por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







martes, 24 de mayo de 2011

La guitarra en la encrucijada

El tocaor Antonio Rey presenta su segundo disco con las colaboraciones de Farruquito, Arcángel y Estrella Morente

'Colores del fuego' Antonio Rey. Con Estrella Morente, Arcángel y Farruquito. Producido por A. R. Emi

El segundo disco de Antonio Rey, en el que da el salto, como se decía antes, a una multinacional del disco, revela las claves de la guitarra contemporánea: velocidad en el mástil, técnica desbordante, influencia de la danza y serena producción en el estudio de grabación, como es habitual en la música instrumental de hoy, de inspiración jazzística. Se abre con unos tangos relajados, de serena inspiración, como ocurre en la mayor parte del flamenco grabado contemporáneo que, en gran medida, no dará a las generaciones futuras la verdadera medida del flamenco actual. No obstante, las líneas melódicas que dibuja Rey en estos tangos son pulcras y desnudas, de un enorme aliento melódico, lírico, efecto al que contribuye la mandola de Josemi Carmona y el uso de la zona aguda del diapasón en algunas de las variaciones. Con los pies del Farru.

Las primeras bulerías de Colores del fuego cuentan con el baile de Farruquito, sobre una misma línea de falsetas desnudas, pulcras, y relajadas. Guitarra y palmas. Más tierra por mayor uso del pulgar y los graves que se alternan con momentos de intimidad, cercanos a la canción melódica popular, con un estribillo arpegiado final delicioso. La otra entrega buleaera incluye la voz de Arcángel, una nueva descarga energética donde el referente de Paco de Lucía se hace aún más patente en los temas, tanto en su concepción como en los arreglos, y también en las variaciones. La influencia jazz se nota especialmente en las rumbas, sobre todo en el tema principal de la primera Río de miel, cantable y articulado en torno a unas pocas notas, el arreglo, así como en la sección rítmica de bajo (Alaín Pérez) y batería (Antonio Coronel); por no hablar del tumbao de los teclados. Una descarga de optimismo en tonos mayores con la voz de Julia Manzano diciendo una letra de Farruquito.




En la nana también son los tonos mayores, el optimismo, lo dominante. A través de un discurso sencillo, como corresponde a la inspiración infantil de la pieza. Dejándose estar en cada una de las notas, sin prisas, y en la forma de una melodía directa y sentimental. A ritmo de fandangos entra la voz de Estrella Morente para llevarnos al séptimo cielo de la infancia. Una pieza llena de colorido y serenidad, en la que el tiempo y el vértigo de la guitarra flamenca contemporánea de repente se detienen en el mundo de la infancia sin miedo a sentirse cursi. Potencia esta sentimentalidad los coros emocionados de Pedro Heredia. Las falsetas están apenas insinuadas, lánguidamente apoyadas sobre la melodía principal, como era menester, puesto que ésta es un verdadero hallazgo, pletórico de color, tanto en la guitarra como en la voz de Estrella Morente.

Con Vicente Amigo nos ofrece Rey un dúo de guitarras a ritmo de fandangos que no son sino dos apuntes melódicos, dos formas de la guitarra contemporánea, la lírica, íntima, etérea, de Vicente Amigo, y la más nerviosa y juvenil de Rey.

Las alegrías son bailables, cortitas y plenas de energía. La soleá también presenta un fuerte acento rítmico, casi metronímico, con baile, palmas y cajón. Es decir, muy bailable, con lo que el estilo pierde parte de la solemnidad y efectividad melódica que también forma parte de su esencia. Por algo se llama soleá. El disco se cierra con una balada sentimental que, al menos, ofrece veracidad.

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