por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







jueves, 29 de marzo de 2012

Alegría en la entrega





'ArteSano' Miguel Poveda. Producido por El Bolita, Isidro Muñoz. Composiciones populares y de Isidro Muñoz, Miguel Poveda y El Bolita. Concepto musical de Miguel Poveda. Universal


Es un pequeño tratado de geografía flamenca: Jerez, Cádiz, Málaga, Sevilla, la Unión. Es también una instantánea de los diversos estados de ánimo flamencos que conforman la historia personal de Poveda y de los que atraviesa el cantaor en la actualidad, dominados por la alegría y la entrega energética. Si, amigos, aquí está el nuevo disco de Miguel Poveda: ¡cuanto tiempo ha pasado desde la última vez, amigo! Demasiado. Y qué gusto tan grande coger el disco y leer en la contraportada: seguiriyas, malagueñas, alegrías, tangos, soleá, minera ... Con todos los respetos a Quintero/León/Quiroga, de los que también se incluye una ‘coplería’, en los últimos tiempos se está convirtiendo en un lujo que un cantaor de flamenco grabe un disco ... de flamenco. Flamenco clásico, sí señor, y de uno de los cantaores más vitales y deslumbrantes del momento. ¡Cuánto tiempo ha pasado desde aquel lejano ‘Zaguán’ (2001)! Miguel, qué descuidados nos tenías. Han pasado tantas cosas buenas, desde entonces. Eso sí, debieran haber vendido también la lupa con el disco, para leer los créditos. Tientos con aires de zambra. Qué voz tan dulce, tan sensual. Y la guitarra de Manuel Parrilla le corresponde con el intimismo jerezano marca de la casa. La capacidad de emulación, dentro de su personal acento, es otra de las características de este cantaor, que consigue evocarnos a la misma Pastora Pavón en estos tientos. Con Parrilla también la seguiriya, entregada, justa, dolorida y muy equilibrada, con su macho por cabales: de una tacada. Una demostración de fuerza alejada de todo exhibicionismo vacuo. La minera es una miniatura con la guitarra delicada y sutil de Juan Ramón Caro. Pencho Cros llevado a una dimensión más lírica, redonda, cálida y plena de colores, más musical en fin. Juntos, los tres, consiguiero la XXXIII Lámpara Minera hace 19 años.

También por levante la intervención de Manolo Sanlúcar por malagueñas de La Peñaranda que aprendimos en la versión del maestro Morente (Matrona-Chacón es la línea ascendente). El toque del maestro se hace más pétreo, menos sensual y más duro, pero más esencial. El toque de Sanlúcar, con el tiempo, ya no se parece a nadie. Ni a Sanlúcar siguiera, es lo que quiero decir. El maestro Sanlúcar es, hoy por hoy, un género nuevo dentro del mundo de lo jondo. Tan quintaesenciado, ensimismado en su lirismo de azúcar quemado. Luego, dos fandangazos del repertorio de Santiago Donday, que Gamboa atribuye a La Sabina en el texto de presentación, puro caramelo. La soleá es un viaje a Triana. La interpretación espectacular, la letra tópica. El aire con el que lleva la melodía descendente, de recogida, es magistralmente ajustado. De repente el tempo se hace más sereno y Poveda evoca los líricos melismas marcheneros. Para morirse de gusto, de Marchena a Mairena, o viceversa.


De Alfarería a la cava: tangos del Titi pura sensualidad con los coros de Las Peligro y diálogos pícaros y de pique. Una descarga de pura alegría, nada menos. Atención a la joven guitarra de Jesús Guerrero. Cruzamos el puente por dos sevillanas flamencas y acancionadas y la guitarra ¡de Isidro Muñoz! (¿es cierto lo que leo en los créditos?), compositor de la pieza. Y otras dos estrictamente bailables, ya huele a feria, con las Corraleras de Lebrija: usted sí que sabe rodearse de lo mejor de cada casa. Bailando sigue la fiesta por bulerías con lo mejor, en este caso de Jerez, obvio: Diego del Morao, Parrilla, El Grilo, El Chícharo, Londro ... Hay un guiño a los estilos ligados de el llorado Luis de la Pica. Peazo de fiesta, señora.




Para gozo de los sentidos un tal Paco de Lucía que, fíjense lo listo que es Poveda, hace aquí, no bulerías o tangos o rumbas, sino alegrías. Estos maestros quintaesenciados se vuelven algo broncos porque ya saben lo que importa, la almendrilla, el sabor, el detalle, la minucia y la actitud. Paco de Lucía seguiría siendo el más importante tocaor de nuestro tiempo aunque estuviera manco. Y ¡no lo está, queda muy claro en esta entrega! Y qué deliciosa letrilla, otra vez Isidro (por cierto que la copla más divertida no está trascrita en el libreto), y qué deliciosa dicción de nuestro Miguel favorito, yéndose a unos territorios de cantiñas que no son los que él transita habitualmente: más intimismo, más recogimiento, más almendrilla como digo. La inteligencia aquí de Poveda ha sido sumarse a la estética paquera. Ole que cacho estribillo a coro de hombres, y qué hombres, y qué patá del Grilo. Paco de Lucía dulce y bronco. Bronco y dulce. Por esta joya, tan sólo, merecen la pena los 17 euros. Siguiendo por Caí, bulerías en tono mayor, la última joya, con el maestro Rancapino. El estilo se adapta a la perfección al carácter del intérprete, que aporta a los sones clásicos un ímpetu, una fuerza y una alegría propios. Ay qué gusto más grande encontrarnos con ese maestro del compás y la ronquera llamado Ranca. “Ay, que mire usté que crisis tiene este país”. De exquisita producción, de sonoridad elegante. Es el gran disco de Poveda que llevábamos años esperando. Es el acontecimiento musical del año, claro.

lunes, 26 de marzo de 2012

¿En Jaén se canta el tango?

La historia de Gabriel Moreno (Linares, 1941) es una de las más fascinantes del flamenco contemporáneo, tanto en lo artístico como en lo humano. A la variedad de estilos que conoce y ha interpretado, puesto que no se le ha resistido ningún palo del flamenco, se unen la multitud de giras que ha hecho por todo el mundo como embajador de lo jondo. Lo más destacado de este cantaor es la brillantez, la pujanza, la vitalidad de su voz, que encuentra su lírico contrapunto en los tonos graves, sentimentales, que introduce sobre todo en los estilos levantinos, malagueñas y tarantas. Pues si entusiastas son sus tonos altos, los graves son tan íntimos y serenos como extraordinarios. Tiene una amplitud de registro impresionante. Es una voz que, siendo extraordinariamente rítmica, tiene mucho temple. También se muestra muy equilibrada la voz de Gabriel Moreno en la intensidad, en el contraste perfecto entre fortes y pianos que requieren algunos estilos, por ejemplo los compuestos por don Antonio Chacón, habituales en su repertorio. La voz de Gabriel se muestra hoy más mate, más dulce y sentimental que en el pasado: ha adquirido un tono pastel delicioso.


Gabriel Moreno en el Auditorio del Cicus. Ésta y las demás imágenes son de Marta Morera.


El cantaor participó hace unos días en el ciclo Trastablaos de la Universidad de Sevilla, y así nos enteramos de que tiene un nuevo disco en el mercado. 'Mirando hacia atrás sin ira', que así se llama la grabación, presenta los estilos habituales en el repertorio de este cantaor, incluyendo los tangos de su madre La Carlotica y la taranta de su tierra. Con los tangos de Gabriel Moreno asistimos al privilegio del proceso de creación o recreación de un cante. Al paso de lo íntimo, sea individual del creador o tradicional familiar, a lo público, a lo colectivo, al quedar la obra registrada y ser ya patrimonio de todos los aficionados del presente y del futuro. Es un cante que me llamó mucho la atención la primera vez que los escuché, en la Magna antología del flamenco, porque no sabía de su existencia, siendo yo de Jaén. Además, en aquella grabación con Félix de Utrera se hacía referencia a "los montes de Jimena", en la comarca de Mágina, en lo que me pareció un guiño a la quinta de las Serranillas del Marqués de Santillana. Incluso en su temática fronteriza, de moros y moras, de castellanas y cristianos, hay un guiño a la poesía popular medieval presente también en muchas letras de la alboreá flamenca. Las referencias a la boda tienen que ver con los cantes de alba y de alborada medievales, que encuentran su eco en la alboreá flamenca, claro, donde también hay referencias moras y fronterizas.

Repasando la vida de una leyenda del cante.
Así mismo, en la boda tradicional gitana se cantaban romances de moros como el de Zaide y la princesa Celinda. En relación a estos tangos Gamboa-Núñez hablan de su "cadencia descendente y moruna". Jaén, toda Andalucía, en la baja edad media era tierra de frontera. La letra que incluye Mirando hacia atrás sin ira, que ya registrara Moreno en los setenta con Ramón de Algeciras, es también de temática mora y de boda. Unos tangos con una melodía propia y con características que los individualizan en el repertorio flamenco. Blas Vega afirma que "los tangos de Jaén, de facturación más moderna, apenas conocidos, son una aportación familiar en la inquietud y afición de uno de los valores actuales del cante, Gabriel Moreno". El cantaor es, asimismo, autor de un fandango propio, también incluido en este disco. Se trata de un estilo muy exigente al que Moreno imprime acentos de tarantas, por lo que exige un gran registro vocal y muchos matices en la intensidad. Estos fandangos han sido descritos por Romualdo Molina como "un largo melisma en el verso tercero, repique en el quinto, con ripio incluido, y ligado con el sexto con una melisma atarantado; un capolavoro".

Con Gabriel Moreno y Raúl Cantizano, guitarra.


La vida de Gabriel Moreno, que repasó como digo hace unos días en la Universidad de Sevilla, es una de las más fascinantes del flamenco contemporáneo.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Exilio interior

Guitarra solista: Miguel Ángel Cortés. Segunda guitarra: Niño Martín. Cante: Maqui Fernández. Percusión y baile: Joselito Fernández. Lugar: Teatro Central, Sevilla. Fecha: Martes, 20 de marzo. Aforo: Media entrada.




Consiguió sorprenderme el tocaor granadino. Somos, él y yo, los únicos que nos hemos acordado de Sabicas en lo que va de centenario del nacimiento del guitarrista nacido en Pamplona, y muerto en el exilio, aunque alguien en el programa de mano no supo escribir el nombre del tocaor navarro. Abrió pues con la farruca sabiquera y siguió con un gran recital a guitarra sola. Si el público español fuera un sostén para el flamenco, Cortés sería una estrella de la guitarra de concierto. Por su técnica asombrosa, por la pulcritud de su toque capaz de aunar la serenidad y la luz con lo metálico, azul y nocturno. La contundencia rítmica con la sentimentalidad que lo caracteriza como compositor: véase ese poderoso arpegio sobre el que se configura la pieza 'De Graná pa Sevilla', ya en la segunda parte con el grupo al completo, en donde mostró que es un fenomenal tocaor para el cante y para el baile, deliciosa la pincelada de Joselito Fernández. Me quedo con esa taranta-granaína-bulería con la que siguió la primera parte con un prodigioso despliegue de recursos, ingenio y entrega. Con la seguiriya poderosa, personal, con las solares cantiñas, con los bailables panaderos.



Volvió a demostrar que es uno de los grandes tocaores de hoy, que la inspiración va de la mano del oficio. Ojalá dispusiera de más oportunidades. Hay una generación entera de jóvenes tocaores superdotados que no gozan de una mínima oportunidad de mostrar su música. La guitarra, sola.



lunes, 19 de marzo de 2012

El momento de la danza

El XVI Festival de Jerez es una instantánea de la situación actual del baile flamenco: precariedad y apuesta por los valores seguros como Israel Galván y María Pagés.



De lo visto esta temporada en el magno evento de la danza flamenca, debemos deducir que nos encontramos ante una situación de esas que los clásicos denominan "coyuntural". Las dificultades financieras que atraviesa el ayuntamiento jerezano, no sólo en el ámbito cultural, y que han marcado la programación de este año, funcionaron como sinécdoque, puesto que de figuras literarias iba la cosa, de la situación actual, no sólo del flamenco, sino de nuestro contexto social general. Una programación marcada por el elemento local, con vistas a abaratar costes, con dos o tres grandes nombres internacionales y las entradas más caras que nunca. Y, por supuesto, las cursillistas, mujeres jóvenes que vienen de Chequia, Irlanda, Rusia o el recurrente Japón, y que sostienen, encantadas, esta cita, siendo, consciente o inconscientemente, el alma del festival jerezano.



La Junta de Andalucía presentó 'Metáfora', la nueva concepción de su ballet institucional, abriendo el escaparate de Jerez. Otras apuestas de gran calado han sido Marco Flores, Israel y Pastora Galván, Rocío Molina y María Pagés. Molina con su deslumbrante técnica al servicio de una propuesta gris. La Pagés con su habitual solvencia escénica.



El elemento local ha sido más bien convencional. Andrés Peña y Pilar Ogalla con un estreno muy largo y con calas poco habituales en su repertorio, del tango porteño al 'I got rhythm' de Gershwin. Son dos bailaores flamencos extraordinarios que se perdieron al salirse de su ámbito natural. 'Viva Jerez' se presentó por tercera vez en el Villamarta, cosas de la crisis, ya que se trata de una producción propia del festival. Lástima que la Macanita estuviera casi toda la noche fuera de su tono. Jesús Mendez ha sido, por empuje, facultades y técnica, la estrella emergente que se consolida en este festival. Con todo, la impecable puesta en escena de Francisco López para Viva Jerez contrastó con una dirección musical inexistente.



El cante también tuvo su lugar en esta edición del festival, con una importante apuesta autóctona en la forma de 'Jerez al cante'. La noche prometía, ya que en el elenco estaba lo mejor, o de lo mejor, del cante jerezano actual, al que se sumó finalmente otro peso pesado, Agujetas. Brilló Manuel en los martinetes y en la soleá e hizo de las suyas, enfriando al público, cargando contra su guitarrista y contra su regidor. Lo mejor de la noche fue el cante y el baile de El Capullo, no en vano verdadera estrella mundial del cante jerezano. El recital de cante más regular y completo fue, no obstante, el de Carmen Linares.



Digo que ha sido El Carrete de Málaga lo que más me ha gustado de este año en Jerez, a riesgo de parecer un retrógrado. Un señor de 70 años. Que hace lo que quiere en la escena: baila, se contonea, canta, recita, se tira al suelo, mueve la barriga, se monta a lomos de su cantaor: grandes variedades flamencas. Dentro de su anarquía, El Carrete ha sido lo mejor del festival por la gran lección de libertad que ha aportado. Un desmentido a la situación actual de la danza jonda saturada de técnica y huérfana de personalidad y frescura. Huérfana de baile, en el fondo, porque cuando el intérprete se escuda en la técnica no queda nada. Entiendo que desnudarse en el escenario es muy difícil, por otro lado.



Al margen quedan las 'Mudanzas boleras', un espectáculo que, desde una puesta en escena minimalista, rescata y actualiza el repertorio de los Pericet y el espíritu, libre, sí, fresco, sí, extraacadémico y pícaro de las danzas boleras del siglo XVIII. Con seis intérpretes en estado de gracia y una coreografía de Fran Velasco que trata de ampliar los horizontes de esta tradición dancística. De las jóvenes promesas de la danza, otro capítulo habitual en Jerez, me quedo con la apuesta por Lucía Álvarez, La Piñona, la última revelación de la danza jonda.

viernes, 16 de marzo de 2012

Erótica de la danza femenina

Baile: Milagros Mengíbar, Mª Ángeles Gabaldón, Luisa Palicio. Cante: Manolo Sevilla, Juan Reina, David Lagos. Guitarra: Miguel Pérez, Alfredo Lagos. Lugar: Teatro Central, Sevilla. Fecha: Martes, 13 de marzo. Aforo: Tres cuartos de entrada.




La bata de cola hay que moverla con el interior de la pierna, con la pelvis abierta. No lo digo yo, sino Matilde Coral, la ideóloga de esto de la Escuela Sevillana. Aunque la gramática de la bata es una creación de otra gran bailaora sevillana, Milagros Mengíbar. Las connotaciones de esto, de bailar con la pelvis abierta, son más que obvias. Quizá la maestra Matilde se refiriese a una cuestión puramente técnica, aunque no lo creo. Todas las aperturas físicas, técnicas, conllevan unas consecuencias emocionales y espirituales. La Escuela Sevillana, la bata de cola, el bailar con la pelvis abierta, significa para la mujer flamenca entregarse a su condición femenina con todas las consecuencias. Ser círculo. U óvalo.



Anoche lo fue, en un grado sublime, Luisa Palicio. La apertura de la pelvis significa que también se mueven otras cosas: el trasero. Evocar lo femenino es también juntar la punta de dos dedos. O pararse. Parar el tiempo, como ese remate a cámara lenta que nos brindó Palicio. Lo mejor de la Escuela Sevillana actual está representado en esta esteponera. Palicio es una alumna aventajada de Mengíbar, de la que toma coreografía y, sobre todo, actitud. De darse. De rodar por la melaza, de ser empalagosa y gustarse en ello. Miel y fuerza, porque Mengíbar introdujo en la Escuela Sevillana la contundencia del zapateado y mostró que la bata de cola no está reñida con él. Pero más fuerza hay que tener, con la que está cayendo, para juntar las puntas de los dedos de esa manera, para recrearse en el juego de hombros, para recogerse sobre sí misma y convertirse en ser vivo, siempre redondo, que surge de la tierra y a la tierra va. Metáfora de la tierra y metáfora del amor. El gesto lúbrico. Ahora entiendo eso que se lee en los libros de historia de la danza: que las autoridades eclesiásticas prohibían las danzas femeninas. Ahora son otras autoridades las que impiden, a las mujeres que así lo quieren, serlo. Es la prisa, el tráfico, la contaminación, la urgencia por acabar.

Estrellita de oro

Cante: Argentina. Guitarra: Eugenio Iglesias, José Quevedo. Palmas: El Bobote, El Torombo. Percusión: José Carrasco. Coros: Los Mellis. Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: Jueves, 15 de marzo. Aforo: Lleno.




Anunció la milonga con el apellido de "argentina" cuando es de oro. De Pepa de Oro en concreto, que fue su compositora. Lo mismo pasa con ella: aunque su nombre aluda a la plata, esta cantaora está tocada por una estrella de oro. De luna es el tono mate de su voz, benéfica en cuerpos y almas. Pero la alegría, el entusiasmo que trasmite es oro de muchos quilates. Una intérprete tocada por una estrella.



Me gusta mucho el nuevo disco de Argentina, a tenor de la puesta en escena que vimos anoche. Porque se construye sobre la tradición flamenca: nada de canciones ligeras, ni de estribillos, ni de tanguitos, ni de bulerías ligadas. La melodía clásica y también la medida clásica en cuanto a la letra: cuartetas octosílabicas, seguidillas. Porque se habla mucho del ritmo musical y muy poco del ritmo lírico de los cantes. Aquí es donde pongo la única pega, aunque no en la medida sino en el contenido: las letras de nueva creación son tan vanas como tópicas. Es una pena, con la de autores de nuevas letras interesantes que hay por ahí. La falta de interés por la métrica flamenca también hace que cualquier cantaor o guitarrista se sienta poeta. Y eso no es así: la literaria es una parte fundamental de la tradición flamenca. Ni uno de los cantes que hizo está fuera del repertorio actual. Y en los discos de pizarra como en los cilindros de cera hay cantes que no se han interpretado en cien años, esa es la verdad. Aunque es cierto que algunos son poco transitados en la actualidad, como aseguraba el programa de mano. Lo que más me gustó fue la malagueña de Baldomero Pacheco con todos sus avíos de fandangos lucentinos, jaberas, etcétera. En ocasiones el turbión rítmico de las palmas me apabullaba, pero aquí me gustó el arreglo de verdiales de la jabera. Siendo como es el Bobote uno de los músicos flamencos más importantes e influyentes de hoy, así hay que decirlo, a veces me pesa en las presentaciones de esta cantaora ese turbión rítmico. Por eso: qué felicidad para los pulmones, no sólo la malagueña, también la murciana y la soleá trianera. Y es que los muchos matices de esta voz grave, deliciosa, se muestran en su mayor esplendor cuando cesa la tenaza del ritmo. Hay una cantaora que me recuerda a la protagonista de un cuento que me contaba mi abuelo. Sólo que esta Estrellita de Oro jamás ha tenido que fregar sartenes. Y, si lo ha hecho, no se le nota. Tal es el brillo que tienen sus manos, su garganta.



viernes, 9 de marzo de 2012

El baile sin géneros

Federico Casado 'Caracolillo', viudo de Juanita Reina, representó el estilo depurado de la tradición bailaora. El perfil del bailaor y bailarín Federico Casado Algrenti (Cádiz, 10 de marzo de 1932- Sevilla, 3 de marzo de 2012), Caracolillo para el arte, tiene que ver con una edad de oro del ballet español representada por las compañías de La Argentina y La Argentinita. La primera murió en Bayona el mismo día del inicio de la Guerra Civil, mientras que la segunda desapareció en los primeros años de la posguerra. No es por casualidad que Caracolillo fuera el primer bailarín del Ballet de Pilar López, hermana y heredera de la compañía de La Argentinita. Esta militancia marcaría concepción escenográfica que alcanzaría sus mayores cotas de realización en la dirección artística de los espectáculos de Juanita Reina, con la que empezó a colaborar en 1958 y con la que contraería matrimonio en 1964.

Hablamos de una idea de la danza española que tuvo su edad de oro en los años 20 y 30 y de la que Caracolillo era uno de sus últimos representantes. Este concepto del baile supone una continuidad entre lo clásico español, la escuela bolera, el folclore y el flamenco. Una danza jonda muy estilizada, con menos acentos etnicistas de la que terminará por imponerse en los años 50. Caracolillo bebió la escuela bolera de la fuente más genuina, la academia madrileña de la familia Pericet, creadora del canon contemporáneo del baile bolero, tanto en lo musical como en lo coreográfico, tanto en el repertorio como en los recursos.

A mitad de los años 50, Caracolillo crea su propia compañía, con la que recorrió los principales escenarios europeos y americanos, como el Radio City Music Hall, el Teatro Bijou de Broadway, entre otros, con los mismos presupuestos estéticos que había aprendido en el Ballet de Pilar López: amplitud de repertorio, desde el clásico español al flamenco, pasando por la escuela bolera y los bailes regionales, pulcritud en la puesta en escena y marcado acento teatral tanto en ésta como en la interpretación.

La aventura del Ballet de Caracolillo tuvo poco recorrido porque, como señalábamos arriba, el bailaor empezó a finales de los años 50 su colaboración con Juanita Reina y otras grandes de la copla española como Paquita Rico, Carmen Sevilla o María del Monte, de las que fue director artístico de sus espectáculos.

El estudio de danza de Caracolillo ha enseñado los secretos de la forma más estilizada y elegante del baile por sevillanas a varias generaciones de sevillanos, desde 1972. Su baile es fruto de esta máxima estilización de la que hablábamos, técnicamente impecable, de enorme colocación y simetría, tanto en el baile individual como en el de conjunto, líneas rectas y austeridad. Elementos que lo convirtieron, como decíamos arriba, en el director artístico ideal de todo tipo de montajes.

En su concepción del baile, el folclore, el flamenco, la escuela bolera y el clásico español se ven sometidos a una misma depuración, fruto de una personalidad bailaora aplastante. En su cuerpo y en su cabeza todos los géneros tenían la misma consideración, que era siempre la máxima. Por eso fue maestro de grandes figuras de la danza contemporánea y obtuvo la condecoración de Caballero de la Orden del Mérito Civil.

Fotos de Garduño, extraídas del blog del bailaor.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Con Gabriel Moreno en la Universidad de Sevilla





El día 14 de marzo a las 20 horas, en el Auditorio del Cicus, hablaremos con Gabriel Moreno de su vida y su trayectoria artística.

La perfección, y punto final

'Flamenco clásico'
Cante: Mayte Martín. Guitarra: Juan Ramón Caro. Lugar: Teatro Central (Sevilla). Fecha: Martes, 6 de marzo. Aforo: Casi lleno.



Siempre me ha evocado, y ayer no fue una excepción, a la Niña de la Puebla. Una cantaora y empresaria que fue una estrella de lo jondo y que hoy está prácticamente olvidada, incluso en su pueblo. Martín tiene en común con ella, y creo que no es mera coincidencia, ese fraseo delicioso, la afinación perfecta. Pero también hay algo en el timbre de voz que relaciona a las dos cantaoras. Mayte Martín nunca la ha citado entre sus influencias, como sí ha hablado de Valderrama, del que recordó ayer su guajira, de Pastora Pavón o del inevitable Chacón, del que hizo una de sus malagueñas y las dos granaínas que compuso el jerezano.




Fueron tres de los momentos de más emoción de la noche. Eso sí, la emoción se ve mermada, en buena medida, por el hecho de que este repertorio de 'Flamenco clásico' de Mayte Martín, es prácticamente el mismo desde hace doce años. El mismo significa, no sólo los mismos cantes, con alguna variación melódica nueva, también las mismas letras y, por supuesto, dichas de la misma manera. No obstante, el repertorio funciona, como funcionó anoche.



Pero a una artista superdotada como Mayte Martín cabe exigirle, no sé qué les parece a ustedes, algo más de entrega y de riesgo: doce años son muchos. Una espectadora lo expresó de forma sintética: "Mayte, eres perfecta". Con lo positivo y negativo que supone la perfección. Sobre todo porque cuando ésta acontece, a lo que parece, se acaba toda posibilidad de evolución o búsqueda. Con todo, la catalana brilló a gran altura toda la noche, como he dicho, y encontró en la soleá de Triana la forma más directa de llegar a nuestro corazón. En el bis hizo Un cuento para mi niño de Lole y Manuel, acompañándose a sí misma a la guitarra.



Juan Ramón Caro fue, una noche más, el escudero ideal de esta cantaora perfecta. Un toque pulcro, delicado, sutil, muy sensible hacia lo que ocurre a su derecha, sin grandes complicaciones armónicas pero emotivo y directo en su doble función de soporte armónico

lunes, 5 de marzo de 2012

Mejor caótico que domesticado

Carrete de Málaga

XVI Festival de Jerez. Baile: Carrete, Luisa Chicano. Cante: Juan José Amador, Manuel de la Curra. Guitarra: Luis Santiago. Lugar: Sala La Compañía. Fecha: Domigo 4 de marzo. Aforo: Casi lleno.




Me quedé con las ganas de más Carrete. Carrete es un licor muy fuerte, particular. Necesario ciertas noches. Carrete es un artista excepcional, genuino, libre, radical e insobornable. No quiero decir con ello que prefiera a un Carrete precario. La biografía de Carrete está en sus manos abiertas y temblonas, en sus pies. En sus cabellos electrificados por la corriente de la tierra. En su mirada destilada por el tiempo. En las arrugas de su rostro.

Carrete es una lección de libertad. Por eso los jóvenes deben ir a gozar de su presencia en masa. Todos esos jóvenes obsesionados por la técnica, por ocultar sus emociones en la técnica. Esos mismos jóvenes que tanto me han hecho bostezar en este festival. Lo que digo suena retrógrado, pero diré también que hay viejos que aburren hasta el lucero del alba. Pero lo cierto es que, hoy por hoy, los bailaores flamencos son conformistas, falsamente rebeldes, falsamente revolucionarios, y bastante acomodaticios. Bien con una supuesta tradición que se inventó ayer mismo o con la falsa vanguardia de asumir como trasgresor lo que ya es retrógrado en otras artes escénicas. Todo esto tiene sus excepciones. Como lo fue y lo es Carrete: un bailaor que no se parece a nada ni a nadie, a pesar del caos de su propuesta. Eso sí, mejor caótico que domesticado.

domingo, 4 de marzo de 2012

Morente compositor


Los Evangelistas
'Homenaje a Enrique Morente' 
Producido por Martin Youth Glover. El Volcán Música.




El cante flamenco es un arte de composición. Los que creen que se trata de un repertorio fijo, que se repite, ignoran que existen melodías de apertura, de transición, de climax y de cierre que el cantaor combina a voluntad. Sobre esta estructura clásica del flamenco tradicional, Morente, como la mayoría de los cantaores, ha construido sus cantes. Los Evangelistas han tomado las realizaciones concretas de Morente y les han puesto guitarras y baterías, así como voces del pop sombrío. La dicción coral de Antonio Arias y El Jota le dan a todo el disco un aire fantasmal y de mantra, mientras que la guitarra distorsionada aporta la épica propia. Para llevarlas a su mundo, que es el mundo de Enrique Morente: Lagartija Nick registró todo un álbum con Morente, Omega, y vienen colaborando con el maestro desde entonces. En especial Eric Jiménez. Los Planetas sufrieron la inmersión flamenca en La leyenda del espacio`.




En 'En un sueño viniste' la melodía original, en tonos menores, y las modulaciones, se mantienen casi intactas y, no obstante, la canción, pues de una canción flamenca se trata, esta vez sí, sometida a una estructura rígida, y no un cante abierto al mecanismo de composición que describíamos arriba, la canción, decía, es otra. La guitarra acústica subraya el aspecto sentimental del original morentiano (aquí autor de todas las melodías originales) aunque llevado a una fórmula más distanciada y sombría, menos comprometida, pues de una canción de amor se trata. Es el mismo caso que 'Encima de las corrientes', también original del cantaor, una canción no sujeta a nigún ritmo flamenco concreto que, por ello, se mantiene en gran medida intacta. Y es que el salmo literario no puede ser más sentimental, y la melodía le corresponde en todos sus extremos: al cabo, el objeto de un salmo es ser cantado. El sentido ceremonial de la canción y del poema se aviene a las mil maravillas con el rock apretado, denso, intelectual, enfático, farragoso y en ocasiones pedante, de Lagartija y Los Planetas.



En la seguiriya es donde el espíritu Morente se muestra más vivo: guitarras distorsionadas, el ritmo de hemiola en la batería y la tremenda voz flamenca, en este caso de Carmen Linares. Se trata, sí, del espíritu de 'Omega' y del que subyacía a sus experiencias con Sonic Youth. Aquí adquiere más sentido que en ningún otro momento del disco el tono elegiaco. Unido al muro de sonido a lo Velvet Underground. Morente remató su composición sobre el poema de Machado 'Yo poeta decadente' con una sentimental copla flamenca de Luis Rius que aquí canta Soleá Morente, con una afinación y una entrega, con una elegancia desbordante. En su voz, esta copla de desamor se convierte, no podía ser menos, en un llanto fúnebre. 'La Estrella' también la canta Soleá. Una brutalidad serena. Las guitarras distorsionadas parecen un juego de niños comparadas con la pasión que hay detrás de la canción.



Con que delicioso intimismo hacen los Evangelistas el tirititrán de las alegrías, que se traen a tonos menores, siguiendo en alguna medida el original. Duele escucharlo, y acaso ésa es la intención. Este disco es un ejercicio de madurez. El rock que se reconoce en sus raíces sin complejos. El flamenco que se reconoce, organológica y espiritualmente, en su tiempo. Como hizo Angelillo al cantar granaínas, fandangos y milongas con el acompañamiento armónico de una orquesta. Una aventura que cortó de raíz la guerra civil, y que se olvidó cuando al flamenco le cayó, en los años 40 y 50 del siglo pasado, esa pátina gris y rancia de falso casticismo y neoprimitivismo. Angelillo, por ejemplo, fue el primer actor-cantor que miró a los ojos de la cámara en la historia del cine español. Por no reiterarles las conexiones con las vanguardias técnicas, escénicas y organológicas de su tiempo de Carmen Dauset, El Canario Chico, La Rubia, La Argentina, Marchena, Fernando Vilches o Vicente Escudero, que ya hemos comentado.


Nota: Las imágenes corresponden a la presentación del 'Omega' en el Festival Vaivenes Flamencos 2008.

viernes, 2 de marzo de 2012

Crítica de "nuestras" obras completas de Manuel Vallejo por Claude Worms

http://www.flamencoweb.fr/spip/spip.php?article396

Pepa Montes inaugura la nueva temporada de los Jueves Flamencos Cajasol

Jueves Flamencos Cajasol. Baile, dirección escénica y coreografía: Pepa Montes. Guitarra y dirección musical: Ricardo Miño. Cante: Mari Peña y José Méndez. Baile y compás: Jesús Ortega y Manuel Arana. Percusión: Juan Ruiz. Piano: Pedro Ricardo Miño. Lugar: Sala Joaquín Turina (Sevilla). Fecha: Jueves, 1 de marzo. Aforo: Casi lleno.




Heredera reputada de lo que se dio en llamar, en baile flamenco, Escuela Sevillana, concepto acuñado por Matilde Coral, que jaleó anoche a su discípula, Montes lleva este concepto más allá. Su arte, no obstante pertenecer a esta denominación de origen, va más allá, porque en sus manos, en sus hombros, en su cadera, en su mirada, se hace absolutamente único, personal. Lo que esta mujer tiene entre las manos es un tesoro de valor incalculable, una piedra preciosa, el último brillo de una especie en vías de extinción. Arte de la bata de cola y del mantón, del volante, del rizo y de la pose. Lo que aporta Montes a todo este cocepto es un zapateado contundente, una presencia escénica rotunda.




El garrotín, por ejemplo, fue oro puro, un delicioso dúo con la guitarra de Ricardo Miño que acaricia las cuerdas con una sutileza una familiaridad, que es hija de una seguridad técnica absoluta. Ambos son dos creadores enormes que no necesitan trufar su arte con tantos elementos como los que ayer lastraron en cierta forma la propuesta. Con una puesta en escena caótica y un exceso de números instrumentales y vocales. Aunque me gustaran mucho la saeta y los fandangos de un cantaor con trazas de no profesional que no estaba en el programa de mano, no era el lugar para él. Tampoco el falso 'live painting'.