por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







viernes, 20 de mayo de 2011

Cuanto afán, cuanto escarmiento

Cía. Xagua. Idea original, dirección, coordinación, coreografía, baile y performer: Noemí Martínez Chico. Guitarra: Tino Van der Sman. Cante: Rosa Ángeles Clavijo, Vicente Gelo. Vídeo-jockey y espacio sonoro: Guillermo Marrufo. Codirección: Manuel Cañadas. Dramaturgia: David Montero. Coreografía guajira: Alicia Márquez. Lugar Teatro del Duque de Sevilla. Fecha: 13, 14, 15, 20, 21, 22, 27, 28, 29 de mayo.



El humor, la risa, es el elemento dominante en la pieza. Una risa intelectual, distanciada, aunque en ocasiones se sitúa sin complejos en la comedia física: la mujer fatal de la malagueña del Canario podría haberla firmado Buster Keaton o Charlie Chaplin. Noemí Martínez Chico se ríe de algunos de los tópicos del flamenco desde la visión y la experiencia performática, de la danza-teatro y de otras fórmulas personales. Claro que primero se ríe de Noemí Martínez Chico, de su constante y a veces infructuosa lucha en busca del duende, que es una metáfora y que es una palabra, una palabra que defina una obra que no es un espectáculo de baile, pero tiene baile, ni de cante, pero tiene cante, ni de toque, pero tiene toque, ni de danza-teatro, pero... una palabra en la que ser, en la que signifircase, en la que posicionarse en el mundo. Por el camino se ríe de la mujer fatal flamenca, de los jaleadores especulativos de los tablaos, de la obsesión por el compás, de la búsqueda infructuosa de la emoción, la complicidad de los intérpretes, la competencia ... Mucho afán: baile, fútbol, lucha, remates, bulerías, guajiras, tangos. Mucha lucha: llamadas nocturnas a echadores de cartas televisivos, el gol de Iniesta a Holanda, la adicción a los tragaperras jondos, la desnudez, la Policía. Mucho afán. Y a lo mejor la clave está en los primeros minutos del espectáculo, en donde la sola presencia de la intérprete basta para comunicar una emoción profunda, jonda, que desemboca en la seguiriya de los grillos de Camarón.





También en algunos pasajes de la música de Van der Sman. Digo que puede estar una clave porque ahí está la verdad del ser humano que ha edificado La Guasa, la lucha con todo y la frustración que en ocasiones acarrea esta lucha cuando los resultados no se adecúan a las expectativas, aunque no supiéramos exactamente cuáles eran nuestras expectativas. Las mías eran reírme, y lo hice a mandíbula batiente. Pero me conmovió esta naturalidad para desnudarse de la intérprete sin ningún recurso intelectual. Eso es lo que yo saco de esta pieza, lo más jondo que he encontrado en la misma: las expectativas frustradas que la vida nos ofrece a cambio de tantos afanes, tanta lucha. Esto es lo mejor que nos puede ofrecer la vida, y lo mejor que nos puede ofrecer esta obra, aunque las expectativas fueran otras: las de la pura risa en mi caso.
El autor de las imágenes del espectáculo es José Palomo.

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