Rosario La Tremendita
'A tiempo' Producido por La Tremendita.
Harmonía Mundi
Triana es soleá y La Tremendita una joven cantaora del antiguo arrabal que en su voz es barrio, que remoza de nuevos sabores y colores la tradición alfarera. Con la guitarra sutil, íntima, de Salvador Gutiérrez, dice la cantaora los estilos ligados, solemnes y sentenciosos, en este caso con letras de firma propia, de La Serneta, El Chozas, El Ollero, Joaniquín, Fijones y Fernanda. En sus ‘Aires trianeros’ Rosario La Tremendita no se decanta por definir este cante como polo o caña, ya que ha sufrido las dos denominaciones, que cierra con la soleá apolá donde ya introduce algunos sones contemporáneos en la percusión y en los arreglos de guitarra y vientos, en una entrega que, siendo 100% flamenca tiene unos aires pop y cool deliciosos. Es la norma de esta disco, no sólo por el estilo vocal de la cantaora, distanciado y solemne, también por la presencia de la trompeta de hielo de Raynald Colom y el piano de José Reinoso. Elegancia es la marca de la casa Tremenda. No obstante la granaína, que aprendió la cantaora de su bisabuela, es el lugar donde Salvador Gutiérrez puede expresar su arte de fina repostería y donde aparece, al final de la media, el quejío más jondo de la cantaora. Porque el melisma de Rosario La Tremendita es tan colorido como metálico: es una luz de neón azul. Por eso estoy seguro de que va a ser la cantaora de la nueva generación de aficionados que ahora se incorpora. Porque en su estilo hay un acento cibernético muy de nuestro tiempo. De estos tiempos.
El intimismo es el contrapunto a semejante perfección técnica, de un acabado formal impecable. Vean si no qué estilos: vidalita, guajira, nana. La nana por ejemplo es una balada. La guajira: tiene el gusto de hacerlo a la manera que se hacía a finales del siglo XX, es decir, a la forma de La Rubia y El Mochuelo, antes de Escacena, Marchena y Valderrama. Y suena, como suena en los cilindros de cera originales, plenamente contemporánea, mestiza, promiscua y lúbrica. E introduce el piano y la rueda armónica deliciosa a compás, como hacía El Canario Chico, mismamente, hace ciento y pico de años. La vidalita no lo es sino un tango porteño de Carlos Gardel. Siguiendo, por otro lado, lo que hizo el ídolo Pepe Marchena. En la segunda mitad el tema se convierte en un bolero progresivo arrollador.
Claro que hay fiesta en esta obra. Con sus estribillos corales y todo. Lo más tradicional son los tangos del Chaqueta que, aunque dichos en voz baja, sirven a la Tremendita para mostrar su destreza con los trabalenguas. Que también expresa en‘Rosario la Pescaera’ un cuplé que es una tradición familiar y un delicioso duelo con Rocío Molina.
Esta cantaora tiene un conocimiento y unas facultades asombrosas. Es un disco maravilloso, sereno y, por descontado, perfecto. Claro que si la cantaora se rompiera y se manchara y se mojara, como está a punto de hacer en algún momento ... no estaríamos ante un disco perfecto porque no estaríamos ante un disco sino en el paraíso que un día vimos en nuestros sueños más hermosos.
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