‘Artesano’. Cante:
Miguel Poveda, El Lombo. Guitarra: Manuel Parrilla, El Bolita, Jesús Guerrero.
Palmas y coros: Luis Cantarote, Carlos Grilo, Joaquina Amaya, Ana Mari
González. Piano. Joan Albert Amargós. Baile: La Lupi. Percusión: Antonio
Coronel, Paquito González. Lugar: Auditorio Fibes, Sevilla. Fecha: 22 y 23 de
marzo. Aforo: Lleno.
‘Artesano’ es un
pequeño tratado de geografía flamenca: Jerez, Cádiz, Málaga, Sevilla, la Unión.
Es también una instantánea de los diversos estados de ánimo flamencos que
conforman la historia personal de Poveda y de los que atraviesa el cantaor en
la actualidad, dominados por la alegría y la entrega energética. Son, para
empezar las cosas de Cádiz: al mal tiempo mucho compás. Pero no es sólo Cádiz.
Quizá la noticia es cantar la minera de Pencho Cros ante 6.500 personas en dos
días. Pétrea, mineral, fina, plena de semitonos, de matices. Allí donde el
adorno se convierte en esencia. Miguel Poveda ha ofrecido dos conciertos
históricos este fin de semana en Sevilla. Su afición y su dominio técnico,
ritmo y melodía, su carácter camaleónico y, probablemente, su origen extra
andaluz, le permiten identificarse con todo el orbe flamenco. También estuvo
Jerez, Santiago y La Plazuela, y Triana: más fiesta. Los tangos como forma primaria,
alegría, sexo franco. En un mano a mano con La Lupi y ese coro femenino
múltiple y dionisiaco. Todas las emociones flamencas, desde la nana de Bernardo
a la malagueña de Chacón pasando por la soleá trianera. Inteligencia, un grupo
de lujo. Y una novedad: un dominio escénico asombroso.
Miguel Poveda se volcó,
se rompió y, el viernes, al filo de las tres horas, pidió disculpas al público
por irse a dormir y que tenía que volver el sábado. También la copla íntima,
desolada, con el piano omnisciente de Amargós y la percusión polivalente de Coronel.
Y la Lupi: ¡qué alegrías! Todas sus intervenciones fueron maravillosas. Y las
alegrías sublimes. Qué bailaora múltiple, entregada, visceral, técnica,
plástica y viva, próxima. Rotunda y bella, de melosa carnalidad. Todo el cante
y toda la copla a la forma actual. La inteligencia de Poveda es tomar la
melodía, el ritmo y la emoción básica del legado para darle la envoltura
contemporánea, gracias sobre todo a los arreglos del Bolita. Jesús Guerrero es
un clásico recién nacido: qué soleá marchenera morosa, solemne, épica e íntima.
Tientos y seguiriyas en las manos de Manuel Parrilla fueron un dibujo en
movimiento, una forma en constante mutación. Parrilla convierte en sorpresa lo
que es tradición jerezana.
Y Sevilla: la banda de las Tres Caídas irrumpe en escena
y la marcha solemne da paso a la saeta dolorosa. Lole y Manuel en el recuerdo
para dos o tres letras con todo el sabor del Tardón de Juan Manuel Flores: todo
color. El final del concierto fue otro regalo, un par de temas de su nuevo
proyecto, sobre textos lorquianos: el ‘Soneto de la carta’ musicado por Amargós
y ‘La leyenda del tiempo’. Un fin de fiesta espectacular al que aún le quedaba
el epílogo que fue la patá por bulerías, un nuevo dúo con La Lupi, para
responder a una petición del público, ‘Tres puñales’. Sensualidad y lirismo en
la voz, enormes músicos, gran puesta en escena, pulcritud en los arreglos y una
estructura tan abierta como precisa. Es, fue, será, uno de los conciertos del
año en Sevilla. Esta noche repite, no se lo pierda (si puede).
Fotos: Curro de María.
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