por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







domingo, 28 de abril de 2013

Seguimos con el Curso Historia del Baile Flamenco, miércoles y viernes de mayo y junio


El cantor de más vida



‘Los flamencos cantan a Miguel Hernández’ Varios intérpretes. Prod. David Deubi. Universal.

El poeta de las ausencias y del amor. No tenía más remedio que ser flamenco. De hecho lo fue: el único, con Manuel Machado, que escribió versos para ser directamente cantados por los flamencos. Lo contó José Gelardo en ‘Miguel Hernández y el flamenco’ (2011), donde demostró que el de Orihuela, además de amigo de primeras figuras del flamenco, era también cantaor aficionado. Incorporó, incluso, letras flamencas en sus obras, como los caracoles que compuso para el drama de guerra ‘El pastor de la muerte’.

Hernández también fue el primero para Enrique Morente, que se adelantó un año a Serrat con ‘Homenaje a Miguel Hernández’ (19719, el tercer disco del granadino del que retomó años más tarde sus ‘Nanas de la cebolla’ en gloriosa complicidad con el gran Rafael Riqueni. Esta segunda versión, de 2010, es la que recoge el disco colectivo ‘Los flamencos cantan a Miguel Hernández’.

La otra pieza recuperada son los fandangos ‘El pez más viejo del río’ del disco ‘Soy gitano’ (1989), penúltimo de Camarón de la Isla. El resto del contenido son nuevas grabaciones, específicamente realizadas para la obra. De clásicos como Carmen Linares. De artistas en plena madurez como Arcángel, Miguel Poveda, Duquende y Pitingo. Y de jóvenes valores como José Enrique Morente, Almaría y Karmona, grupo este último liderado por el joven Juan Carmona nieto, vástago de la saga de tocaores granadinos y premio Bordón Minero en La Unión en 2011. De hecho el disco está dirigido musicalmente por otro miembro de la familia Habichuela, Juan Carmona ‘El Camborio’


 
A Poveda le toca lo más difícil. En nuestros corazones permanecerá para siempre la melodía que Serrat compuso para la segunda parte del poema ‘El herido’, que el cantautor catalán nombró como ‘Para la libertad’ y que era uno de los temas más distinguidos del disco que Serrat le dedicó a Hernández en 1972. Poveda, con la ayuda de Chichuelo, hace el poema por bulerías con una melodía desdibujada. Unas nuevas bulerías, en este caso compuestas por Pepe de Lucía, para el soneto ‘Casi nada’ en la voz de Duquende. Y aquí surge la sorpresa: ¡Duquende, el gran camaronero, el mejor camaronero, ha descubierto a Enrique Morente! Con la guitarra amable del Niño de Pura, Duquende se queda, maravillosamente, en el melisma moro granadino morentiano. En la línea de esta vitalidad sobresaliente, la falseta cantarina del tocaor sevillano que nos sabe a gloria por su efectividad, su naturalidad y categoría, muy alejada de las variaciones evanescentes características de la guitarra flamenca actual: el mejor tema del disco, casi nada. Pitingo elige una melodía de Chacón por malagueñas para otro poema famoso de Hernández, Boca. Pitingo descubre al Manuel Vallejo laxo, quizá a través de otras bocas. Pitingo es un superdotado, de voz aterciopelada, sensual y de hermoso timbre, que no siempre pone al servicio de lo jondo. La cosa acaba con un estribillo épico, que no estorba sino que enriquece porque la cosa ya está hecha. Arcángel ha elegido los aires de su tierra para ‘Todas las casas son ojos’. La interpretación da la medida de hasta qué punto este poeta tenía asimilados los metros populares en su escritura.

Tonás es el palo elegido para ‘El sol, la rosa y el niño’ de Carmen Linares, que cuenta con el espléndido y misterioso toque de Pablo Suárez al piano.

Los jóvenes han elegido para sus versiones estilos menos comprometidos, con la excepción del hijo pequeño de Morente, José Enrique Morente, que interpreta Antes del odio por granaínas con la guitarra enorme y serena, fabulosa, del patriarca Carmona, Juan Habichuela. La falseta tremolada por granaínas de este tocaor, Sacromonte puro, es uno de los patrimonios sublimes de este arte. Y el joven Morente: voz dulce, de leche, íntima, para una melodía clásica, la que firmó Antonio Chacón. Valiente José Enrique.

Carta es un bolero puro Karmona, con la guitarra de Juan Habichuela nieto y la voz de Lucas Carmona y el propio Habichuela nieto, que hacen de Antonio. Karmona es la nueva generación de Ketama. Este bolero, como los tangos de Almaría, es lo más convencional y previsible del disco: es curioso y extraño que los jóvenes flamencos sean los más tópicos y conservadores. El disco se cierra con una sorpresa: la voz de Lucía Izquierdo, nuera del poeta, que canta un fragmento de ‘El labrador de más aire’ con bastante solvencia, teniendo en cuenta que no es una cantaora profesional.

 

Hernández fue el cantor de la muerte, de la muerte terrible de la guerra y la prisión. Pero fue también el cantor de la vida, de la libertad, del amor. Por eso no me gusta el sombrío diseño de la carpeta del disco. A Miguel Hernández lo cantaron y lo cantan, además de Morente y Camarón, Diego Carrasco, Lole y Manuel, La Barbería del Sur y el Niño de Elche. Manuel Gerena, flamante Medalla de Oro de Andalucía, le dedicó el que es hasta ahora su último disco de estudio (‘Canta con Miguel Hernández’, 2001) y Carmen Linares tiene todo un espectáculo basado en su poesía, ‘Oasis abierto’, como pudimos comprobar en la última Bienal de Flamenco de Sevilla.

Acabo con un par de muestras de la poesía flamenca que Miguel Hernández escribió para ser cantada, muy poco conocida, publicada por vez primera en Chile en 1959 según nos informa, de nuevo, José Gelardo: ‘Que yo no sé qué me pasa/si te quiero o no te quiero/ si tu casa no es tu casa/ si hiela un querer o abrasa/si me matas o me muero’. ‘Nadie diga a su vecino que en la taberna murió/un querer que enterré yo/dentro de un vaso de vino’.

Poesía popular que, si bien no es de una calidad literaria enorme, merecería, al menos, formar parte de su obra completa, honor que sí han merecido otras poesías tempranas del oriolano. Según un testimonio, éstas forman parte de unas siete letras, que reproduce Gelardo, que, según un testimonio oral, Hernández improvisó en una servilleta de bar cuando, estando cantando su amigo el Niño de Fernán Núñez, este se quedó sin letras y el poeta las compuso para él.

 


 No cabe duda de que Hernández leyó los cancioneros flamencos, tan populares en los años 20 y 30, como los clásicos del siglo XIX: Rodríguez Marín, Demófilo, etc.

De hecho, fue la influencia del poeta y cantaor aficionado Carlos Fenoll, al margen del ambiente flamenco dominante en el periodo en toda España, también en el levante, Alicante y Orihuela, lo que marcó la afición flamenca del poeta. Gelardo testimonió en su momento su amistad con algunos cantaores, al margen de su paisano Carlos Fenoll: el Niño de Fernán Núñez, para el que compuso las letras trascritas, El Mamaíllo o el Algabeño, torero, cantaor y combatiente republicano.


viernes, 26 de abril de 2013

Curso 'Historia del Baile Flamenco'

En mayo entramos en el siglo XX en el Curso Historia del Baile Flamenco



Mirar un cuadro



‘Persuasión y Devoción’. Cía. Eva Yerbabuena. Baile, idea, coreografía y dirección: Eva Yerbabuena. Baile: Úrsula López, Tamara López, Leonor Leal, Gemma Morado, Vanesa Aibar, Verónica Llavero, Mercedes de Córdoba, Lorena Franco, María Moreno, Myr Garrido, Eduardo Guerrero, Moisés Navarro. Músicos: Paco Jarana, José Valencia, Antonio Coronel, Rocío de Frutos, Fernanda Teixeira, Guillermo Peñalver, Juan Carlos Rivera, Alejandro Casado. Textos: Horacio García. Lugar: Convento de Santa Clara, Sevilla. Fecha: Del 25 al 28 de abril. Aforo: Lleno.

Las santas de Zurbarán, en la versión de Eva Yerbabuena, son austeras, casi calvinistas, y también exuberantes. Delicadas o poderosas. Niñas o señoras. Vaporosas o graves. Masoquistas y golosas. Incluso hay una santa que más que santa es una diosa, Venus en su nacimiento. El espectáculo tiene tanto de desfile de modas como de música del barroco, como de danza. Eso sí, música del barroco inglés, sobre todo de Henry Purcell, para las santas del pintor de Fuente de Cantos. 


En el claustro del convento de Santa Clara también bailó el helecho, la redonda naranja y la luna, llena, escondida entre nubes. El mejor coreógrafo es el viento, quizá porque es sordo. Pero Yerbabuena mostró un oído total para coreografiar la zarabanda de Nicola Matteis, trasformar el arte de la variación melódica en el arte de la variación coreográfica. En realidad, la zarabanda está en el corazón mismo de lo jondo hasta el punto de que mi paisana La Rubia de las Perlas grabó este estilo flamenco en las primeras décadas del siglo XX. Que una de las tradiciones herederas de ese gran estallido musical y coreográfico que fue el barroco es el flamenco, está fuera de toda duda. Ahora falta quien le hinque el diente al asunto. No este espectáculo, no era el objetivo del mismo. Si la parte musical es respetuosa con las partituras y la parte del vestuario también se inspira, aunque de forma más libre, sobre una realidad histórica concreta, la coreografía es una versión libre contemporánea, flamenca en buena medida, de los cuadros de Zurbarán. Eva Yerbabuena se ha plantado ante los lienzos y les ha exprimido todo el baile, todo el drama que ve en ellos. Toda esa pasión contenida en los pechos de las santas. Y qué santas: deliciosa Vanesa Aibar en su breve intervenció de Santa Eufemia anhelante. Ursula López en zapatillas como Santa Apolonia. Santa Isabel de Turingia, en puntas, sutil y sentimental, dramática, estupenda.

 



El clímax del espectáculo es la saeta portentosa que canta José Valencia y que baila la Yerbabuena. Si era obvio que en la obra había mucho de desfile procesional de la Semana Santa de Sevilla, en el final del espectáculo esto se hace carnalmente palpable. Yerbabuena baila maravillosamente la música de Purcell, con sólo dedicarse a escucharla. Pero se rompe y nos rompe en la saeta en donde se trasforma en una Santa Casilda Dolorosa.

jueves, 25 de abril de 2013

Seguimos con el curso 'Historia del Baile Flamenco'

Con la llegada de mayo entramos en el siglo XX en nuestro recorrido por la Historia del Baile Flamenco

Ha muerto el cantaor Manuel Mairena



Aquí os ofrezco algunos datos biográficos del cantaor Manuel Mairena (Manuel Cruz García), fallecido la pasada madrugada en Sevilla:

- - 1934 nace en Mairena del Alcor, último vástago de Rafael Cruz Vargas, en este caso con su segunda mujer Ángeles García Vanda, con la que también tendría una hija llamada como su madre. Antes, del matrimonio con Aurora García Heredia, habían nacido una niña que murió al nacer el segundo hijo,  Antonio, y Águila, Curro, Juan, Rosario y María Josefa.
- - 1947 obtiene un Premio de Saetas en Radio Sevilla con 13 años.




- - 1951 entra como cantaor en la academia de Enrique el Cojo.
- - 1960 se integra en la Cía. Susana y José con la que gira por distintas ciudades de Europa.
-- 1962 participa en el Concurso de Córdoba, que le entregó la III Llave de Oro del cante a Antonio Mairena, como cantaor para el baile de Farruco y Carmen Carreras. Su intervención no pasa desapercibida para Anselmo González Climent, miembro del jurado.
  - Años 60: se integra en los festivales andaluces, siendo su primera participación el Festival de Granada.


- - 1965. Giras por Europa y América en la Cía. de Manuela Vargas. Obtiene el galardón ‘Antorcha del Cante’ en el Concurso de Mairena del Alcor.
- - 1984 obtiene el primer Compás el Cante organizado por la Fundación Cruzcampo.
- - Otros galardones: Saeta de Oro de Radio Nacional de España, Caña de Manzanilla de Plata de Sanlúcar de Barrameda, tercer premio del Concurso de Cante de Cádiz, primer premio del Festival de Archidona, premio de Saetas de Málaga, Premio Tomás Pavón en el Concurso de Córdoba.
- - Posee una extensa discografía (unos diez discos de larga duración) con las guitarras del Niño Ricardo, Melchor de Marchena y Enrique de Melchor.






lunes, 15 de abril de 2013

Curso 'Historia del Baile Flamenco'


Un héroe de lo jondo



‘Soy flamenco’ Tomatito. Con Paco de Lucía y Camarón de la Isla. Universal.

El guitarrista almeriense publica, tras nueve años, un disco con nuevos toques flamencos.

 
El álbum se inicia con un pasaje ‘ad libitum’ y unos coros que recuerdan al cante por caña. Desemboca luego en una bulería épica. La épica será siempre el gran valor de Tomatito, un auténtico héroe, mantenedor de la poesía de lo viril en época de cinismo, dobles mensajes y descreencias. Con todo, estamos ante un toque íntimo, que es la nota dominante del nuevo disco del almeriense, en el que la voz de Mari Ángeles Fernández nos retrotrae a paisajes serenos de nuestra infancia. La melodía es pulcra y unidireccional, no se pierde en veleidades armónicas ni conceptuales. Las falsetas gustan y se gustan. Nacen para la emoción y el deleite, sin más problemas. Lo que sorprende más, tratándose de este tocaor, es la pulcritud y el intimismo. La cosa acaba con el previsible estribillo coral en las voces de Mari Ángeles Fernández y Kiki Cortiña. La segunda entrega por bulerías del disco se llama ‘Despacito’ en donde las falsetas se suceden de manera fluida sin apenas presencia de rasgueos y donde, además de los coros, aparece la voz poderosa del Guadiana para unos cantes ligados de nueva melodía. Tema y variación, en lugar de rasgueo y falseta, es el formato de esta segunda bulería.

La tercera bulería de ‘Soy flamenco’ está dedicada al desaparecido Moraíto y es el más frenético y generoso, el más contundente de los cuatro toques por este palo que incluye el disco. Bulería a dos guitarras, "desdoblá", como viene definida en los créditos. Hay más reverberación, más ritmo, pero el toque no deja de ser amable con el oyente. Como el resto de los temas del disco aparecen en buena medida desnudos, en congruencia con los tiempos que corren, se agradece esta generosidad de otra época. La última entrega buleaera de la obra es un homenaje a sus maestros, a sus ídolos flamencos. Aparece la voz resucitada de Camarón y es Paco de Lucía el que da la réplica a la guitarra. La ingeniería técnica facilita la ilusión de volver a una época mítica en la historia del flamenco, cuando se unieron los destinos de estos tres músicos fundamentales de lo jondo moderno.

En los tangos aparecen arreglos de percusión y bajo eléctrico. Pero surge inopinadamente un trémolo lleno de miel. Con todo, sigue siendo una pieza contenida, pulida, enérgica pero no desbordante, contundente pero no arrolladora. ‘El regalo’ de este disco es la voz de Camarón, que aparece por partida doble, en las seguiriyas así tituladas y en las cuartas bulerías del disco, ya mencionadas. La seguiriya dura apenas tres minutos, apenas un par de falsetas para la voz dolorida, rota, impresionante, viva, del mito de San Fernando. Un toque muy rítmico y básico. Una seguiriya moderna en la línea de Paco de Lucía y Morente, es decir, de Manuel Vallejo. ‘La Fuentecica’ es una soleá de enorme sabor tradicional en los rasgueos, que es lo que vale, lo que le da tierra a este toque, a todos los toques. Las falsetas son elucubraciones que amplían el lenguaje melódico del flamenco. Pero lo que da el sustento jondo son los luminosos rasgueos. La música de Tomatito, fiel a sus orígenes orientales, ha sido siempre austera, pero en este disco, con buen criterio sin duda, se ha vuelto aún más esencial. Una vuelta a los orígenes. A pesar de que el toque se cierra con los, al parecer inevitables, coros evanescentes.

 

La rondeña, desde la creación de este toque por Ramón Montoya, es la piedra de toque para todo guitarrista, el lugar donde mostrar la variedad de recursos de que dispone, el toque de más compromiso. Es la única pieza ‘ad libitum’ de esta obra. Los aires abruptos, extraños y radicales, del oriente andaluz. Clasicismo en un toque siempre actual, por su curioso trascurrir armónico. Es el toque más vivo, más creativo, de este disco. Más enérgico, más visceral. La ausencia de un ritmo externo estricto obliga al tocaor a comprometerse. Hasta que, siguiendo la línea de Paco de Lucía, el toque se cierra a ritmo.