Cante: El Pele. Guitarra:
Patrocinio, hijo. Baile:
El Güito. Percusión: Pele, hijo.
Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: Jueves, 10 de octubre. Aforo: Lleno.
Está pletórico. Hace un mes recibió el Giraldillo y el martes pasado el Compás del Cante en reconocimiento a su brillante trayectoria. Es cierto que está en un momento extraordinario, pero no lo es menos que siempre ha sido un cantaor completo y personal. Es la versión dionisiaca del jondo actual. La entrega, el color vocal. La belleza física y la capacidad de dar rienda suelta a las emociones en escena. Y el juego, aunque sea un juego tan serio como la seguiriya que nos ofreció a las primeras de cambio, después de la zambra caracolera.
Está pletórico. Hace un mes recibió el Giraldillo y el martes pasado el Compás del Cante en reconocimiento a su brillante trayectoria. Es cierto que está en un momento extraordinario, pero no lo es menos que siempre ha sido un cantaor completo y personal. Es la versión dionisiaca del jondo actual. La entrega, el color vocal. La belleza física y la capacidad de dar rienda suelta a las emociones en escena. Y el juego, aunque sea un juego tan serio como la seguiriya que nos ofreció a las primeras de cambio, después de la zambra caracolera.
El Pele sabe hacer sublime el costumbrismo, como demostró en la
soleá trianera, en las alegrías. Si emotivos son sus agudos, igual de
conmovedores son sus graves. Y, sobre todo, destaca la naturalidad que pone en
todo lo que dice. Es un enorme aficionado, como demuestra al ofrecer nuevas
melódias y poemas clásicos, pero es capaz de poner la tradición al servicio de
sus emociones. Esa es la clave, el misterio de lo jondo, de todo arte vivo: dar
espacio a la verdad del momento presente, respirar la vida en cada tercio. Y
eso, hoy por hoy, El Pele lo hace como nadie. A ello une una capacidad
escénica, histriónica, fabulosa. De hecho el cantaor llevó a cabo parte de su
recital recorriendo el escenario de uno a otro lado. La soleá fue trasgresora,
anárquica y sobrecogedora. Y la malagueña un paisaje desolado y mate. El
público cerró la soleá con una larga ovación. El Güito regaló un delicioso
marcaje en una intervención que resultó brevísima.
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