por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







miércoles, 28 de diciembre de 2011

Por la línea clara



Debajo del romero
Jesús Corbacho
Picap, Producido por Jesús Corbacho, Juan Requena y Óscar Lago.

Con el toque de tradición jerezana a cargo de Manuel Parrilla, la seguiriya reluce como segundo corte de este disco, plena de intensidad y entrega. La voz afinada y clara de Corbacho cincela la melodía tradicional desmintiendo largamente a aquellos que afirman que este cante sólo se puede hacer con una voz bronca. Por malagueñas, más Parrilla y más Morente. Se trata de un cante de Chacón y, decir Chacón hoy es decir Morente, el más egregio cultivador contemporáneo de los cantes del jerezano. Recordemos que Parrilla fue la mano derecha durante un tiempo del de Granada. La voz de Corbacho vive en los melismas, es una repostería jonda, que diría el maestro Chano Lobato, pero con una pátina mate que le imprime un sabor muy contemporáneo a su cante. Este cante de Chacón es muy exigente desde el punto de vista vocal por la amplitud de registro que requiere, pero Corbacho sale del envite, no solamente con solvencia, sino con brillantez, muy apegado al espíritu original de esta composición. Esa línea clara de lo jondo que fue la primera expresión de lo flamenco, con los Chacón, La Rubia, el Canario, etc., que se continuó en los 20 y 30 con Vallejo, Angelillo, Marchena, La Niña de los Peines, Pepe Pinto, pero que en los años 40 y 50 fue eclipsada por una estética más bronca, racial, y que en los últimos años renace con fuerza en las voces más jóvenes del panorama flamenco. Y, en esta línea clara, Huelva tiene una enorme cantera con Arcángel, Rocío Márquez, Jeromo Segura, Sandra Carrasco o el propio Corbacho. Una generación de cantaores nacida en libertad que, afortunadamente, ve en la música eso, música y silencio, y carece de los prejuicios de generaciones anteriores. A esta reivindicación de la línea clara hemos de sumar la valentía de un intérprete de 25 años que decide inaugurar su discografía con una obra estrictamente clásica, a contracorriente de la opinión de las grandes discográficas que, pese a su supuesto conocimiento de los gustos mayoritarios, no por nada entraron en crisis antes que el resto de la sociedad. 


Por soleá se inclina Corbacho por la línea melódica más brillante que es la trianera de los alfareros. Una pieza tan redonda y pulcra que asombra, especialmente en las formas ligadas atribuidas al Quino que popularizara Antonio el Arenero. En la guajira sigue Corbacho la línea más moderna de este cante, la que arranca con Escacena y se continúa con Marchena y Valderrama, modelo evidente de nuestro cantaor, aunque Corbacho le aporta un aire más bailable. Y es que la guajira figura en el primer registro sonoro del flamenco y a finales del siglo XIX contaba con una variedad de formas del todo ausente hoy en los repertorios. De lo más grave a la pura sensualidad, Corbacho demuestra aquí su dominio del melisma y la dulce queja. 

Las cantiñas cuentan con el aire festero que aporta el baile de Juan de Juan y las búsquedas armónicas de Juan Requena, productor musical del disco junto a Óscar Lago. Una pieza en la que Corbacho evidencia su larga relación con la danza flamenca. Y que, en su caso, a diferencia de muchos otros cantaores para el baile, el dominio rítmico no ha ido en detrimento de la claridad del fraseo. Requena aporta nuevas iluminaciones a las melodías clásicas, siempre sobre la base de un dominio rítmico apabullante. Corbacho equilibra de forma natural los valles y los climax, el intimismo con el desborde emocional.
     
Cuatro, de un total de diez, son las nuevas composiciones que incluye esta obra. La milonga de David Lagos se inspira en la tradición de Escacena mientras que tangos y bulerías tienen como referente las emisoras de radio, con sus estribillos corales, bajo eléctrico y demás parafernalia del flamenco-pop. Con todo, los tangos, desde una melodía exigente, ofrecen una de las mejores interpretaciones de Corbacho, mientras que las bulerías vuelven a dar fe de su dominio rítmico. Y un poquito de fiesta y soniquete, que nunca viene mal.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Una liturgia sentimental


‘El cante en movimiento’. Rafael Jiménez ‘Falo’. Producido por El Falo. Guit.: Fernando de la Rua, Cano, David Serva. Edición del intérprete.

La voz de Rafael Jiménez Jiménez (Oviedo, 1964) es una de las más singulares del panorama flamenco. Ésta es su segunda entrega discográfica, tras aquel gozoso ‘¡Cante gitano!’ (1996) grabado con otra de las figuras fundamentales del flamenco contemporáneo, el guitarrista Juan Antonio Suárez ‘Cano’. Es, asimismo, la guitarra del tocaor extremeño la que abre la obra a ritmo de bulerías, para una melodía tradicional asturiana aquí llamada montañesa. El hecho de que el Niño de la Isla o el Mochuelo, así como la propia Niña de los Peines, y recientemente Jesús Heredia, grabaran la asturianada o montañesa revela que a principios del siglo XX el repertorio del cante flamenco era más extenso y abierto de lo que lo es hoy, y se alimentaba sin ningún complejo de las músicas populares que encontraba a su paso. Esta cosa llamada últimamente fusión es en realidad algo anterior y más antiguo de lo que luego se llamó pureza.

La voz del Falo es una liturgia añeja, gris, austera, íntima, muy sentimental y solemne, que otorga estas cualidades míticas a cualquier repertorio. El romance es también folclore siendo éste, hoy día, una reconstrucción más o menos arqueológica de algo que nació, como tal, al tiempo que la estilización jonda de las músicas y las danzas de los llamados "bailes nacionales". Si brillante es la interpretación vocal, a la misma altura está el arreglo en tonos menores a dos guitarras, con el portugués Fernando de la Rua, o la percusión que mezcla el tradicional pandero con las palmas por bulerías. El arreglo del Falo es muy loco, al mezclar la melodía asturiana con otras tradiciones líricas, pero en su voz y en su interpretación se nos aparece como un cante redondo y multisecular. Tan nuevo como el último aliento, tan viejo como esa humana costumbre de respirar.

Los tangos extremeños no se pueden hacer más pastueños, demorados, solemnes: lástima del estribillo coral. Eso sí, el arreglo revela la elegancia, el gusto caracterísco de este cantaor. El tercer corte es el ‘Ay, ay, ay gitano’, la adaptación que Manuel Vallejo hizo de la canción del tenor Miguel Fleta, al que une otras canciones tradicionales como las jotas aragonesas y el ‘Pregón del frutero’, también de Vallejo. El virtuosismo del Falo está en consonancia con el frenesí dancístico de Rafael Estévez, único acompañamiento de la pieza junto a las palmas de Liñán y Marco Flores.

La soleá de Juaniquí, Yllanda y El Chozas está acompañado por un piano en tonos menores y modalidad flamenca de aires bluseros a cargo de Pablo Suárez. Uno de los momentos más brillantes de un disco verdaderamente notable.

 

En el romance de ‘La monja a la fuerza’ es el violonchelo de José Luis López el que hace las veces de zanfoña y percusión. Este romance lo interpretó para el disco el Negro del Puerto pero se cantaba en todas las casas españolas hace cincuenta años. El Falo tiene esa disposición emocional que aúna la entrega y el distanciamiento de forma nada contradictoria, sino absolutamente necesaria. El Falo es un superdotado, no por la voz nasal y afinadísima de timbre mate, sino por esa facultad de entregarse y permanecer al mismo tiempo a una distancia de espectador de la película que va pasando ante nuestras narices, en el caso de este romance un drama verdadero.

Las guajiras se miran en el espejo de Valderrama con la inclusión de timbres contemporáneos que remiten a la música cubana actual en un brillante arreglo. La malagueña del Mellizo, introducida por una granaína a la forma del gran Aurelio, está ejecutada en directo con una contención, seguridad melódica y concentración deliciosas. Es uno de los grandes intérpretes contemporáneos de este cante, tan vital como equilibrado en lo musical, muy exigente técnicamente, y uno de los pocos cantaores capaz de incluir aportaciones propias en un estilo tan consolidado en el canon jondo, con un final a ritmo absolutamente turbador. La soleá final es tan tradicional como novedosa.

domingo, 20 de noviembre de 2011

El mar inmenso de lo jondo

‘Cuadernos Gitanos’ Nº 8


Dir. Joaquín López Bustamante. Madrid, Instituto de Cultura Gitana, 76 pp.




El error no consiste en que no sea verdad lo que se dice. El error consiste en creer, o hacer creer, que lo que abarca mi mirada es el universo entero. Por supuesto que la trasmisión familiar, en un hogar gitano, o no gitano, es parte de lo jondo. Pero un arte que casi desde sus orígenes cuenta con representaciones escénicas y, sobre todo, con registros sonoros, se ha trasmitido principalmente a través de los mismos. Por supuesto que el flamenco es un arte con el marchamo de los gitanos. Pero la evidencia es que la mayoría de los creadores, recreadores e intérpretes del mismo no eran gitanos. Claro que hay que decir que muchos otros, algunos de los más geniales, sí lo eran: la Niña de los Peines, Ramón Montoya, Caracol, Mairena, Mario Maya, Camarón ... por decir unos cuantos nombres a vuela-pluma.

Como el terreno en el que me estoy adentrando hoy es muy resbaladizo, quiero rogarte, lector, que no entiendas nada que yo no diga. Y lo que digo es que la presencia gitana en lo jondo es fundamental. Así lo entiende, acertadamente, el último número de esta revista que, ocupándose de forma parcial de este arte, presenta en este número un monográfico sobre lo flamenco. Con lo que no estoy de acuerdo es con el enfoque teórico. Por ejemplo, el artículo de Ricardo Pachón, genial productor de álbumes clave en la historia de este arte, y aquí ensayista poco informado. Pachón hace caso omiso a la realidad histórica y a los más recientes hallazgos de los estudios flamencos cuando afirma, por ejemplo, que “toná, debla, martinetes, carceleras, livianas y seguiriyas” son “cantes matrices” en tanto que relega a “fandangos, granaínas (...), tarantas, cartageneras, mineras, murcianas, levanticas” a la condición de “folclore andaluz”. Con ello revela Pachón desconocimiento de lo jondo y del folclore. Malagueñas y tarantas, con sus derivados, se registran en los cilindros de cera mucho antes que la seguiriya, por no hablar de la debla o la liviana. Las ‘Escenas andaluzas’ de Estábanez Calderón hablan de malagueñas, jaberas y granadinas, pero no de seguiriyas o deblas. La franca agresión viene al decir que manifiesta su “agradecimiento a este grupo de aficionados que en pleno periodo franquista, cuando la radio oficial solo trasmitía como flamenco las coplas en falsete de los Valderrama, Molina o Marchena, salvaran, para la posteridad, la verdad y la autenticidad de una música”. No sólo ofende a los aficionados a Valderrama y Marchena sino a la verdad y la autenticidad de estos dos creadores y recreadores, al menos uno de ellos sin duda genio del cante flamenco. Lo de relacionarlos además con uno de los periodos más nefastos de la historia reciente de nuestro país es ya demencial.

Este texto es la quintaesencia de un enfoque sesgado, esencialista, y que revela uno de los mayores males que aquejan a lo jondo desde los años 50: el cainismo, el cisma que devalúa una raza, incluso unas formas musicales, en detrimento de otras. Ciertos ensayistas proyectaron su propia moral cainita, su propio resentimiento, en formas musicales, coreográficas y literarias que, por sí, no son sino músicas y que, como tales, no son patrimonios sino de los músicos que las actualizan y su público. Desde entonces hay cante grande y cante chico, cante gitano y cante no gitano, cante bajo-andaluz y cante no bajo-andaluz. Olvidándose de Sabicas, gitano de Pamplona, Pilar López, paya de Madrid, Carmen Amaya, gitana del Somorrostro, o Angelillo, gallego de Vallecas. Olvidándose, acaso que Caracol fue un estilista del fandango personal o que La Niña de los Peines era una maestra de la cartagenera y la malagueña de Chacón.
Imagen de Paco Sánchez de la cantaora, no gitana por cierto, la Piriñaca, que ilustra esta edición de 'Cuadernos gitanos'

Una mirada obtusa, parcial, que se presenta, no obstante, como la “verdad y autenticidad” con unas miras ciertamente comerciales. Así nació, en la precariedad de los cincuenta, y así sigue, conquistando seguidores en medio mundo, como cualquier “escuela del resentimiento” que diría Harold Bloom. Parcial, sesgada y tendenciosa. Una mirada que se suma a otras miradas: los que creen que el flamenco es un hecho estrictamente urbano, o estrictamente rural, o netamente español, o absolutamente andaluz, totalmente reaccionario o vanguardista por los cuatro costados, arte de pobres o de una selecta minoría. La verdad es que todos llevan razón, desde la parcialidad de su mirada, porque el flamenco es todo esto y más, porque es un fenómeno vivo que se expande en todas las direcciones. Lo que tenemos que discriminar es cuando el teórico se limita, simplemente, a tratar de encerrar en la botella estrecha de sus propios prejuicios (racistas, morales, nacionalistas, de clase, etc.) el mar inmenso de lo jondo. Una cosa es que este “es mío, que yo lo vi primero” nos produzca ternura. Pero somos adultos. Y mientras, el fundamental estudio de la presencia e influencia de lo gitano en el flamenco continúa sin hacerse



miércoles, 2 de noviembre de 2011

Elogio del cruditismo


‘Quijote de los sueños’ Arcángel. Producido por Arcángel. Guitarra: Miguel Ángel Cortés, Daniel Méndez, José Antonio Rodríguez. Sony Music. 
                                                                                                                                                    Los tiempos demandan cruditismo, y sin embargo en el flamenco, un arte tradicionalmente básico, cada día nos encontramos obras más elaboradas. Cuando los ingredientes básicos son de calidad, como es el caso, el fuego cuanto menos mejor. Se trata de una de las voces más emotivas y versátiles del panorama jondo de hoy. Ese cantaor, uno de ellos, de los que siempre esperamos una nueva entrega con expectativas altas. Quizá sea ese el problema. Que les exigimos mucho porque son los mejores. Es cierto que en cada una de sus entregas nos sabemos abonados a un par de sacrificios a esos dioses paganos que ni mucho menos se van a aplacar con esta caduca ofrenda de estribillos, coros y bajo eléctrico. Que los mercados son insaciables, lo comprobamos cada día en el noticiero. Pero también surgen, siempre, joyas. Los tangos podrían firmarlos dos docenas de artistas menos dotados que Arcángel. Y eso que el texto lo pone uno de nuestros poetas favoritos, Ortiz Nuevo. Mire usted que el Quijote, como artefacto estético, podría ser un buen referente para nuestros tiempos de crisis, también. Hasta que los críticos no pusieron de manifiesto sus imperfecciones, incluso argumentales, no los apreciamos los que leemos por puro placer. ¡Bendita humana imperfección! Igual que las cicatrices del muro que ilustra los interiores de este disco: es un muro que ha vivido. A veces es lo mejor que podemos ofrecer a los demás, nuestras cicatrices. Nuestras dudas. Son señales de que hemos vivido. El Quijote respira porque se enfrente a molinos de viento para poder volver “vencido de mí mismo”, que es el combate más heroico que puede acometer un hombre. Entrega, a la vida: la soleá, de Alcalá a Cádiz, la guitarra como un Sancho fiel, que sí, que ve molinos si su amo se empeña en ello. Pero no es el caso: qué sutileza, qué miniatura feliz de acompañamiento, dentro de los más estrictos cauces tradicionales y desprovisto de todo gesto museístico. Porque todos hemos perdido, alguna vez, es por lo que nos perdemos en la gloria de esta soleá, con ese (casi) roto final del señor Guanter, alias Paquirri. Ole por esta ola.


Para cantantes pop aflamencados nos quedamos, ya puestos, con Antonio Orozco que bien lo demuestra en ‘Tu voz es mi voz’. Fandangos naturales que surgen con una elocuencia viril de otros tiempos que nosotros los flamencos hemos sabido mantener en una sociedad que tiende a degradar los valores tradicionalmente masculinos. Bulerías ligadas en una fórmula de enorme éxito en los años 80: nos entregamos al gusto del soniquete, a una melodía con pellizco y al placer de una voz única a la que, por una vez, oímos respirar. En los fandangos de Huelva, así llamados no sé porqué, Arcángel se erige, con destreza, en cantante de jazz ligero. En ‘No consigo’ la guitarra de Daniel Méndez nos limpia de paja y nos arroja en los tonos mayores del recuerdo merced a la inventiva de Isidro Muñoz, pese a que la letra no nos muerda. En este último corte del disco apreciamos el intento, serio, de hacer nueva música y letra flamenca. El intento es plausible y el resultado notable. Lo que más me ha gustado de la entrega, con la soleá.

En fin que nos quedamos con esa joya por soleá que nos hace echar de menos, volvernos, a esos discos de flamenco de cuando éramos pobres y lo sabíamos, esos elepés de vinilo que se grababan “en dos tardecitas después de comer” porque no había nada que demostrar. Tan sólo una vida que contar, que cantar. La nuestra. Echo de menos, también, en esta misma línea, los directos de este cantaor porque hoy por hoy, esa es la verdad, están muy por encima, por entrega, por veracidad, de sus manufacturas redondas. Quiero decir que hay que alcanzar un grado muy alto de civilización para darse cuenta de lo profundamente humano que es el arte primitivo. Que no salvaje. Crudo. Que no roto. Con toda la farfolla que está cayendo, y que va a caer, sólo sobrevivirá lo básicamente humano, como es lo jondo. Porque “ ni tú no estás, ni estamos/ para fuegos de artificio,/ cuando apenas si respiramos”.

domingo, 2 de octubre de 2011

El ataque de las bacterias

La producción número 11 de Casa Limón es el primer disco de Sandra Carrasco, que contiene una canción deliciosa y músicos de los cinco continentes




Sandra Carrasco. Producido por Javier Limón. Con Pepe Habichuela, Avisai Cohen, Josemi Carmona, Dhafer Youssef. Emi



Casa Limón se muda de barrio con este disco, producido, escrito e interpretado por un hombre que parece cinco. Esa es la vida social tan amplia que despliega. Aquí está todo el orbe, músicos del todo el mundo.



Sandra Carrasco se inició en el mundo de los tablaos y del acompañamiento al baile (Nuevo Ballet Español, Manuel Liñán) y este es su primer disco en solitario, por la puerta grande de la gran producción. Medios no le han faltado. La producción número 11 de Casa Limón contiene haikus más o menos complacientes y gustosas melodías. Lo que pasa es que todo ya es conocido y, si me permiten, viejo. Maravilloso, brillante, perfectamente lubricado y esterilizado. No son tiempos de gran producción. El terreno común en el que se han de encontrar todos estos brillantes músicos de los cinco continentes es ese lugar ya de todos conocidos de los estribillos pegadizos, el bajo contundente, el ritmo binario... Son sitios muy transitados y por eso el encuentro no se produce. Por este disco han pasado cientos de músicos y ninguno de ellos se ha encontrado con el otro. Con dos hubiésemos tenido de sobra. Con uno, que se hubiese encontrado consigo mismo. Viejo porque es de ayer mismo. Y lo que nos ha pasado en los últimos tiempos, y no me refiero sólo a la "industria de la música", ha provocado un súbito envejecimiento de lo de ayer. Lo más universal es lo más íntimo. No hay mayor multiculturalidad que un corazón que se duele y se goza porque, ¿en qué cultura no se padece y se goza? Es tiempo de volverse sobre uno y por eso este disco me parece anacrónico, siendo perfecto. Quizá hace diez años lo hubiese saludado como obra maestra. Carne cruda, es lo que exigen los nuevos tiempos: tan es así que hasta El Bulli ha cerrado sus puertas. Emociones desnudas, crudas. Aquí la emoción nos viene envuelta en un lujoso envoltorio, con algunos de los mejores músicos del planeta. Y aquí, hoy, el mejor músico del planeta es un solitario, anónimo, que canta a la luna, que se rompe en el espejo del río, de la marea humana que inunda las calles de corazones solitarios. Así está la cosa y la casa. Músicos maravillosos, buenísimos... hay miles. Artistas que sean capaces de mostrar sus talentos pero también sus imperfecciones, su humanidad, esa en la que reconocernos humanos falibles, muy pocos. Ay, qué soberbia lección nos dio hace unos días Riqueni en Sevilla. Eché de menos a muchos de estos artistas jóvenes, perfeccionistas. Reconocernos en la fragilidad de ser falibles, de equivocarnos otra vez. El público, nosotros, estamos cansados de admirar alhajas. Porque no estamos para fuegos de artificio, cuando apenas si respiramos, como le dijo Alberti a nuestro Manuel Gerena. Estos fuegos son lindos, pero resultan fatuos. Los tiempos claman por una voz y una guitarra, de madera si puede ser, de hombre o mujer si puede ser. La producción hoy consiste en limpiar, barrer... y dejar algo de mugre que nos proteja del ataque de las bacterias. Aquí todo es pulcro, delicado, elegante y algo falso. Voz perfecta, guitarra perfecta, estribillos perfectos, percusiones perfectas ... si quiere comunicarme algo, ¡rómpase usted! Y esto es imaginativo, ingenioso y aburrido. Es que estamos saturados del ingenio. Que venga la lluvia y se lleve tanta perfección, tanto estribillo, tanto bajo, tanta percusión. Tanto ingenio. Que nos desnude de alhajas que ya no nos deslumbran sino que nos impiden ver el corazón que hay debajo. Después de tantos despilfarros, no nos cabe ni un exceso más. Por eso brilla, como la joya que sí es, un corte de este disco: Eternamente tú. Puro pop, casi naif, desde la composición a la interpretación, pasando por los arreglos. No puedo dejar de escucharlo.



El futuro queda lejos de estos distritos lujosos. El futuro está en el barrio, a la vuelta de la esquina, en nuestra casa. Estamos hambrientos de buen pan, de trigo madurado al sol. Y es que el orbe está contenido en un grano de trigo. En un solo corazón. En una sola canción. 

sábado, 17 de septiembre de 2011

Una lección de libertad

'Parque de María Luisa'
Guitarra: Rafael Riqueni , Yago Santos. Piano: Pablo Maldonado. Violoncello: José Luis López. Contrabajo: Manuel Calleja. Batería: Guillermo McGill. Cantaora invitada: Mayte Martín. Lugar: Teatro Lope de Vega de Sevilla. Fecha: Jueves, 15 de septiembre. Aforo: Lleno.

Eché de menos a gente querida del mundo del flamenco anoche en la inauguración de la temporada del Lope. Un concierto gratuito que se grabó para el documental que Paco Bech está dirigiendo sobre el músico sevillano. Jóvenes flamencos, cantaoras, guitarristas, bailaoras, que hubiesen aprendido una gran lección de libertad. Los conciertos de Riqueni no sólo son un regocijo para el corazón, puesto que el tocaor toca ya, sólo, todo, con eso, con el corazón. También son, era el de la noche del jueves, el evento flamenco de la temporada.

Pero ¡yo estaba! Y gente que admiran y quieren a este músico irrepetible que pasó a la historia de este arte con sus dos primeros discos, que el arte jondo aún no ha terminado de digerir. Su nueva propuesta, naíf, impresionista, bebe del posromanticismo nacionalista, con poema programático y todo, en este caso todo un poema vegetal llamado Parque de María Luisa. La dificultad de la obra, como de otras inspiradas por el niño que fueron sus autores (desde Mozart a Bartók, pasando por Schumann o Debussy) no se deriva tanto de lo técnico como de una interpretación a pecho descubierto. Riqueni estuvo directo, abierto, honesto. Maravilloso. Apabullante y silencioso.

sábado, 10 de septiembre de 2011

Soleares del Corralón

Soleares del Corralón






I




De largo la vi pasar

Había luz en la cara

Y tiniebla en el mirar.





II



Ay, que fatigas tan dobles

Verte y no poderte hablar.

Una a una me fueron ahogando

Como las olas del mar



III



Quererte y no poderte hablar

Ay, que penita tan grande.

Si te pudiera raptar

Y a mi camita llevarte.





IV



Ni tú eres mi mujer

Ni yo soy tu marío.

Tampoco somos amigos

Ni dos desconocidos.





V



Que tú algún día me quisieras

Es un ensueño imposible.

Pero el dejar yo de adorarte

Mi cuerpo no lo permite.







VI



Fatigas me dieron

Ganas de llorar,

Cuando la vi del brazo con otro

Corralón de Castellar.

(Seguiriya 1)







VII



¿Qué anoche tú me quisiste?,

un sueño prima sería.

Los sueños se desvanecen

Al amanecer del día.







VIII



Soñando yo te besé.

Cuando llegó el alba

Tus labios eran papel







IX



Soñando yo la besé,

Cuando llegó la mañana

Muy solito me encontré.







X



Le digo a mi corazón,

Serrana, que eres muy niña.

Verte y no poderte hablar,

Más honda se hace la herida.







XI



Mi mano a ti te tocó,

En mi pecho pasó todo,

Por ti nada pasó.







XII



Fatigas me dieron

Ganas de llorar

Cuando la vi que el otro la besaba

Por la calle Castellar.

(Seguiriya 2)









XIII



Como te quiero tanto

No puedo verte como eres.

Quisiera encontrarte faltas

Pa olvidar estos quereres.









XIV



Fatigas me dieron

Ganas de llorar

Cuando la vi de dormir con el otro:

Imaginación fatal.

(Seguiriya 3)









XV



No te buscaba

Y allí te encontré.

Porque mi corazón siempre te busca

Aunque en otra esté.

(Seguiriya 4)









XVI



No quería resbalar

Y me resbalé:

Las piedras manaban lágrimas

Que por ti yo derramé.

(Seguiriya 5)





XVII



Salí del Corralón

Me fui pal Corte Inglés.

Las fatiguitas serrana de que no me quieres

Mordíeron mi piel.

(Seguiriya 6)







XVIII



Se lo digo a mis amigos

Una cosa es que te cante

Y otra que sea tu mendigo.







XIX



Te lo dije en una broma,

Ni estoy loquito por ti

Ni muero por tu persona.







XX



No es cierto que yo te quiera

Lo que pasa es que sin ti

se tarda la primavera.







XXI



Una soleá final

Quisiera darle a L.

Aunque es una seguiriya

Lo que por ella tenía.

viernes, 9 de septiembre de 2011

domingo, 4 de septiembre de 2011

A mí me han dicho comunista

'Libro de Morente' Vicente Núñez (ed.)
Córdoba, Boronia, 180 pp.

Este ‘Libro de Morente’, que así se titula la obra, es ciertamente extraño. Editado por Boronia, revista cordobesa que se define como “Slow Culture Magazine”, recoge lo que parecen cientos, aunque la cosa se queda en unas 60, historias “con Enrique Morente”. Son muchos los Enriques Morentes que desfilan por este libro.O el cantaor tenia varios dobles moviéndose por esos mundos o nunca paraba en su casa. De las plumas más diversas, desde colaboradores directos como Jesús Arias o Juan Verdú hasta personas que no lo conocieron, como Christina Rosenvinge, y que, sin embargo, tienen su “historia con Morente”. Se echan de menos muchos nombres de personas que estuvieron muy cerca del cantaor. Es decir, que no están todos los que son, aunque sí, tal vez, son todos los que están. Me sorprende que ninguna de las historias trate sobre la más común y la más mavarillosa experiencia (una de lasmás maravillosas al menos) que se pudo haber vivido con el maestro. Asistir a uno de sus recitales, digo. La excepción es el texto (ahora no recuerdo el autor, ustedes disimulen) que narra el estreno madrileño del ‘Omega’ en el Festival Caja Madrid. No del disco, sino del tema. Por lo demás, sigue pues vivo en el flamenco el mito del “cante del cuartito” (‘El cuarto’ es el título del texto que firma Pedro G. Romero), privilegiando pues el contacto en la cercanía del espacio íntimo con el cantaor, sobre el vínculo que establecía este intérprete, con su público, en espacios más amplios.Todos los autores, señoritos de cuartos por tanto, quisieron sentirse minorías, exquisita minoría, esa que tocó, que estuvo cerca, del mito. Hasta el punto es un tópico lo del cante de cuartito con Morente que hay un texto muy gracioso, porque no responde en absoluto a su nombre, titulado ‘Yo no conocí a Enrique Morente’ de JoanTomas. El texto titulado ‘Sobre la nevada’, de Pedro Calvo es pura poesía, una delicia, mientras ‘Qué dirá la Aurora’, de Paco Luque, es desternillante. Son los dos extremos de un conjunto de anécdotas en las que,no obstante, lo que predomina es el puro testimonio autocomplaciente más o menos estilizado. Mucha noche, muchas copas. Mucha amistad.




Yo no voy a ser menos y voy a recordar aquí, hoy, al Morente por teléfono. Era un gran conversador, también en la distancia. El fijo no tenía el reconocimiento de llamadas de manera que había que enrollarse un rato con el contestador antes de que el cantaor, una vez identificado al interlocutor, descolgara. En una ocasión lo llamé al móvil y estaba tirado en la carretera, camino a Madrid, donde cantaba al día siguiente. Ahí estaban, en plena llanura manchega, él y su Mercedes, esperando al gruista. En 2009 hablamos en varias ocasiones sobre un asunto feo. Ahora que todo ha pasado, lo puedo decir: estaba inquieto por una denuncia judicial interpuesta en su contra por un periodista sevillano. Yo lo tranquilizaba diciéndole que, por mi parte, había sido denunciado hasta en tres ocasiones por injurias y calumnias pero que jamás me habían condenado. Que en España la libertad de expresión estaba salvaguardada. Me sentía culpable porque el maestro había sido denunciado por una carta que yo le había publicado en un medio en el que colaboraba por aquella época. La verdad es que le mentía un poco cuando le decía que yo estaba seguro de que en España la libertad de expresión estaba asegurada.

- Sí, pero imagínate que me toca un juez derechón. Mira lo que le ha pasado a Luis García Montero. Lo más peligroso de la carta, dice el abogado, es que le llamo fascista.

- Hombre Enrique, fascista se refiere a un periodo de la historia europea, no es ningún insulto. Es como si a ti te dijeran comunista.

- A mí me han dicho muchas veces comunista.

La denuncia no prosperó.



lunes, 29 de agosto de 2011

Amor y pedagogía

'Glosa Flamenca'. Cante: Alicia Acuña, Niño de Elche. Guitarra: Raúl Cantizano. Lugar: Jardines del Alcázar. Fecha: sábado, 27 de agosto. Aforo: Lleno.

El espectáculo tiene una cierta inspiración didáctica que se concreta en la exposición de los diferentes estilos agrupados por familias melódico-rítmicas. En lo único que no estoy de acuerdo de su planteamiento es en la denominación de básicos a los cantes que expusieron en primer lugar, desde el romance a la seguiriya pasando por las tonás. A no ser que entendamos la denominación como un guiño irónico-homenaje al mairenismo que regía estéticamente esta primera descarga. En todo caso, básicos, o por mejor decir, fundamentales o generadores, son los estilos más cercanos a lo bailable y/o folclórico de cada una de las descargas: tangos, cantiñas, guajiras (el primer cante que registra la discografía) soleares (que provienen del jaleo). Básico es, ante todo, el fandango, programado pero que no salió a escena por “exceso de metraje”.

Cantizano expuso un criterio historiográfico en consonancia con la actualidad investigadora: la evolución histórica es un proceso de estilización desde lo bailable, en donde, a menor tenaza rítmica, mayor desarrollo melismático. Criterio que choca con la consideración de básicos a estilos tan elaborados en lo melódico como tonás o seguiriyas.

Acuña vino con la voz rozada lo que imprimió a su interpretación mayor dramatismo y naturalidad, más franqueza expresiva. La merma de sus grandes facultades aportó, curiosamente, humanidad a su dicción del cante.

El trío 'La, la la' del Alcázar

El Niño de Elche fue bajando su centro cantaor de la cabeza al corazón hasta el punto de que, sostenido por unas facultades cantaoras enormes, tanto en lo físico como en la técnica, tuvo un par de explosiones de pura emoción en las bulerías finales, sobre versos de Alberti o tradicionales-lorquianos, que levantaron espontáneas muestras de empatía en el público.

La particularidad tocaora de Cantizano, como solista imaginativo o sosteniendo al cante, es la frescura. Se lo pasa bien sobre el escenario, se divierte inventando nuevas variaciones en que la épica y la contundencia se alían con la espontaneidad de ejecución, fruto de una larga cohabitación con la guitarra, o retozando con las formas tradicionales del toque, que despoja de toda solemnidad museística para ofrecérnoslas como recién paridas, todo luz y color, sensualidad y travesura.

(Este artículo es una versión amplaiada del publicado el 28-9-11 en el Diario de Sevilla en donde, por una errata de edición, el nombre del espectáculo 'Glosa Flamenca' aparecía sustituido por el de uno de sus intérpretes 'Raúl Cantizano'. Sirva esto como fe de errores).

jueves, 25 de agosto de 2011

Noctuario de un seductor

Voz y guitarra: Javier Ruibal. Lugar: Jardines de la Buhaira, Sevilla. Fecha: Martes 23 de agosto. Aforo: Lleno


Tanto desliz de un continente a otro, de una noche a otra, de Manhattan a la Tacita de Plata, de Mombasa a la plaza Bibarrambla, del son al flamenco, de la canción de autor a la polirritmia africana, es una cuestión de fidelidad a uno mismo. Donde el corazón te lleve, al final de la tierra o a este concierto de las canciones de hoy. Este cantautor sabe que el público es la ola más suave y el tsunami más arrollador. Por eso elige serle fiel a su repertorio de hoy, aunque eso exija no pocos coqueteos para ganarse a la mayoría que preferimos serle fiel al cantautor de ayer: para nosotros fue 'La novia del Colto' o 'Agualuna', para que nos despacháramos a gusto en los coros. O a lo mejor eran otros los títulos, pero a mí me conviene, cuestión de estilo, citar estos: ¿no dicen que todas sus canciones son iguales? Quien lo dice es que no sabrá tocar la guitarra, desde los tanguillos a los toques de levante, desde el son montuno hasta el arpegio acariciante. Con lo difícil que es cantar y tocar de esta manera, incluso sin hacer dos cosas a la vez y no estar loco.



Como buen don Juan, este Javier hace siempre lo que quiere aunque ello parezca exigirle, pero es más bien una vocación de seductor impenitente, seguir coqueteando durante la pausa, largar y largar entre canción y canción... y no queremos que pare. "Usted en qué trabaja" dicen que le preguntó Lorca a Ezpeleta, "Yo soy de Cádiz". Hablar, morder, besar, comer, cantar: por la boca vive y muere el pez de la Caleta, aunque éste sea del Puerto de Santa María.



Esto es una canción de amor. Esto es una cuestión de honor. Esta también. Y esta. Dos horas y pico, un hombre con una guitarra y unos pedales en el suelo con los que trata de arroparse. Es la vida cotidiana, vaya líos, de un seductor cuyas canciones tienen en sus títulos más nombres de mujer que olas tiene la mar.

¿Que esto no es una crítica sino envidia pura?, ¡claro! La luna es el sol de los muertos: el que lo dijo no ha vivido la noche de anoche, la noche de Agualuna.

sábado, 20 de agosto de 2011

La última soleá

La despedida de los escenarios de la maestra Blanca del Rey, La Unión, 8 de agosto de 2011




viernes, 19 de agosto de 2011

Reir, llorar, aborreder, amar

Cante: Rosario la Tremendita. Guitarra: Salvador Gutiérrez. Lugar: Jardines de la Buhaira, Sevilla. Fecha: Martes, 16 de agosto. Aforo: Lleno.

La última vez que estuvo en Sevilla, en la Bienal del año pasado, se presentó con 13 músicos. Tenía ganas de verla en formato clásico, voz y guitarra. Un recital clásico, que no tradicional, o no estrictamente tradicional. Aunque cantó soleá, milonga, bulerías, tangos, guajira, fandangos, alegrías, granaínas, martinetes. Salvador Gutiérrez estuvo pletórico, sustituyendo a los doce músicos antedichos, porque La Tremendita no renunció a las nuevas melodías, a los aromas cibernéticos, en su propuesta. Ya saben, la modernidad, dicen, viene del frío. Del norte, de la cabeza. Y La Tremendita dio un salto de calidad en su arte gracias al frío, al azul neón. A la búsqueda melódica, melismática, armónica. Por eso, cuando se rompe por soleá, como hizo el martes, resulta mortal de necesidad. Puro corazón.

Se lo dijo, en un jaleo, a Gutiérrez: “ole lo difícil”. Están en la edad, los dos son jóvenes y guapos. Están en la edad de hacer lo difícil. Aunque cuando hacen lo sencillo, lo directo, como en la soleá, es brutal. Algún día entenderán que lo más difícil es lo sencillo: reír, llorar, aborrecer y amar. Respirar. Como en la soleá, ya digo, también por el acompañamiento de la guitarra, que se volvió tierra.

La guajira, sobre todo en su primera parte, fue un puro disfrute de melodía zumbona al ritmo amalgamado de doce tiempos, para dejarse llevar por el mar del Caribe. La guajira de La Rubia y El Mochuelo, pura delicia melódica y rítmica. Claro que, hablando del Caribe, ningún negro cubano se hubiese atrevido a bailar el tango que interpretaron La Tremendita y Gutiérrez, a fuer de estilización melismática y textos metaflamencos. Pues fueron los esclavos cubanos los que inventaron el tango, extramuros La Habana. Más América en la milonga, que en realidad fue un cante que debe a Marchena el 99% de su configuración actual, al menos tal y como la ejecutaron estos intérpretes.

Y es que el arte, la música, no es filosofía, ni religión, ni ciencia. Trabaja con conceptos, con fórmulas matemáticas, claro, pero sólo en la medida en que sirven al símbolo. Por eso el arte occidental, después de Schönberg y Joyce, hace un siglo, encontró en el rayajo altamiro el summun de la abstracción, de la modernidad. Igual que la soleá de tres versos, puro haiku del corazón: “no me duele que te vayas/ me duele que te llevas/ sangre mía en las entrañas”. Quiero decir que al flamenco le pasó lo mismo que al resto de artes occidentales: de hecho ya surge como arte de la concisión, como arte abstracto, que se dirige directamente a las emociones, sin necesidad de argumento, exhibición técnica ni, mucho menos, contexto conceptual (salvo el genérico del romanticismo que lo alumbró). Pero es que ellos son tan jóvenes y guapos. Todavía no tienen rayajos en la frente. En el corazón. En las entrañas.


Foto: Ana Manotas.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Diego el Cigala y Tomatito en el LI Festival Internacional del Cante de las Minas

Diego el Cigala canta tarantas con la guitarra de Diego del Morao.



Tomatito, por alegrías, con Morenito de Íllora, Simón Román, José Maya, El Cristi y Lucky Losada.

lunes, 15 de agosto de 2011

Palmarés del LI Festival Internacional del Cante de las Minas (y II)

Afinación, timbre denso y colorido, madurez, enjundia y conocimiento de los entresijos melódicos de este complejo entramado musical que son los cantes mineros. Esos han sido los valores que exhibió en la noche del sábado la joven cantaora extremeña Celia Romero para alzarse con la Lámpara Minera, máximo galardón que le otorgó el LI Festival Internacional del Cante de las Minas, sin duda el más prestigioso de los premios que se conceden en el ámbito jondo. De esta manera se impuso Romero a cantaores tan veteranos como Rafael de Utrera, que ha obtenido, no obstante, un premio por seguiriyas, o Evaristo Cuevas, segundo premio por mineras a su vez. La joven Romero, nacida en Herrera del Duque (Badajoz) hace sólo 16 años, suma a los 15.000 euros de la Lámpara, los 6.000 por la mejor minera y otros 4.500 por su interpretación de la taranta. Celia Romero nos comunicó “voy a celebrar el premio con mi familia”, que estuvo antenoche en La Unión “y luego en la feria de mi pueblo”.

Juan Torres 'Habichuela nieto'
El premio al mejor baile por tarantos, el Desplante Minero (10.000 euros) se lo disputaban dos bailaoras habituales en los tablaos de Sevilla, la gaditana, de Jimena, Lucía Álvarez 'La Piñona', y la californiana Lakshmi Basile 'La Chimi'. Finalmente fue la Piñona la que se alzó con el galardón, recogiendo La Chimi los 6.000 euros del segundo premio. Con 25 años, Lucía Álvarez es una de las jóvenes intérpretes del baile jondo con mayor proyección que, con la obtención del Desplante Minero, empieza a confirmarse. En su seguiriya, soleá con bata y taranto hubo destreza pero, sobre todo, enjundia. A su rotundidad rítmica une La Piñona depuración técnica, a su inventiva coreográfica, carnalidad. Intensa y sobria, dulce y contundente, sutil y categórica. Belleza y entrega son las claves de esta intérprete que dedica el premio a su madre, fallecida la pasada primavera.

El Bordón Minero (6.000 euros), premio mayor para el toque en La Unión, fue para el joven granadino Juan Torres Fajardo, nieto de Juan Habichela, que tuvo un par de guiños emocionantes para el añorado maestro Enrique Morente. El premio El Filón (7.000 euros) al mejor instrumentista viajó a Cádiz en las manos del pianista Sergio Monroy.

Lucía Álvarez


Este palmarés confirma en un 50% mi pronóstico (ver Diario de Sevilla del 2 de agosto). O quizá en un 100% ya que auguraba entonces que Rafael de Utrera se alzaría con el primer premio si estudiaba en profundidad un repertorio que no es habitual en él. En todo caso, el pronóstico ha sido más acertado que otros que se hicieron hace unos días y que decían basarse, no en el mayor o menor conocimiento del arte de los participantes, como era mi caso, sino en informaciones privilegiadas, tratando de desprestigiar un evento que es una institución jonda cuyo escenario ha contemplado el arte de Antonio Mairena, Paco de Lucía o Enrique Morente y en cuyo palmarés figuran con letras de oro los nombres de Canalejas, Enrique Orozco, Luis de Córdoba, Miguel Poveda, Mayte Martín o Israel Galván, por citar unos cuantos a vuela pluma. Espero que estos errores de pronónostico desautoricen, al menos por unos días, a los agoreros que cargan contra el que es sin duda el concurso jondo más prestigioso de la geografía flamenca. Y pretenden hacerlo, además, en nombre del flamenco. En todo caso, el año en que, debido a la crisis económica, el denunciar en prensa o por los juzgados al Festival de La Unión se ha convertido en un deporte para algunos, ha sido también aquel en el que el nivel artístico de los que competían era el más alto de los últimos años, lo que prueba que la Lámpara Minera no es, mayormente, un valor económico. Felicidades, por tanto, para los premiados y, sobre todo, para todos los participantes, por apostar por el flamenco, su historia, su prestigio y sus valores sentimentales, en un presente complicado en lo que al factor económico se refiere.
La Chimi

Fotos: Rafa

domingo, 14 de agosto de 2011

Palmarés del LI Festival Internacional del Cante de las Minas

La joven cantaora extremeña Celia Romero se ha alzado hace unas horas con la LI Lámpara Minera, máximo galardón que otorga el Festival Internacional del Cante de las Minas, sin duda el más prestigioso de los premios que se conceden en el ámbito jondo. De esta manera se impuso Romero a cantaores tan veteranos como Rafael de Utrera, que ha obtenido, no obstante, un premio por seguiriyas, o Evaristo Cuevas, segundo premio por mineras. La joven Celia Romero nacida en Herrera del Duque (Badajoz) hace sólo 16 años suma a los 15.000 euros de la Lámpara, los 6.000 por la mejor minera y 4.500 de la taranta. Celia Romero nos comunicó “voy a celebrar el premio con mi familia”, presente anoche en La Unión “y luego en la feria de mi pueblo”.

Lucía Álvarez, Celia Romero y Juan Torrres 'Habichuela'

El premio al mejor baile por tarantos, el Desplante Minero (10.000 euros) se lo disputaban dos bailaoras residentes en Sevilla, la gaditana, de Jimena, Lucía Álvarez 'La Piñona' y la californiana Chimi. Finalmente fue la Piñona la que se alzó con el galardón, recogiendo La Chimi los 6.000 euros del segundo premio. Con 25 años, Lucía Álvarez es una de las jóvenes intérpretes del baile jondo con mayor proyección, que empieza a confirmarse con la obtención de este Desplante Minero. En su taranto y seguiriya hubo destreza pero, sobre todo, enjundia. A su rotundidad rítmica une La Piñona depuración técnica, a su inventiva coreográfica, carnalidad. Intensa y sobria, dulce y contundente, sutil y categórica. Belleza y entrega son las claves de esta intérprete.
Lucía Ávarez recogiendo El Desplante

Celia Romero, Lámpara Minera 2011
El Bordón Minero, premio mayor para el toque en La Unión, fue para el joven granadino Juan Torres Fajardo, nieto de Juan Habichela, que tuvo un par de guiños emocionados para el añorado maestro Enrique Morente. El premio El Filón al mejor instrumentista viajó a Cádiz en las manos del pianista Sergio Monroy.



Lucía Álvarez, Desplante Minero 2011

Juan Habichuela nieto, Bordón Minero 2011
Sergio Monroy, Filón Minero 2011

Fotos: Rafa.



miércoles, 10 de agosto de 2011

Ha muerto Moraíto

La impresión es mayor, si cabe, porque anoche su hijo Diego, que recoge ahora el testigo de esta brillante casa tocaora, nos dijo que el padre estaba mejor. Hoy nos despertamos con la terrible noticia. Ha muerto la guitarra de Jerez. Porque Moraíto era Manuel Moreno Junquera (1955) y también otros Moraos, otros Moraítos. Moraíto también era el nombre propio artístico de su padre. Morao era, es, el nombre artístico de su tío Manuel, el genio de la familia, junto al fallecido. Manuel Morao revolucionó el toque flamenco en los años 50 y 60 llevando la estética jerezana, junto con su aprendizaje de Melchor de Marchena, a unas cotas artísticas insuperables. Es curioso que Manuel Morao se haya convertido en las últimas décadas en un retrógrado de calibre, cuando su toque, entre las décadas de 50 a 70, era el más geométrico y abstracto, a fuer de tensión y rabia tocaora, del panorama flamenco. 

En las manos de Manuel Moreno Junquera, Moraíto, al que despedimos hoy, este toque tenso, abstracto, se serena sobre la tierra. Porque el toque de Moraíto era tierra, era peso, era fuerza y solemnidad. Sin olvidarnos de algunos acentos humorísticos, en los estilos festeros, porque Morao era un guasón irredento.

En el capítulo dedicado a los niños flamencos de la serie 'Rito y geografía del cante' (1972) nos sorprende un adolestente Moraíto, perfetamente maduro como artista, tocándole por seguiriyas a un niño que canta como un viejo, pero no como un viejo impostado, no como un niño que imita la voz de un viejo, sino como un hombre que ha vivido, llamado Antonio Malena. En los ochenta Moraíto inicia una discografía realmente prodigiosa en la que ha acompañado a lo más granado del cante de su tierra, desde José Mercé a Moneo, pasando por los hermanos Agujetas, El Torta, Diego Carrasco, Fernando de la Morena, los Zambo, etc. Todos ellos se sienten un poco más solos hoy, como todos los aficionados nos sentimos huérfanos. Porque Moraíto era un hombre y era un universo. El universo de la guitarra de Jerez, una escuela tocaora bien definida, construida sobre un repertorio muy concreto: seguiriyas, soleares, bulería por soleá, cantiñas, malagueñas del Mellizo, tientos, fandangos. Y la bulería. Lo que Moraíto suponía para la bulería no se puede explicar fácilmente. Quizá sea suficiente decir, no obstante, que ha sido la mano derecha de José Mercé en los últimos 20 años.

Hizo dos discos en solitarios deliciosos. El primero de ellos, 'Morao y oro' (1992), editado y premiado en Francia: Montoya, Niño Ricardo, Luis Maravilla … todos ellos hicieron lo más importante de sus producciones para empresas de Francia. Francia y la guitarra flamenca. En ellos amplia el abanico de su toque a la rondeña, una rondeña casi naif, si la comparamos con lo que significa hoy este toque. Aunque, lógicamente, los discos están construidos en torno a los toques de ritmo, y con las consiguientes colaboraciones de lujo: el Torta, Fernando de la Morena, etc. Hizo muy pocas veces este repertorio solista en directo, cosas de casa. De la misma manera en la que Diego del Morao aún no ha podido presentar su brillante disco de debut en España. Escuché el repertorio de este disco en directo, con la guitarra sola además, sin otro músico alguno, el pasado enero en Róterdam. Aquella noche Diego sustituía a Moraíto, que era el artista que estaba en principio programado para Róterdam, debido a la enfermedad que hoy a llevado a Manuel a la tumba. Su hijo Diego del Morao, en el que este repertorio de ritmo, de tierra, solemne y grandioso se amplia al nivel armónico a los aires de los nuevos tiempos de la guitarra y del flamenco, es el gran depositario de este enorme legado tocaor.

domingo, 7 de agosto de 2011

Hoy hace un año

'Estrella Morente en concierto'. Cante: Estrella Morente. Guitarra: Montoyita, Monti. Palmas y coros: Ángel Gabarre, Antonio Carbonell, Kiki Morente, Soleá Morente. Percusión: Popo. Lugar: Antiguo Mercado de La Unión. Fecha: Sábado, 6 de agosto. Aforo: Lleno.

Hoy hace casi un año que lo abracé por última vez. Un año desde que, confundidos con las cámaras de televión y el alboroto que a veces su presencia despertaba, le presenté a mi padre a las puertas de la Casa del Piñón. Hace un año que cantó por seguiriya, por taranta. Y fue ayer. Enrique Morente, hace un año en La Unión. Estrella Morente, ayer en La Unión.

Estrella Morente se presenta desnuda, por el luto. Estrella Morente ha venido desprovista de su fuerza mayor, su potente imagen, y resulta, claro, más adorable que nunca. Más descarnada. Más verdad. Ni la guitarra la arropa, la guitarra es el eco lejano de una guitarra. La cantaora está sola en la escena y sola está serena como jamás la vi en un escenario. No es extraño que la muerte genere vida pues una no es sin la otra. El semicírculo por martinetes recuerda lo que pasó en La Unión hace un año (y fue, también, hace un lustro, un decenio …) y la emoción crece sobre una saeta que viene de un mundo paralelo, ese por el que pasamos todos los días sin ver. También sobre uno de los poemas mayores de amor del castellano, 'No me mueve mi Dios para quererte', que permanece, y es gozo, anónimo. Taranta marchenera, como digo sin guitarra, para subir al cielo: a todo el mundo le gusta el cielo. Y seguiriya revuelta hacia esa vida que es la muerte. El flamenco es un artefacto exacto, creado por iletrados, puede ser, que acumulaban una sabiduría milenaria sobre el universo emocional de los hombres y mujeres. La seguiriya es la trasposición exacta, escasamente artística, digo, absolutamente artística, pues apenas hay estilización del grito primigenio, del grito desgarrado, del grito de dolor por la tragedia que todos los días acecha, todas hieren, la última mata. Rabia ante la muerte, que es la vida, pero esta noche la cantaora, la hija, está serena sobre las tablas del Antiguo Mercado. Incluso en la pena, abrazando la pena, aceptando serenamente la vida, que es la muerte, en el cierre de Manuel Molina-Vallejo.

Ahí se acabó el recital. En cierta manera. Luego fue un repertorio que se desgrana del de Morente, Enrique ('Decadencia', 'La Estrella'), Estrella ('La noche de mi amor'), o el que construyeron ambos ('La Alhambra lloraba'). Con el soporte, la voz, de Gabarre, Carbonell, Kiki y Soleá. El nombre exacto de las cosas que contiene esta lengua nuestra. Y es que Enrique llamaba a las cosas por su nombre y un nombre, un hombre y una mujer, es un destino. Estrella. Soleá: no cabe filo más extremo ni ternura mayor, en un solo quiebro de su voz, en sus ojos desolados. Ambas son, claro, el orgullo de su madre Aurora.

miércoles, 3 de agosto de 2011

La primera película (de flamenco)

Para los que amamos a partes iguales estos dos artes, es una noticia fantástica. Una de las primeras películas de la historia del cine es un baile flamenco interpretado por la almeriense Carmen Dauset. Fue la primera mujer en movimiento grabada de la historia. El registro se llevó a cabo en 1894 en Nueva York.

Sargen 'La Carmencita'. Museo Orsay

Les presento hoy un documento de la máxima importancia histórica para este arte que, sin embargo, como tantas veces ocurre, viene envuelto en un ropaje más bien modesto. Se trata de un librito publicado por una pequeña editorial almeriense, La hidra de Lerna, de tirada más bien corta que contiene la biografía de una bailaora nacida en Almería, hasta ahora prácticamente desconocida: 'Carmencita Dauset' de José Luis Navarro y José Gelardo. Eso sí, la edición es excelente, pues a la gran importancia de la información que contiene, expuesta de la manera más directa y articulada sobre los documentos originales de la prensa del momento, tanto de España como de París, Nueva York y Londres, se une la calidad de las reproducciones artísticas y fotográficas que contiene, pues dicha bailaora fue modelo de pintores, fotógrafos y pioneros de la cinematografía. De hecho este libro contiene la clave de la que es primera grabación en imágenes del flamenco, y una de las primeros registros visuales del movimiento humano.

 
W. M. Chase 'Carmencita' Museo Metropolitano Nueva York
Si decide irse este agosto de vacaciones a Nueva York y hace una visita al Metropolitan, tal vez se sorprenda al contemplar un cuadro titulado ‘Carmencita’, firmado por el pintor local W. M. Chase y fechado en 1890. Se trata de una figura de mujer, bailando al son de unas castañuelas, que mira franca y confiada, de sonrisa enorme y profunda, al espectador. Es Carmen Dauset (Almería, 1868), bailaora que visitó Estados Unidos en esta época: Carmencita debutó en 1889 en el Niblo´s y hasta 1894 bailó en el Teatro Koster & Bial´s, Grand Opera House de Booklyn, el anfiteatro del Madison Square Garden (ante 12.000 personas), el Teatro Broadway y en otras ciudades norteamericanas como Long Branch (New Jersey), Chicago, Boston, además de una gira que llevó a cabo por diversas localidades de la costa oeste. En marzo de 1894 mostró para el kinedoscopio o cinedoscopio recién inventado por Edison (la primera proyección pública data de mayo de 1893) su baile en movimiento, siendo la primera mujer filmada por Edison, es decir, por la historia del registro del movimiento humano, según el historiador de cine C. Musser. La grabación, que dura 23 segundos, está depositada en la Biblioteca del Congreso norteamericano y puede verla al final de este artículo. Les recuerdo que las primeras proyecciones públicas de los hermanos Lumiere tuvieron lugar en París en diciembre de 1896.
 
 
Carmencita en el estudio Beckwith, 27 de febrero de 1890.

Aqui tienes el baile de Carmencita, disfrútalo.

jueves, 28 de julio de 2011

Soleares para un adiós

No quisiste despedidas,
Escoges seguir enfadada con el mundo.
No quisiste adioses,
Prefieres el exabrupto a la caricia.


Pero la noche nos dio sombra,
Jamás imaginaste volver a ser
Y fuiste, en mis manos, hembra y luna.


Un regalo inesperado de besos y suspiros
Un lugar al que no volverás
En todos los días del mundo que se va.


¿Quién te lo iba a decir
que serías, por fin,
lo que siempre anhelaste ser, mujer?


Fue un regalo inesperado,
tampoco yo lo diría,
de la noche y de la almohada.
Fuiste mujer y me recibiste y te di
Lo que los hombres dan a la mujer
Desde el comienzo al fin.


La sombra nos dio luz,
La sábana caricia,
El rubor, coraje,
El llanto, risa.


Y te vas hacia las sombras,
Te vas sin despedida.
Te vas hacia la ira,
Te vas sin volver la cara
Para saludar lo que fuimos,
A la muerte sin ser vida.


Te vas al mundo,
Al infierno de la prisa.
Corres por no sentir
El horror de estar vacía.



Pero yo te llené.
En mi corazón fuiste vientre,
En mi corazón vives
Y serás, más que rabia, roce,
Más que rencor, firmamento,
Más que dolor, verdad,
Ilusión más que odio,
Amante más que olvido.


En lo profundo hay un hijo
Que no quisiste ser.
La hija sin coraje para ser esposa.
En mis dedos fuiste, mujer,
Por vez primera y última.


Amante más que olvido,
Aunque esta soleá te encante,
Por ver si con ello
Consigo olvidarte.
Consigo no olvidarte.
Recuerdo de lo que olvido.

jueves, 14 de julio de 2011

Algunos aforismos despechados

Vuelve esta afamada sección a 'Vaivenes flamencos'. Ahí van algunos,que le dijo Sansón a Dalila:



La vida es dura. Tú lo eres más.




Entonces nos avergonzábamos de ser tan ingenuos. Ahora nos arrepentimos de ser tan sabios.



La paranoia tiene sus ventajas: mi cuento favorito es ‘The gardener’ de Rudyard Kipling y creo que sólo un sereno paranoico como el que lo escribió puede disfrutarlo al cien por cien.



¿Para qué quieres ver las estrellas si es suficiente con ver una estrella? Claro que esto no lo puedes saber sin haberlas visto todas. Para eso es necesario ver las estrellas.



El final de los tiempos es todos los días.



Apaguemos las luces, encendamos las estrellas.



El mar, que era grande, se ha hecho pequeño.



Otros escriben de flamenco, yo lo vivo.



Esta vida es deliciosa: tú lo eres más.

Angelita Vargas

La gran bailaora ya está en su casa y ha comenzado la rehabilitación. Se ha creado un grupo de apoyo a la bailaora, integrado sobre todo por sus alumnos/as. Podéis contactar con el mismo en rehabangelitavargas@yahoo.com

Un beso para Angelita

domingo, 10 de julio de 2011

Ayer en La Puebla



Presentando

Me sentí muy honrado al presentar el festival de La Puebla de Cazalla, al pisar las mismas tablas que pisaron Fernanda de Utrera, Antonio Mairena, Chocolate, Perrate, Joselero, Diego del Gastor, José Menese, Trini España y Paco Laberinto. Hablo, tan sólo, de la primera edición de la Reunión de Cante Jondo, que tuvo lugar el 3 de septiembre de 1967. Es lo que le dije a Pepe Santos, cuando me encomendó conducir la cuadragésimo tercera edición de la Reunión de Cante Jondo: “me siendo muy honrado”. Por varias razones. La principal es que la Reunión no es un festival como otro cualquiera. En la Reunión el flamenco es un ritual sagrado que, como en todos los ritos, está presidido por la entrega, el respeto. Desde su nombre, esta Reunión está orientada a los aspectos más profundos, más graves, más hondos del flamenco. De ahí que el sustantivo Reunión sustituyera al habitual de Festival.

La Moneta por soleá

En la Puebla se apuesta por una visión del flamenco: el flamenco grave, entrañado. Las emociones más hondas: la emoción de la pena por soleá, de la tragedia y la rabia por seguiriyas. Esta apuesta por una estética flamenca se concreta en el nombre del festival, en su escenografía cuidada.

Otra de las peculiaridades de este festival es que cada uno de los géneros del flamenco, cante, toque y baile, se presenta como protagonista en algún momento de la noche. Es evidente que en la Reunión se concibe el cante jondo como el centro del legado flamenco. Pero el toque y el baile también tienen su protagonismo.

Diego Clavel con Manuel Herrera
Cancanilla y Manuel Herrera
También singulariza a La Puebla algo que tiene que ver con lo anterior: la importancia que los artistas locales tienen en su festival. Es decir, la apuesta por una estética determinada convierte a la Puebla de Cazalla, por una noche, en el epicentro flamenco, en la capital de lo jondo. La apuesta por una estética es también la apuesta por artistas locales. Una singularidad que para algunos es una carencia pero que la mayoría consideramos una virtud: la de poder asistir a un festival diferente.

Me gusta de La Puebla su apuesta por lo grave, la seriedad jonda. Pero, amigos moriscos, no os dejéis llevar por ello por los cainitas. El hombre es muchos hombres, el grave y el festero, el comprometido y también el frívolo. Porque también la fiesta exige un compromiso. Claro que lo que nos gusta de la Puebla es su apuesta por lo grave, pero no penséis que los festivos, los ligeros si queréis, son los enemigos. A veces en la superficie encontramos una verdad inquebrantable. A veces en lo aparentemente frívolo hallamos lo esencial. En todo caso, no os dejéis llevar por el cainismo. No creáis que el flamenco tiene en su seno al enemigo. Todo lo contrario. El flamenco es una cultura minoritaria del sur de Europa. Por eso es necesario unirnos para combatir el discurso dominante. Aunque esa unión exija, a veces, hablar en el mismo idioma de la cultura anglosajona que nos arrolla como una apisonadora.
José Menese y Antonio Carrión

Fue una noche épica, otra más en La Puebla. La ligazón de las soleares de Cancanilla. La entrega, el arrobo de La Moneta. La austera esencialidad de Pepe Torres. La honestidad a prueba de bombas de Diego Clavel. Y Menese, dándose, entregándose. Hizo un recital de más de una hora de duración con el corazón en la boca, buscando la variedad de repertorio pero desgranándose como el que no quiere la cosa, muriéndose otra vez, por soleá y seguiriyas.






Pepe Torres

Fotos: Juan

sábado, 25 de junio de 2011

Fue un morisco griego

'Francisco Moreno Galván, la fuente de lo jondo' Fidel Meneses y Patricio Hidalgo. Buen Cubero/Fidel Meneses/Mordisco Producciones

Un documental sobre la vida y la obra del poeta y pintor de La Puebla de Cazalla





Uno de los flamencos más influyentes del flamenco contemporáneo, lamentablemente fallecido antes de lo que esperábamos (sí, ya sé que la muerte no se puede esperar) fue este hombre que no cantaba, no tocaba, no bailaba. Francisco Moreno Galván, flamenco de pluma y pincel, letrista y pintor jondo. Poeta flamenco, una condición verdaderamente relegada, tanto en el ámbito de lo jondo como, más aún, en lo lírico. Sin duda, el gran poeta flamenco de nuestro tiempo. Pintor, amigo y morisco. De su pincel surgieron algunas de las imágenes más poderosas de la plástica jonda, como ‘La fuente de lo jondo’ o, dentro ya de la arquitectura, el bar Central de la Puebla o la escenografía de la Reunión del Cante Jondo, que el próximo 7 de julio alcanzará su edición XLIII. Ver los cuadros de Moreno Galván es escuchar a Fernanda, a su paisana enorme la Niña de la Puebla. Amigo, pues de su influencia y aliento surgieron figuras como Pepe Menese, Miguel Vargas, Diego Clavel. Morisco: en su lírica las cuitas, los dolores de sus vecinos se convirtieron en dramas o tragedias universales. Su hallazgo poético es, obvio, un hallazgo humano: la universalidad de la explotación. Elegante sencillez: el artista convirtió en esencia de su arte los caracteres definitorios de las gentes, la arquitectura, el urbanismo, de su pueblo. ¿O fue al revés? ¿Fueron los moriscos los que se hicieron Moreno con, por, durante y tras Francisco? Austeridad, esencialismo, verdad de a puño más allá o acá de filigranas: si es la característica definitoria del cante contemporáneo en La Puebla, la influencia de Moreno Galván no es ajena a la misma. En esto creo que, su mayor virtud, fue la de pulir y estilizar la materia prima que encontró en su pueblo, y no me refiero a las voces citadas anteriormente, sino al aire de La Puebla. Atrapó la atmósfera de su entorno, así supo hacerla universal. Arte de la piedra, de la sierra: campiña y monte bajo. Supo estar invisible detrás de cada gesto, de cada entonación de voz, de cada mirada hacia adentro.


Este documental emociona, consiguiendo así lo que es el propósito de toda obra de arte. Emociona porque nos trae, o nos conduce, hasta la voz de Moreno Galván: ira contenida, civilizada, y serenidad. Equilibrio, pulcritud, y rabia. El documental que firman Fidel Meneses y Patricio Hidalgo nos conduce a la esencia de un hombre empeñado en ocultarla: por timidez o, más verosímilmente, por pudor. Este documental logra lo imposible: desvelar a un hombre que hizo enormes esfuerzos por mantenerse en sombra. Moreno volcó en el colectivo su pena honda. Lo que falta en la obra de Moreno es Moreno, el individuo Francisco, el yo Galván, que volcó hacia lo colectivo, en las calles de su pueblo, en las voces de sus cantes, con esa tendencia a ocultarse que resaltan algunos de los intervinientes en este documental. Por eso la película debe detenerse en donde Moreno se detuvo. Sabemos de su obra, volcada en su tiempo y su pueblo y trascendida al pueblo, y nos preguntamos por su persona, su dolor profundo, ese ser humano que apunta su sobrino-nieto Diego Martín Cabeza y la frase “llegó tarde a la libertad”. Dice Martín que su tiempo le dificultó sobremanera ser quien era, en lo artístico y en lo humano, cuando sabemos que fue el ser quien era lo que le dificultó ser quien era. Sin que en la declaración de Martín halla, ni mucho menos, sombra alguna de falsedad o error de juicio. Y su hermana, en una sola frase, esta vez sí, directa como una saeta: “para él nada estaba bien, todo tenía que ser perfecto”. Por ejemplo, ¿dónde está el juguetón irredento que sin duda fue Moreno? Sólo en alguna imagen al desgaire que aparece anecdótica. Fue claridad y presente, solidaridad, colectivo, y esencia, y así nos lo ofrece ‘Francisco Moreno Galván, la fuente de lo jondo’. Fue un morisco griego. Arte de la palabra, de la letra, del espacio en blanco, del silencio y de la verdad de a puño en el rostro. En la política, en el sentido más clásico y civilizado del término, se difumina la persona. Por salvarnos se perdió. Sin cantar fue modelo de cantaores: podemos reconocer, todavía hoy, sus miradas, sus gestos, en sus paisanos. Incluso los que no lo conocimos. “Cuando quería alguien lo quería en serio” declara Pepe Lamarca. Compromiso.

Arquitectura popular, sí, pero estilizada. Polis, de nuevo en el sentido griego de la palabra. Esto que aplicamos a su urbanismo nos vale para su obra flamenca y también para el flamenco en general. Por eso Moreno Galván perdurará, porque es la esencia de lo jondo popular y estilizado. Ese milagro. “Nos llegó a convencer de que el flamenco es el fundamento de la vida” dice Paco Asensio. Compromiso.

Las manos del cantaor son las de un gorila herido, mientras que la mirada del caballo paciendo en la marisma es la de un poeta renacentista. Los perros son monstruos traspasados de miedo. Daba personalidad a las bestias y animalidad, en el mejor sentido de esencia del dolor y el placer, a sus hombres y mujeres. El placer en Moreno era la gracia en la mujer y el aplomo y elegancia, tierra, en el hombre, al que acababa feminizando cuando lo representaba en plenitud. Moreno Galván era un guijarro oculto en la polis, pulida piedra de fachada en La Puebla.



Imágenes: carátula de la película, sobre una fotografía de José Lamarca, Moreno Galván con Santiago Carrillo y el joven José Menese junto a Melchor de Marchena, por Lamarca.