por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







jueves, 4 de febrero de 2010

Nosotros los cobardes

(Dedicaco a John Ford y su 'Delator')



En Hollywood lo hicieron
por conservar sus piscinas
en forma de riñón.
Gypo por 'América, América'
y Macbeth por tocar
a su esposa
con una corona.

Nosotros los cobardes
lo hacemos por una vaga
promesa de muletas
que nos hicieron
o nos hicimos

Bastaría, para ser libres,
echarse a andar.
Un pie detrás de otro.

A Kazan le costó un riñon
y a nosotros nuestras piernas.
Bastaría que nos echáramos a andar
para ser libres.

Pero Gypo no fue a América
porque era irlandés,
un buen irlandés.

Nosotros los cobardes: bastaría con que pusiéramos un pie delante del otro para decir la verdad. Para ver nuestras piernas. “Los flamencos no tienen palabra, son como niños, no tienen cabeza, ni piernas”. Nos dijeron que éramos adolescentes, que necesitábamos sus muletas para andar. “Si hablas, te cortan la cabeza” y preferimos cortarnos las piernas. A nosotros, los cobardes, los que no tenemos valor para señalar con el dedo, para mirarles a la cara. Podemos caminar: bastaría con poner un pie delante del otro. ¿Porqué nadie dice la verdad? Porque tememos perder una vaga promesa de muletas. Si descubriéramos de pronto que tenemos piernas, todo se derrumbaría. Para eso hay que abrir los ojos. Los que esperan el maná. También los que cantan y bailan pensando en la cesta de la compra. Los que no se dejan sostener por sus piernas, por sus gargantas, funcionarios del gesto vacío, burócratas de la juerga. Los que sonríen pusilánimes ante los usurpadores. También los que llegaron a la tierra prometida sin vocación, sin deseo. Hastiados de lo suyo, de ellos mismos, cansados de darse contra la pared. Los que conducen sin ganas, los que se dejan conducir por un pollo sin cabeza. Nosotros los cobardes. Los que entregaron su poder y los que lo ejercen sin deseo. Los que pasaban por aquí a ver si caía algo y se quedaron un año, dos, tres. Los que no muerden cuando les quitan lo suyo: el cante, el baile, el toque. Los serviles, los pusilánimes. Los que no dicen verdad, nosotros los cobardes. También los que se fueron a vivir a las afueras, a las chabolas. Emigraron por no luchar, por miedo a la trinchera. Por no ver caer a sus hermanos o sufrir ellos mismos un rasguño. Los que viven en los límites y no se atreven a pelear el trozo de tarta que les pertenece. Nosotros los cobardes. Que se nos va la fuerza por la boca por no cantar la verdad. Que preferimos una úlcera de estómago que maldecir al villano. Esta tierra no les pertenece, no nos pertenece. No será nuestra hasta que echemos a andar, un pie, y otro, y otro, y otro ...

6 comentarios:

  1. ... me encanta tu forma de pensar, porque hace de pensar.

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  2. Muy bueno Juan, me ha llegado hondo y me contacta con mi falta de coraje, la virtud del cobarde. Mucha clarividencia y profundidad hace falta para escribir esto...

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  3. Gracias amigos, cómo se nota el cariño

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  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  5. Hola Juan... efectivamente... lo somos... yo el primero, porque me iré de aquí antes que ver como me ahogo como me quedo sin vida. Cobarde porque el poder es oficial y no personal, porque es poder de quien no sabe ni le importa lo que hacemos... cobarde porque... luchar ¿contra qué? y apoyado ¿por quien?... cobarde porque es una lucha agotadora y perdida.
    El movimiento no puede ser único, debe ser colectivo... pero la cesta de la compra, las hipotecas, los coches... Solo me queda un ápice de valentía: el de defender lo que yo creo en mi interior y que me guía... Lo expondré cada vez que tenga una oportunidad, aún a sabiendas de que nadie me escuchará más allá de mis amigos... porque soy uno de esos cobardes que no gritamos la verdad por creer que nos "perjudicarán"... Llevas toda la razón, somos cobardes... la mayoría... cuando vemos siempre los mismos, una y otra vez haciendo lo mismo, cuando vemos el dinero que nosotros pagamos con impuestos mal utilizado, despilfarrado... cuando vemos el arte convertido en mercadeo, en un "negocio" en que el arte es secundario para favorecer la foto, la sonrisa falsa o el carnet... Cierto... somos cobardes, porque esto que digo se sabe, se dice, se comenta... pero no sale de la reunión, de la casa o de la cabeza...

    Paco de Lucía dijo un día "yo solo quiero caminar..." Tal vez deberíamos empezar a aprender realmente de sus enseñanzas, en vez de buscar solo en la superficie los referentes... Estoy contigo Juan... y me siento uno de ellos...

    Un abrazo

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