Cómico, texto y dirección artística: José Luis Ortiz Nuevo. Cante: Paco Taranto, Inés Bacán. Guitarra: Pedro Barragán. Dirección escénica: Belén Candil. Lugar: Teatro Central, Sevilla. Fecha: Sábado, 28 de septiembre. Aforo: Lleno.
"En mi hambre mando yo": el flamenco que lo dijo sabía que estaba en juego, con la subsistencia, la dignidad. De cómo los flamencos gestionaron este difícil equilibrio trata la obra: buscando el jamón del señorito, de gigoló de una rica americana, dando dentelladas al hermano por unas migajas, engañando al ingenuo, adulando al poderoso, robando o derrochando a manos llenas... o sea, más o menos como hoy. Es una obra política, en los dos sentidos de la palabra: lo que pasa en la calle, lo que pasa en el Parlamento, lo que pasa en la Audiencia.
"En mi hambre mando yo": el flamenco que lo dijo sabía que estaba en juego, con la subsistencia, la dignidad. De cómo los flamencos gestionaron este difícil equilibrio trata la obra: buscando el jamón del señorito, de gigoló de una rica americana, dando dentelladas al hermano por unas migajas, engañando al ingenuo, adulando al poderoso, robando o derrochando a manos llenas... o sea, más o menos como hoy. Es una obra política, en los dos sentidos de la palabra: lo que pasa en la calle, lo que pasa en el Parlamento, lo que pasa en la Audiencia.
La actualidad de la obra la marcan los titulares de los diarios y
son los viejos los que se atreven a denunciar a los que nos roban: Pepe de la
Matrona, Anica la Periñaca, Juan Valderrama, El Carrete, Pericón. Hoy, cuando
tantos buscan la inspiración en el sexo de los ángeles, Ortiz Nuevo y su panda
nos hablan de cómo gestionamos los flamencos la precariedad. Las crisis de lo
jondo, de eso habla esta obra que se cerró con todo el público cantando un
fandango cané para una terrible letra del Bizco Amate de la más terrible crisis
que han sufrido los flamencos, la de posguerra.
Ortiz Nuevo cambia de tono en
cada personaje: es un patriarca solemne, casi totémico, cuando habla Matrona y
una vecindona de la calle de la Sangre cuando es La Periñaca. Ortiz Nuevo
escuchó estas historias de viva voz de sus protagonistas y ahora las reproduce
tal cual, con una silla, con una mesa como toda escenografía y la voz sepulcral
de Inés Bacán, sacerdotisa de la pena, y la voz sentimental y dulce, cotidiana,
de Paco Taranto, y la guitarra serena, clásica, de Pedro Barragán.
Letras e historias: una obra de memoria, de la memoria de lo jondo convertida
en la memoria sentimental de un pueblo. Es decir que lo histórico divulgativo
que pudiera estar en el origen de esta obra se convierte en moral por mor del
costumbrismo andaluz. Un territorio despojado y yerto, pero vivo de ingenio.
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