por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







martes, 22 de octubre de 2013

Todo generosidad, nada gratuito


Baile: Eva Yerbabuena. Cante: Enrique el Extremeño, Segundo Falcón, Jeromo Segura. Guitarra: Paco Jarana. Percusión: Antonio Coronel. Lugar: Sala Joaquín Turina, Sevilla. Fecha: lunes, 21 de octubre. Aforo: Lleno.

La AECC celebra sus 60 años de lucha con una gala protagonizada por Eva Yerbabuena.

Para encontrarse a uno mismo conviene haberse perdido antes. Si esta bailaora, Eva Yerbabuena, es relevante, si ha marcado el baile femenino de los últimos diez años, no es por su enorme destreza técnica, pese a lo que creen algunas de sus émulas. Tampoco por su poderío dramático. Ambos son consecuencia de haberse encontrado a sí misma como artista. Lo cual, como suponen, tiene que ver con encontrarse a sí misma como ser humano. Un mortal, de carne y hueso, es lo que hay en el escenario. Todo es elocuencia y la precisión se presenta con un halo de naturalidad, de suavidad, de ternura incluso, en las antípodas de buena parte de la estética de la danza flamenca actual. Yerbabuena baila la tragedia de la seguiriya y luego celebra la vida por fiestas en la gala de la Asociación Española Contra el Cáncer. Convoca la Asociación, organiza la Fundación Machado con la colaboración de Cajasol, que cede su sede para la ocasión. 60 años de generosidad, por la vida. 


Lo que en esta bailaora es generosidad, todo lo contrario de gratuidad. Nada en su baile está por estar. Todo es genuino y los endiablados zapateados también tienen un sentido. Hay artistas, seres humanos, que logran esto por gracia y a otros les es concedido el don del esfuerzo, del trabajo duro, para lograrlo. Éste, creo, es el caso de Yerbabuena: todo lo que vimos anoche en el escenario fue generosidad pero nada es gratuito. Todo tiene el sentido de la entrega, la consciencia del instante al que llamamos vida. Así que, encuéntrense a sí mismos, señores y señoras, ahí está el secreto: quizá usted no viva en el virtuosismo, a lo mejor tiene la suerte de que la eternidad mora en un solo gesto de su mano, de sus ojos, de su cadera. A lo mejor usted no tiene que esforzarse tanto para ser quién es. Pero, ¿quién no se ha perdido, alguna vez?



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