por Juan Vergillos

PREMIO NACIONAL DE FLAMENCOLOGÍA

Ha publicado novelas, ensayos, libros divulgativos, relatos, poemas y letras de canciones. Ha escrito y dirigido espectáculos de danza y de cante flamenco. Ha dirigido festivales de flamenco y otras artes escénicas. Ha ofrecido conferencias, talleres y espectáculos en teatros, festivales, colegios y universidades de Europa y América. Colabora habitualmente en la prensa generalista y especializada. Dirige el blog Vaivenes Flamencos.







viernes, 8 de noviembre de 2013

Las crisis del flamenco

Cómico, texto y dirección artística: José Luis Ortiz Nuevo. Cante: Paco Taranto, Inés Bacán. Guitarra: Pedro Barragán. Dirección escénica: Belén Candil. Lugar: Teatro Quintero, Sevilla. Fecha: Jueves, 7 de noviembre.

"En mi hambre mando yo": el flamenco que lo dijo sabía que estaba en juego, con la subsistencia, la dignidad. De cómo los flamencos gestionaron este difícil equilibrio trata la obra: buscando el jamón del señorito, de gigoló de una rica americana, dando dentelladas al hermano por unas migajas, engañando al ingenuo, adulando al poderoso, robando o derrochando a manos llenas... o sea, más o menos como hoy. Es una obra política, en los dos sentidos de la palabra: lo que pasa en la calle, lo que pasa en el Parlamento, lo que pasa en la Audiencia. 
La actualidad de la obra la marcan los titulares de los diarios y son los viejos los que se atreven a denunciar a los que nos roban: Pepe de la Matrona, Anica la Periñaca, Juan Valderrama, El Carrete, Pericón. Hoy, cuando tantos buscan la inspiración en el sexo de los ángeles, Ortiz Nuevo y su panda nos hablan de cómo gestionamos los flamencos la precariedad. Las crisis de lo jondo, de eso habla esta obra que se cerró con todo el público cantando un fandango cané para una terrible letra del Bizco Amate de la más terrible crisis que han sufrido los flamencos, la de posguerra. 
Ortiz Nuevo cambia de tono en cada personaje: es un patriarca solemne, casi totémico, cuando habla Matrona y una vecindona de la calle de la Sangre cuando es La Periñaca. Ortiz Nuevo escuchó estas historias de viva voz de sus protagonistas y ahora las reproduce tal cual, con una silla, con una mesa como toda escenografía y la voz sepulcral de Inés Bacán, sacerdotisa de la pena, y la voz sentimental y dulce, cotidiana, de Paco Taranto, y la guitarra serena, clásica, de Pedro Barragán.

 
Letras e historias: una obra de memoria, de la memoria de lo jondo convertida en la memoria sentimental de un pueblo. Es decir que lo histórico divulgativo que pudiera estar en el origen de esta obra se convierte en moral por mor del costumbrismo andaluz. Un territorio despojado y yerto, pero vivo de ingenio.

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