Jerez Puro-Esencia. Baile y dirección: María del Mar
Moreno. Cante y dirección artística: Antonio
Malena. Cante: Juanillorro,
David Carpio. Baile y compás: Fernando
Jiménez, El Bo. Palmas: Ale de
Gitanería. Guitarras: Santiago
Moreno, Malena hijo. Lugar: Teatro
Central, Sevilla Sevilla. Fecha:
Martes, 30 de abril. Aforo: Tres
cuartos de entrada.
La diferencia estética fundamental entre el baile de mujer de finales del siglo XIX y el actual es que en aquella época lo que se valoraba era el estar, el ser, no el hacer. Ahora la moral calvinista ha entrado a saco en lo jondo y por eso las bailaoras hacen muchos méritos para ganarse el paraíso de la trascendencia. Pero los apostólico-romanos sabemos que la virtud es desintencionada y que el gustar, el provocar aprecio y amor, no es una decisión de la voluntad, sino de química. Por eso las bailaoras decimonónicas tenían razón con su estar, con su plantarse en escena, con su energía, con su apelación al instinto en lugar de a la moral. María del Mar Moreno es una bailaora clásica y heterodoxa. Baila como quiere, no como se debe. Naturalmente que conoce las destrezas técnicas que hace cien años eran una exclusiva del hombre flamenco y que hoy se exigen a toda bailaora. Pero, ante todo, se planta en la escena para decir "aquí estoy" con su danza. Eso sí, me hubiese gustado verle más la cara. Es una decisión, una opción, mirar sólo al suelo o al cantaor. Me gusta verle la cara la intérprete.
La diferencia estética fundamental entre el baile de mujer de finales del siglo XIX y el actual es que en aquella época lo que se valoraba era el estar, el ser, no el hacer. Ahora la moral calvinista ha entrado a saco en lo jondo y por eso las bailaoras hacen muchos méritos para ganarse el paraíso de la trascendencia. Pero los apostólico-romanos sabemos que la virtud es desintencionada y que el gustar, el provocar aprecio y amor, no es una decisión de la voluntad, sino de química. Por eso las bailaoras decimonónicas tenían razón con su estar, con su plantarse en escena, con su energía, con su apelación al instinto en lugar de a la moral. María del Mar Moreno es una bailaora clásica y heterodoxa. Baila como quiere, no como se debe. Naturalmente que conoce las destrezas técnicas que hace cien años eran una exclusiva del hombre flamenco y que hoy se exigen a toda bailaora. Pero, ante todo, se planta en la escena para decir "aquí estoy" con su danza. Eso sí, me hubiese gustado verle más la cara. Es una decisión, una opción, mirar sólo al suelo o al cantaor. Me gusta verle la cara la intérprete.
Jerez es muchas cosas pero hoy es, sobre todo, soniquete, compás exacto y
natural, humano, orgánico. Por eso, como señaló mi maestro Juan Paredes, me hubiese gustado ver más al Bo: sus dos
intervenciones fueron deliciosas. Todo el grupo derrochó compás. Me gustó el
dramatismo del taranto de Manuel Torre, la efectividad de la soleá y lo
categórico de la seguiriya. Y ese timbre mate, dolorido, pletórico de
evocaciones de ese enorme cantaor que es Malena. Sobre todo en las bulerías por
soleá.
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