por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







viernes, 3 de diciembre de 2010

Rocío Molina, Premio Nacional de Danza (y 2)

Como hay amores que sanan y amores que enferman, existe arte que sana y otro que enferma. Por eso los flamencos estamos así de bien. Porque la mayor parte del arte jondo es sanador, afortunadamente. Por eso es falso, como tratan de convencernos algunos de nuestros gestores de lo público, en estas épocas difíciles, que el arte no sea un bien de primera necesidad. En el proceso de abaratamiento del alma que caracteriza a nuestra época, todo tiende a perder su valor primero. Los gestores políticos acaban con los proyectos culturales aduciendo que no son un bien de primera necesidad. Falso. El hombre hizo arte en las condiciones materiales más duras. Literalmente: el 'Cuarteto para el final de los tiempos' se compuso e interpretó por primera vez ante un público de 5.000 presos en un campo de concentración nazi. Por eso, digámosles a los que tratan de convencernos de lo contrario, que no. Que el arte, el espíritu, es primordial en el hombre. Que esto no es solamente un jarrón de adorno, un pretexto para salir retratado en los medios de comunicación. Enseñémosles a los que no saben. El arte es un valor del alma. Tampoco es un pretexto para la idea, para la dichosa ideita: ni la reivindicación de la patria, la igualdad intersexual o la liberación de la clases trabajadora. Aunque estas ideas sean todas excelentes, necesarias, el arte, el arte flamenco, no está al servicio de ninguna idea que no sea él mismo. Que no es una idea sino una pulsión del corazón. Lo demás son formas de prostitución, por muy sofisticadas que se nos ofrezcan. Entre el arte flamenco sanador destacan los protagonistas de los dos eventos de esta semana. Mario Pacheco era un artista, porque generaba arte, arte sanador. Y Rocío Molina ... Para celebrar la buena noticia de su Premio Nacional de Danza, os ofrezco su irrupción en el mundo flamenco, o lo que fue para mí su irrupción en el mundo del flamenco. Os ofrezco el documento tal cual: se trata de su participación en el Festival Internacional del Cante de las Minas como concursante. Muchos vimos la potencialidad sanadora de su arte aquella noche. No así los miembros del jurado del concurso, que no consideraron oportuno pasar a la final a Molina. Pero no todos estuvimos tan ciegos. No quiero decir que ya viera la potencialidad de la bailaora, que tal vez ni ella podía ver todavía. Estamos en agosto de 2003. La publiqué en el Diario de Sevila, 26-8-2003. Hace siete años. Aunque sí: sí que vi su potencialidad. Juzguen ustedes mismos:

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