por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







lunes, 14 de febrero de 2011

Flamencas de Holanda (V): Una mujer enamorada

No me queda más remedio que creer en la magia. La magia es como una mujer enamorada: en su mundo ya sólo existe un hombre, su hombre. Tú. No me llames supersticioso por ello. Es todo lo contrario que una superstición, algo que he experimentado en mis propias carnes, periódicamente, desde que era un niño. Desde entonces me sigue como una mujer enamorada. El secreto es simple: estar abierto. Dejarse llevar por ella, cuando viene. Acompañarla. Seguirla. Aunque buscarla suele ser contraproducente. El amor no se puede forzar. Quiero decir que es necesario un pequeño esfuerzo y mucho coraje. Que nadie me llame cobarde sólo porque me da miedo de lo que va a pasar. Que nadie me llame cobarde. Héroe es, en puridad, quien acepta su destino sabiendo lo que le espera. La vi en el restaurante del Lloyd Hotel y me dejé llevar. Tenía los ojos oscuros y toda ella era una sombra. Magia negra. La acompañé, por supuesto. Y también la busqué.


Mi abuelo estuvo en un campo de concentración. Fue al acabar la guerra civil, como combatiente republicano que había sido. Por eso me molestan profundamente las tonterías que se dicen sobre la guerra. S. es una cantante de jazz de Ámsterdam que estudia flamenco. Mientras desayunaba en la parte delantera del coche, pan de centeno y una manzana verde, me soltó cuatro tópicos, de esos que le habían soltado sus amigos flamenco-hippies libando con ella, y no me pude controlar, estando como estaba en la parte de atrás.

- Ni Cataluña era republicana, ni el catalán estuvo prohibido durante el franquismo. En los años 40 y 50 se publicaron libros en catalán. En Barcelona, no en Francia ni en Italia, ni en Méjico. El autor que más libros escribió en catalán de la historia los publicó casi todos a partir de 1949. Me refiero a Josep Pla. En Cataluña había tantos franquistas como en el resto de España, como se demostró antes de la guerra, durante la guerra y después de la guerra. La familia Goytisolo, por ejemplo, como cuentan los propios hermanos escritores en sus memorias y poemas. Por decir algo, naturalmente. Por poner el ejemplo de una familia entre otras, de miles. De millones. También había ultraderechistas catalanistas, claro. En mi pueblo había falangistas, socialistas, anarquistas y comunistas. Los dos últimos se tenían más saña entre ellos que con los franquistas. Mi pueblo capituló más tarde que Barcelona. Jaén se mantuvo al lado de la República durante toda la contienda. Lo cual no quiere decir que no hubiera franquistas. Lo cual no quiere decir que muchos franquistas no hicieran lo que hicieron de corazón. De buen corazón, quiero decir. Pensando que era lo mejor para su país, como otros pensaban que lo mejor era el marxismo, la revolución o la anarquía. Pocos creían en la democracia en España en los años 30. Creían en el totalitarismo de corazón. De buen corazón quiero decir.

A veces viene como una llama incontenible y otras es un llanto lento en la noche. Mi mano derecha está fría. Los dedos del pie contraídos. E. me preguntó si era católico y le dije que me habían bautizado pero que no practicaba.

- Pensé que en España todo el mundo era católico.

- Mi abuelo era de un sindicato socialista. Cuando la guerra, los terratenientes se fueron dos días antes del golpe de Estado de Franco. Así que los sindicatos ocuparon las tierras y las explotaron en régimen cooperativo. Mi abuelo era hermano mayor del Cristo de la Misericordia. En la posguerra no se casó hasta que mi madre fue adolescente. Le había cogido asco a las iglesias. La curia había metido a Franco bajo palio. No podía salir a la calle por la noche, no podía tener propiedades a su nombre. Eso sí, vio la agonía y la muerte del dictador.

A veces es una llama y otras un llanto lento. Pero es inútil perseguirla, porque va detrás de ti. Cuanto más corras, más te alejas. Y si un día no abre su boca tan magnífica para ti, es porque el horno no está para bollos. Pero qué boca, qué ojos. Ojos lindos y duros, inquisitivos. Fascinados y fascinantes, hipnóticos.

Tengo una foto de él. Es la feria, en los años treinta. Al comienzo de la República, quizá. Es el guapo, de la derecha. Las esperanzas están intactas. La carne sin magullar.

- De haberlo sabido, habría venido a tu encuentro mucho antes.

Tengo miedo de lo que va a venir. Y el miedo me hace dudar de lo que oyen mis ojos, de lo que ven mis oídos. Ella no lo sabía cuando lo dijo, pero la frase procede del ‘Diario’ de Anne Frank. Al fin y al cabo, aunque niña, en mitad del horror más absoluto, ella logró ser una mujer. Una mujer enamorada. Y todos los enamorados dicen lo mismo, hacen las mismas cosas.



Ilustraciones:
1. El escritor ampurdanésJosep Pla.
2. Mi abuelo y sus amigos.




2 comentarios:

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