por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 28 de marzo de 2011

Tradición liberal en el cante

El periodista Alfredo Grimaldos publica 'Historia social del flamenco',donde combina con ritmo y frescura los formatos de entrevista y reportaje.

'Historia social del flamenco', Alfredo Grimaldos. Barcelona, Península, 315 pp.

No estoy de acuerdo con la tesis del libro porque lo que se propone, en cuanto que es sólo una parte de la verdad, no es la verdad. Aunque reivindica el carácter rebelde y social del flamenco, significa un rechazo de la realidad actual de este arte. Los valores prístinos primitivos de lo jondo los ve el autor allí donde el flamenco estaba peor considerado socialmente, en las reuniones de señoritos de la posguerra, cuando la falta de profesionalidad motivada por las penurias hace que el flamenco tenga que sobrevivir prácticamente de la mendicidad, como todo el país. Es curioso que esta etapa terrible de nuestra historia haya derivado, por extrañas razones, en mito. Desde la posguerra se viene contando una historia falsa: la de que el flamenco crece en la intimidad y en los cuartos, y se degenera en la escena. Todos los datos que desde hace 20 años vienen sacando a la luz Faustino Núñez, Ortiz Nuevo, Navarro García, Steingress, etcétera, de las hemerotecas respecto al origen y primer desarrollo del flamenco, apuntan a un arte fundamentalmente escénico. Hablar de la "época hermética del cante" supone no atender a estos hallazgos. Hablar de que "el flamenco no ha sido nunca una música de triunfadores" supone despreciar los ejemplos egregios de Chacón, Angelillo, Marchena o Manolo Caracol, o el propio Paco de Lucía. El tópico de que el flamenco ahora, por primera vez, se aprende en los discos, lo desmintió en su tiempo González Climent: el fonógrafo tiene casi 150 años de historia, casi la misma que el flamenco. Pensar que "los estilos primitivos del flamenco" son "tonás y seguiriyas", también va en contra de la realidad documental de los primeros años de lo jondo, aunque a continuación se diga que "se desarrollaron de forma hermética": es un tópico de la historiografía flamenca mairenista que no se sostiene. Otra cosa es el contenido estricto de la obra, las deliciosas entrevistas y declaraciones de artistas del pasado reciente y del presente de la talla de Mairena, Farruco, Rancapino, etcétera, en unas viñetas que aúnan la autenticidad periodística y el arte de la narración, tanto oral como escrita y que he leído con verdadero entusiasmo. Éstas son independientes de la tesis que el libro apunta y, como digo, de un valor extraordinario como testimonios, casi todos en primera persona, de flamencos genuinos. De hecho, la existencia de un arte flamenco social es incuestionable. Lo cual no es óbice para señalar también la existencia de un arte flamenco de evasión, a veces incluso en la voz, en el cuerpo, de un mismo individuo, como es el caso del popular Angelillo, estrella flamenca y cinematográfica que hubo de poner tierra de por medio por su vínculo político republicano.

Del flamenco republicano al cante de las minas. De las cortes de Cádiz a Menese, son los caminos que recorre esta obra, actualizando la que publicara Ortiz Nuevo en 1985, Pensamiento político en el cante flamenco o la de los hermanos Caba de 1935 Andalucía, su comunismo y su cante jondo. Aunque con lo que más tiene que ver esta obra, a nivel ideológico, es con la de los intelectuales mairenistas que en los años 60 vieron en lo jondo una manera indirecta de crítica al régimen, sin preocuparse en exceso por la realidad histórica, especialmente la de Caballero Bonald, prologuista de este libro. La cuestión, siempre, es la de las exclusiones. Creer que una determinada visión sobre lo jondo agota el fenómeno flamenco. El flamenco es comprometido y de evasión, payo y gitano, escénico y rural, íntimo y espectacular, andaluz y universal. Lo fue y lo es, desde sus mismos orígenes. Privilegiar una única mirada sobre el mismo es tergiversar la realidad. En parte el flamenco ha sido "un arte de transmisión oral que, durante mucho tiempo, se ha preservado, fundamentalmente, en el seno de grandes dinastías de la Baja Andalucía, transmitiéndose de generación en generación en el ámbito familiar y del barrio". Pero, al mismo tiempo, nos encontramos a artistas flamencos en la segunda mitad del siglo XIX en Londres, París, San Petersburgo, Nueva York, etcétera.





Imágenes: 1. Portada de la obra. 2. Manuel Vallejo, cantaor de los 'fandangos republicanos'. 3. Paco de Lucía, comprometido con lo jondo

domingo, 20 de marzo de 2011

La Corchuela

Todo está seco, aunque no ha parado de llover en los últimos días. No ha parado de llover. No para de llover: son las últimas gotas, pero quién sabe hasta cuando permanecerán. Todo está seco. Los colores están deslucidos. La tierra está seca porque no es tierra, sino piedras, chinos. Somos felices y una sombra pesa en nuestro corazón, el de los dos. Aunque nosotros estamos muertos (entiéndeme, no tú ni yo, sino nosotros) nuestro corazón sigue latiendo. También la alegría del descubrimiento de nuestro pasado común, en la admiración, distante pero común, de una querida canción, ‘Los trenes de Tozeur’, que nos va a acompañar toda la vida. Hace poco he sentido el vértigo sereno de asomarme a tu pozo, lo que hay en el fondo de tus ojos. He mirado a lo profundo de la tierra y lo que he visto es esto: un círculo de fuego en movimiento, una espiral roja, lenta, serena e imparable. Sigue ahí, delante de mis ojos, toda la vida. Un movimiento sereno. Todo está seco porque tú y yo estamos vacíos. Ya no podemos llorar más, ya no podemos moquear más. Es la gripe y es esta extraña naturaleza periurbana. Has conducido con tanta habilidad, como siempre. Aunque pasé miedo cuando entraste en el parque de La Corchuela a pesar de mi advertencia. Te dije que en el letrero ponía, claramente, “prohibido el paso”. Has estacionado el coche, con un ruido seco del caucho al resbalar sobre los chinos, debajo de un pino que conoce el asfalto tan bien como yo. Mejor: yo nací en la tierra, en una tierra muy parecida a la tuya. Luego vino el descubrimiento de la canción de Franco Battiato y ahora estamos aquí solos y vacíos. Cada uno solo y cada uno vacío. No decimos nada. Si nos preguntan diremos que somos felices. Si me pregunto a mí mismo digo: “soy feliz”. Y lo soy, como nunca lo había sido. Nunca había hecho el amor así, con ese vértigo. Con el deseo y la esperanza de fecundarte. Ha llovido, ha llovido sin parar, pero todo está seco. Hemos hecho el amor como posesos con el propósito de quedar en estado. Si nos preguntan, diremos que somos felices. Y todo está seco. A lo mejor porque es domingo por la tarde. No he vivido un domingo por la tarde que no me haya dado esta sensación. Todavía. Kafka no podía escribir, los domingos por la tarde, si pensaba que algún día, alguien, no millones de personas sino una sola persona, iba a leer lo escrito. Escribo que todo está seco y no sé si vas a leerlo. No sé si alguien va a leerlo. Pero desde esa consciencia ya no escribo sereno. Con la misma serenidad. Quiero transformar mi visión de ayer, en mi clase mensual de Feldenkrais, en un relato corto que presentar a un concurso. A un editor. Decir la verdad me viene bien. Fritz Perls fue el que me enseñó a decir la verdad en literatura. Dijo, “puedo haceros a todos escritores de obras maestras con una sola frase: decid la verdad”. Decir la verdad es difícil. Pero decirla me hace bien. Y aumenta mi cuenta corriente, el número de palabras que integran este relato. Aumenta mi felicidad hoy, cuatro o cinco años después. Cuatro o cinco años después tu vientre ha sido fecundo para un hombre de pelo blanco. Nos separamos, aunque no esa tarde en La Corchuela. O sí. ¿Qué sentí para sentir que estaba vacío, seco? Sentí que vivir contigo no era ninguna bicoca. Luego vino otra mujer que no eras tú, tan bella o más aún que tú, y que se fue con otro hombre, todo un hombre, de pelo blanco. Yo tengo el pelo pleno y bruno (no es verdad, Fritz, pero queda mejor que decir que lo tengo castaño), pese a alguna cana, y estoy aquí sólo delante del ordenador. Y soy más feliz que aquella tarde en La Corchuela. Hoy todo está amortiguado. Empecé místico, con ‘Los trenes de Tozeur’, y acabo (¿ya acabo?) prosaico, con La Corchuela. Si me hubiesen preguntado aquella tarde en Dos Hermanas cuanto tiempo vivirías conmigo hubiese contestado sin dudarlo que toda una vida. Toda la vida fueron dos años. Dos años, más que toda una vida. Y ese vértigo maravilloso, ese pozo sin fondo que había en tu vientre pendiente de mi semen. Aquella tarde todo estaba seco y, mirando a los trenes de Tozeur, emprendimos caminos distintos. Yo me fui al desierto a mirar trenes. Y es que la tierra de donde vengo es un desierto por el que circulan aún más despacio lentos trenes que se detienen en estaciones abandonadas. Uno siempre vuelve al lugar que lo vio nacer: la desolación en mi caso, en mi casa. Por tu parte, te internaste en los bosques aún más frondosos del norte. Battiato nos devuelve a la adolescencia y a esa comunión que hubo entre tú y yo quince o veinte años antes de conocernos. En este vacío surgen las palabras sin pretensiones, sin mirar a los miembros del jurado ni al público, si lo hubiere. Las palabras surgen sin estridencias, sin deseo, sin intención de seducir. Ahora lo sé, porque me quisiste. No me quisiste porque fuera más hombre (no se puede ser más hombre siendo un hombre que un hombre), o más guapo o más joven que el del pelo blanco. Me quisiste, me quieres, porque soy yo. No porque escriba bien, porque hable bien. Porque haga bien el amor. Nadie lo hace como tú, esa es la verdad. Aunque no fue suficiente. Nunca lo es, por lo visto por mí hasta hoy, 20 de marzo de 2011, y yo no tengo que fechar el documento. No se te olvide el sol en lo que dices ni el pitido lejano del vecindario. Hoy no puedo hacer el amor como entonces porque nada me estremece ni me golpea. Todo está seco y amortiguado y soy feliz. Mi corazón revestido por la tierra de corcho. Si no temiera tu mueca sarcástica le pondría tu nombre a este relato, aunque solo fuera ese nombre que usábamos en la intimidad y que no quiero recordar para no avergonzarte, y ‘Los trenes de Tozeur’ ya es el nombre de una estación de Franco Battiato. También quisiera nombrarlo con el título en español de la película mejor que Bergman-Rosselini hicieron juntos, pero eso lo sabes bien tú bien mi bien. Pero no, no parezca que esto es la versión de la versión de Kiarostami.



En el desierto, viendo pasar trenes.



















Nota: Este relato ha sufrido: - 1ª revisión: domingo, 20 de marzo a las 17,03.
                                                 - 2ª revisión (foto): domingo, 20 de marzo a las 21,50.  
                                                  - 3ª revisión: miércoles, 23 de marzo a las 10,59.

viernes, 18 de marzo de 2011

Flamencas de Holanda (VIII): P. de Budapest y otras drogas

El bar del Hotel Lloyd más bien parecía una discoteca. Ha sido uno de los tópicos de este viaje: quedar todos los días en el bar ... y no encontrar a nadie en el bar. De hecho, no me he tomado ni una cerveza en el bar. Tenía la música muy alta, los asientos de cuero rojo, y una bola de esas de discoteca dando vueltas. La verdad es que no era un sitio muy cómodo. Todas las noches entraba a mirar, porque todas las noches había quedado con alguien para tomar una cerveza. Siempre estaba vacío. No había ni camareros.

La segunda vez que fui al barrio rojo estaba acompañado. Estaba Javier, Diego del Morao, El Grilo y el famoso bailaor sevillano G. H. En la primera visita estuve tranquilo, sorprendido y hasta emocionado, pero tranquilo. En esta segunda no tanto. No sabía cuales eran las intenciones de mis acompañantes. La verdad es que no he pagado nunca por sexo. El barrio rojo no provocaba en mí ningún tipo de excitación. Al menos sexual. O sí. Detrás del puro escaparate en el que estaban las muchachas vislumbro una cama de un metro de ancho y un bidet. Algunas chicas están preparándose para la noche, afinan sus instrumentos de trabajo en forma de largas caricias, estiramientos y polvos en la piel para excitar el deseo. A lo mejor soy un moralista. Pero en ningún momento sentí deseo, sino vértigo. Y eso que algunas chicas son muy hermosas. Y bailan bien. Javier nos conduce por los callejones más estrechos y en un momento dado pasamos por un largo pasillo rojo. Allí hay una muchacha que nos corta el paso y nos enseña su hermoso pandero, inclinándose hasta coger sus propios pies a manos llenas. Parece una bailarina. Es una bailarina. Es muy flexible. La tenue luz roja del pasaje se hace llama en su pandero enhiesto. Es un faro de la noche. Habla. Muestra. Seduce. Javier habla con ella, le dice, en castellano, que es muy hermosa. Yo me siento un tonto con mi guía de Holanda en la mano. Son 50 euros. Es de Hungría, de Budapest. No tendrá 20 años. Cuando salimos respiro aliviado. Está claro que soy un puritano. O quizá es que me apetece y no me atrevo a confesármelo a mí mismo. La chica era un sueño, a pesar de las tetas siliconadas.

Entramos en un bar muy viejo (1689 dice en la fachada) y tomamos unos chupitos de ginebra. La copa es pequeña y ancha en su parte superior, de manera que el primer sorbo hay que tomarlo directamente sobre la barra, sin coger la copa, porque está tan llena que se derramaría la mayor parte de su contenido. El camarero tiene un arte enorme para servir hasta el mismísimo borde de la copa. 

De porros nada. El último día, camino de vuelta del Hotel LLoyd, F. H. me ofreció un par de caladas de una marihuana buenísima que habían comprado en el barrio rojo por la tarde. Aunque yo estaba sumido en la conversación.


Ilustraciones: 1. Fachadad el bar Fockink. 2. He aquí la fecha de inauguración del local. 3. Con Diego del Morao, El Grilo y Javier y tres hermosos panderos, en el Café de La Habana de Ámsterdam.

lunes, 7 de marzo de 2011

Atlas de Geografía Flamenca

Atlas de Geografía Flamenca


(Dedicado a todos los festivales de la geografía flamenca y en especial a La Unión, Jerez y la Bienal, por su hospitalidad y entrega)




Nos conocimos en Jerez.
Nos quisimos junto al mar
una tarde, fue (en) La Unión.
Nos veremos en la Bienal.


Amores furtivos
en los festivales,
pares y nones
me da quien tú sabes.


No hay quien te entienda
ni te comprenda,
me dices que sí
dándote la vuelta.

Cuando yo ya me voy
tú me dices “venga”.


Porque tú me querías,
yo me vine para Utrera
no lo hago más en la vía.

Yo me vine para Utrera
y tú te vas con otro,
prima, por la carretera.

Con otro te ví
por la carretera,
y el gachó, alma mía,
te metió la lengua.

Papando moscas
me quedé en la acera.

Si lo llego a saber
no llego a Utrera.
Si yo lo sé antes
se viene tu abuela.

Y encima el potaje
me produjo ardentera.


Quise darte mostachón,
pero en vez de venir a Utrera
tú te fuiste pa Morón.
Te gusta más el gazpacho,
mucho más que el mostachón.


Que disparate, que disparate,
en la caracolá
solo me dejaste.
Estuve más lento
que la soleá de Perrate.
Vaya tontería,
venir a buscarte.


A ti te llaman la bella
porque no has dejao un flamenco vivo
en el festival de Ciutat Vella.

Nos conocimos en Jerez.
Nos amamos al lao del mar
una tarde, fue en La Unión.
Lo dejamos en la Bienal.


No, que ...
fue en la Puebla de Cazalla,
a la otra le eché vino,
a ti te di calabazas.
A la otra le di vino
y te dije “que te vayas”.
Que rato más bueno echamos,
vaya un tío tan canalla.
Ay, qué bonita estabas
apoyá contra la valla.


En el festival de Jerez
me crucé con tu marío
en el ascensor del hotel.
Yo debajo y tu subida
hasta que dieron las tres.
Yo bajaba, él subía,
por tu corazón en Jerez.
El amor multiplicamos
por la tablita del tres.


En Jerez estabas sola,
han pasado cuatro meses,
en Sevilla te enamoras.
Has contado ciento veinte,
ya no quieres dormir sola.


Porque tú quieres a otro
yo estoy rabiando.
Toíta la noche en vela,
puesta la radio,
por no escuchar tu cama
traqueteando.
Tra, tra .., que te ando.
¿Quién me mandaría cogerme
el cuartito, prima, de al lado?

Amores y celos
en los festivales,
pares y más nones
me da quien tú sabes.
Ya lo tiene claro
ya no me da más pares.


Nos conocimos en Jerez
nos amamos junto al mar,
y a los tres o cuatro meses
nos volvimos a encontrar.

Pero ya no estabas sola,
cambiaste de voluntad.


Nos conocimos en Jerez
nos quisimos junto al mar.
En La Unión te prometiste,
te casaste en La Bienal.


Amores furtivos
en los festivales.
Besarte un ratito
me ahuyenta los males.

jueves, 3 de marzo de 2011

Próximos eventos

- Viernes 11 de marzo, 21,30 horas: 'A un poeta menor de la (Magna) Antología'. Conferencia escénica a cargo de Juan Vergillos. Con José Valencia (cante) y Juan Requena (guitarra). Peña Flamenca David Serrano, C/ Carmen, 3 A. ÉCIJA (SEVILLA)

- Sábado 13 de marzo, 13 horas: 'A un poeta menor de la (Magna) Antología'. Conferencia escénica a cargo de Juan Vergillos. Con José Valencia (cante) y Juan Requena (guitarra). Peña Flamenca La Ribera, C/ Zurbarán 4, GUILLENA (SEVILLA).

- Viernes 24 de marzo, 21,30 horas: 'A un poeta menor de la (Magna) Antología'. Conferencia escénica a cargo de Juan Vergillos. Con José Valencia (cante) y Juan Requena (guitarra). Peña Flamenca Francisco Moreno Galván, C/Antonio Machado, 33. LA PUEBLA DE CAZALLA (SEVILLA).



A un poeta menor de la Antología

¿Dónde está la memoria de los días

que fueron tuyos en la tierra, y tejieron
dicha y dolor y fueron para ti el universo?

El río numerable de los años
los ha perdido; eres una palabra en un índice.
Dieron a otros gloria interminable los dioses,
inscripciones y exergos y monumentos y puntuales historiadores;
de ti sólo sabemos, oscuro amigo,
que oíste al ruiseñor, una tarde.

Entre los asfodelos de la sombra, tu vana sombra
pensará que los dioses han sido avaros.


Pero los días son una red de triviales miserias,
¿y habrá suerte mejor que ser la ceniza,
de que está hecho el olvido?


Sobre otros arrojaron los dioses
la inexorable luz de la gloria, que mira las entrañas y enumera las grietas,
de la gloria, que acaba por ajar la rosa que venera;
contigo fueron más piadosos, hermano.


En el éxtasis de un atardecer que no será una noche,
oyes la voz del ruiseñor de Teócrito.
 
 
JORGE LUIS BORGES