por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







viernes, 16 de marzo de 2012

Estrellita de oro

Cante: Argentina. Guitarra: Eugenio Iglesias, José Quevedo. Palmas: El Bobote, El Torombo. Percusión: José Carrasco. Coros: Los Mellis. Lugar: Teatro Lope de Vega, Sevilla. Fecha: Jueves, 15 de marzo. Aforo: Lleno.




Anunció la milonga con el apellido de "argentina" cuando es de oro. De Pepa de Oro en concreto, que fue su compositora. Lo mismo pasa con ella: aunque su nombre aluda a la plata, esta cantaora está tocada por una estrella de oro. De luna es el tono mate de su voz, benéfica en cuerpos y almas. Pero la alegría, el entusiasmo que trasmite es oro de muchos quilates. Una intérprete tocada por una estrella.



Me gusta mucho el nuevo disco de Argentina, a tenor de la puesta en escena que vimos anoche. Porque se construye sobre la tradición flamenca: nada de canciones ligeras, ni de estribillos, ni de tanguitos, ni de bulerías ligadas. La melodía clásica y también la medida clásica en cuanto a la letra: cuartetas octosílabicas, seguidillas. Porque se habla mucho del ritmo musical y muy poco del ritmo lírico de los cantes. Aquí es donde pongo la única pega, aunque no en la medida sino en el contenido: las letras de nueva creación son tan vanas como tópicas. Es una pena, con la de autores de nuevas letras interesantes que hay por ahí. La falta de interés por la métrica flamenca también hace que cualquier cantaor o guitarrista se sienta poeta. Y eso no es así: la literaria es una parte fundamental de la tradición flamenca. Ni uno de los cantes que hizo está fuera del repertorio actual. Y en los discos de pizarra como en los cilindros de cera hay cantes que no se han interpretado en cien años, esa es la verdad. Aunque es cierto que algunos son poco transitados en la actualidad, como aseguraba el programa de mano. Lo que más me gustó fue la malagueña de Baldomero Pacheco con todos sus avíos de fandangos lucentinos, jaberas, etcétera. En ocasiones el turbión rítmico de las palmas me apabullaba, pero aquí me gustó el arreglo de verdiales de la jabera. Siendo como es el Bobote uno de los músicos flamencos más importantes e influyentes de hoy, así hay que decirlo, a veces me pesa en las presentaciones de esta cantaora ese turbión rítmico. Por eso: qué felicidad para los pulmones, no sólo la malagueña, también la murciana y la soleá trianera. Y es que los muchos matices de esta voz grave, deliciosa, se muestran en su mayor esplendor cuando cesa la tenaza del ritmo. Hay una cantaora que me recuerda a la protagonista de un cuento que me contaba mi abuelo. Sólo que esta Estrellita de Oro jamás ha tenido que fregar sartenes. Y, si lo ha hecho, no se le nota. Tal es el brillo que tienen sus manos, su garganta.



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