por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 27 de diciembre de 2010

martes, 21 de diciembre de 2010

Rocío Molina, Premio Nacional de Danza (y 3, esta vez sí)

Como algunos me habéis expresado la dificultad que tenéis para leer la página del Diario de Sevilla que reproduje hace unas semanas, con mi primera crítica-reseña de Rocío Molina, flamante Premio Nacional de Danza, os la ofrezco otra vez, en este caso precedida de una transcripción.


XLIII Festival de Cante de las Minas.


Segunda Semifinal del Concurso.

Cante: Mari Nieves Nieto, Niño del Romero, Manuel Domínguez, Raúl Montesinos, Loli Carbonell, Francisco Garrido, Juan Pinilla.

Guitarra: José Mª González El Mami.

Baile: Rocío Molina, Laura Cano, Juan Polvillo, Solera Chica, Asunción Pérez 'La Choni'.

Lugar: Antiguo Mercado de La Unión.

Fecha: Jueves 14 de agosto.

Aforo: Tres cuartos de entrada.

La segunda y maratoniana sesión del concurso se abrió con toda una sorpresa: el baile personalísimo de la malagueña Rocío Molina. En un género como éste de la danza flamenca, en el que estamos acostumbrados a ver los mismos gestos y poses una y cien veces repetidas, su baile no se pareció a ningún otro, por su combinación de ingenuidad infantil con elementos teatrales y otros tomados de danzas orientales. Un estilo dramático de fuerte carga expresionista pero que no cae en el exceso porque está atravesado de naturalidad y convicción. Una figura extraña, diferente, que combina elementos gestuales del baile hindú y técnicas que parecen tomadas de los derviches. Compuso una serie de figuras personales de aire naif que combinó con cierto misticismo en la mirada resignada.Uno de esos intérpretes que a veces nos parecen geniales y otras caóticos, pero que significan un aire diferente en un mundo aparentemente dominado por clones.

Más convencionales fueron las demás intervenciones en el apartado de baile, incluyendo los dos representantes sevillanos. Juan Polvillo intérpretó el baile más técnico de la noche, marcado por un zapateado vertiginoso y fuertes pateos, mientras que Asunción Pérez La Choni, que subió a la escena pasadas las tres de la madrugada al ser la última en el orden de intervención, trajo a La Unión la belleza de formas, equilibrio, donosura y la técnica de la bata de cola de la escuela sevillana con unas alegrías plenas de contención, sensualidad y complicidad.

A pasar de lo avanzado de la noche, y del consiguente cansancio acumulado, el público, y esperemos que el jurado, supo apreciar en lo que vale el arte de La Choni. En esta sesión participó el tercero de los guitarristas que han accedido a las semifinales, el madrileño José María González El Mami, que destacó por su alejamiento de la escuela flamenca actual, que huye de efectismos en los que se refiere a rasgueos, golpes de tapa y picados, que el guitarrista ejecuta con una sobriedad ejemplar. Una guitarra serena, meditabunda. De clara pulsación, casi de ejercicio de ensayo, tomada de la técnica clásica. Hizo tarantas y rondeñas muy evidentes, fáciles en apariencia, transidas de cierta serenidad zen o new age, que sorprendió al público. Son tres estilos muy diferentes, y los tres muy aplaudidos, los que hemos podido apreciar en los guitarristas que participan este año en el concurso.

El cante estuvo dominado por los intérpretes venidos a La Unión desde Sevilla. También debemos destacar, por su personalidad, que se sale de los cauces hoy habituales en un arte flamenco dominado por la imitación, al sevillano Manuel Domínguez Castulo. Posee un estilo corto pero eficaz y cantó con verosimilitud los estilos del grupo bajo-andaluz, tientos y soleares, en los que sin duda obtendrá alguna mención en el palmarés final. Raúl Montesinos, de La Puebla de Cazalla, fue el más completo, especialmente en su valiente y sentimental malagueña doble del Mellizo. Del resto destacamos el cante por seguiriyas de la jerezana Mar Nieves Nieto y, por supuesto, al Niño del Romero en la segunda de sus intervenciones en el certamen de este año: pulcro, ortodoxo, acabando bien el cante. Estamos ante uno de los más serios aspirantes a la Lámpara Minera.

DATOS DE PUBLICACIÓN

Publicación Edición Sección Fecha Página Docs.

DIARIO DE SEVILLA SEVILLA CULTURA Y OCIO 16/08/2003, página 38

lunes, 20 de diciembre de 2010

Cuando fue el silencio


1. La última carta.

La última carta. Ya no sabremos como hubiese sido su ‘Don Quijote’. Tampoco lo que pensará el odioso funcionario que dijo “no” a su solicitud de ayuda cuando se cumplieron cuatrocientos años desde la publicación del magno referente de la literatura hispana, mundial. Probablemente el hombre no piensa nada. Probablemente el hombre no piense. De lo que pudo haber sido tenemos ‘La última carta’ de Cervantes al Duque de Lemos en ‘Morente sueña La Alhambra’. Pero por muchos “vuestra excelencia” que en ella le dirige el cantaor al burócrata, a este no se le ablandó el corazón. A propósito de esta carta, que en realidad es la dedicatoria del ‘Persiles y Sigismunda’, le dijo a Miguel Mora en 1995: “el pobre Cervantes le llama cinco veces “vuestra excelencia”. Pero lo que le quería decir es “hijo de puta”.



2. El último concierto.



El último concierto. Es un sueño. A veces es una pesadilla, el féretro cubierto de coronas de flores abandonado en un cubículo rectangular, blanco, a dos metros bajo tierra. Y nosotros solos. Sobre su adorada María Zambrano: lo que antes fue aire, ahora es mármol. Lo que llama, oro, la lágrima cristal. Y otras, extrañamente, se apodera de nosotros una inefable felicidad que es la de haberlo conocido, el agradecimiento que sentimos hacia la vida por haberlo puesto en nuestro camino. Se ha ido como lo que era, un grande de España, en su última representación. El escenario del Isabel la Católica en Granada, su Granada. La capilla ardiente se abre a la una, aunque yo llevo una hora en la cola. Hasta la una y media no accedo al patio de butacas a contemplar la última representación. Miles de ciudadanos anónimos, entre ellos Fosforito, Luis Cabrera, Pedro Barragán, Asunción. Juan Carlos Romero no dice nada, sólo está. Como Manuel de la Luz. Un coloso llamado Paco Ibáñez se sienta justo en la butaca que hay delante de mí. Silencio. El último concierto de Enrique Morente fue una representación de silencio. Arriba, junto al féretro y el mar de flores, Aurora Carbonell, bailaora y hoy viuda de España. Se ha ido como lo que era, un grande de España. Y eso es también una inmensa alegría. La familia, también Soleá Morente, no tiene tiempo para respirar en su inmensa, formidable tarea en esta representación de la muerte real, que consiste en recibir pésames: Vicente Amigo, Nani y Antonio Sánchez, Juan Carmona, Andrés Marín, Noemí Martínez, Curro Aix, Marina Heredia, José y Encarna Anillo, Eva Yerbabuena. Ningún grito, ningún llanto, que los hay a miles, miles de seres anónimos que desfilan ante el féretro conminados por la guardia urbana, la guardia del tránsito; ningún llanto, repito, rompe la armonía del silencio. ¿Ángel Gabarre, fiel escudero, roto de lágrimas, qué será de ti sin tu caballero andante?

Manolete habla de ‘Amor de Dios’ por no hablar de la muerte. Hace un día espléndido en Granada y en la cuesta de la Alhambra las mimbres del río lloran mansamente. Dos coches de policía abren el cortejo que pasa por la puerta del guitarrero Francisco Díaz, que cantó y contó con Morente. El cementerio es un tumulto de vida porque el dolor también es vida, Arcángel está transido y Ortiz Nuevo parece sereno aunque me consta que es de los que más lloran. Todo se ha cumplido, los operarios hacen su trabajo con ritmo y hasta buen humor, delicados pero enérgicos, como le hubiese gustado al maestro. Pero hablando de los gustos del maestro: ¿qué hace este predicador mediático evangelista y del PP, arengando a la concurrencia? ¿No había cantado a los cuatro vientos Morente cuál es su fe, su profunda fe de vida? Todo está cumplido y nos quedamos, los que podemos soportarlo, los que no podemos soportarlo, alrededor de una tumba sin nombre. Como perros desconsolados sin amo al que seguir.




Imágenes: el cantaor en el Patio de los Leones, una imagen interior de su disco 'Morente sueña La Alhambra' y Morente en directo, por Takase.

martes, 14 de diciembre de 2010

Penúltimo adiós a Enrique Morente

Su mera ausencia es su última obra, por la trascendencia de la misma: nada será igual, no podemos esperar lo mismo del flamenco, sin él. Sabiendo que ya no nos emocionaremos hasta la médula, que no nos sorprenderemos de nuevo, con los primeros compases de su último disco, de su último concierto. Su desaparición transforma de golpe el panorama jondo contemporáneo, porque estaba en plenitud de facultades físicas, emocionales e intelectuales.

Porque fue el hombre que quiso ser, cantaor de flamenco en una familia sin tradición, en una ciudad, Granada, que parecía estar en los años 60 en la periferia de lo jondo. Por eso nos hace hoy el trabajo más fácil: lo mismo podemos decir que ha muerto el renovador del flamenco o el más clásico de los cantaores jondos. Y, sin embargo tenemos que escribir lo más difícil, lo más terrible, lo que nunca imaginamos que nos tocara escribir: ha muerto Enrique Morente.

De entre todas esas opciones me quedo con el gran aficionado que fue. No solo conocimiento, también pasión. Veneró a todos los trasmisores de la escuela chaconiana, empezando por Pepe de la Matrona, que fue su mentor. En su último disco en estudio todavía incluía una soleá del maestro trianero. Viajó a Cádiz para conocer los cantes de la zona y se hizo íntimo de Aurelio. Sus discos se pueden contar como homenajes explícitos o implícitos: a don Antonio Chacón, su obra del 77, a Marchena, a Pastora Pavón, a Montoya, a Manolo de Huelva, a Mairena. Pero también a Valderrama, La Serneta, el Mellizo, Yerbabuena, El Morato, Gayarrito, la Trini, a Fernanda y Bernarda en la caña ‘La Alhambra lloraba’: “las mimbres del río, gimen con Bernarda, la Alhambra lloraba cantando Fernanda”. Dado el reduccionismo característico de los medios de comunicación de nuestra época, es casi imposible explicar a un hombre como Morente, todo un hombre, el hombre que quiso ser, todos los hombres, que no cabe en cuatro palabras, en cuatro nombres: Picasso, Lorca, San Juan, Al-Mutamid, Garfias, José Hierro, Rius, Fray Luis, Del Encina, Cernuda, Cervantes, Lope, los Machado, Bergamín, Zambrano, Inglada, Pepe y Juan Habichuela. Niño Ricardo, Estrella, Tomate, Sanlúcar, Riqueni, Sabicas, Josele, Cerreduela, Ochando, Mario Maya, Carmen Mora, Segundo, Arcángel, Camarón, Israel Galván, Ortiz Nuevo, Pat Metheny, Lagartija Nick, Leonard Cohen. Todos ellos fueron flamencos y fueron vanguardia sonora en la garganta y en el cuerpo de este coloso de la música contemporánea.

Quiso ser un cantaor de flamenco y fue el cantaor de flamenco. Lo dije, lo escribí muchas veces cuando vivía, que era el más importante músico de flamenco de nuestro tiempo. Morente, con los años, se hizo menos reticente a las declaraciones de amor y homenajes que se le han prodigado en toda España en los últimos años, actos en los que lo pasaba realmente mal. Por eso este verano pude decírselo, en público, en La Unión: gracias en nombre de todas las personas a las que has hecho más felices con tu música. Será más difícil seguir sin ti. Pero tu ejemplo de entereza en la adversidad, de valentía, de honestidad y, sobre todo, de generosidad en la entrega del corazón que ahora se para, nos acompañará siempre.

 
 
Créditos de las imágenes: las dos primeras, de Jayam, de su concierto en La Unión en agosto de 2010. Las dos segundas, de su 'Omega' en el Festival Vaivenes Flamencos de Alcalá de Guadaíra en 2008.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Ha muerto Enrique Morente

La terrible noticia que esperábamos desde hace una semana se ha confirmado. Es un día muy triste, horrible. Enrique Morente ha muerto en una clínica de Madrid. En unos minutos ampliaré la información. Mientras, os dejo con la última crítica que escribí de él, de este verano en La Unión.



En mi corazón, en la emoción, aún permanece la felicidad de la noche. Ha sido el mejor concierto de Morente en La Unión. Mi mejor concierto de Morente en La Unión. El último amor es siempre el mejor. La última noche es siempre la mejor. `Morente en La Unión', podría ser el título de un curioso ensayo. Una historia de amor que, como tantas, comenzó por una fascinación y una frustración. La fascinación por un cante al que don Antonio Chacón nombró 'minera'. La frustración del joven Enrique que a finales de los sesenta es descalificado para la obtención de la preciada Lámpara. Algunas de las mejores historias han surgido de comienzos así de difíciles.










La primera sorpresa son los hombros vencidos de Rafael Riqueni. Así de valiente es este albaicinero, que rescata a un muerto andante: hay muchos que ya han enterrado, artísticamente quiero decir, a Riqueni. Rafael y Morente y contenga usted las lágrimas si puede: la malagueña de Chacón es la estilización de la desolación de unos señores que ya están de vuelta del infierno. Del paraíso. Las melodías se ofrecen cortadas a pico sobre el filón de la armonía. Ninguno estamos para fuegos de artificio. Y, sin embargo, qué delicia artificiosa esta melodía de Chacón que ni logramos escuchar, transidos de emoción, pero que está ahí confortándonos, sosteniéndonos, impidiéndonos caer, afirmando que todo esto, morirse en un instante de ausencias, para luego resucitar, es sólo un juego. El juego de la vida. “Antes morir que perderla” que dice el maestro: con tu cante vivimos más, mejor.







O la seguiriya, ya fuera de toda compostura. La emoción en carne viva. Y estilizada por una guitarra roma que rasca, que rompe, y que acaricia. Qué extraña caricia, qué de fiereza y candor, qué desierto preñado de esperanza. Que es luna y hielo, golpe de mar salada por el cielo de tu boca y leche. Cuando Riqueni, ya en el bis, inicia la falseta por tarantos es que la noche va a reventar. Yo no puedo más, no sé cómo Morente puede. Primero el taranto y luego la 'Elegía a Ramón Sijé'. Morente canta con toda su biografía temblándole en la voz. Que es toda nuestra biografía. 'Morente en La Union', las noches que lo sufrimos, que lo gozamomos, en este mismo escenario, que nos contemplan. Pero también de los jóvenes, la historia reciente. España y yo somos así, señora, que diría Manuel Machado: los huesos de Sijé, de Hernández, estercolando los Campos de Almendros, a unos metros de este escenario. Estamos en La Unión: taranto y Sijé. Y toda la historia de un niño llamado Federico que contempla la tarde desde un desvencijado desván en Asquerosa. Ni el pueblo ni el poeta están, pero están en la voz de Morente. Y Alberti, y Picasso y Rafael Inglada. Una biografía personal, la de Morente. Una biografía, la del oyente. Una biografía colectiva, la de este país llamado flamenco. Morente canta con doscientos años temblando en su garganta, y ha nacido ayer. La nostalgia pura se llama 'Adiós Málaga'.







Morente en La Unión es un termómetro vital: en 2004 lo vi desde el palco, muy bien acompañado. En 2007 contigo a mi lado. Ayer lo vi solo, en un asiento lateral que me procuró mi amigo Manolo Navarro. Fue el mejor concierto de Enrique en La Unión. Luego, fui por mi padre para que viera mi conferencia, esa que no di. Me acordé mucho de ti. Estaba muy feliz, estuve muy feliz, y acordándome de ti. De tu pelo recogido a la búlgara junto al Mar de Cristal.









Morente en La Unión. Hoy recibe Enrique Morente el Castillete de Oro, máximo reconocimiento institucional del Festival. Algunas de las mejores historias de amor surgen de inicios difíciles. Hoy La Unión le dice que lo quiere, maestro. A mí, además, me han puesto en un compromiso. Mi contrato dice que tengo que decir una conferencia sobre un cantaor llamado Enrique Morente. Comprenderán que, con el maestro aquí delante, con ustedes diciéndole “te quiero”, yo sería incapaz de decir ninguna conferencia. No puedo hacer un análisis objetivo, científico, sobre cómo el músico Morente ha compuesto música flamenca nueva para decir los poetas que más le dolían. Sólo puedo decir, como un unionense más, le quiero maestro. Ha sido mucha la felicidad que has aportado a mi vida. Ha sido mucha la felicidad que ha aportado a las vidas de miles de personas anónimas que yo quisiera representar esta tarde. Gracias maestro.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Rocío Molina, Premio Nacional de Danza (y 2)

Como hay amores que sanan y amores que enferman, existe arte que sana y otro que enferma. Por eso los flamencos estamos así de bien. Porque la mayor parte del arte jondo es sanador, afortunadamente. Por eso es falso, como tratan de convencernos algunos de nuestros gestores de lo público, en estas épocas difíciles, que el arte no sea un bien de primera necesidad. En el proceso de abaratamiento del alma que caracteriza a nuestra época, todo tiende a perder su valor primero. Los gestores políticos acaban con los proyectos culturales aduciendo que no son un bien de primera necesidad. Falso. El hombre hizo arte en las condiciones materiales más duras. Literalmente: el 'Cuarteto para el final de los tiempos' se compuso e interpretó por primera vez ante un público de 5.000 presos en un campo de concentración nazi. Por eso, digámosles a los que tratan de convencernos de lo contrario, que no. Que el arte, el espíritu, es primordial en el hombre. Que esto no es solamente un jarrón de adorno, un pretexto para salir retratado en los medios de comunicación. Enseñémosles a los que no saben. El arte es un valor del alma. Tampoco es un pretexto para la idea, para la dichosa ideita: ni la reivindicación de la patria, la igualdad intersexual o la liberación de la clases trabajadora. Aunque estas ideas sean todas excelentes, necesarias, el arte, el arte flamenco, no está al servicio de ninguna idea que no sea él mismo. Que no es una idea sino una pulsión del corazón. Lo demás son formas de prostitución, por muy sofisticadas que se nos ofrezcan. Entre el arte flamenco sanador destacan los protagonistas de los dos eventos de esta semana. Mario Pacheco era un artista, porque generaba arte, arte sanador. Y Rocío Molina ... Para celebrar la buena noticia de su Premio Nacional de Danza, os ofrezco su irrupción en el mundo flamenco, o lo que fue para mí su irrupción en el mundo del flamenco. Os ofrezco el documento tal cual: se trata de su participación en el Festival Internacional del Cante de las Minas como concursante. Muchos vimos la potencialidad sanadora de su arte aquella noche. No así los miembros del jurado del concurso, que no consideraron oportuno pasar a la final a Molina. Pero no todos estuvimos tan ciegos. No quiero decir que ya viera la potencialidad de la bailaora, que tal vez ni ella podía ver todavía. Estamos en agosto de 2003. La publiqué en el Diario de Sevila, 26-8-2003. Hace siete años. Aunque sí: sí que vi su potencialidad. Juzguen ustedes mismos:

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Rocío Molina, Premio Nacional de Danza

La malagueña Rocío Molina, a sus 26 años, es el nuevo Premio Nacional de Danza, en su modalidad de interpretación, galardón que concede el Ministerio de Cultura de España. Mañana ampliaremos esta noticia. Ahora, os dejo con el último texto que he escrito sobre ella, la crítica de su espectáculo 'Cuando las piedras vuelen' incluido en la programación de la última Bienal de Sevilla: http://vaivenesflamencos.blogspot.com/2010/09/las-flores-del-frio.html