Será cosa de la precariedad
pertinaz que acosa, también, a lo jondo: lo que
me queda de este XVII Festival de Jerez en la retina son instantes aislados,
eso que algunos llaman 'momento mágico'. La caña de Pericet y Marcos
Flores en la gala de inauguración, un homenaje a la
maestra Pilar López y a Alejandro Vega. Estuvieron solemnes y
graciosos al mismo tiempo, una cosa muy difícil. También de 'Las cinco
estaciones' la guajira de Laura Rozalén, una evocación de las bailaoras
punteras, y los abandolaos de Olga Pericet, puro fuego. 'Luz de luna' de Rocío Máquez, en 'Naranja
amarga': rota, rota ... rota y elegante, rota y sin descomponerse. Eso es muy
difícil, también. Márquez está consiguiendo el ideal
de Chacón, de La Argentinita, de Montoya, el ideal
del flamenco desde sus orígenes: la historia de
este arte es la historia de una tensión, entre lo francés y lo castizo. En la
garganta de esta cantaora onubense se encarna este ideal decimonónico: romperse sin
descomponerse. Ole ella. Isabel Bayón ofreció el espectáculo completo más flamenco, si obviamos
a Farruquito. Una señora que baila por alegrías, por guajiras.
Después de varios días de programas de
manos grandilocuentes fue agua de mayo ver a una señora que baila, y tan
requetebien, por alegrías y guajiras. 'La
consagración' de 'La consagración' de Estévez-Paños, es un diálogo con nuestro pasado, con el pasado de la danza
europea y, lo que más nos importa, con el
pasado de las revoluciones europeas. El mejor espectáculo de la Bienal 2012.
El mejor espectáculo de Jerez 2013. 'Con la música en otra parte',
otro de los estrenos del XVII Festival de Jerez, nos ofreció la compañía más cohesinada, si
obviamos la de Paños-Estévez. Complicidad, humor
y una música deliciosa a cargo de la Camerata
Flamenco Projet, a los que no vimos sudar porque se nos presentaron semiocultos
por unas inoportunas cortinas. Un espectáculo pulido, dinámico, divertido, de una
bailaora que parece haberse dado cuenta de que el descomponerse, ésta vez sí, el mirarle a los ojos
al público, es muy beneficioso, tanto para su baile como
para su espectáculo. Un ramito de locura siempre viene bien.
Y para locura el frenesí de Farruquito. No fue
su mejor actuación, no obstante, pero demostró, una vez más, que es uno de los
grandes nombres de hoy. Y estábamos, a esas alturas,
tan huérfanos de jondura .... Una vez más, el instante, en este
caso en el fin de fiesta, cuando la tensión cedió a la emoción. Claro que no
podremos sobrevivir mucho tiempo más sólo con momentos.
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