por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 31 de enero de 2011

Flamencas de Holanda(I): La historia de las nubes que no tienen argumento

(Con ésta inicio una mirada lírica sobre la III Bienal de Flamenco de Holanda en la que participé recientemente. Para tratar sobre las “flamencas holandesas”, como hice cuando os hablé meses atrás de las “flamencas japonesas”, combinaré la mirada crítica, menos, con la confesión íntima, más. Para preservar la identidad de sus protagonistas, unas iniciales al azar sustituirán a los nombres auténticos. Aunque claro, como en Holanda casi todas las mujeres se llaman Saskia, ahí no será necesario el uso de la inicial para el trasunto literario. O sí, no sé. S=Saskia. Pué sé ..., si no se van a enterar. Por lo demás, todo lo que viene a continuación ocurrió realmente. O, al menos, así lo cree el autor. En todo caso, los aludidos, como el resto de los lectores, tienen por supuesto derecho a réplica, con su nombre real o utilizando el inventado).




Flamencas holandesas (I): La historia de las nubes que no tienen argumento.
Un culebrón original con copia certificada de Juan Vergillos.


1. Las nubes.
Las nubes que no tienen argumento a veces adoptan la forma de tierra, de suelo. Otras nubes, otras veces, son algodón, como dijo el poeta que hay en todo niño, y son algodón de azúcar, no el que lastimó las manos de negros y gitanos. Las nubes que adoptan la forma del suelo presentan a la vista del observador unas ligerísimas arrugas, otras veces profundas depresiones, y caminos, islas, regatos, canales y montañas. Islas, sí, porque en ocasiones las nubes son tan lisas como un mar en calma. Hay tantas nubes como personas y realmente hay una sola nube, o ninguna, porque las nubes no son nada. Aunque parezcan más profundas que el mar, es el agua lo que tiene profundidad, no el vapor de agua. Carecen de argumento porque son vapor que se esfuma con una mirada. Aquí acaba la historia de las nubes que no tienen historia.

2. Un barco sin nombre.
Sobre las olas diviso un barco y un hombre que dice “Adiós linda amiga, que no vuelvo a verte, me voy a cumplir un sueño. El sueño de ser hombre. Donde vaya mi corazón irán tus ojos pero esta tarde te dejo aquí plantada sobre las nubes, en la tarde, viendo venir los barcos. Prefiero partir que mirar. Me iré en un barco sin nombre, sin tu nombre. Sin tus ojos. Uno que se adentra en la mar. Alguien que por la noche me abrace”.




3. Las nubes.
No es cierto que se acabe, puesto que sigue: las nubes parecen inmóviles y sin embargo no cesan en su lento tránsito alrededor del planeta. Se hacen y deshacen en milésimas de segundos, días apenas, años, lustros. Soy sólo agua, lágrimas, sal. Con el movimiento semejo una cosa viva, una nuez madura, el cerebro del Homo Sapiens, la tela de mi chaqueta, los casquetes polares que se funden e inundan los Países Bajos. Y soy nada, lágrimas sin sal. Agua, es decir, vida. La poesía no radica en la falta de argumento sino en los ojos que me contemplan. Es la actividad más baldía que ha inventado el hombre. Entonces, ya sabes lo que es la poesía pura. Si una tarde de éstas me ves irme por el horizonte y sueñas con las ciudades, Rótterdam, Ámsterdam, sobre las que arrojaré mi carga de lágrimas desaladas y diminutas. El tributo que dejo en las orillas de los mares da sentido a lo que te alimenta. No soy nada y soy la fuerza más poderosa de la tierra. Puedo arrasar mares, mover montañas, desolar ciudades, cambiar el desierto por la jungla, la tierra por el agua. Puedo ensombrecer el sol y demoler murallas con esta mi ínfima munición, más ligera que el aire. A veces soy roca y otras caricia.


4. Las nubes.
Toda la Europa está encapotada. Hay una nube que es un camino y es la estela de otro avión que está barriendo el cielo, tajo parejo, como si fuera el suelo


21-1-11, durante el vuelo Iberia 3250 Madrid-Ámsterdam.

jueves, 27 de enero de 2011

Renacimiento de Triana

Rosario La Tremendita
'A tiempo' Producido por La Tremendita.
Harmonía Mundi

Triana es soleá y La Tremendita una joven cantaora del antiguo arrabal que en su voz es barrio, que remoza de nuevos sabores y colores la tradición alfarera. Con la guitarra sutil, íntima, de Salvador Gutiérrez, dice la cantaora los estilos ligados, solemnes y sentenciosos, en este caso con letras de firma propia, de La Serneta, El Chozas, El Ollero, Joaniquín, Fijones y Fernanda. En sus ‘Aires trianeros’ Rosario La Tremendita no se decanta por definir este cante como polo o caña, ya que ha sufrido las dos denominaciones, que cierra con la soleá apolá donde ya introduce algunos sones contemporáneos en la percusión y en los arreglos de guitarra y vientos, en una entrega que, siendo 100% flamenca tiene unos aires pop y cool deliciosos. Es la norma de esta disco, no sólo por el estilo vocal de la cantaora, distanciado y solemne, también por la presencia de la trompeta de hielo de Raynald Colom y el piano de José Reinoso. Elegancia es la marca de la casa Tremenda. No obstante la granaína, que aprendió la cantaora de su bisabuela, es el lugar donde Salvador Gutiérrez puede expresar su arte de fina repostería y donde aparece, al final de la media, el quejío más jondo de la cantaora. Porque el melisma de Rosario La Tremendita es tan colorido como metálico: es una luz de neón azul. Por eso estoy seguro de que va a ser la cantaora de la nueva generación de aficionados que ahora se incorpora. Porque en su estilo hay un acento cibernético muy de nuestro tiempo. De estos tiempos.

El intimismo es el contrapunto a semejante perfección técnica, de un acabado formal impecable. Vean si no qué estilos: vidalita, guajira, nana. La nana por ejemplo es una balada. La guajira: tiene el gusto de hacerlo a la manera que se hacía a finales del siglo XX, es decir, a la forma de La Rubia y El Mochuelo, antes de Escacena, Marchena y Valderrama. Y suena, como suena en los cilindros de cera originales, plenamente contemporánea, mestiza, promiscua y lúbrica. E introduce el piano y la rueda armónica deliciosa a compás, como hacía El Canario Chico, mismamente, hace ciento y pico de años. La vidalita no lo es sino un tango porteño de Carlos Gardel. Siguiendo, por otro lado, lo que hizo el ídolo Pepe Marchena. En la segunda mitad el tema se convierte en un bolero progresivo arrollador.



Claro que hay fiesta en esta obra. Con sus estribillos corales y todo. Lo más tradicional son los tangos del Chaqueta que, aunque dichos en voz baja, sirven a la Tremendita para mostrar su destreza con los trabalenguas. Que también expresa en‘Rosario la Pescaera’ un cuplé que es una tradición familiar y un delicioso duelo con Rocío Molina.

Esta cantaora tiene un conocimiento y unas facultades asombrosas. Es un disco maravilloso, sereno y, por descontado, perfecto. Claro que si la cantaora se rompiera y se manchara y se mojara, como está a punto de hacer en algún momento ... no estaríamos ante un disco perfecto porque no estaríamos ante un disco sino en el paraíso que un día vimos en nuestros sueños más hermosos.

domingo, 9 de enero de 2011

Próximas actuaciones

- Domingo, 23 de enero 'Apolo y Dionisio en el baile flamenco contemporáneo' Conferencia escénica. Rotterdamse Schouwburg, Holanda, 15:15h.
- Martes, 25 de enero 'Apolo y Dionisio en el baile flamenco contemporáneo' Conferencia escénica, Stadsschouwburg Amsterdam (Rabozaal), Holanda, 19 h.