I. El hilo de Ariadna
A veces crema,
a veces piedra.
Lo que sé de L.
A veces crema,
a veces piedra.
Lo que sé de L.
es que está dentro de mí.
Extrañamente.
Lo que sé de L. es
lo que no quiero decir
por no asustarla.
Lo que hay dentro de mí:
que el día es gris
esta verde primavera,
y mi frente está arrugada.
En guerra conmigo,
buscando una estrategia.
En guerra con mis hombres
por no asustarla.
Que en la punta de sus dedos
tiene un finísimo hilo
de oro
que está deseando salir.
También el miedo:
a que yo hable.
Por mi parte.
Por su parte.
Por los sueños sin cumplir,
por los sueños sin soñar:
que te tuve una noche,
una tarde, una madrugada.
Que en la punta de sus dedos
un hilo dorado
conduce a la inmortalidad.
Es lo que no quiero expresar
por no asustarla.
II. Toro verde de primavera.
¿Qué cosa eres tú?
¿Eres un regalo del cielo?
¿Eres la encarnación de mi deseo?
¿Eres una fantasía
o una realidad?
¿Eres un fantasma
o te puedo tocar, esta noche?
Te podré tocar.
A veces piedra,
a veces crema.
¿Eres una mujer clara
o un ensueño turbio
creado por mi puro deseo?
Eres ambas cosas
y no eres nada.
Pero a veces,
es extraño porque no te conozco,
lo eres todo.
Conozco lo suficiente:
que en ocasiones ríes
y otras lloras.
Sé la música de tu voz,
no quiero saber más.
Sé que eres dura contigo,
Es decir con los otros,
Y amable conmigo.
No quiero saber más.
A veces eres dura.
No quiero saber más.
Tan sólo si
ésta u otra noche
te podré tocar.
Para creer,
para creer más.
Siempre crema.
Siempre crema.
Te creo tanto,
te quiero tanto,
porque creo en mí.
Te creo.
Creo.
Toro verde en la primavera.
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