones que incluye esta obra. La milonga de David Lagos se inspira en la tradición de Escacena mientras que tangos y bulerías tienen como referente las emisoras de radio, con sus estribillos corales, bajo eléctrico y demás parafernalia del flamenco-pop. Con todo, los tangos, desde una melodía exigente, ofrecen una de las mejores interpretaciones de Corbacho, mientras que las bulerías vuelven a dar fe de su dominio rítmico. Y un poquito de fiesta y soniquete, que nunca viene mal.