por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







viernes, 27 de septiembre de 2013

Las nuevas pasiones de siempre



I Muestra de Flamenco. Cante: Tomasa Guerrero 'La Macanita'. Guitarra: Manuel Valencia. Palmas y jaleos: El Bo, Chicharito. Lugar: Teatro Central, Sevilla. Fecha: Jueves, 26 de septiembre. Aforo: Media entrada.

Vino La Macanita de Jerez muy concentrada, muy seria. Ofreció un recital equilibrado entre lo clásico de Santiago y las nuevas composiciones que Isidro Muñoz o Terremoto hijo hicieron para ella en sus distintas entregas discográficas. Clásicos fueron su soleá, con esa genuina evocación a Fernanda de Utrera, la seguiriya, los tientos y tangos o las malagueñas del Mellizo. Y los nuevos sones vinieron en forma de bulerías, alegrías y tangos. 




La Macanita se olvidó de sus dudas con la afinación y ofreció un recital sin fisuras protagonizado por un timbre vocal único, pletórico, lleno de fuerza y de colores cálidos. Las canciones por bulerías y tangos o, incluso, alguna letra de Manuel Molina Jiménez, son el flamenco del siglo XXI porque sus autores se empaparon y vivieron lo jondo de centurias anteriores. Nos hablan de nuevas pasiones, que son las de siempre, y la cantaora jerezana las defiende con la misma convicción que aplica el legado clásico. Eso sí, lo tradicional, esa seguiriya terrible, esa malagueña sin concesiones, es una piedra más difícil de digerir para nuestra sensibilidad del siglo XXI, porque son fórmulas directas, en música y letra, donde no caben paños calientes. Esa es la fuerza de lo jondo y también su limitación a la hora de llegar a un público mayoritario.

 



Manuel Valencia, además de su sólido toque de acompañamiento, tenso y categórico, en la línea de la mejor guitarra de su ciudad, ofreció un gran tema en solitario. Y, ¿qué decir de la Filarmónica de Santiago, esos jaleos, esas palmas? El mejor compás del mundo ya peina canas, pero no se puede sostener el soniquete con más precisión y naturalidad. Un compás vivo, respirado, sutil y efectivo.


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