por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







domingo, 30 de junio de 2013

El espejo del puente




V Festival de Triana. Cante: José de la Tomasa, El Montero, El Chozas, El Paquiro, Juan Villar, Romerito, Calixto Sánchez, Juan José Amador, Guillermo Manzano, Segundo Falcón, Fernando de la Morena, Paco Taranto, Alicia Gil. Guitarra: Antonio Carrión, Niño Jero, Paco Iglesias, Eugenio Iglesias, Lito.  Baile: Nano de Jerez, Carmen Ledesma. Lugar: Hotel Triana. Fecha: Viernes, 28 de junio. Aforo: Lleno.


Polaridades flamencas: un puente une siempre dos orillas. Alfareros y herreros. La tierra y el fuego. El círculo y la arista. Este puente es eso y más: campiña y sierra, laberinto y mar. El barrio reivindica una identidad propia que son muchas. Sonó la soleá y la seguiriya. También los fandangos de Aznalcóllar, tan dulces como terribles, en la voz del Paquiro. 

El Paquiro.


José de la Tomasa cantó los tremenditas fandangos de posguerra por José y los cantes de Manuel Torre por Tomasa.  Este barrio es el universo: El Chozas, El Montero. Y también la frescura de Alicia Gil, plena de compás y de entrega. Nos juntamos para darle los cariños al poeta del barrio, que nos los devolvió con haikus a compás: el poeta le canta a la luna con los pies en el suelo. 

Manuel Molina.


La soleá de Romerito de Jerez, incombustible, huele a marisma, huele a ruptura con todo tipo de esperanza, entrega a la pena más absoluta, a la desolación. Hubo soniquete: bulerías, rumbas, alegrías, tangos. Pero fue ese extraño sentimiento de la pena serena, la soleá alfarera, el sabor que me llevé a casa. 

Chiquetete.


Las cosas son como son, no como nos gustaría que fueran, y por eso este barrio, que sigue siendo un territorio flamenco inalterado, pese a todo, para el que lo quiera vivir, tiene un festival jondo balbuciente e incierto del que Antonio Cortés Pantoja, Chiquetete, se ha erigido en último campeón. El gaditano Juan Villar trajo la solemnidad de Alcalá y el jerezano Niño Jero el soniquete. Antonio Carrión no es sólo un guitarrista genial. Es algo más importante. Es, el viernes lo volvió a demostrar, un jornalero jondo que, sin perder el sabor, la solera, sabe adaptarse a cada voz, a cada personalidad cantaora, a cada estado de ánimo. 

Antonio Carrión.

martes, 25 de junio de 2013

Con Gabriel Moreno

Ahí va la entrevista-espectáculo completa con Gabriel Moreno en la Universidad de Sevilla:

http://tv.us.es/trastablaos-juan-vergillos-con-gabriel-moreno/

lunes, 24 de junio de 2013

Taller de Flamenco y Gestalt


El arte de quebrarse



Marina Heredia hace en su cuarto disco, 'A mi tempo', grabado en directo, un minucioso y sentido recorrido por la historia del flamenco, que es la del convulso siglo XX español.


Es una de las grandes voces del flamenco actual. Voz profunda, oscura, plena de color y de matices. Marina Heredia Ríos (Granada, 1980), la hija de Parrón, es dulce y dolorida, sensual y distante. Abre ‘A mi tempo’ una milonga, cante estrella de los años 20 y 30 y hoy reducido a un fósil. Heredia ha rescatado uno de aquellos cantes de temática sentimental y llorona que incluso dieron lugar a algunas de las primeras películas de temática flamenca en la República. La guitarra metálica, tensa, brillante y sin embargo íntima, granadina, es la de Miguel Ángel Cortés. Con la apabullante introducción de Cortés ya hemos recorrido toda la épica pampera que del Cono Sur se trajo este cante, importado por Manuel Escacena. Es el espíritu campesino de espacios abiertos que en la ciudad, en el puerto, derivará al tango porteño. Sentimentalismo obvio, sencillez de intenciones y de recursos, melancolía y naturaleza. Heredia se lanza sin paracaídas en el melisma, que es el elemento único que alimenta este cante, libre de ritmo. Sin paracaídas, digo, porque el cante está grabado en directo, como el resto del disco. La cantaora ha rescatado la letra y la música del gran Corruco de Algeciras, estrella flamenca tempranamente desaparecida, en el frente del Ebro durante la contienda española.

Eso sí, con el cambio de género se produce algún desliz en la copla, trasformando la rima consonante del original en verso libre. Es el preludio, un remanso frente al turbión rítmico que vendrá. Los fandangos tremendos del Chocolate son el contrapunto de la arrasada posguerra frente al ‘glamour’ de la cantaora. Por supuesto que Marina Heredia no se olvida de dónde venimos y este disco es una puesta al día de nuestra historia reciente porque el flamenco ha sido el testigo de excepción de los horrores y las alegrías de nuestro convulso siglo XX.

‘A mi tempo’ es también el tiempo de todos, nuestro presente entendido como actualización o evolución de un pasado. El pasado de los fandangos tremenditas ("Dios mío de mi alma") del Chocolate: mujeres de la vida, abusadas, abandonadas por sus hombres cuando estos marcharon a la guerra; hombres alcoholizados para olvidar el horror del día a día, niños que se hacen adultos a marchas forzadas, incomprensión en la pareja. De nuevo Heredia trasforma el género del protagonista de sus coplas en aras de lo políticamente correcto. Pero los fandangos no dejan de ser trallazos y su contenido desasosegante permanece intacto. José Quevedo ‘El Bolita’ es, pues, el digno heredero del Niño Ricardo: ambos tensos, ambos nerviosos, ambos estilistas enormes de la emoción. Diego del Morao es el encargado de darle la réplica en los segundos fandangos.

 




El calor del directo le ha hecho mucho bien a esta obra pues, mientras otros discos de la cantaora son perfección formal embalsamada, aquí el acabado técnico no borra la intensidad emocional sino que la potencia. La guitarra nerviosa, jerezanísima, de Diego el del Morao, acompaña a Marina por seguiriyas. Íntima, enérgica, esencial y barroca. Heredia ofrece una interpretación muy adornada, desbordante, lujuriosa y sentimental, pasando de la exhibición vocal al intimismo en el mismo verso melódico. Del grito rabioso al gemido susurrado en un segundo. Y el del Morao escancia una falseta lenta, morosa, de enorme sabor. La seguiriya de cierre de Manuel Molina evoca, sin lugar a dudas, el cante poderoso y de ritmo vertiginoso de Manuel Vallejo, genio hispalense: un envite del que Heredia sale más que airosa. Los arreglos y el estilo de la caña nos recuerda a otro granadino ilustre, Morente, incluso en la elección de alguna letra, no acreditada, de Manuel Machado. El paseíllo coral, mixto, a la manera del siglo XIX, según nos cuenta Estébanez Calderón, es un prodigio de melodía y precisión rítmica. Es una deliciosa canción flamenca plena de ritmo, furia y emoción. Las percusiones de Paquito González disparan el carácter social de la obra y el ritmo prodigioso de los tres guitarristas. En la bulería por soleá, con buen criterio, son los dos guitarristas jerezanos los que acompañan a Marina para recordar los cantes del Gloria y La Moreno. Una nueva entrega airosa y pletórica. Toda una lección de cómo arrojar y recoger el cante.

 



La segunda parte es una explosión de los dos estilos festeros por excelencia de lo jondo, tangos y bulerías, en diferentes fórmulas. Cuatro cantes que son cuatro homenajes. Si en la primera parte de esta obra se acuerda Heredia del Corruco de Algeciras, La Moreno, Chocolate y Morente, en la recta final del disco los evocados son Adela la Chaqueta y Camarón en las bulerías y Bambino y Morente en los tangos. Es decir, los tablaos versus los festivales globales.

De Adela la Chaqueta, mítica cantaora de una de las estirpes con más compás de la historia del flamenco, estrella del tablao Los Canasteros, Heredia coge la forma de hacer el cuplé por bulerías. Los Mellis son un genuino y seguro metrónomo de la fiesta y Marina se deja llevar por los sentimientos a flor de piel del bolero y de la ranchera ‘Que se me acabe la vida’ de José Alfredo Jiménez. De Camarón ofrece un ramillete de letras festeras que Antonio Humanes, Juan Antonio Salazar, Kiko Veneno y Pepe de Lucía compusieron para el genio isleño en los ochenta. Cantes ligados plenos de ritmo y de memoria. La copla de posguerra de sufrió en la voz tremenda del utrerano Bambino, estrella de Torres Bermejas y Los Canasteros, una versión luminosa y lúdica, canalla y noctámbula, desbordante, a ritmo de rumbas. De esta manera lo interpreta Marina Heredia con la temperamental Mónica Naranjo, con las congas y las guitarras ventilador. El último homenaje del disco es, de nuevo, para Morente con una selección de sus más populares melodías para textos de San Juan de la Cruz y Lorca.

Heredia ha elegido para su cuarto disco una obra grabada en directo y con el repertorio tradicional que mejor conoce. Una gran obra, sin duda la mejor suya. Entre Fernanda de Utrera y Mairena, entre la perfección formal y la pura entrega sentimental, a Heredia le sentará mejor, siempre, lo segundo. Lo primero ya viene de fábrica, no tiene que preocuparse por ello.

miércoles, 12 de junio de 2013

Eventos del mes de junio

- Domingo, 16 de junio: 'Carmen Amaya ¿en su centenario?'. Conferencia Iustrada. Con Rafael Campallo (baile). Peña Flamenca 'El Palanca'. Av. Extremadura 36, Santiponce, Sevilla. 14 horas.

- Lunes, 17 de junio: 'Carmen Amaya, ¿en su centenario?' Conferencia Ilustrada, con Alberto Sellés (baile), Casa del Aire, C/ Veracruz, 2, Arahal, Sevilla, 21 horas.


- Sábado, 22 de junio: 'Cuatro emociones flamencas' . Conferencia. Peña Flamenca de Jódar (Jaén). 22 horas.

- Jueves, 27 de junio: 'Flamenco y Gestalt'. Taller. Centro Cívico Hogar de San Fernando, Calle don Fadrique 57, Sevilla. De 10 a 14 horas.

- Miércoles y viernes de junio 'Historia del Baile Flamenco'. Curso monográfico. Centro Cívico Hogar de San Fernando, calle Don Fadrique 57, Sevilla. De 17 a 19 horas.

lunes, 10 de junio de 2013

Próximo taller: 'Flamenco y Gestalt'

El flamenco es un instrumento privilegiado para contactar nuestras emociones básicas y gestionarlas de forma positiva. En este taller, a través de la música, la poesía y la danza flamenca, nos pondremos en contacto con nuestra alegría básica, nuestra ira necesaria, nuestra melancolía y nuestro miedo. Todas ellas son necesarias para mantenernos en contacto con lo más valioso de nosotros. El flamenco tiene una forma musical, literaria y coreográfica adecuada a nuestros estados de ánimo. Nos acercaremos a la baraja estilística con la única guía del sentimiento interior evocado. 

Necesidades técnicas: ropa cómoda, zafu o similar y esterilla.


El desierto abrasado del Cigala

Diego el Cigala 'Romance de la luna tucumana' Producido por Ramón Jiménez, Cigala Music



El disco está inspirado en Mercedes Sosa y es, por tanto, un ramillete muy representativo de la música folclórica de autor argentina. Lo cual significa, grandes melodías y buenos y abundantes textos. Cada canción es una historia, un drama, un poema épico, un canto al tiempo que se fue. El Cigala pone su voz flamenca y el argentino Diego García, El Twanguero, los arreglos y la guitarra. Se trata de una guitarra eléctrica que cruza a Django Reinhardt con el slim de Nashville. La relajación de El Twanguero casa bien con los biorritmos tranquilos de la voz del Cigala. Sonidos en la frontera, de amplios horizontes, desierto abrasado: hombres asolados, épica de la derrota. ‘La canción de las pequeñas cosas’ tiene un precedente flamenco en la voz de José Anillo, en el disco debut del cantaor gaditano. El Cigala pasa rápidamente de la canción al son merced a la percusión cubana de José Luis Quintana ‘Changuito’. El tango ‘Naranjo en flor’ cuenta también con interpretaciones de fama, de Goyeneche a Calamaro. Se trata pues de un enorme reto para la voz de Diego el Cigala. El tono, por tanto, de esta obra, como de la anterior de nuestro cantaor, es la melancolía, el pasado, el tiempo, añorar un tiempo que se fue. El disco incluye otro tema firmado por los hermanos Expósito, ‘Siempre París’, un tango interpretado en directo como un dúo guitarra y voz. ‘Los mareados’, como ‘Naranjo en flor’, es uno de los descartes de ‘Cigala & Tango’, otro éxito de Goyeneche, pasado aquí por el Mississippi, con un toque muy épico. El tercer descarte del disco anterior de El Cigala es ‘Por una cabeza’, donde surge el nombre del mayor mito argentino, después de Evita y Maradona, Gardel. Se trata de un dúo con Adriana Varela, que ofrece una interpretación estrictamente tanguera, mientras que El Cigala le aporta un melancólico melodismo muy entrañable, así como un estribillo final a ritmo de tientos flamencos. Argentina es también Martín Fierro y Fierro son cuchilleros, gauchos, llanuras … inventadas acaso en la ciudad, porque la épica del gaucho es una creación urbana. 




Hombres de ciudad que añoraban el campo de sus padres, de su infancia, y que confundían la realidad con sus deseos, el pasado con su melancolía. Ese es el estado de ánimo que rige ‘La milonga de Martín Fierro’. ‘Déjame que me vaya’ presenta la guitarra flamenca de Antonio Rey a ritmo de fandangos y la percusión de Isidro Suárez. Lo mejor de la interpretación del Cigala es la progresión melódica y sentimental, pues empieza en un tono bajo para ir subiendo conforme las palabras y las emociones se acumulan. El ‘Romance de la luna tucumana’, la canción que da título al disco, es un clásico de Atahualpa Yupanqui que El Cigala trasforma en una rumba flamenca, de nuevo con la colaboración de Antonio Rey y las palmas de Isidro Suárez. Sin duda la más flamenca de las interpretaciones del Cigala en este disco, donde se acuerda de su ídolo, Camarón, y que se cierra con un coro masculino cubano. ‘Balderrama’ es una delicada vuelta a la zamba y a Mercedes Sosa, al norte, a los Andes, a la luna tucumana. Falta la épica de la voz de la gran maestra argentina, a la que resulta inevitable evocar, pero está ese gusto por la melodía que es marca de la casa Cigala. Es la celebración de la vida, del canto, de la fiesta, de la amistad por tanto, en una versión muy solemne, marca Sosa por tanto, y rítmica. ‘Niebla del riachuelo’ ya aparece, aunque incompleta, en el disco Lágrimas negras, aunque aquí nos la ofrece El Cigala con toda su letra. El disco se cierra con la tremenda ‘Canción para un niño en la calle’ con la voz de la homenajeada en esta obra, Mercedes Sosa y las guitarras del Twanguero y Paquete. Un aldabonazo, naturalmente. 


La interpretación del cantaor es correcta, y eso es lo mejor y lo peor de ella. Muy respetuosa y, al mismo tiempo, previsible, lánguida. Tengo la sensación de que muchos de sus recursos, no técnicos, ya que El Cigala lo puede cantar todo y todo bien, sino emocionales, han quedado sin uso en este disco. La calidad de las composiciones está muy por encima de la interpretación, a la que le falta imaginación y riesgo. El Cigala canta bien, claro. Es seguramente el más dotado para esta representación: cantar el bolero cubanizado, el tango porteño o el folclore andino a la forma flamenca. El Cigala no puede ni quiere renunciar al quejío y al melisma flamenco.

 

 Menos mal. Se trae al bolero, el tango o la canción argentina a su terreno, a nuestro terreno, como hicieron antes Manuel Vallejo, La Niña de los Peines, Bambino o Bernarda de Utrera, por decir algo. Sin embargo, en esta obra se muestra en exceso fiel al guión. No hay riesgo, no sólo en esta obra, sino en los últimos años de su devenir artístico. Y sin riesgo un artista está muerto. Éste es el octavo disco del Cigala que desde ‘Lágrimas negras’ (2003) no ofrece una entrega estrictamente flamenca, sino que se viene inclinando en los últimos años por la canción cubana y argentina. Aunque por supuesto con su acento jondo y las colaboraciones de artistas flamencos de la talla de Antonio Rey, El Paquete o El Piraña.

 


El Cigala es el nombre artístico de Diego Ramón Jiménez Salazar (Madrid, 1968). Se inició en los tablaos y peñas de Madrid, para pasar después a las compañías de Cristóbal Reyes, Mario Maya, Tomatito, Manolete, Carmen Cortés, El Güito, Farruco, Manuela Carrasco, Gerardo Núñez, etc. Con ‘Lágrimas negras’, a dúo con Bebo Valdés, cosechó dos Premios Grammy, cinco Premios Amigo, el Micrófono de Oro, tres Premios de la Música, entre ellos el de Mejor Disco del Año, cinco nominaciones a los Grammy Latinos, triple disco de platino en España, platino en Argentina, México y Venezuela. También ha obtenido un premio ondas y grabado junto a otros grandes artistas del flamenco y de otras músicas como Paco de Lucía, Alejandro Fernández, Van-Van, Jerry González, Vicente Amigo, etcétera. Su primer disco, ‘Undebel’, es de 1998, al que siguieron ‘Entre vareta y canasta’ (2000), ‘Corren tiempos de alegría’ (2001), ‘Teatro Real’ (2002), ‘Lágrimas negras’ (2003), ‘Picasso en mis ojos’ (2005), ‘Dos lágrimas’ (2008) , ‘Cigala & Tango’ (2010) y este ‘Romance de la luna tucumana’ (2013).